Un enigmático forastero
13 de enero de 2008
Narrador:
Una mañana como cualquier otra, algunos de los cachorros correteaban por la Aldea, jugaban a perseguir la rueda de madera. La iluminación era perfecta, el sol de las 10h00 caía con una inclinación que permitía apreciar todo con un brillo especial. Las casas tenían techos verdes, en su mayoría techos vivos, y otros solo teja verde. Alrededor de la aldea, por el lado izquierdo, se encontraba un lago de aguas cristalinas, y alrededor un bosque con árboles que alcanzaban los 100 metros de altura.
Jack:
Nada como un Corax en un nuevo terreno, o al menos eso creía. Después de un largo viaje en un barco comercial, Jack había llegado a una nueva tierra. Cabe mencionar que se había montado en el barco como un polizón, utilizando su forma Córvida para escabullirse de la tripulación. Realmente, vivir con el riesgo de ser descubierto y luego asesinado para terminar siendo servido como sopa no era una sensación agradable. Siempre se mantenía alerta y solía salir cuando el barco hacía alguna que otra parada en un puerto. Al llegar a Westport, en Nueva Zelanda, se encantó con el lugar y decidió recorrer el puerto y, más tarde, la plaza. Como no tenía ni idea de a dónde ir ni qué hacer, decidió acercarse a uno de los Guías de Turistas. Después de hablar con él, le entregó un folleto con información detallada sobre los lugares de interés turístico. Jack comenzó a ver cada uno de los lugares, pensando en cuál podría ser habitado por una manada de Garous. Estaba interesado en buscar a la manada, pero no tenía ni puñetera idea de qué hacer. Miró a su alrededor en busca de alguien con alguna información diferente, pero eso sería como encontrar una aguja en un pajar. Caminó hasta un bar cercano y, con los ánimos sumamente bajos, se sentó en la barra sin pedir nada porque simplemente no tenía dinero.
—Espero no interrumpir, pero me llamó mucho la atención su conversación. ¿Les importaría contarme también lo sucedido?—, dijo con un tono de interés, aunque sin hacer muchos gestos o acciones innecesarias. Tras sentarse, los aldeanos comenzaron a explicarle lo que había sucedido. Extrañamente, le contaron que antes había numerosas ardillas en el parque, pero que ahora no había ninguna.
—Es muy curioso que eso haya pasado. La verdad, no encuentro una explicación lógica. ¿Algo las habrá matado? Aunque, si fuera así, se las habría comido o estarían destrozadas. ¿Será algún químico?—, pensó Jack. En esas últimas palabras, recordó a Pentex y sus maquiavélicas formas de destruir el mundo. Después de beber su cerveza, se levantó de golpe.
—Debo ir al baño—, dijo mientras comenzaba a caminar hacia el baño. Por suerte, había una ventanilla, y antes de salir disparado, revisó nuevamente el folleto que tenía un mini mapa del lugar. —Bien, es hora de hacerlo—, se dijo a sí mismo mientras dejaba el folleto en la basura y chasqueaba los dedos hacia adelante. —Tú puedes, tú puedes, tú puedes—, se animó, y en el último momento se transformó en Córvido. Sintió cómo sus huesos se reducían, al igual que sus músculos y su piel. Algunos de sus huesos se fracturaron, sus músculos se estiraron y cambiaron de forma, sus dientes y ojos se cayeron. Después de un tiempo, le comenzaron a salir alas, nuevos ojos y sus respectivas garras, así como su pico. Sus pertenencias se adhirieron dentro de él gracias a su rito [Rito de Talismán Dedicado]. Ahora, era un cuervo. Tras estirar sus alas, comenzó a volar y en pocos segundos salió del bar sin pagar las cervezas. Voló rumbo al sureste, teniendo algunas dificultades debido a la cantidad de tiempo que llevaba sin volar. Después de un largo rato, comenzó a ver más verde de lo habitual, indicando que estaba dentro del parque. Sin embargo, aún no tenía una ubicación precisa, ni siquiera estaba seguro de si habría una tribu allí.
Geri:
Como era costumbre, Geri, en forma de lupus, salía a pescar todas las mañanas antes de que saliera el sol. Llevaba consigo su lanza, que hacía las veces de un arpón, su red de pesca y un balde de madera donde acumulaba los peces que luego intercambiaba en la aldea por otros bienes y servicios. Como cualquier otro día rutinario, Geri navegaba de regreso a la aldea en su bote, junto con otros pescadores. El sol brillaba verticalmente sobre sus hombros y, al llegar a la orilla, colocó el barril sobre un trineo que le había regalado el carpintero de la aldea. Cambió de forma hasta convertirse en lupus, mordió la cuerda y comenzó a jalar el trineo en dirección a la plaza, donde comerciaba con los peces. Fue entonces cuando una sombra cubrió su cuerpo. Soltó la cuerda y miró hacia arriba, viendo a un cuervo que momentáneamente bloqueaba algunos rayos de sol.
—Esa ave no es de aquí. Se parece a las que robaban objetos en Sttabursdalein. No es normal—, pensó Geri. Dejó los peces en un puesto de la plaza y comenzó a seguir al ave.
Liv:
Liv se encontraba en la cabaña donde le habían dado hospedaje. Decidió aprovechar algunas cosas que había conseguido en el mercado para cocinar y preparar algo delicioso para sus compañeros. Tenía en mente hacer una pizza bastante grande con carnes frías y mucho queso. Primero, distribuyó la harina sobre la superficie del mesón de madera de la cocina en el que iba a trabajar, formando un volcán para que en el centro quedara un orificio. Dentro de este, integró los ingredientes: sal, aceite de oliva y levadura previamente disuelta en agua. Comenzó a amasar la mezcla hasta que todos los ingredientes quedaron perfectamente unidos y la masa ya no se pegaba en las manos. Totalmente concentrada, empezó a tararear una melodía y a bailar mientras continuaba con la preparación. A través de la puerta de cristal, podía observar lo que sucedía afuera de la estancia. Una vez que terminó, dejó que la masa reposara durante 10 minutos, tapándola para que esponjara un poco más. Pasado ese tiempo, espolvoreó harina sobre la superficie donde trabajaría la masa fermentada, extendiéndola de forma circular y adelgazándola con un rodillo para obtener el grosor ideal.
Finn:
A diferencia de los ocupados miembros de su manada e incluso de la Parentela que trabajaba, Finn Legado de Lugh seguía en la cama, despierto pero acostado. Tenía las sábanas hasta la cintura y una taza de jugo en sus manos. No tardó en levantarse y colocarse los boxers y los jeans más apretados que tenía sobre el mueble del espejo. Pasó una banda verde por su cuello y se peinó hacia atrás su cabello anaranjado. Tomó una playera blanca y se la fue poniendo mientras salía de la cabaña. El aire fresco mañanero golpeó su rostro y no pudo evitar sonreír. Extrañaba Irlanda, e incluso Nueva York, pero de alguna forma le resultaba placentero el aire sureño.
Jackson:
Jackson seguía volando sobre los cielos del parque sin ver gran cosa aparte de árboles, ríos y lagos. Recordó una parodia que una vez había escuchado en internet sobre El Señor de los Anillos y, al pensarlo, se le vino a la mente el hecho de que ese país fue donde se grabó la aclamada película.
—Oye, imbécil. ¿Qué es eso?
Por estar cantando en su mente, casi se le pasó por alto algo importante: había humo en una parte del bosque, algo se estaba quemando. Decidió investigar, ya que muchas veces el fuego es causado por alguien, y al no ver grandes llamas consumiendo los árboles, supuso que se trataba de alguna fogata o chimenea. Al mirar hacia abajo, avistó un pueblo, pero no se detuvo a observar los detalles. Quería analizar la situación antes de bajar, recordando lo sucedido tiempo atrás con los Bastets.
Voló hasta llegar a un árbol lo suficientemente alto y bien posicionado para ver la aldea a la distancia. No estaba seguro si eran simples humanos o alguna otra raza, pero decidió investigar más de cerca antes de saludar.
—Bueno, un par de cabañas, un lago, una plaza, gente caminando de un lado a otro… ¿Podría ser una tribu Garou? Podría ser de cualquier otra raza extraña de todas formas. Ah, espera… Qué imbécil soy, allí hay unos cachorros… Qué lindos.
Miraba desde la distancia, moviendo rápidamente su cabeza de un lado a otro para enfocarse en la aldea. En forma Córvida, habló con chasquidos, silbidos y graznidos.
—Espero que no sean Garras Rojas, la verdad es que esos tipos no aguantan nada… Aunque mayormente en la ciudad me he topado con más Roehuesos que cualquier otra tribu. Joder, espero tampoco sean Uktena, nunca me hablarían sabiendo que soy europeo. Debería dejar de estar aquí e ir a saludar. ¿Acaso le tienes miedo al éxito Jack? ¿Qué fue ese ruido?
Preguntó mientras miraba hacia abajo, algo se movió entre los arbustos y, aunque estaba sobre el árbol más alto, temía que fuera algún depredador capaz de escalar.
Geri:
Geri, frustrado porque el ave había atravesado el cielo tan rápido que no pudo alcanzarla, se sentó sobre sus patas traseras observando cómo el ave se perdía entre los árboles. ¿Cómo no la habían visto los guardias del túmulo? No lo sabía, pero le preocupaba que el lugar se hubiera vuelto permeable para todo tipo de criaturas. Emitió un resonante aullido, el Lamento de Augurio, que solía usarse para avisar de desastres naturales, fenómenos inusuales en la Umbra o cualquier cosa extraña que mereciera la pena investigar. Con su aullido, informó a todos los garou que pudieran escucharle que había visto un cambiaformas o un animal que antes no existía en aquel túmulo.
Liv:
Mientras Liv continuaba aplicando salsa de tomate y esparciendo abundante queso sobre la pizza, algo la distrajo: un aullido proveniente del exterior. Le pareció bastante extraño, ya que aparentemente todo se encontraba tranquilo. Antes de salir, apagó el horno y se lavó las manos, quitándose la harina que tenía por todo su cuerpo como pudo. Tomó su arco y flechas, así como su cinturón de cuchillos, y salió de la cabaña. Buscó en qué dirección provenía el eco del aullido y corrió un poco asustada, ya que no veía a Geri en el centro del túmulo, hasta que lo encontró echado en sus patas, un poco desanimado.
—¿Qué ocurre? —le preguntó, tratando de ver hacia dónde dirigía su mirada.
Finn:
No bastó hasta que abrió los ojos para ver cómo un aullido a lo lejano arruinaba su mañana. De no haber sido por ello, el Fianna probablemente habría hecho más envíos a la taberna, habría avanzado en el libro, habría entrenado contra el muñeco al lado de su casa… Y justo hoy, que se le ocurrió usar esos pantalones… no era su culpa casi casi tener que usar una talla infantil, malditos, zanganos, hijos de, que se los lleva la… Finn se lanzó corriendo hasta donde se escuchaba el aullido, camino al bosque. Sus pies descalzos apenas rozaban la tierra antes de dar el siguiente paso, como él mismo se había instruido. Al momento de llegar, se encontró con Geri y Liv, esta última parecía haber llegado hace poco. Echó una pierna a un lado y se subió la cremallera que se le olvidó hacer en casa.
—Bien, bien, bien… ¿Qué pasa? ¿El niño que gritó lobo?
Narrador:
Algunos garou acudieron al llamado del lupus, algunos curiosos, otros enfadados salían de sus madrigueras, cabañas, cuevas, lugares de trabajo. Todos se reunieron en la frontera del bosque y la aldea, donde se había formado un grupo. Todos miraban al ave sentada en la punta de un árbol. Aquel llamado no solo alertó a los hombres lobo de la manada, sino también a la parentela homínida que, como siempre entrometiéndose donde no les debería importar, se acercaron para mirar al ave que les parecía extraña. De entre ellos, una mujer gorda se posicionó al frente, tenía un cesto con caracoles.
—Ven, no tengas miedo, caracoles —sacudía los caracoles de los que era sabido ese tipo de aves se alimentaban.
Jack:
Al mirar hacia abajo resulta que algunos lobos se acercaron hasta donde él estaba, comenzaron a ladrar e intentar subir por el tronco.
—Hola bola de pelos. ¿No eres muy listo verdad? —supuso que se dieron cuenta de su presencia a juzgar por el aullido.
Ladea su cabeza de un lado a otro intentando mirar mejor la aldea, aun desconfía de los habitantes pero no quiere quedarse más tiempo en el mismo árbol sabiendo que abajo había un par de lobos torpes. Extiende sus alas y se lanza del árbol hacia abajo, en pocos segundos comienza a planear por el cielo, esta vez en dirección a la aldea.
—Se percata de que una señora comienza a ofrecerle caracoles —aunque no tiene hambre, está comenzando a agotarse por el extenso vuelo y hace mucho que no come caracoles—. Mueve sus alas para mantenerse en el aire.
Una vez está sobre la aldea, da un par de vueltas analizando cuántos son. (Son muchos, debe ser una manada muy amplia.) Finalmente va descendiendo hacia la señora que posee los caracoles, antes de aterrizar agita sus alas intentando caer suavemente sobre la tierra, hace algún que otro movimiento torpe y su aterrizaje es algo duro.
Observa a la señora por un momento y extiende sus alas moviéndolas ligeramente.
“Qué agradable es usted”, dice en silbidos y graznidos.
Geri:
Mira al cuervo volar sobre él una vez más y aterrizar sobre el suelo, ladea su cabeza para mirar a través de las piernas de algunos de los presentes al ave. Parece un cuervo, aunque nunca ha visto uno en el túmulo desde que llegó.
Arquea su cuerpo posando su hocico cerca del suelo sobre sus patas delanteras, sisea la nariz y olfatea profundamente al cuervo. En el aroma nota que la forma de él no pertenece a ese cuerpo, como si estuviera fingiendo.
—Este no es un cuervo, puedo notar su magia aunque existan otros cambiaformas presentes —le gruñe fuertemente, de forma provocativa desde la garganta, esperando alguna reacción del ave.
Liv:
Mira al cielo y ve al cuervo, lo que le parece algo curioso. Hace mucho que no ve uno. Su plumaje negro le encanta. Trata de seguir con la mirada dónde aterriza, mientras observa la reacción de Geri.
—Cálmate, lo vas a espantar —dice, caminando con algo de timidez hasta donde se encuentra la señora de las caracolas, pero antes toma una cubeta de agua que se encuentra en un cerco—. Ahora sí, se dirige donde están el cuervo y la señora.
—Quizás tengas sed, no te vamos a lastimar. Trata de descansar —le dice al cuervo, observando nuevamente a Geri para que trate de observarlo mejor—. El cuervo no es tan pequeño como uno promedio. Deberían esperar, quizás no sea tan malo después de todo. Podría ser un nuevo visitante.
Finn:
—Qué bueno que mencionas que es algo… inusual, Geri. Digo, toda esta gente… el lobo que gritó cuervo… estaríamos reunidos todos aquí por un cuervo —murmura mientras se muerde el labio inferior y ladea la cabeza—. Apoya la mano sobre un tronco para sentarse y exhala con dificultad.
—Venga, venga, venga… mañana me visto de mujer y también llamaré la atención… y me vería muy muy MUY hermosa… si me dejo, FÁCIL. Si me dejo… —continúa hablando en voz baja, imaginando la situación en su mente.
Jackson:
Luego de presentarse en su forma córvida ante la manda Garou, y recibir la cubeta de agua y algún que otro caracol, se dispone a devorar algunos de ellos, sacándolos de sus caparazones con ayuda de su pico. Aunque es un poco torpe con el uso de este, logra comer ambos en poco tiempo.
Luego se sube sobre el balde de agua y nota que uno de los lobos le gruñe.
—Usted no me gruña, bola de pelos —dice entre graznidos y aleteos dirigidos a aquel lobo. Se inclina hacia adelante y comienza a beber del agua que yace en el tobo.
Una vez termina, extiende sus alas y comienza a volar hasta un espacio lo suficientemente amplio y alejado de varios garou. Calcula la altura y distancia para así regresar a su forma homínida en el aire, aterrizando en el suelo como humano y con su vestimenta completa. [Rito del Talismán Dedicado]
—¡Uh! Qué delicioso, hacía mucho que no comía caracoles, gracias señora —dice tras levantarse y girar hacia los residentes. Pero luego se queda en silencio tras terminar su frase.
—Rayos, debí esperar un poco más… Eso me pasa por confiado. Jack, Jack, Jack… ¿Por qué eres así? Nunca te puedes aguantar 30 minutos —se mueve de lado a lado haciendo señas con sus manos mientras habla—.
—Bueno, 30 minutos serían demasiado. ¿No son Rohehuesos verdad? Joder, en serio, si me encuentro con más tíos de eso voy a flipar —golpea con la palma de su mano su frente—.
—Los modales, Corax, estúpido. Hola, mi nombre es Jackson Delany… Soy nuevo aquí —sonríe tras decir esto.
Geri:
Escucha a Liv hablar con esa criatura de la que no sabe nada, ni de dónde proviene, ni cuáles son sus motivaciones o si es maligno. El color negro no es un buen augurio, le dice Munín bajo un muérdago, cuando un cuervo grazna en Stabbursdalein.
Mantiene su posición, cauteloso por la presencia de todos los presentes. Hubiera atacado, pero no quiere ser castigado nuevamente por una imprudencia. Lo cierto es que el ave no le brinda confianza.
Se incorpora cuando ve que el cuervo vuelve a volar y luego aterriza en forma homínida. Definitivamente, no es un simple cuervo. Ha escuchado en sus clases de historia de la guerra de la Rabia, pero tiene poco conocimiento real de los cambiaformas. En cuanto a la forma humana, le parece delgado y malvado.
Liv:
Observaba con curiosidad, más que con desprecio, a la nueva criatura que se paseaba por la aldea. Después de que él terminara de comer, no esperaba ver lo que pudo contemplar con sus propios ojos: al cuervo transformarse en un humano. Quedó sin palabras por un momento y trató de despertar sus movimientos y su cuerpo para responder a la presentación de este chico raro.
— Hola Jack… Jackson — dijo, sonrojándose un poco al verse torpe. El gusto es mío, uh, mi nombre es Liv. ¿De dónde vienes? — Extendió su mano derecha en saludo y le sonrió tímidamente.
Finn:
Ok, entonces no es solo por un cuervo… — levantó las cejas y los labios, arrugando el rostro antes de levantarse de un salto y apuntar al hombre que se hacía llamar Jack, o cuervo, o lo que sea —. No importa de dónde venga, sino a dónde va… y este va a la taberna, sin duda alguna — sonrió de lado y levantó su otra mano para apuntarle —. ¿Qué dices? Tener a alguien como tú de “wingman”… sería muy productivo para levantar algo. ¡Las anécdotas del hombre cuervo! Parte hombre, parte cuervo… ¡TODO INGLÉS! Y además te comes un puto sandwich, ¿no? — bajó su índice derecho para apuntar a su estómago —. Mínimo un carbohidrato, hombre.
Narrador:
Algunos cachorros y cliath amigos de Finn, no lo suficientemente serios para evaluar la llegada del extraño, si sería positiva o negativa, simplemente se aproximaron con una sonrisa en sus rostros. A empellones amistosos se llevaron a Finn, Liv y Jackson a la Taberna tras el comentario del Fianna. Geri también los siguió a regañadientes. Los que no se unieron al grupo regresaron a sus asuntos con un nuevo chisme al cual agregarle historia. En la taberna, apenas había acabado de limpiar uno de los camareros cuando algunos jóvenes llegaron a mostrar hospitalidad en la Aldea, ignorando a Keket o al Alfa, que tenían otros asuntos que les impedían conocer la llegada del Corax.
Jackson:
Notó como la señorita se le acercaba, por lo cual dio un paso hacia adelante, sujetando su mano mientras la miraba a los ojos a través de sus lentes durante su parloteo. El gusto es mío, Liv… —dijo mientras se inclinaba y besaba la parte superior de su mano con sus labios—. Soy de Europa, Inglaterra para ser más preciso. Interesante propuesta. Por su apariencia, a diferencia de los demás, podía ver que no era de por allí… ¿Verdad, acaso era una viajera como él? —sus ojos brillaron por un momento, sin embargo, poco se podía notar con sus lentes. Aunque su sonrisa era suficiente para mostrar sus emociones. Sin embargo, luego comenzó a ver como todos se empezaban a acercar, eso le asustó un poco y dio un paso hacia atrás, pero era inútil, estaba rodeado y entre empujones cómo brincos, llegaron a una taberna. Bueno, al menos no eran Rohehuesos o Uktena… Terminó sentado frente a una mesa de madera, todo el lugar le parecía mágico, la forma en cómo todo estaba fabricado y remodelado. Starbucks puede meterse su WiFi gratis por el… ¡Hola de nuevo! ¿Cuál es tu nombre? —decía mientras veía los rostros de las personas.
Geri:
Ingresó a la taberna por una ventana en el comedor, la cual siempre estaba abierta y nadie sabía que por ahí entraban algunos lupus. En su camino agarró un filete de res como acostumbraba hacerlo la hija del alfa de la cual aprendió esas actitudes, caminó por detrás de la barra haciendo el mínimo ruido, mirando al visitante congeniar rápidamente con el grupo de cachorros amigos de Finn. Se dirigió hacia la chimenea y se recostó sobre la alfombra donde masticó el filete mientras escuchaba las conversaciones en la barra. Antes de acercarse, quería estar seguro de que aquel ser no constituía un peligro para la aldea.
Liv:
Amplió su sonrisa al ver a los demás que se acercaron a Jackson y fue algo grato percibir la buena energía que Finn le daba, aunque fue algo incómodo al sentir su saludo a la vez. Supondría que de donde venía era la manera de hacerlo. Buscó a Geri con su mirada. Previamente se percató de que no le gustaba la presencia del nuevo. Caminó junto a los que se dirigían a la taberna. Antes de colocar su atención en encontrar a Geri, pronunció en voz alta: —Iré por una pizza que recién estaba en el horno.— Se giró nuevamente para buscar a su amigo, el cual se encontraba junto a la chimenea. Se acercó lo suficientemente para luego bajar su cuerpo y quedar a la misma estatura que él. Lo miró a los ojos para luego preguntarle: —¿Me acompañas a la cabaña en la que me albergo?— Besó la parte de su frente con cariño y suspiró. —Anda, y me cuentas en el camino qué es lo del cambia formas antes de que lo empecemos a juzgar.— Se quedó de rodillas frente a Geri esperando a una respuesta.
Finn:
Le dijo, hoy llegas y no regresas, Jack, Jackie, Jackie Boy, Jackie-o… Finn levantó dos dedos al camarero cuando entraron a la taberna. ¡Dos McKenna’s! Llevó su brazo derecho detrás de la nuca del hombre cuervo, entre risas mientras los demás cachorros y cliaths los empujaban. Digo, sé que eres de Inglaterra, ¿pero de dónde? ¿Londres, York, Newcastle, Bristol, Liverpool? ¡Tip, tip, tallyho! Hizo un gesto de removerse el sombrero de manera burda al imitar a cualquier inglés. Estoy jodiendo nada más, pero en serio, te va a gustar aquí. El irlandés se sentó en la misma mesa que Jack y golpeó la mesa con ambas manos abiertas. Pero primero vas a comer algo que no sean caracoles. Mínimo un Baguette, ¡jo!
Jackson:
Notó como Bilbo le hablaba con unos ánimos sumamente alegres, aunque algo poco común en los Garou, pero no conocía mucho de esta raza. Sin embargo, por la forma en que le trataban, se sentía favorecido de su cariño y tacto. —Igual no tenía planeado regresar. Soy de York, bendita sea mi ciudad natal. Con lo poco que llevaba, ya le estaba gustando. Espero no me vayan a devorar.— Sonrió mientras le respondía todas las preguntas del homenito. —Aunque tengo un par de preguntas antes. ¿Qué tribu es esta, hombre? ¿Cuál es tu nombre?— Se puso cómodo, aunque llevó su mano derecha hasta su espalda, dentro de su chaqueta para sacar su libro, el cual estaba siendo sostenido entre su pantalón y su cuerpo gracias a su cinturón. Colocó su libro sobre la mesa y así logró sentarse más cómodamente. Con su diestra, retiró sus lentes, colocándolos sobre su libro, así logrando ver mejor dentro de la taberna.
Geri:
El lupus levantó sus orejas en dirección a la voz femenina de Liv que le hablaba de pizza y alimentos en su cabaña. Podía confiar ciegamente en ella, pero recordó que en el pasado eso le había ocasionado problemas serios, al punto de ser castigado por romper la letanía. Miró a los ojos a Liv un momento y retiró su mirada de ella, fingiendo poner toda su atención en el filete que era bastante grande. Con ese distractor, nadie notaría que estaba ahí para escuchar la conversación en la barra. Tenía que saber cuáles eran las intenciones de ese ave, si se quedaría o si solo estaba de paso. Munin le había dicho que los cuervos eran amigos de los lobos, limpiaban las osamentas cuando estos terminaban, pero también que eran criaturas que atraían cosas negativas, siempre llevaban consigo problemas de otras latitudes.
Liv:
Se levantó de donde se encontraba y salió de la taberna hasta llegar a donde residía. Fue hasta la cocina, puso a calentar la masa y esperó unos 20 minutos, con el fin de que todo se cocinara bien y el queso se gratinara a la perfección. Olía bastante bien y sin duda sabría mejor. Al finalizar, le colocó unas especias y se dirigió a su habitación. Cambió la ropa que tenía por un vestido más cómodo y unos botines beige, y se arregló un poco más de lo habitual. Tomó un abrigo, sus herramientas y la pizza. Llevó algunas frutas en una canasta, quizás podrían servir en el bar. Salió de la cabaña para regresar con la cena caliente. Puso la pizza sobre la mesa y se sentó donde estaban los demás.
Finn:
York. Ah. Genial. Amaba a los Ingleses, hombre. Con el sombrerillo, Monty Python, Mr Bean, Simon Pegg, The Beatles, Chaplin, Elton, tu di. —El mesero trajo las McKenna’s ordenadas por fin casi a tiempo de cuando llegara Liv con la caja de pizza.— Ah, Liv, genial, ¡gracias! —El Fianna jugueteó con su vaso, dándole vueltas al líquido antes de responderle al recién llegado.— Semillas de Yggdrasil, nombre de la manada…. tenías que conocer al Alpha, todo un personaje ese barbón. —Y así, el Galliard chocó su trago contra el de Jack y se lo llevó hasta la garganta al empinárselo de una, consciente del efecto que producía de querer consumir más y más. Una vez pasada la acidez, le contestó a la segunda pregunta.— Finn.. Legado de Lugh. También estaba —Oye tu, imbécil—.
Jack:
Escuchó las palabras del pelirrojo y no perdió de vista a los demás que festejaban junto a ellos. —¿Semillas de Yggdrasil? Oh ya… ¿Mitología nórdica eh?— Dijo mientras observaba a la chica que recién llegaba con una caja de pizza. En cierta forma, se sentía aliviado de no estar en una tribu extraña de carroñeros y bestias pulgosas. Bueno, seguro que algún otro tendría alguna que otra garrapata o le gustaría comer de la basura. —Apuesto a que era un gran hombre, me gustaría conocerlo pronto.— Tomó la jarra de cerveza cuyos colores eran sumamente interesantes. Cuando aquel sujeto chocó su jarra y empezó a beber de inmediato, él también lo hizo, intentando superarlo rápidamente, pero no fue tan veloz. La bebida le era nueva, por lo cual desconocía su sabor. Fue un golpe a su paladar. —Vaya, menuda bebida— dijo colocando la jarra sobre la mesa casi de golpe. —¿Finn eh? Es un placer, Legado de Lugh.— Lo miró sonriendo. —La verdad, Finn… Estoy buscando a un Fianna en especial.— Dijo seriamente, mirándolo a los ojos. —Ja, es broma, es broma…— Sonrió nuevamente mientras tomaba un pedazo de pizza. —Pero en realidad, sí busco algún Fianna que sepa sobre nosotros, los Corax.— Mordió el pedazo de pizza. —Dayum, dayum…. Dayuuum esta deliciosa—.
Geri:
Continuaba masticando el filete hasta que nada quedó de este, ni siquiera el aroma impregnado en la alfombra. Se incorporó en sus cuatro patas y cuando estaba a punto de salir de la taberna, vio a Liv entrar con un preparado que tenía un aroma que emocionaría al más selectivo colmillo plateado. Bocetó una sonrisa lupina, mostrando sus colmillos sobre sus labios y se detuvo. Se trepó en uno de los taburetes de la barra, junto a todo el grupo ahí reunido, esperando por la pizza. Uno de los cachorros comenzó a acicalar la espalda del lupus, otro le sirvió una cerveza que Geri bebió con su lengua hasta dejar vacía la jarra.
Liv:
Observando que todos estaban muy a gusto, Finn como siempre con su buena energía, y los amigos de este aún más, se apartó hasta la zona bar pidiendo una cerveza fría. Después de haberla recibido, volvió a la mesa. Escuchó claramente lo que decía el chico nuevo, ya que sería interesante saber más sobre los Corax y todas aquellas cosas, pero muy poco se hablaba al respecto por las historias del pasado pero que aún tenían secuelas de lo ocurrido. Miró al chico y le preguntó con algo de curiosidad. —¿Eres alguna especie de Corax?… Y no te preocupes, nadie te clavará el colmillo.— Sonrió con gracia, sin ningún tipo de vergüenza. —Por ahora.— Le guiñó el ojo derecho y prosiguió. —Supongo que todos tenían alguna especie de curiosidad… No muy a menudo pasaban visitantes por aquí.— Tomó un trozo de la pizza, pensando que la había hecho bastante grande. Tomó un sorbo de la bebida y repartió a trozos a los que aún faltaban. Ya la tarde estaba cayendo.
Finn:
Pues especial, especial, de esa forma especial, no le gustaba el pepino. Especial para conocer algo de los Corax… dudaba que tuviera ese conocimiento… Finn volvió su vaso vacío sobre la mesa, acercándose un trozo de pizza y doblando como si fuera taco. Hundió sus dientes sobre las orillas de la pizza primero y continuó hablando con la boca medio llena, apenas entendible. —Te va a gustar aquí si decides quedarte, plumas. Buena comida, buena bebida, suficientes festividades, paz, relax y rostros bonitos.— Y así, el Fianna posó sus manos con las palmas hacia arriba justo abajo de los mentones de Geri y Liv. —Ira noma que bonito, QUE BONITO.
Jack:
Mientras le hablaban, sintió un leve mareo a causa de la bebida, pero no se dejó distraer solo por eso y se dispuso a hablar. —Bueno, eso sí es algo desmotivante, aunque es mi culpa. Debió haber viajado a Irlanda en vez de Nueva Zelanda, pero algo le decía que viniera. ¿Ha de ser por esa cerveza?— Dijo mirando la jarra vacía. —Así es, linda, soy un Corax… Europeo claro. Hay de varias nacionalidades también, ejemplo los asiáticos, nativo americanos o africanos. Realmente esta deliciosa tu pizza, aunque todo me sabe mejor después de todo el tiempo que he pasado comiendo basura y desperdicios del barco. Bueno, si alguien me muerde, espero sea una belleza como usted— Soltó una carcajada algo peculiar. Sus risas habituales no eran tan notorias, pero una vez que se emocionaba por algo o empezaba a beber, su risa se convertía como en la de un pajarraco, algo chirriada pero a la vez grave, muy parecido al del Guacamayo de la película Río. —La verdad, no sé qué hago aquí querido Finn, pero te propongo algo. Un duelo de fuerza, si gano me iré por donde vine y si me ganas me quedaré con ustedes hasta que nuestra madre diga lo contrario. ¿Qué te parece la idea? Anda, no digas que no… Hace mucho no empleo nada de fuerza. Vamos, vamos di que sí. Además, eres un Irlandés y yo prácticamente un Celta o un Vikingo teniendo en cuenta las invasiones escandinavas, ahora que recuerdo, también podría ser descendiente de Roma. ¿Qué crees que seré? No lo sé… Pero eso no es relevante a lo que iba. Vamos, un pequeño duelo de fuerza, creo que esta mesa es suficiente. Igual que podría hacer un pajarraco esquince contra un gran garou.— Antes de darse cuenta, ya había comenzado a parlotear como loco a causa del alcohol, el cual lo volvía mucho más hiperactivo que estando sobrio. (¿Qué cree que hace, imbécil? Cállate, cállate… No voy a hacerlo en serio, creo que tengo algo que hacer por aquí pero quiero un poco de acción antes) – Miró a los ojos de Finn mientras se posaba en la mesa, colocando su brazo derecho sobre la madera de esta, el codo de su brazo estaba perfectamente posicionado y su mano totalmente abierta esperando ser agarrada; por otra parte, su otra mano estaba detrás de su espalda, sonrió ante Finn de una forma provocativa, pero en realidad no iba a emplear toda su fuerza, además ya comenzaba a darse vueltas la cabeza.
Geri:
Ahora se mostraría el verdadero motivo de la presencia de este cuervo en su aldea. Observa que el alcohol había provocado sus efectos en el cuervo, mientras esperaba, con su hocico atrapaba un pedazo de la comida que preparó Liv. Con la pata derecha sobre la comida que al parecer se llamaba pizza, sostenía mientras la trozaba con sus colmillos. La conversación en la barra se tornaba interesante, duelos de fuerza costumbre entre los Fenris y los Ahroun de la manada. Observa disimuladamente que el Corax desafía al Fianna.
Liv:
Escuchaba atentamente a los chicos, sonreía ampliamente al escuchar la sonora risa del visitante. Igualmente, se sonrojaba al cumplido de su compañero. Se colocó de pie y se dirigió por una nueva bebida de la barra. Era raro que la cerveza no le hiciera algún efecto. Observaba a todos muy entusiastas por la propuesta del chico que no sabía en qué se metía. Regresó a observar detenidamente. —Bueno, que gane el mejor… Porque no hacen una primera ronda con todo el que desee pasar a derrotar al chico irlandés…— Sonrió y dijo con ironía, obviamente yo no me ofrecería a semejante propuesta.
Finn:
Si hubiera sido por él, lo retaba a que cantara a dúo con Liv. Uhhh, manitas calientes. El Fianna levantó sus cejas, moviéndolas mientras miraba a ambos, casi seguro de que pasaba algo raro entre ellos. —Está bien, está bien… pero debe haber premios. La gloria no es suficiente. Si yo gano, me prestas tus lentes por el resto de la noche, y si tú pierdes, tienes que invitar a quien sea de aquí a que te muestre una cabaña. SIN USAR LA LETRA E- A pesar de que sonaría como una broma, Finn estaba dedicado a ganar, y a llevar a cabo esos premios que había mencionado. Le sonrió de vuelta y presionó su codo sobre la mesa, cerrando su mano con la del Corax.