Carne para el pueblo
13 de julio de 2010
Narrador:
Habían transcurrido un par de días desde el consejo y la llegada de los cachorros a la aldea Lake Valley. La mayoría de la parentela del lugar les hacía sentir a los cachorros que eran parte de la manada, no solo eran cachorros invitados; por tanto, para obtener su alimento también debían trabajar, y eso fue lo que después de la comida del mediodía les dijo el carnicero del pueblo, quien acompañado por la panadera y algunos de los comerciantes, les dio un equipo compuesto por: dos carpas de camping, bolsas de dormir a cada uno, aislantes, una olla, un frasco de alcohol metílico, una pala pequeña, cerillos, algo de carne seca enfundada como bocata, unas linternas y a elegir un arma para cazar. Los cachorros Vild, Janedra y Derek debían partir esa misma tarde si querían llegar antes del anochecer a las montañas al sureste de Tasman.
Vild:
Vild salió de la posada donde se encontraba, era un excelente lugar para descansar, acogedor y cómodo. El mismo día que él llegó, antes de irse a la posada, pidió un palo de madera el cual le dieron. Con el paso de los días sentía como si estuviera siendo parte de la manada, aún sin haber dado su respuesta. La gente era muy amable y se le venía siempre a la cabeza ¿qué podré dar a cambio?. Se levantaba siempre temprano, alrededor de las 5 o 6 am, tomaba el palo y trotaba alrededor de la aldea para calentar un poco. Después de esto empezaba a practicar el Shaolin Chuan, lo que aprendió en el monasterio, y finalizaba con una meditación de aproximadamente una hora.
—El día de hoy la brisa está fabulosa, aunque cuando es una brisa templada suele pasar algo inesperado o es de lo que me he dado cuenta tras pasar un par de años con esta rutina —dijo segundos antes de finalizar.
Se levantó y dio un paseo por la aldea, conociendo a algunos garous y llegó a la taberna antes del mediodía para comer algo. Tras terminar la comida agradeció y al levantarse escuchó al carnicero que le llamaba. Se acercó y le dijo que esperara un momento, que debía pedirle algo. En ese momento le informó que debía ir de cacería junto con Janedra y Derek, lo cual aceptó sin pensarlo. El carnicero le dijo que debía escoger alguna arma. Tras pasar unos segundos pensando entre una lanza y una espada, decidió tomar una espada, la cual era larga y delgada, y no pesaba, era excelente o al menos eso pensaba. Les entregaron unas carpas, bolsas de dormir y más objetos para pasar la noche. Vild tomó una de las carpas, una de las bolsas de dormir y una linterna.
—Bueno… ¡Vamos! —dijo con entusiasmo, para partir lo más pronto posible.
Janedra:
La llegada a la aldea fue un tanto extraña. Al inicio ella no conocía a nadie y de repente un extraño le pidió a ella y a otras dos personas cargar un montón de armas a un campo de arena. De pronto, un extraño llamado Escarlata les pidió que se identificaran. Sabía que por educación se debería decir, pero algo dentro de ella le decía que no era una buena persona del todo. Ese día fue la primera vez que bebió alcohol, así que se le subió un poco. Han pasado los días y todos la trataban muy bien, pero ella no se sentía del todo tranquila con ese hombre ahí. Dormía, como mucho, cinco horas desde que llegó, así que se levantaba muy temprano y salía a recolectar plantas medicinales. Nunca se sabe cuándo se puedan necesitar. Un día, cuando regresaba temprano a la aldea, el carnicero le hizo unas señas para que se acercara. Le dijo que si le ayudaba en una cacería con otras dos personas. (Creo que sería buena idea retribuir en algo), pensó. Asintió a su propuesta y el carnicero le dijo que había unas cosas que tenía que tomar. Era un kit para acampar y le dijo que eligiera un arma. Así que decidió tomar el arco y las flechas y esperar la hora de partir. Mientras tanto, vio a uno de ellos con muchos ánimos de partir.
Derek:
6 am – New Zealand / aldea Lake Valley, ring!! ring!!! El despertador sonaba lo suficientemente fuerte como para despertar a media aldea. Derek estiró su brazo, su cuerpo envuelto entre las sábanas con un malestar muscular; le dolía todo el cuerpo. Aún no se acostumbraba a la comodidad de la cabaña. Con los ojos aún cerrados, exhaló un suspiro. Se sentía muy perezoso y odiaba levantarse temprano. Con el torso desnudo, avanzó unos pasos desde la cama hasta la ventana, cuya cortina desgastada y transparente permitía ver el exterior. El lugar se notaba azulado, el alba asomaba rápido. Derek se dispuso a asearse y vestir ropa más apropiada. No le agradaba usar la ropa de los aldeanos, sentía que perdía su personalidad. Afortunadamente, había ropa de su talla que se asemejaba a la que solía vestir en la ciudad. Al salir al bosque con los demás, llevaba un pedazo de pan en la boca que masticaba mientras se dejaba envolver por el sonido del entorno. Hacía mucho que solo escuchaba el cántico de las aves, suplantando el claxon de los coches y los sonidos de los escapes. Algo retobado, inició con el cronograma del día. Comenzaba a manejar bien su cambio a lobo también. Le gustaba mucho correr en los bosques, se sentía libre. Aunque al principio le costaba y le causaba mucho dolor, se fue acostumbrando y dominando sus habilidades. Ya habían concluido los entrenamientos, pero en su mente aún quedaban muchas preguntas sin respuestas. Solo le decían que la umbra le respondería. “Oh sí… la umbra”, pensaba Derek. La umbra solo le dejaba ver lo que quería, no lo que buscaba.
Ya había transcurrido la hora del almuerzo, y al salir del comedor, Derek fue interceptado por el carnicero. —¿Y ahora este qué quiere?— pensó —, bastante tengo con lo que me toca hacer aquí—. El carnicero le dio instrucciones y un kit de supervivencia. Saldría con un par más de jóvenes, algo que no le agradó, pero podría ser útil para observar la ciudad de lejos e incluso escaparse unos días. Le hacía falta la música, las personas y la tecnología. Asintió y se dirigió a reunirse con el resto.
Narrador:
Los cachorros ya se encontraban reunidos y equipados con las armas que requerían para la cacería. Era el momento oportuno para partir. Uno de los cazadores, encargado de llenar las despensas, se acercó a ellos y les entregó lo que parecía un reloj de cuerda, de los que se usaban en el siglo XIX y a principios del siglo XX. Sin embargo, les explicó que era un amuleto con un poderoso yaglino enigmático que enseñaba una brújula al lugar donde deseaban ir, que se pondría color rojo ante la presencia del Wyrm, y que lo único que tenían que hacer era pensar en un lugar con suficientes animales para cazar. Lo entregó al cachorro que parecía un monje.
Vild:
Estaban preparados para partir cuando un cazador los detuvo para entregarles un artefacto, el cual encargó a Vild. Lo recibió con algo de desconfianza, pero tras escuchar las instrucciones, las memorizó y agradeció por el amuleto. Se le hizo similar, pero no recordaba dónde lo había visto. Dejando de lado su procedencia, se adentró en el bosque, donde se podían escuchar algunos pájaros cantar y las hojas moverse con la suave brisa. (La combinación perfecta), pensó. Ya dentro del bosque, empezó a pensar en gran cantidad de animales, desde osos hasta liebres. Este amuleto comenzó a mostrar una dirección y empezó a seguirla. Al dar un par de pasos, miró detrás de él para asegurarse de que Jane y Derek lo seguían.
Janedra:
Por fin estaban reunidos todos. Le había tocado con Vild, un monje con muchas ganas de salir al bosque. Al otro chico solo lo había visto una vez, el primer día en que llegó, pero nunca supo su nombre. El cazador se acercó a Vild dándole una extraña brújula, supuestamente para guiarlos a donde tendrían que ir a cazar pero que también mostraba el mal. Solo se limitó a observar cómo le daban esa cosa. Traía su pelo algo alborotado, así que llevó sus manos hacia su cabello, quitándose la liga. Con la mano derecha, puso la liga en su boca y empezó a acomodarse el pelo tranquilamente hasta que quedó como siempre solía usarlo. Una vez listo, volvió a colocarse la liga. En ese momento, vio que Vild se había adelantado al bosque, así que comenzó a caminar por donde se había ido.
Derek:
Vild y Jane… escuchó sus nombres del carnicero. Con aire de poca importancia, le asintió con el rostro para que dejara de fastidiarlo. Seguro se dio cuenta de su muy poco interés, así que decidió entregar el artefacto al chico con vestimentas bastante conservadoras. Se sentó en el suelo mientras arreglaba su mochila y acomodaba los kits de supervivencia, vigilando las acciones de Vild y Jane de reojo. Al distraerse unos 7 minutos, vio solo a la chica que se adentraba en el bosque, seguramente siguiendo al primero. Terminó de empacar y, tirándose la pesada mochila de camping a los hombros, emprendió su travesía. El espeso bosque comenzaba a cambiar y a ser distinto. Tenía menos luz; las copas de los árboles eran gigantes, recordándole a los pinos en USA. Por momentos, había silencio, un silencio violado por el sonido de los animales que seguro alertaban de intrusos: ellos. Aunque tuvieran esa conexión con la naturaleza, no dejaban de ser humanos y eran muy ruidosos para la jungla. A su paso arrancó un mango y corrió por delante de Jane, intentando alcanzarla y ofrecerle la fruta para poder conocerla. El viaje sería largo y le tocaría tarde o temprano socializar con ambos.
—Hola, ¿eres Jane, verdad? ¿Te gustaría un mango?
Vild:
—Al mirar detrás de mí logro darme cuenta de que sí me siguen, vuelvo a mirar al frente y repetidas veces observo el amuleto en caso de que cambie de dirección, miro a los alrededores mientras caminamos en caso de que viéramos nuestra primera presa *será un largo viaje*, por lo cual aún no logro observar. Suspiro y, al paso de unos minutos caminando, logro ver una pequeña laguna, a la cual me acerco por si algún animal estuviera bebiendo algo de agua. En el otro extremo de la laguna había un jabalí a lo que sonreí. Me detengo y espero a que se acerquen Janedra y Derek.
—Jane, ¿crees poder matar a ese pequeño jabalí con una flecha?
Janedra:
Una vez dentro del bosque cierro por unos instantes los ojos mientras caminaba para poder escuchar los sonidos de la naturaleza. Sentía una ligera brisa en su cara que la tranquilizaba, sobre todo porque por fin podría estar lejos de aquella persona que no le simpatizaba.
—Por fin…, aunque sea un día lejos de ese lugar…, aunque… me da cosa andar acompañada por los chicos… Jane, Jane tranquila recuerda que también estás rodeada de chicos en la manada, ¿qué tan diferente puede ser? —Al oír una voz, abre los ojos y voltea—. Hola —le sonríe—. Sí, muchas gracias —toma el mango de su mano al agradecerle—. Tú eres… Derek, ¿no? —Pero en ese momento Vild me habla diciendo que si puedo matar a un animal al otro lado. Me dirijo hacia donde se encuentra Vild y observo a un jabalí del otro extremo—. Es pequeño así que no creo que haya problemas, pero estén atentos. Si hay uno debe haber más por aquí cerca —Desenfunda su arco con su mano izquierda, con la mano derecha saca una flecha de su estuche y la coloca sobre el arco mientras va apuntando al jabalí. Se para firme y respira hondo al momento de estirar el hilo del arco, apuntando a su blanco deja salir el aire que había atrapado y dispara, dando en la panza del animal.
Derek:
—Sí, así es… soy Derek, encantado, y dime, ¿qué tal la vida en Jurassic Park? —Suelta una carcajada—. ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién te trajo? ¿Cuál es tu historia? Yo aún no encuentro respuestas e incluso tengo ganas de fugarme. Hace meses ya que no veo la ciudad y extraño la tecnología, las redes sociales, incluso rolear con mis amigos. ¿Sabías que roleaba por voz mediante Skype, adoptando personajes mitológicos y jugábamos con dados? Era muy divertido, parece como si el apocalipsis hubiera acabado con lo que conocía y estuviera inmerso en la Edad de Piedra —Se encoge de hombros, de repente llegan hasta un claro de agua y Vild le da instrucciones a Jane para que cace a un jabalí. Mientras, me pregunto en mi cabeza “¿Y podrá ella con ese animal? No es que la menosprecie por ser chica, pero al menos las que conocía eran diestras solo para el smartphone y el colchón, hahaha esto estará bueno de ver” —Se coloca cerca de un árbol arrimando parte de su cuerpo a él, descansando mientras miraba cruzado de brazos la acción de la chica—
Narrador
El pequeño cerdo caminaba tranquilo junto al lago mientras degustaba algunas semillas que descubría tras la nieve derretida. Comía tanto como podía. De pronto, el pequeño animal sintió como si una avispa le hubiera picado en el estómago. Instantáneamente, como un acto reflejo, saltó hacia arriba estirando en un mismo acto sus patas delanteras y traseras, y por supuesto chilló como si unos lobos le persiguieran. Inmediatamente comenzó a correr por el bosque, adentrándose en dirección contraria a ellos. Sentía caliente su estómago, húmedo, pero no le importaba porque sabía que estaba sangrando y dejando un rastro. El cerdito debía sobrevivir al menos hasta el verano, o al menos eso era lo que él pensaba. Con determinación siguió corriendo.
Vild:
Observó cómo Janedra se preparaba para disparar. Al pasar unos segundos, quizá un minuto, se escuchó un zumbido cuando la flecha empezó a cortar el aire en dirección del pequeño jabalí, impactándole en el estómago. —Buena puntería, pero nada que no se pueda mejorar —dijo reflejando una sonrisa en su rostro. Sostuvo con fuerza sus pertenencias y se levantó de golpe para empezar a correr e ir detrás del pequeño jabalí. Esto es muy divertido, tiempo sin sentir esta libertad, pensó mientras ponía su mano izquierda sobre la espada ajustada a su cintura al lado izquierdo. Se movía ágil y rápidamente, evitando chocar con los árboles, mientras soltaba leves carcajadas, disfrutando de correr detrás del animal.
Janedra:
Veía cómo Vild salía corriendo por el jabalí después de decirle unas palabras. “Bueno, creo que toca correr” pensó antes de voltear a ver a Derek y responder algunas de las preguntas que le había hecho anteriormente antes del jabalí. —¿De cómo llegué aquí? Bueno, pues una vieja señora me habló de la reunión de la aldea y que sería bueno para mí cambiar de aire unos días. ¿Sobre quién me trajo? Pues vengo sola, solo me dieron la indicación de venir. De lo otro… después te daré mi historia. Mientras tanto, vamos con Vild —dijo con una sonrisa tierna mientras acomodaba su arco y empezaba a correr.
Derek:
Marcó con una X grande la corteza del árbol para dejar en las raíces salientes del suelo la mochila cubierta con hojas y ramas secas. Quería aliviar el peso, llevando consigo solo su puñal y dos armas. Avanzaba tras Jane, escuchando parte de la narración de su historia. El animal chillaba como verdadero marrano, alertando a todo alrededor. Se preguntaba si les traería problemas, entonces hizo una finta y decidió tomar otro camino para tratar de emboscar al animal. “Debemos pensar como lobos, no solo ir en línea recta, sino cerrarle los huecos al animal e intentar cazarlo por completo,” pensó mientras tomaba un desvío para emboscarlo.
Narrador:
Vild observó cómo Janedra se preparaba para disparar. Al pasar unos segundos, quizá un minuto, se escuchó un zumbido cuando la flecha empezó a cortar el aire en dirección del pequeño jabalí, impactándole en el estómago. —Buena puntería, pero nada que no se pueda mejorar —dijo Vild, reflejando una sonrisa en su rostro. Sostuvo con fuerza sus pertenencias y se levantó de golpe para empezar a correr e ir detrás del pequeño jabalí. Esto es muy divertido, tiempo sin sentir esta libertad, pensó Vild mientras ponía su mano izquierda sobre la espada ajustada a su cintura al lado izquierdo. Se movía ágil y rápidamente, evitando chocar con los árboles, mientras soltaba leves carcajadas, disfrutando de correr detrás del animal.
Narrador:
El pequeño animal se impacientaba y su respiración en momentos se frenaba, sus patas eran cortas y no podría correr tan rápido como él quería. Lo mejor que pudo hacer en esas circunstancias fue meterse en lugares pequeños, los espacios en las raíces, las pequeñas grietas y túneles en las rocas. Por ahí se metía mientras escalaba al monte. Era sin duda la peor experiencia en su corta vida; incluso en su corta edad tenía buenos sentidos y escuchaba la respiración de sus predadores, las voces planificando su muerte. El pequeño cerdo quiso poder hablarles, pero no tenía boca. Corría más rápido hasta que llegó a un claro en la montaña. Atrás de él había un muro de piedra, no podría avanzar más. Chillaba como loco.
Vild:
Aun cargando sus pertenencias, las cuales evitaban que corriera a su velocidad normal, pero sin evitar que pudiera seguir al pequeño jabalí, estaba a no más de un metro detrás de él. Iba a desenvainar su espada cuando este se metió en un espacio bastante pequeño, entre las rocas. Se agachó para mirar qué tan profundo podría ser el espacio, cerró los ojos y suspiró al darse cuenta de que realmente era profundo. Se levantó y se dio cuenta de que había una pequeña colina. Retrocedió unos pasos y al dar la vuelta se percató de que solo se encontraba Janedra y supuso que Derek tomó otro camino para emboscarlo.
—Oh, no está Derek. Jane, ¿sabes si fue a emboscar al cerdito? —Volvió a fijar la mirada en la colina y empezó a escalar la montaña con cierta facilidad. Al llegar a lo alto se dio cuenta de que el pequeño estaba acorralado por un muro de piedra. Sonrió y se acercó al pequeño animal. Se agachó poniendo su rodilla sobre la tierra—. Tranquilo pequeño, no hay que alarmarse —le dijo al jabalí mientras iba desenvainando su espada.
Janedra:
A unos metros cerca de Vild, le dijo a Jane que dónde estaba Derek, a lo que ella contestó:
—Estaba justo… —Al voltear se percató de que ya no estaba—. ¿Dónde rayos se fue? —Al voltear hacia Vild, ya no se encontraba tampoco en el lugar, estaba un poco más retirado—. (Creo que cada quien agarró rumbo distinto… En fin, será mejor ver a dónde agarró el pequeño jabalí) —Vio un árbol muy alto y decidió escalarlo para tener mejor visibilidad del lugar. Tomó bien su bolsa y su mochila para que al momento de subir no se le cayera nada. Le tomó unos momentos subir con tanto peso, pero valió la pena. Al llegar a la cima observó que no muy lejos se encontraba Vild y a varios centímetros, el pequeño animalito. Pasaba una linda brisa en la cima del árbol que le llenaba de tranquilidad, pero se puso a observar a los alrededores a ver si podía ver algo que les ayudara en el viaje. Más adelante se encontraba una zona más despejada—. (Creo que podremos acampar ahí, así no habrá emboscadas).
Derek:
Sin más, atravesó la espesa jungla llena de ramas y largas lianas. La humedad penetraba en sus fosas nasales; el olor era fuerte. El fango bajo sus botas retrasaba un poco el avance. Teniendo casi claro el objetivo, se quedó oculto entre los ramajes, notando que Vild se preparaba para darle el puntazo final al cerdo. Le tiró una broma y le resultó bueno también para entrenar. Se despojó de sus ropajes quedándose completamente desnudo e intentó cambiar a la forma lupus. Ya no era tan brusco el dolor, aunque sus huesos crujieran al descolocarse. Su piel cambiaba a un pelaje jaspeado brotando de su boca un largo hocico y colocándose a cuatro patas, similar a una araña humanoide, tornando a la forma correcta de un lobo. Sus ojos color ámbar se enfocaron en Vild y saliendo sutilmente de las sombras a pasos sin sonidos amortiguados por sus patas, se le lanzó encima, gruñéndole, rodeando al cerdo y colocándose detrás del mismo. Mientras desprendía un aullido profundo, clavó sus colmillos en la carótida del cerdo, estrangulándolo y moviéndolo de un lado al otro. Cuando lo logró, miró nuevamente a Vild de manera amenazante para que él mantuviera distancia; seguramente no se imaginaba que era él porque jamás lo había visto en esa forma. Sin más, se llevó arrastrando el pesado jabalí manteniéndose alerta a cualquier sonido provocado por los pies o manos de Vild mientras se incorporaba a los arbustos con su presa.
Narrador:
El pequeño animal había perdido mucha sangre. La herida en su estómago estaba fría y su visión se había nublado, ahora veía todo doble. Frente a él, a unos escasos pasos, estaba un hombre de pie que portaba un arma usada para matar. El jabalí intentó saltar hacia la derecha, pero no vio que venía un lobo. Su pesadilla se había hecho realidad; un lobo lo había mordido y sentía cómo le desgarraba la piel y la sangre brotaba por todo el lugar. Ya no podía ni respirar. Con su último esfuerzo, le pateó en el rostro con sus pezuñas para que lo soltara. Luego, el jabalí perdió la conciencia en la blanca luz, abandonando este mundo.
Vild:
Antes de desenvainar completamente su espada, Vild retrocedió un paso al notar la presencia de un lobo, lo cual le hizo recordar que Derek se había alejado. Suspiró al darse cuenta de que era él en su forma de lupus. Observó cómo atacaba al jabalí, logrando estrangular su cuello, y en su momento lo miró con una mirada que no le provocó ningún temor. Quizá, si fuera un simple humano, podría ser diferente. Se quedó quieto y se dio la vuelta, dándole la espalda.
—Llévate algo, pequeño jabalí, no es lo único que encontraremos… por cierto, buen provecho.
Cerró los ojos y sonrió. Bajó la pequeña colina con cuidado y empezó a mirar nuevamente el amuleto para saber a dónde dirigirse esta vez. Esperó un par de minutos y miró alrededor en busca de Janedra.
Janedra:
(Bueno, creo que es hora de bajar e ir a aquel lugar, ya casi es la hora de hacer las tiendas).
Se dispuso a bajar con cuidado del árbol para no caerse. Al momento de bajar, alcanzó a ver que el jabalí ya había muerto, así que se quedó tranquila de que todo había salido bien para todos. Al llegar al suelo, empezó a caminar hacia el lugar que había visto desde las alturas.
(¿Dónde se supone que me encontraré con los chicos si no saben dónde me quedé? Bueno, ya sabrán cómo encontrarme, no es que me haya perdido…).
Derek:
Derek recibió un golpe del jabalí en su hocico, lo que le provocó un alarido, pero sería el último. Apretó con fuerza su mandíbula en el cuello del animal, notando cómo su vida se extinguía. Disfrutaba de esta sensación, sintiéndose con la libertad de un animal. Tal vez se quedaría así un buen rato. Arrastró la presa hasta un claro, dando un par de aullidos para alertar a sus compañeros y que pudieran identificar el lugar de donde provenían los sonidos. Dejando al animal muerto, regresó a donde había dejado sus prendas, las cuales se puso una vez que había vuelto a su forma homínida. Este cambio lo había dejado cansado, por lo que necesitaba recargar energías. Sin embargo, había dejado botada la mochila con sus cosas. Regresó medio kilómetro atrás, lo que le tomaría como media hora, para recogerla y volver enseguida donde había dejado la presa. Transcurrido el tiempo calculado, llegó de nuevo al lugar, cubrió con un poco de hojas frescas al cerdo y observó hacia el bosque, esperando ver algún indicio de humanidad acercarse. Decidió encender una fogata con ramas cercanas y usó un mechero que llevaba consigo. El humo tal vez ayudaría a que encontraran el claro. Tal vez podrían acampar ahí; estaban a solo 20 metros del lago, tendrían agua y una vista despejada.
Vild:
Al esperar alrededor de 5 a 10 minutos a Janedra, en ese lapso de tiempo en el que esperaba, escuchó un aullido muy leve. Sonrió, pensando que Janedra debía estar disfrutando la presa. Recordaba que había estado junto a ella segundos antes de subir la colina, pero al bajar no la logró ver. Se preguntó, ¿Dónde estará Janedra?. Caminó en la dirección que el amuleto señalaba y a la vez miraba a los alrededores por si lograba verla. No pensaba mucho en Derek, ya que él debía estar disfrutando del jabalí. Al caminar alrededor de 15 minutos, recordó haber visto a Derek sin sus pertenencias, por lo cual es probable que las haya dejado cerca del lago y se encuentre en ese lugar esperando. Igual no vendría nada mal para beber algo de agua. Se dirigió al lago, lo cual le tomó aproximadamente 30 o 40 minutos llegar. Al llegar, ya no vio las pertenencias de Derek. Dejó sus pertenencias al lado de un árbol, se sentó y apoyó su espalda sobre este, fijando su mirada al lago mientras esperaba si alguno de ellos llegase. A una distancia cercana vio algo de humo. Se levantó, tomó sus pertenencias y se dirigió a ese lugar, donde posiblemente esté alguno de sus compañeros.
Janedra:
Mientras caminaba, se iba encontrando algunas plantas nuevas que no estaban cerca de la villa, así que aprovechaba para recolectarlas y meterlas en su bolso. Sin fijarse del tiempo, ya habían transcurrido fácilmente unos 40 minutos desde que los chicos cazaban a un jabalí. Al darse cuenta de lo distraída que estaba por andar con las plantas, alcanzó a ver humo que no estaba muy lejos de donde se encontraba, así que se dispuso a ir al lugar a paso veloz. Después de un rato y ver que ya casi obscurecía, por fin llegó al punto de donde se encontraba el humo y vio a Derek ahí.
—Hola Derek, ¿cómo les fue en la cacería? —dijo mientras se acercaba al fuego bajando su mochila de acampar.
Derek: —Hola guapa, bastante bien. ¿Me ayudas con esas sogas? Ya desmonté la mochila, y toca armar las carpas. He prendido el fuego ya. El que no veo llegar es a Vild. Inicié el humo por si les agradaba acampar aquí y me pudieran encontrar. Además, bajo esas hojas está el jabalí. ¿Sabes faenar un puerco? —le extendió su puñal y le señaló al jabalí, mientras iba armando y colocando las estacas de la primera carpa y vio salir del bosque una figura, la misma que se trataba de Vild.— ¡Hey compañero! ¿Qué tal la cacería? —sonrió mientras estiraba los cables de la carpa.
Vild:
Llegó a la zona donde veía el humo de la fogata. Vio a Janedra y a Derek ya poniendo la tienda. Se acercó a ellos y se liberó de sus pertenencias.
—Pues no cacé nada aparte del jabalí que le diste la mordida de gracia —sonrió y logró ver al jabalí, lo miró fijamente.— Oh, vaya, pensé que te habías comido todo el jabalí —se dio la vuelta y empezó a sacar todo para poder armar la carpa.
Janedra:
—Vale, ayudo con la soga, pero del jabalí nunca he cortado uno —dijo, agarrando la soga y comenzando a ayudar a poner las carpas. Después de un rato vio llegar a Vild.
—Pues para ser el primer día pienso que estuvo bien, ya mañana será otro día y de seguro veremos más animales para cazar. —Pasaron unos minutos y los tres cazadores terminaron de poner sus respectivas tiendas.
—Iré por agua para tener algo que tomar. —dijo, tomando su bolso y los recipientes para llenarlos de agua. Lo que no sabían los muchachos es que iría a tomarse un baño.— Ahorita regreso, no se vayan a mover de aquí, ¿ok? —empezó a caminar rumbo al lago.
Derek:
Ufff, qué calor. Terminadas las carpas y armadas, se sentía orgulloso del trabajo en equipo. Vio adelantarse a Jane, que iba por un poco de agua; sin embargo, todo este suplicio le tenía algo pegajoso el cuerpo, sudado y apestando a mugre. Además de lo cansado y sus botas llenas de fango aún, podría aprovechar para lavar su ropa y terminar tomando un baño. Se dispuso a ponerse de pie cuando ya Jane se había alejado, diciéndole a Vild:
—Eh Vild, ¿crees que podrás faenar al marrano? Se lo pedí a Jane, pero se ha hecho la desentendida y la verdad que me encuentro un poco cansado. Quiero ir a lavar mi ropa antes de que termine de oscurecer —miró al cielo gris— y poder regresar para cenar.
Vild:
Terminó de armar la tienda que llevaba. Algo agotado por haberla armado, se dispuso a descansar unos minutos. Miró alrededor y observó que solo había dos contando la que armó, y a la vez se dio cuenta de que Derek y Janedra se habían ido, posiblemente al lago a tomar o recoger algo de agua. Extendió su bolsa de dormir fuera de la tienda, se acostó en esta poniendo sus manos debajo de su cabeza.
—Seguramente, como no hay tanta confianza, supongo que será incómodo compartir la tienda. Creo que sería mejor opción que yo durmiera afuera. —Cerró sus ojos esperando a que ellos regresaran.
Janedra:
Minutos después de andar caminando, llegó por fin al lago y lo primero que hizo fue llenar los recipientes de agua.
—Qué rico se siente el agua… —Volteó a los lados para verificar que nadie estuviera viendo. —Creo que no estaría mal tomarme un baño. No porque ande con dos hombres significa que tenga que oler mal, ¿verdad? —Janedra dejó su bolso por completo en el suelo, subió sus manos a su cabello para así quitarse la liga que lo sujetaba y la tiró encima de su bolso. Se fue desabrochando su corsé poco a poco hasta que logró quitárselo, siguiéndole con sus manguitas de los brazos. Todo lo iba dejando caer conforme se lo iba quitando. Se sentó por un momento para desabrocharse sus botas y quitarse sus calcetas. Al terminar, se volvió a levantar y se subió la blusa; su cuerpo empezó a verse lentamente conforme se desvestía, una piel suave y delicada. Dejó caer la blusa y se empezó a bajar los pantalones poco a poco hasta quedar sin nada.
—Bien, estoy lista. —Se metió lentamente al lago hasta llegar un poco arriba del pecho viendo cómo la luna se reflejaba en el lago y cómo se notaban las curvas de su cuerpo.
Derek:
Ya en la ribera del lago, se dispuso a desvestirse con algo de prisa, quedándose completamente desnudo. Encendió una pequeña fogata en la cual colocó algunos alambres de hierro que cargaba para hacer un tipo de tendedero. Pretendía, una vez lavar su ropa, ponerla a secar en el tendedero frente al fuego y poder bañarse. Su plan resultó genial, y pasado unos 20 minutos logró poder lavar su ropa y ponerla cerca del fuego, encima de los alambres; las botas cerca de la fogata para que el calor evaporara por completo la humedad. Sin más, caminó hacia el lago, ya todo oscuro; la luna brillaba en todo su esplendor y se podía ver el lago tan claro como en el día. Se sumergió un poco y se dispuso a nadar, alejándose bastante de la fogata. Sin embargo, aún se alcanzaba a ver, lo cual era una buena señal para saber dónde dejó sus cosas y volver después. Luego de nadar lo suficiente y haberse apartado bastante del punto inicial, observó una figura bastante difusa, a lo cual acechó y se acercó medio sumergido en el agua hacia ella con cautela. Al acercarse más, se dio cuenta de que era una mujer. El rubor lo corroyó al distinguir su desnudez, pero no divisó bien su rostro. Sin embargo, sus pechos sí que los logró ver muy bien. Se sumergió por completo para nadar cerca de ella y ocultarse entre unas ramas que sobresalían del suelo y llegaban hasta el agua. Quedando metido allí, divisó que la figura era Janedra, ruborizándose por completo. Su corazón se aceleró al descubrir su belleza sin ropa. Se quedó petrificado mirándola, esperando que no lo distinguiera aún.
Narrador:
En el bosque, en el campamento donde se encontraba Vild, se escuchó el ruido de unos platillos como los de una orquesta de circo. Sonaban conjuntamente con unos tambores que provenían del otro extremo del campamento. Entre esos ruidos en el bosque solamente se veían sombras pasearse por debajo de los árboles, contrastando en oscuridad con los rayos de la luna. Pronto esos sonidos sutiles fueron acompañados por risas y susurros.
Janedra:
Suspiró alzando la cabeza para ver la luna, por fin un poco de quietud; esperaba dormir más tiempo que en la aldea. Caminó un poco más para sumergirse toda y poder mojarse por fin el pelo, quedándose un poco bajo el agua con los ojos cerrados. (¿Qué estarán haciendo aquellos ahora?, ¿habrán terminado ya su iniciación? Bueno, sea lo que sea, espero estén bien). Después de un rato en el agua, nadó hacia la superficie y luego hacia la orilla que se encontraba más alto. Al salir del agua poco a poco, el agua se deslizó por cada parte de su cuerpo. Mientras inclinaba un poco su cabeza hacia la dirección de su hombro derecho, su mano derecha tomó el pelo de izquierda a derecha, posicionándolo en el hombro derecho y dejando descubierto el cuello. Movió nuevamente su mano derecha y se hizo ligeros masajes en el cuello descubierto con la mirada entrecerrada. Creía que al llegar le diría a su abuela que si sabía dar masajes.
Derek:
No podía creer lo que veía y se mordía la mano de la impresión. Estaba fascinado, y no era el único; su amigo en medio de las piernas se había despertado y observaba el bello panorama frente a sus ojos. Varios minutos después, vio cómo Janedra salió a la superficie y en su indecisión se decidió a salir con la paloma en medio de las piernas vivita, diciéndole lo que escuchó de sus labios:
—Yo sé dar buenos masajes, si quieres puedo ayudar y luego tú me brindas un poco de pan.
Narrador:
El ruido se intensificó cuando el garou se resguardó, y en la puerta de la carpa se asomaron de ambos lados dos cabezas de chimpancés de juguete de cuerda, las cuales se distinguían aún en la sombra. Uno con sus platillos y risa mecánica, y el otro con un pequeño tambor amarrado en su cintura y dos palitos de tamborilero haciendo ruidos de tamborcito y risas. Ambos hechos en madera, con ojos de plástico y ropajes de colores infantiles. Ambos juguetes miraron al rostro de Vild y luego se miraron entre ellos, después se alejaron de la carpa y rodearon la hoguera haciendo ruidos de orquesta mientras caminaban en sentidos contrarios en torno al fuego.
Vild:
Tras seguir sentado, Vild escuchó un ruido que se hacía cada vez más fuerte. Era algo molesto, y no sabía si lo hacían para burlarse de él o si tenían algún objetivo. Se percató de cómo fijaron por unos segundos la mirada hacia él para luego mirarse entre ellos. El sonido que hacían era irritante. No decían nada, ni siquiera sabía qué podían ser. Empezaba a molestarse cada vez más, con la respiración algo pesada, no por el miedo, sino por la ira hacia esos seres. Escondió ese sentimiento con una sonrisa en el rostro, mientras seguía observando el jabalí. Los miró de reojo, pensando qué podrían ser. ¿Personas bajo algún disfraz? ¿Humanos probando nueva tecnología? Sencillamente, no se le ocurría. Los observó caminar alrededor de la hoguera que tenían.
—Oh, qué sorpresa, por fin llegó el espectáculo que pedí. ¿No creen que se tardaron? Ya me estaba aburriendo —dijo entre carcajadas, esperando alguna respuesta, y los miró fríamente, preparado para desenvainar su espada si fuera necesario.
Janedra:
Janedra oyó una voz familiar y, por inercia, se volteó, cubriéndose los pechos con ambas manos.
—¿Qué se supone que estás haciendo aquí? Les dije que no se movieran de ahí. (¿Ahora qué se supone que haga? Adiós a mi privacidad y mi noche tranquila… ¿Qué debo hacer? Diosa Gaia, por favor guíame, ¿qué se supone que debo hacer ahora? Estoy sola y si grito puede venir Vild y sería otro que me viera desnuda, ¿qué hago?).
Derek:
—Tranquila, relájate —dijo Derek, acercándose despacio con las manos en alto, indicando que no la tocaría—. Soy bueno para los masajes, por cierto, lindos pechos, ¿te gustaría que te llame así ahora?
Se colocó detrás de ella y, con una expresión pervertida y una erección evidente, comenzó a masajearle los hombros lentamente, usando solo las yemas de los dedos pulgares. Le susurró suavemente cerca del lóbulo de su oreja.
—¿Así está bien o lo deseas más profundo y menos lento?
Narrador:
Ambos seres se quedaron mirando a Vild y luego comenzaron a moverse, deteniéndose junto a la hoguera a unos pasos de él. Le miraban a los ojos y sonreían mientras continuaban con su actuación, caminando en su mismo eje y haciendo una especie de coreografía autómata. Luego, se escucharon unos aplausos grabados. Se acercaron en dirección al Garou y le abrazaron las piernas, emitiendo un sonido robótico y grabado, como un “Awww”.
Vild:
Vild observaba atentamente a los seres, alternando su mirada entre ellos y el jabalí. La manera en que bailaban le provocaba algo de gracia, y sonrió falsamente al escuchar los aplausos grabados. Cerró los ojos y borró la sonrisa de su rostro. Al escuchar una palabra, sintió cierta irritación.
—Qué lástima, si me gustara la tecnología, sería distinto —reflejando una sonrisa grotesca y con una mirada de ira en sus ojos—. Y díganme… ¿Qué pasaría si no tienen cabeza? —dijo mientras se preparaba para levantarse y desenvainar su espada.
Janedra:
—(¿Que me relaje? ¿Cómo, si está aquí y viéndome desnuda?) —pensaba Janedra, observando a Derek mientras él le comentaba si quería que la llamara así. Poco a poco, se acercó detrás de ella, dándole un masaje con los pulgares. La piel se le erizó cuando él se acercó a su oído y se sonrojó aún más. Aunque sabía que no estaba bien, el masaje se sentía bien.
—(Ok, lo admito, sabe dar masajes y se siente muy bien. Aunque un poco más fuerte no estaría mal… 0///0, ¿qué estás diciendo, Janedra? Sepárate)—. U..un.. poco más fuerte.
Derek:
—Claro, por supuesto.
Derek comenzó a aplicar más fuerza, subiendo sus manos hasta la nuca de Janedra y masajeándola, introduciendo sus dedos entre su cabello y masajeando su cabeza también. Alternaba entre la nuca y los hombros, repitiendo esta acción varias veces, notando cómo la piel de Janedra se erizaba. Le susurró nuevamente, no sin antes lamerle el cuello, con una voz entrecortada y excitada.
—Así está… bien… aún te noto un poco tensa.
Bajó sus manos hasta los pechos de Janedra, masajeándolos suavemente desde el borde inferior hacia arriba, pellizcando sus pezones con los dedos índice y medio, mientras mordisqueaba suavemente su oreja y lamía la parte que no es cartílago, succionándola.
Narrador:
Ambos monos ladearon la cabeza al escuchar las palabras del Garou: “¿Qué pasaría si les cortaba la cabeza?”. Al oírlas, sus rostros mostraron una expresión de enfado: bocas abiertas mostrando dientes tallados y cejas torcidas. La música comenzó a alterarse, provocando que la melodía de sus risas y demás composiciones sonara gruesa y molesta, como si un demonio se riera descaradamente. El primer mono golpeó los platillos contra su estómago, y estos se rompieron, dejando al descubierto dos dagas de diez centímetros cada una por cuatro centímetros de ancho, hechas de lata color dorado. En cuanto al mono de los tambores, pisó las puntas de las baquetas y estas se convirtieron en pequeños sables de quince centímetros cada uno. El mono de los sables saltó riendo en dirección al muslo izquierdo de Vild y le clavó ambos sables en la rodilla [golpe certero], mientras el otro mono, con las dagas, comenzó a rodear al Garou, moviendo sus armas en un movimiento de defensa.
Janedra:
Janedra notó el cambio en la presión del masaje y cómo las manos de Derek subían hasta su cabeza y luego regresaban a los hombros. Escuchó lo que Derek decía, pero su tono era diferente, algo entrecortado. Su corazón se aceleraba cada vez más, y al sentir que él empezaba a tocar sus pechos, su cuerpo comenzó a calentarse.
—¿Qué haces? —dijo, quitándose inmediatamente y dando unos pasos al frente, volteándose por inercia—. No deberíamos estar haciendo esto, será mejor que me vaya, pero…
Le dio un beso en la mejilla y siguió caminando.
—Gracias por el masaje, Derek.
Salió rápidamente del agua, agarró sus cosas y se adentró entre los árboles para cambiarse rápido.
Derek:
Derek sentía una corriente helada atravesarle la columna. Quería tomarla, poseerla, tenerla entre sus brazos, ser un solo ser, un solo cuerpo. Sus latidos se habían acelerado, y su boca quemaba por abrazar sus labios. Era todo tan excitante; su aroma perforaba su olfato, penetraba en sus fosas nasales. Un delgado líquido seminal se deslizaba por su orgullo. La abrazó, intentando consumir sus deseos lujuriosos con ella, pero de repente ella dijo que sería mejor que se fuera. Esto lo impactó tanto que no reaccionó hasta que ella le dio un delicado beso en la mejilla, lo que hizo que perdiera el embeleso. La sujetó por el brazo antes de que se marchara y golpeó sus labios justo con los de ella, tirando suavemente de una de sus comisuras. El beso fue furtivo y, aunque durara poco, sabía que sería correspondido. Finalmente, ella se alejó de él lentamente y se perdió en el bosque con sus ropas en las manos. Derek se quedó paralizado, tocando sus labios con la punta de los dedos, completamente desnudo en el bosque. Despertó de su asombro al escuchar un aullido; parecía que Vild estaba en problemas y no tenía ropa encima. ¿Qué podía hacer? ¿Podría convertirse una segunda vez en lupus? Lo intentó, pero el cansancio y el esfuerzo del día lo habían agotado. Sintió la descolocación de los huesos y no pudo; solo pudo optar por una forma glabro, que al menos le serviría para enfrentar algún peligro que enfrentara Vild. Soltó un aullido, exponiendo sus garras al costado de sus muslos, y emprendió su viaje hacia el campamento completamente desnudo.
Narrador:
Vild intentó ahuyentar a los monos autómatas cortando el aire con un arma blanca, pero el mono que tenía en su pierna no se soltó. Estaba aferrado a él como un parásito, con los sables incrustados en la rodilla del Garou. El otro mono, mientras Vild hacía el corte en el aire, trepó por su pierna izquierda desde atrás y le cortó la piel del talón. [Estado de salud de Vild: magullado por cortes producidos por armas blancas (daño letal)]. Ambos monos mecánicos fueron transportados con Vild, que intentaba alejarse hacia el bosque. Una vez allí, Vild cambió de piel, transformándose en un gran Crinos. Los monos cayeron, pero no permitirían que el Garou venciera solo por transformarse. Ambos levantaron sus hocicos en dirección a las copas de los árboles y emitieron un alarido horrible, mezcla de grabación y sonido de demonio. En cuestión de minutos, llegaron cuatro monos más por cada una de las cuatro esquinas del campamento y comenzaron a hacer sonar sus instrumentos de orquesta para alterar al Crinos.
Vild:
Tras escuchar el irritante sonido cada vez más fuerte como si estuvieran llamando a alguien, Vild retrocede hasta la hoguera, mira alrededor con algo de dificultad intentando no perder la cordura, se tapa los oídos y tras haber retrocedido unos metros, ruge y corre hacia el mono que tiene dos dagas. Lo toma con su mano diestra y lo aprieta de cierto modo que todas sus partes mecánicas queden destruidas. Se acerca al otro pequeño juguete y lo recoge de los pies con su mano zurda y hace presión junto con el tronco de un árbol. Observa alrededor y se percata de que llegan otros cuatro pequeños robots, suspira al verlos, le molestaba el simple hecho de verlos.
—El bosque es un bello lugar y lo dañan con esto…
Camina hasta la hoguera y espera que lleguen aquellos juguetes.
—al parecer necesitamos más leña en la hoguera.
Mientras se acercaban con sus pequeñas armas, toma a dos con cada una de sus manos y los tira a la hoguera, toma otro pequeño y lo lanza sin rumbo fijo. Luego siente un cosquilleo en su tobillo, lo que hace que voltee, logrando ver al último mono. Levanta su pierna y la baja con fuerza provocando que este quede totalmente dañado.
—Esto debe ser causa de algún humano cerca y casualmente tengo un antojo en este momento por ellos.
Camina con algo de rapidez y se adentra al bosque en busca de la persona que arruinó su momento de descanso.
Janedra:
Antes de que se fuera, Derek le había dado a Janedra un beso en la boca. Fueron lapsos de segundos, pero nunca se lo esperó. Igual siguió su camino al bosque para cambiarse. Al tomar control en su cabeza por lo ocurrido, alcanza a oír el término de un aullido. —Vilddd— Asustada por oírlo, pensando lo peor, decide cambiarse en lupus; toma aire para tranquilizarse y se concentra en transformarse. Sentía cómo su cuerpo empezaba a tronar, como cuando se rompe un hueso del cuerpo. Poco a poco su piel se iba desgarrando para dejar salir el pelaje. Las manos y pies se cambiaron a garras no muy afiladas, su cara se transforma haciendo salir un hocico con grandes dientes afilados, la piel empieza a emerger al término del cambio en tonos de grises y algunos negros. Aun sentía al término del cambio el dolor causado, pero eso no le importó y salió corriendo, dejando sus cosas en el bosque para ir en ayuda de su compañero.
Derek:
Derek atravesó los obstáculos del bosque; sin embargo, ciertas hojas colgaban de su melena, el aire surca fuerte en su rostro. Llevaba algo de velocidad y bastante furico, ansiaba pelear, ansiaba destruir. A su paso siguió desgarrando lianas y ramas que se ponían como obstáculos. Enseguida pudo divisar el campamento y con el corazón palpitante y un ahogo prolongado, se fijó en unos robots con apariencia de monos destrozados. Se quedó pensativo un momento tratando de analizar la situación, de repente captó un olor lobuno. Comenzó a tratar de rastrearlo cerrando sus ojos y elevando su nariz hacia el cielo para percibir el olor; asume que sería de Vild, es fuerte. Rápidamente corre para encontrarse con él pensando que podría haber peligro. Además, había visto manchas de sangre alrededor de la fogata, pero se perdían en el bosque, y aunque tratara de seguir el rastro de sangre por olfato, se le hacía más fácil el aroma que desprende el mismo.
Narrador:
Dos de los dieciocho autómatas estaban irreparablemente dañados; uno se había roto cuando Vild lo agarró, era el de las dagas, y el otro fue pisado y roto. En cuanto a los cuatro monos que arrojaron al fuego, estos se encendieron en llamas y comenzaron a perseguir a Vild, siguiéndolo hasta que al encontrarlo comenzaron a trepar en sus piernas, provocándole daño agravado en toda la extensión de ambas piernas por contacto con el fuego. El mono que Vild había estrujado contra el árbol quedó inhabilitado parcialmente en sus piernas, se arrastraba por el campamento hasta que encontró las dagas de su compañero. Tenía su voz completamente deformada y se arrastraba en dirección a Vild. Por otro lado, Derek había llegado en su forma glabro al campamento. Apenas había ingresado al bosque, seis monos autómatas le rodearon y comenzaron a cantarle una canción de circo, la del soldado Mambrú, mientras caminaban a su alrededor haciendo sonar sus instrumentos musicales, trompetas de juguete, platillos, tambores. En otro lugar del bosque, cerca del campamento, estaba Janedra. Cuando ella se aproximaba al campamento, le interceptaron los restantes cinco monos autómatas que rodaron hasta ella, igual que con Derek, comenzaron a tocar sus instrumentos para ella mientras la rodeaban.
Vild:
Al haber tirado a los juguetes dentro de la hoguera, estos salen sin ninguna dificultad doy la vuelta sin percatarme que estos me perseguían, siento un par de picadas en mi pierna, eran los mismos 4 monos que había tirado a la fogata, al darme cuenta noto que mis piernas empiezan a encenderse por mi grueso pelo y los juguetes empiezan a enterrar sus pequeñas pero filosas dagas para subir por mis piernas, estos logran subir hasta la mitad de mi pierna zurda, sacudo mi pierna intentando que se desprendan pero no logro mi cometido, tomo mi bolsa de dormir y con ambas manos la pongo en mi muslo y la bajo con un movimiento brusco, los monos caen, el fuego se apaga, pero algunas dagas siguen incrustadas en mis pierna, hago lo mismo con mi otra pierna, dejando ver otro par de dagas incrustadas —definitivamente fueron un problema, detesto estos monos…— me retiro las dagas dejando las heridas abiertas y me percato que uno de los primeros monos que pensé haber destruido sigue aún funcionando, me acerco mientras mis piernas aun sangran, levanto mi pierna zurda y la bajo con fuerza provocando que empiece a sangran más y el juguete ya no sirva.
Janedra:
Se encontraba a unos metros de llegar al campamento, pero de la nada salen 5 monos feos que parecen que fueron sacados de un basurero —¿De dónde rayos salieron estas cosas y por qué son tan feos? —Veía cómo los monos feos caminaban a su alrededor con una música rara, aunque no podría sentir que no era normal que unos monos se encontraran solos en medio del bosque, empezó a gruñir un poco bajo hasta ver qué es lo que tramaban esos monos feos viendo cómo la rodeaban. Por inercia, colocó su pata izquierda un poco más atrás que la derecha, igual que su pata delantera, como si se preparara para atacar en dado caso.
Derek:
Seguían los monos metálicos que había visto en el campamento, esta vez seis de ellos me habían acorralado, giraban diabólicamente sonando sus platillos y tambores alrededor de mí con mirada de poseídos, querían jugar seguramente, les daría juego, los seguía con la mirada por doquier mientras circulaban alrededor de mí esperando que uno de ellos atacara, trataban de distraerme sus sonido era infernal y me dolían los oídos, perdía concentración uno de ellos se me abalanzó rasgando parte de mi piel, haciendo que perdiera el control lo desgarré como pude con mis garras dañando el cuerpo metálico, pero el muy desgraciado se incorporó, era obvio no sentía, que podría hacer (aja ya sé lo que haré), salté por encima de ellos y los provoque para que me siguieran, parecían duendes no paraban, era como que no hubiera obstáculos, corrí hasta el campamento nuevamente algo tendría que funcionar para detener a los bichos, tomé algo de pólvora de las balas que había dejado en mi carpa, los bichos se habían entretenido con Vild que estaba de vuelta en el campamento y tomando un tronco de la hoguera aposte a que funcionara mi plan, arroje hacia ellos la pólvora salpicándolos con macro partículas que cayeron alrededor de ellos y en sus cuerpos y les prendí fuego lo que dio inicio a explosiones en sus cuerpos volando partes de ellos unos sus brazos otros incendiándose otros sin movimientos porque les habría explotado la cabeza, seria ese su punto débil, le grite a Vild —a la cabeza, rompe sus cabezas tal vez funcione
Narrador:
Vild había encerrado y apagado con éxito a cuatro de los monos, los cuales, encerrados dentro de las dos bolsas de dormir, no podían hacer nada más que moverse dentro y hacer ruidos horribles de sus grabaciones averiadas por el calor del fuego. Otro mono fue abatido por el mismo garou cuando lo pisó. Uno de los monos mecánicos que había rodeado a Derek se atrevió a atacarlo, saltó contra el garou pero este lo bloqueó con sus garras. El mono cae a un lado y junto con otros cinco monos comenzaron a perseguir a Derek con el ritmo de la música de mambrú, llegan sin problema hasta el campamento donde el garou les arroja pólvora y luego los enciende en fuego, la explosión les arranca algunas extremidades pero aún pueden arrastrarse en dirección del garou, dos de los monos que explotan pueden saltar y se abalanza uno en dirección a la pierna izquierda de Derek y el otro al brazo derecho de Derek provocándole daño agravado por fuego, al mismo tiempo los otros cuatro se acercan arrastrándose. Janedra parece notar la amenaza de los autómatas, pero no les hace nada, uno de los autómatas enciende un fonograma que dice que son juguetes para los niños de Tasman y que los lleve a los niños de Tasman, mientras los otros continúan haciendo música de orquesta para la garou
Vild:
Siente que sus heridas no son muy graves, pero no podría correr a gusto (detesto esos monos, que asco), camina con lentitud y se adentra al bosque donde su túnica y espada quedaron tirados, recorre el bosque y pisa su espada, la recoge y se aleja de sus compañeros un poco, pues ya no tenía donde dormir por los juguetes ya que el estado de su bolsa de dormir no era el mejor, va en dirección al lago, aunque por un camino más largo evitando pasar por donde había llegado (solo espero llegar pronto… y poder relajarme en esas aguas), escucha nuevamente la irritante música de los monos y antes de ir a por ellos ve que Janedra se encuentra con ellos, hace lo posible para alejarse y evitar que lo vean.
Janedra:
Uno de los monos que la estaban rodeando saca un fonograma diciéndole que son juguetes para los niños de Tasman y que los llevara con ellos cosa que le confundió un poco —¿Qué está pasando? ¿Cómo estos juguetes tan feos pueden ser de los niños? Hablan solos, caminan, hacen ruidos extraños y dicen que son juguetes para niños… mmmm sé que no debería hacer una acción a la ligera pero si estos son los que atacaron a Vild prefiero hacer lo que me dicen por ahora, si hacen algo extraño los tendré que destruir— haciendo cara de confundida cierra los ojos y se tranquiliza pensando en qué es lo que hará ahora, toma aire y decide hacerles caso por lo pronto, pero en aullido les dice a los monos que dejen de atacar si son los culpables de atacar a su amigo en el campamento, que le dieran un acto para confiar en ellos y llevarlos a donde quieren. Dicho eso se sienta en sus patas traseras mirando al mono con el fonograma —
Derek:
Su plan ciertamente no había funcionado como había planeado, sus cuerpos se habían esparcidos por doquier pero la victoria le duro muy poco, dos de estos se le abalanzaron encima comprometiendo su muslo izquierdo y su brazo derecho, sacudiéndolos y apartándolos con sus otras extremidades declaró —suéltenme hijos de su puta mona culo de madera madre, me están quemando cabrones de mierda —gritó, pudo zafarse, pero el dolor se abrazó las heridas, no tenía fuerzas, había sido un día cansado lleno de desgaste físico, ya no podía contener su forma glabro y dando un par de pasos intentando mantenerse en la lucha, intento sostenerse de uno de los árboles que sería imposible por las heridas cayendo desplomado al suelo y desmayado volviendo a su forma homínida.
Narrador:
los monos autómatas, en pedazos, se arrastraron por el campamento hasta llegar al árbol donde Derek había caído. El garou había cambiado a su forma homínida. Los monos se postraron junto a él para incinerarlo. Vild había derrotado a los monos que lo habían atacado, tenía otros capturados, los podría llevar a la aldea y mostrárselos a todos. Los cinco monos que rodeaban a Janedra se le acercaron con una sonrisa de madera, con sus ojos de plástico brillando por una especie de hoguera que se había formado cerca, pero que era Derek y los monos quemándose. Los cinco monos insistían en que los llevara con los niños.
Vild:
Sigue caminando lo más sigilosamente posible, pero el viento se sentía muy pesado, siempre le daba mala espina, sentía esa sensación —¿Qué está pasando? ¿En serio esos monos nos causarán tantos problemas?— Miró atrás y sin poder evitarlo dio dos pasos para intentar correr, lo que ocasionó que cayera. Definitivamente no podía hacerlo. Se levanta y camina lo más rápido posible, cojeando de lado a lado. Logra ver unas sombras a lo lejos, sabía que en esa dirección había logrado ver a Janedra y ese era su propósito, llegar lo más pronto posible.
Janedra:
Ve como los horribles monos se le van acercando más diciendo una y otra vez los mismo. (Por Gaia terminemos con esto. Odio a estos monos tan feos). De mal modo, pero serena ante las cosas, se levanta de sus patas traseras y en aullido les dice: ok los voy a llevar, pero no hagan nada extraño. Se da la vuelta empezando a caminar hacia Tasman. A unos metros de ahí se veía algo de humo, algo extrañada decidió ir por ese camino hacia donde se encontraba el humo mientras los monos feos la estaban siguiendo a pocos pasos de ella. Una vez llegado al lugar ve una fogata con algo quemándose y un cuerpo tirado percatándose de que era Derek, sale corriendo a ver como estaba y ve sus heridas (rayos esto está mal necesita ayuda urgente, pero tengo que llevar a estos monos a Tasman). Les dice a los monos que no se muevan de ahí, a pocos metros se encontraba el lago y por ende su bolsa con su ropa y sus plantas, así que salió corriendo lo más rápido que pudo hasta llegar a donde estaba su bolsa y se regresa con los monos, una vez regresa, se transforma en humana y se cambia. Toma unas plantas de las que fue recalentando en su viaje y las muele un poco aplastándolas entre dos rocas hasta hacer una pasta pegajosa, coloca la mezcla en las heridas de Derek e improvisa unas vendas con varias ramas solo para que le cubrieran la herida y la mantuvieran firme. —Lo ciento no puedo quedarme te dejare aquí solo por un rato. Bien los llevare a donde quieren síganme. —Se aparta de Derek dejándolo con la fogata y se dirige a la aldea.
Narrador:
Janedra se dirige donde Derek lo ve acostado quemándose y no lo mueve, lo deja quemarse aún más. Ella se dirige al lado a buscar plantas para sanarlo y al regresar lo comienza a vendar y ella misma se quema los dedos bajo la mirada de los monos mecánicos que continúan con la orquesta.
Vild:
Camina en dirección a la sombra y ve a Janedra, al intentar poner su brazo sobre su codo, ella se desvanece —¿Qué pasó? —lleva sus enormes manos y garras al rostro y, al quitarlas, se da cuenta de que no había nadie—. ¿Tan mal está? ¿Cuánta sangre perdió? ¿Cuánto más durará de pie? ¿Realmente está caminando o será un sueño?—. Se acerca a un árbol con algo de dificultad y se apoya sobre este, observa a su alrededor y se da cuenta de que está en el lago—. ¿Cómo llegó acá? Está seguro de que caminaba al campamento —al intentar apoyarse en un árbol cae inconsciente—.
Janedra:
—Esperen —Se regresa unos momentos y toma Derek con cuidado para no lastimarlo y lo deja apartado de la hoguera. (No debería de dejarlo necesito un plan B). Había recordado el lugar donde capturaron al jabalí, (si los llevo hasta la parte de arriba puedo llevarlos hasta la orilla y que se caigan, también recuerdo que había una roca que puedo mover para que los aplaste. (Ok, Jane es tu único plan por ahora tendrá que salir bien o estarás en problemas). Una vez retiro a Derek del fuego se lleva a los monos hacia aquel lugar.
Narrador:
Los cinco monos restantes siguen a Janedra durante lo que parece veinte o treinta minutos hasta una elevación montañosa donde hay una gran roca, tocan los platillos y los tambores, el que lleva el fonograma le pregunta cada 10 segundos si ya llegaron donde los niños, todos están bien dispersos separados entre sí y tocando sus instrumentos.
Vild:
Al paso de unos minutos se despierta totalmente desnudo, se mira las manos y se percata de que ya no es crinos, aunque el dolor y las heridas aún siguen. Se levanta y mira a su alrededor. ¿Cuánto estuvo acá? Camina en dirección al campamento, tardando unos minutos más de lo normal; no podía correr por el dolor, pero camina lo más rápido posible. Al llegar, se da cuenta de que Derek estaba cerca de la hoguera, inconsciente. Mira alrededor y no ve a nadie. Va hasta donde están sus pertenencias y se pone el hábito de repuesto que tenía. Se acerca a Derek y lo acomoda con cuidado por las heridas, dentro de una de las carpas. —Descansa, compañero —sonríe y cierra la carpa—. Ahora, ¿dónde estará Jane? —Camina alrededor de su campamento y no logra ver señal de ella. —
Janedra:
Desde que comenzaron a caminar hacia el lugar del jabalí, los monos preguntaban si ya llegaban cada 10 segundos. Una cosa que molesta, parecen como niños pequeños que les gusta estar fregando a su madre. De igual manera, los ve de reojo para saber que los monos la están siguiendo, pero cada vez los ve más separados. —Demonios, si se siguen separando no podré aventarlos todos juntos como tenía planeado… Padre, sé que puedes oírme donde quieras que estés, necesito de tu ayuda para eliminar a estos molestos monos y poder regresar a buscar a mis compañeros—. Casi al llegar al lugar, mi padre me había escuchado. Sabía que los monos no lo podían ver; era una ventaja para mí… Mi padre camina hacia donde parecía ser una grieta en el suelo aproximadamente a 3 metros, se encontraba tapada con tanto arbusto y flores por el lugar que los monos no se percatarían de ello. Ahora solo me quedaría el problema de cómo los podría juntar. —Bien, tengo el cómo eliminarlos, pero me falta el cómo juntarlos, necesito un milagro—. Mi padre en ese momento me dice que no me preocupe, que tendré ayuda en el momento indicado. No sabía a lo que se refería, pero sabía que no me dejaría sola.
Derek:
Habían transcurrido unas dos horas desde que perdió la conciencia. Parpadeó los ojos y no sabía dónde se encontraba. —¿Rayos, dónde estoy metido? ¿Estoy en el paraíso? Si soy pagano, ya no creo en Dios. ¿Estaré con Gaia? ¿O en la umbra? Está todo oscuro.— Una vez sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pasó el atontamiento que traía, vio una luz color naranja. Se percató de que estaba en una de las carpas y lo de afuera era fuego. Tocó sus heridas y, aunque no encontró ninguna abierta, sintió un poco de malestar. De repente, un rugido alteró sus tripas; su estómago necesitaba comida. Tanto ajetreo le había despertado el hambre; necesitaba comer. —No, qué lindo el campamento: desnudo, con hambre, sin ropa, sin amigos y sin sexo. Mañana mismo me regreso a la ciudad, no puedo más con esto.— Tomó lo primero que encontró: unos pantalones bien medievales y botas con un camisón. —Seguro estos son de mi amigo Vild con complejo de Jackie Chan.— Salió de la tienda y abrió unas cuantas latas de atún. Prefirió no calentar los frijoles y comerlos tal cual; su hambre era voraz. Mientras observaba muñecos de madera deshabilitados en el suelo, recordó la batalla y se preguntó cómo estarían sus amigos. No obstante, intentó concentrar su olfato para detectar algún aroma conocido y percibió uno algo débil pero aún fresco: era el de Vild. Enseguida, se dispuso a perseguir el rastro; podría necesitar ayuda.
Narrador:
La cachorra Janedra había solicitado a su ancestro que la ayudara. La amenaza del Wyrm en el túmulo, aunque deterioraba y devastaba el mundo espiritual, no acobardaba al espíritu del padre de Janedra, quien escudriñaba desde la penumbra para ver a su pequeña cachorra. Atravesó la celosía para materializarse en forma de un remolino de viento que arremetió contra los monos autómatas, juntándolos en un solo grupo desordenado, uno sobre otro. Siguió su curso en dirección de Janedra y, como una cálida y suave brisa, le acarició sus mejillas, orejas y despeinó su cabellera, susurrándole que tuviera cuidado con el Wyrm que se esconde bajo las marionetas. Los monos mecánicos, al ser montados uno sobre otro y cerca del acantilado, intentaban desenredar sus hiperactivos cuerpos robotizados, lo que no hacía más que perjudicarlos.
Vild:
Sin tener un rumbo fijo donde ir, al caminar alrededor del campamento percibió el olor de Janedra, el cual apenas era rastreable. Caminó lenta y sigilosamente, observando cada centímetro por donde iba. Miraba atrás cada cierta cantidad de segundos para asegurarse de que no lo siguiera alguien. Caminó tranquilamente, sin acelerar su respiración, para escuchar todo lo que ocurría a su alrededor. Caminó alrededor de 20 minutos, aunque no una gran distancia, sin tener rastro de Janedra. Siguió caminando en la misma dirección y, tras observar el alrededor, se percató de que había cierta similitud con el lugar donde cazaron al jabalí. Se tranquilizó al saber que al menos sabía dónde estaba o podía tener un lugar de referencia.
—¿Habría alguna posibilidad de que Jane viniera por acá? —quizá mientras se separó de ella lograra encontrar algo. Aun así, debía buscarla. Su olor se intensificaba, pero podía notar que no estaba tan cerca de ella como quisiera. Siguió caminando en dirección a ella, tomando ciertas precauciones.
Janedra:
Ve cómo de la nada aparece un remolino juntando a los monos. Sin embargo, el remolino se le acerca y siente una suave caricia. En ese momento, se percata de que podría ser su padre ayudándola. Una pequeña advertencia oye antes de que el remolino siguiera su curso.
—Gracias padre, cuídate mucho —dice en voz baja.
(Ahora solo tengo que darme prisa para empujarlos y dejar caer la roca sobre ellos). Rápidamente, Janedra busca algo con qué empujar a los monos antes de que se terminen de desenredar. Ve al lado de la roca una rama bastante resistente y gruesa, así que corre rápido para tomarla y se pone a una distancia segura pero cerca de los monos. Con la rama tomada con ambas manos, toma un poco de vuelo y los avienta, teniendo cuidado de la advertencia de su padre. Al aventarlos, se va a la roca y usa la rama como un ancla, colocándola abajo de la roca y haciendo impulso para que se mueva. Tomó mucha fuerza, pero lo logró y la roca cayó. Al paso de la roca al descender, muchas más piedras se desprendieron y cayeron encima de los monos sin dejar rastro alguno. Janedra solo podía ver el fin del tormento y solo se sienta en el piso tomando un respiro.
Derek:
—Se daba prisa si no quería perder el rastro de Vild, así que aceleró el paso. Se sentía renovado en fuerzas, casi parecía que podía andar y correr el doble de lo que había hecho antes. Los obstáculos eran iguales: lianas, rocas, fango, ramas, pero las esquivaba con gran precisión. No sabía cómo conseguía eso, pero le agradaba. Luego de unos veinte minutos de andar, el olor le guió al risco donde caía la cascada, al risco de jabalí. No entendía… ¿será que siguió un rastro anterior y le trajo hasta allí? Pasados unos minutos confundido, se escuchó un estruendo. Automáticamente por instinto, saltó para cubrirse entre los matorrales y observar de qué se trataba para entrar en combate o no. ¿Qué había sido eso? Se trataba de una roca. Alcanzó a ver a Janedra que se ubicaba en la misma dirección por donde cayó esa gigante roca. Deseó alertarla desde donde se encontraba, así que muy relajado notando con su olfato y oídos que no había ningún peligro, ningún aroma extraño o sonido, le propinó un chiflido tan fuerte que se magnificó incluso con el eco de la cascada.—
Narrador:
Janedra tenía una buena memoria espacial. Había recordado la roca del jabalí y, gracias a ello y con ayuda de una rama, consiguió aplastar a los monos autómatas que le acompañaban. Sin embargo, en la Aldea de Lake Valley estaba a punto de amanecer y el carnicero esperaba que los cachorros trajeran suficiente carne para preparar los almuerzos y la cena.
Vild:
Tras seguir el olor de Janedra y caminar unos minutos más, escuchó un estruendo que le hizo moverse más rápido para enterarse de qué pasó. Se acercó y vio a Janedra. Sonrió al percatarse de que logró destruir los monos sin recibir herida alguna. Se acercó lo suficiente a ella y se apoyó en el tronco de un árbol.
—Vaya sorpresa, Jane, lograste destruirlos sin recibir heridas. Cuéntame, me tienes intrigado. ¿Sabes…? ya que se facilitaron, tengo unos guardados en nuestras bolsas de dormir, ¿te gustaría verlos? —sonrió y dejó salir una leve carcajada.
Janedra:
Voltea al oír la voz de Vild.
—¡Vild! —Se levanta y va a abrazarlo—. ¡Qué bueno que estás bien! Y no, gracias, ya no quiero saber más de monos. Mi cabeza ya no puede pensar más; me costó resolver cómo matarlos sin pelear con ellos, cosa que hasta, te seré sincera, casi hace que me duela la cabeza —se ríe—. Mejor vámonos al campamento, estoy cansada y tenemos que terminar con la misión… (que realmente no recuerdo cuándo tenemos que entregar todo) —Se da la vuelta y empieza a caminar dando un suspiro—. Ya vámonos, ya quiero terminar esto.
Derek:
Ve a lo lejos a Jane y luego a ella acercarse a Vild, ambos envueltos en un abrazo. Se rascó la cabeza sonriendo; habían ignorado su chiflido, que estaba él allá abajo, y ella se arrojaba a los brazos de su amigo, el monje tibetano. Bueno, esos dos tenían mucha afinidad. Sonrió y decidió retirarse del sitio. Ya era bastante nocturno y había que madrugar para buscar más provisiones al día siguiente, así que avanzó tranquilo, disfrutando de los sonidos de la noche mientras se dirigía al campamento.
Vild:
Hola, que alegría verte —correspondió el abrazo de Janedra—. En serio no los quieres ver, qué lástima, ¿te parece si los llevamos a la aldea para conseguir más información sobre ellos? Sería bueno tener el mayor conocimiento. Uno nunca sabe qué nos podremos encontrar en nuestros viajes —lo dijo en un tono bajo y empezó a caminar junto a ella en dirección al campamento—. Y dime, ¿cómo lograste destruirlos? Eran bastantes. Yo con solo seis cerca de mí terminé un poco herido —lo dijo en un tono algo avergonzado y puso su mano diestra sobre su cabello—.
Janedra:
Suspiró, pues la verdad, solo recordó este lugar y le pidió ayuda a su padre. De la nada, un remolino apiló a los monos, pero ese remolino era su padre, estaba segura. Él siempre la cuida donde quiera que esté. Ya lo demás era una rama para aventarlos y usó la roca para aplastarlos, pero la verdad no sabía cómo rayos los iba a matar —en ese momento se acordó de Derek.— ¡Rayos! Te veo en el campamento. —Salió corriendo hacia el lugar donde había dejado a Derek en el suelo, pero no lo vio y se empezó a preocupar. Así que decidió ir rumbo al campamento y vio a alguien a lo lejos. Rezando porque fuera Derek, gritó su nombre muy fuerte mientras empezaba a correr hacia él. Realmente era él. Al acercarse cada vez más, llegó y se aventó sobre él.— ¡Qué bueno que estás bien! Me tenías muy preocupada.
Derek:
Vio una figura que venía hacia él corriendo y gritando su nombre. Se quedó quieto para observar, algo intranquilo. De pronto, dos brazos femeninos lo envolvieron y presionaron sus pechos contra él, lo que hizo que se sonrojara mucho y sonriera como idiota. Intentó disimular para que no se diera cuenta y le respondió.
Vild:
Caminó lentamente hasta el campamento mientras veía cómo Janedra se alejaba en cuestión de segundos, sin intenciones de seguirle el paso. Caminó disfrutando la brisa, la cual ya no se sentía pesada como al inicio. Al cabo de unos minutos, llegó al campamento y observó que Janedra y Derek ya habían llegado. Se acercó a ellos y sonrió al verles. —Bueno, si nos vamos a acostar, me parecería bien que tú, Jane, durmieras con Derek —se acercó a la carpa que armó y empezó a quitar las varillas y demás objetos para que quedara totalmente desarmada. Tomó la carpa y dejó a un lado las varillas. Dobló la carpa intentando que quedara a medida de Janedra y pudiera acostarse sobre esta. Al doblarla, se acercó a ella y se la ofreció. —Toma, Jane. Usé dos bolsas para deshacerme de esos monos y te dejé sin bolsa para que puedas dormir cómoda —lo dijo tras dejar una sonrisa. —Yo haré guardia.—
Janedra:
¿Espera, que yo qué? —Tomó la bolsa que le dio Vild, algo sonrojada por lo que dijo— Gracias, pero la verdad, con todo esto no tengo sueño —Me sentaré mejor un rato si les parece —extendió la bolsa y solo se sentó en una parte para descansar y pensar en la locura que pasó ese día.
Derek:
Se estiró completamente liberando un bostezo prolongado para manifestarles —Vaya, qué nochecita, muy agitada. No sé ustedes, pero necesito dormir. A pesar de que me pasé un par de horas fuera de combate, necesito descansar y hay que madrugar para emprender la cacería. Si siguen despiertos, no olviden enterrar la carne con algo de hojas envuelta; la necesitamos fresca para el carnicero. Además, creo haber visto unos venados cerca del lago. Podemos ir mañana temprano a montar la cacería. Vild, llámame en un par de horas para hacer relevo y puedas descansar también —se acostó junto a Jane, tomando algo de ropa para armar una almohada con estas y recostar su cabeza—.
—Buenas noches—.
Narrador:
Los cachorros no se percataron de que solo faltaban unas horas para que amaneciera. Aunque el carnicero no les había delegado una hora de llegada ni cuántos animales debían traer, en el pueblo al amanecer se habían comenzado a preocupar. Muchos parientes se quejaban de que eran solo unos Garou adolescentes y que había rumores de que los niños nuevamente se perdían en el bosque. Finalmente, un grupo de Garous de la facción de los Hijos de Gaia fue en busca de los cachorros que habían salido de cacería. Cuando los Hijos de Gaia llegaron al lugar, agarraron a los monos en las bolsas de dormir, negaron con la cabeza porque los problemas habían regresado a Tasman o nunca se fueron. Los Hijos de Gaia vendaron a los cachorros heridos y los llevaron a la enfermería de la aldea. También llevaron el jabalí y los monos para entregarlos a Keket.