Consejo de la Tribu Camada de Fenris
21 de mayo de 2010
Narrador:
En la aldea Lake Valley se llevaba a cabo un consejo tribal para celebrar la nueva manada que habitaba los bosques de Kahurangi. Las tribus europeas buscaban unir lazos fraternos con los nuevos. Varios Garou jefes de manada, Jefes de Ritos, y otros que estaban de paso o por un intercambio de manada, llegaban al gran festejo. La Camada de Fenris eran los anfitriones, bajo el liderazgo de James Sullivan Alfa de Semillas de Yggdrasil, quien había organizado varios juegos para los cachorros y cliath que se animaban a obtener algo de renombre en las pruebas. Estaba el juego de la cuerda con alambre de púas, donde los Garou debían pasar por debajo de la cuerda, la cual seguía bajando a medida que quedaban pocos para superar la prueba. En la taberna servían cerveza negra con pintas de hasta cinco litros, salchicha alemana con salsa picante, y vodka de los Colmillos Plateados a cargo de Alexieu. Los duelos estaban en la parte este del poblado, donde arenas rodeadas por antorchas incentivaban el calor bajo el hechizo de los espíritus del fuego que calentaban el lugar.
Pietro:
Pietro llevaba tiempo viajando de un lugar a otro; era bastante lúdico. De paso por Lake Valley, escuchó un rumor de un consejo tribal, y le pareció divertido ver de qué se trataba. Pretendía llegar y ver qué le ofrecía este lugar, podría quedarse unos días. Llegó con su moto al lugar y la estacionó afuera de la taberna; el ambiente se veía bueno.
Janedra:
Qué emoción para Janedra. Cuando le dijeron que viniera no pensaba que hubiera tanta gente y menos sola, pero le costó trabajo y se acabó su ración del viaje; tenía hambre. (Hmm, si no me equivoco, si hay gente, hay comida… dónde estará, tengo hambre), pensó. Empezó a buscar el lugar de la comida.
Kira:
Kira volteó para todos lados, observando la cantidad de personas que había en el lugar. (¿Será buena idea haber venido?), se cuestionaba mientras se paseaba, sacándose las basuras del pelo y limpiándose la cara. (Al menos esto será divertido), suspiró abiertamente; sus tripas comenzaron a hacer esos ruidos extraños cuando sentía hambre. (Bien, buscaré la comida), dijo mientras caminaba, volteando para todos lados.
Vild:
Vild caminaba con lentitud y cautela en busca de algo de comida. (¿Habrá sido buena idea venir por acá… según los espíritus del viento acá encontraría algo interesante?), pensaba. Emocionado a la vez que hambriento, siguió en busca de comida. Notó una gran cantidad de personas y se escondió entre los arbustos para cuando uno de ellos se alejara.
Erikulf:
Después de estar horas vagabundeando por la aldea, Erikulf finalmente dio con el lugar donde iba a estar el consejo. Estaba algo nervioso; era la primera vez que se asomaba en un grupo que no conocía del todo. Vio a algunos lupus y homínidos dando vueltas por ahí. Decidió por ahora mantenerse al margen y se acercó a la taberna. Pidió un poco de cerveza con un par de salchichas alemanas mientras se sentaba en una de las mesas.
Narrador:
En la aldea Lake Valley se llevaba a cabo un consejo tribal para celebrar la nueva manada que habitaba los bosques de Kahurangi. Las tribus europeas buscaban unir lazos fraternos con los nuevos. Varios Garou jefes de manada, Jefes de Ritos, y otros que estaban de paso o por un intercambio de manada, llegaban al gran festejo. La Camada de Fenris eran los anfitriones, bajo el liderazgo de James Sullivan Alfa de Semillas de Yggdrasil, quien había organizado varios juegos para los cachorros y cliath que se animaban a obtener algo de renombre en las pruebas. Estaba el juego de la cuerda con alambre de púas, donde los Garou debían pasar por debajo de la cuerda, la cual seguía bajando a medida que quedaban pocos para superar la prueba. En la taberna servían cerveza negra con pintas de hasta cinco litros, salchicha alemana con salsa picante, y vodka de los Colmillos Plateados a cargo de Alexieu. Los duelos estaban en la parte este del poblado, donde arenas rodeadas por antorchas incentivaban el calor bajo el hechizo de los espíritus del fuego que calentaban el lugar.
Pietro:
Pietro llevaba tiempo viajando de un lugar a otro; era bastante lúdico. De paso por Lake Valley, escuchó un rumor de un consejo tribal, y le pareció divertido ver de qué se trataba. Pretendía llegar y ver qué le ofrecía este lugar, podría quedarse unos días. Llegó con su moto al lugar y la estacionó afuera de la taberna; el ambiente se veía bueno.
Janedra:
Qué emoción para Janedra. Cuando le dijeron que viniera no pensaba que hubiera tanta gente y menos sola, pero le costó trabajo y se acabó su ración del viaje; tenía hambre. —Hmm, si no me equivoco, si hay gente, hay comida… dónde estará, tengo hambre —pensó. Empezó a buscar el lugar de la comida.
Kira:
Kira volteó para todos lados, observando la cantidad de personas que había en el lugar. —¿Será buena idea haber venido? —se cuestionaba mientras se paseaba, sacándose las basuras del pelo y limpiándose la cara. —Al menos esto será divertido —suspiró abiertamente; sus tripas comenzaron a hacer esos ruidos extraños cuando sentía hambre. —Bien, buscaré la comida —dijo mientras caminaba, volteando para todos lados.
Vild:
Vild caminaba con lentitud y cautela en busca de algo de comida. —¿Habrá sido buena idea venir por acá… según los espíritus del viento acá encontraría algo interesante? —pensaba. Emocionado a la vez que hambriento, siguió en busca de comida. Notó una gran cantidad de personas y se escondió entre los arbustos para cuando uno de ellos se alejara.
Erikulf:
Después de estar horas vagabundeando por la aldea, Erikulf finalmente dio con el lugar donde iba a estar el consejo. Estaba algo nervioso; era la primera vez que se asomaba en un grupo que no conocía del todo. Vio a algunos lupus y homínidos dando vueltas por ahí. Decidió por ahora mantenerse al margen y se acercó a la taberna. Pidió un poco de cerveza con un par de salchichas alemanas mientras se sentaba en una de las mesas.
Derek:
Rayos y centellas. Derek, el Garou, lanzaba sátiras y balbuceaba enfadado de sus entrañas; ya se le había hecho tarde para la ubicación que le había mandado su contacto prieto al móvil y no encontraba el lugar. Seguramente solo era el sitio. Después de dar varias vueltas por el bosque en su moto, pudo escuchar ruidos, algarabía como si se tratase de una fiesta al calor de los leños y barbacoa. Enseguida pensó (¿fiesta silvestre? Esto se pondrá bueno, no será nada fuera de lo común, creo que me está gustando esto). Así, dejando a pocos metros su motocicleta del lugar de concentración, la ató a una cadena contra un árbol y, a paso firme, se coló en medio de la multitud, observando las diferentes actividades. Llegó hasta el lugar del bar donde pidió una salchicha con pan, la cual engulló rápido mientras pensaba (de igual forma no son tan buenos como los hot dogs Yankee. ¡Arriba América!).
Narrador:
La tabernera, una fianna de largas piernas y busto elevado a quien conocían como Pasos Rápidos, se acercó al taburete donde se había sentado un cachorro de extraña apariencia. Era demasiado barbudo y tenía una cicatriz. Debió tener una vida difícil, pensó la tabernera mientras servía una cerveza con exceso de espuma marrón y una salchicha con un frasco de salsa picante. Al menos tendría el estómago lleno, pensó la tabernera. Con una sonrisa regresaba a la barra cuando escuchó a un extraño joven vestido a la última moda rockstar decir que la salchicha estaba fea. La fianna ante eso ladeó su rostro con su mirada algo desorbitada y asentó con fuerza su mano izquierda sobre la barra. Lo miró fijamente y, con dos de sus dedos, señaló sus ojos. Tras hacer el gesto, dijo que a los Garou locales no les gustaban los estadounidenses.
James Sullivan, mejor conocido como Sonrisa Escarlata, acechaba entre los arbustos. Tenía el estómago adolorido. No podía tener el estómago vacío demasiado tiempo. La música sonaba alto y en su mente solo estaba la idea de destripar un humano. Se acercó a un joven que vio acechando desde lejos; quería romperle el cuello, pero a medida que se acercaba, por el olfato se dio cuenta de que era un Garou. Con su diestra lo sujetó del hombro y le preguntó:
—¿Qué hacía en aquel lugar? ¿Y por qué no estaba con los demás?
En ese momento, su estómago se quejó.
Un Garou Cliath que estaba organizando la arena sintió que le faltaban manos para acomodar todas las armas del lugar y debía buscar quién lo hiciera por él. Miró a tres cachorros con rostros nuevos que nunca antes había visto, que estaban entre el estacionamiento y la entrada a la taberna.
—Hey —dijo para luego emitir un aullido y llamar su atención—. Ustedes tres, vengan, tengo algo, un trato que les puede interesar.
Pietro:
Estaba saboreando un delicioso tarro lleno de cerveza bien helada cuando un hombre le dirigió la palabra a él y a otros dos. (¿Es en serio? Vengo llegando y ¿hay trabajo? Espero que esto amerite una buena cama y no necesariamente sola) —pensó.
—Sí, dime viejo, ¿qué es lo que necesitas exactamente? Sabes, soy nuevo por acá y me encantaría conocer gente… ya tú sabes —dijo, mientras de reojo veía la taberna y se mordía el labio. (Tengo tanta sed, ya habrá tiempo.)
Caminó y se dirigió hacia el hombre, sacudiendo sus brazos y sacando el pecho.
—Venga, ¿qué necesitas o este cachorro se te va a la taberna?
Janedra:
Buscaba en todos lados cuando escuchó a una persona llamando su atención mientras se le quedaba viendo. (No se supone que hable con personas desconocidas, pero no creo que tenga malas intenciones… mejor iré a ver qué se le ofrece, pero tengo hambreeeee…) pensó. Caminó hacia el hombre, tocándose la panza al oírla. Observó cómo un muchacho le estaba hablando al señor mientras llegaba.
Kira:
Volteó a verlo con cara de disgusto. (Creo que tendré que dejar de buscar la comida) pensó. Se acercó a paso lento hacia él y preguntó en voz alta:
—¿Qué pasa? ¿Puedo ayudar en algo?
En el mismo momento escuchó a otro preguntar algo hacia el hombre. Se acercó con lentitud y observó a los otros dos que caminaban hacia él.
Vild:
Notó la presencia de un Garou desconocido. Con cierta confianza, sonrió para responderle:
—Estoy en busca de algo de comer… hace ya tiempo no como algo que me satisfaga, solo espero que alguien se aleje.
Salió de donde se escondía y escuchó cómo aquel Garou también tenía hambre, pero era posible que tuviera más hambre que él.
—Vaya… se nota que tienes hambre.
Erikulf:
Erikulf notó la mirada de la tabernera y, algo tímido, soltó una media sonrisa hacia ella, agradeciéndole por servirle. Comió desesperado; estaba delicioso. Cuando terminó de tragar, escuchó un aullido. Algo en alerta, pegó un salto y se giró para ver de dónde venía. Un Garou había tomado a otro del cuello en forma de saludo. Se veía que se conocían. No parecía nada malo. Se giró mirando la situación y tomándose la cerveza.
Derek:
Derek maldecía su estúpido móvil que no funcionaba, golpeándolo contra su muslo en un intento desesperado de obtener señal y comunicarse con su contacto. De repente, una voluptuosa mujer se le acercó y, tras escuchar su comentario, arqueó una ceja mientras la salsa de su salchicha, de la cual ya había dado un mordisco, goteaba al suelo. La miró fijamente por varios minutos, absorto en lo que ella había dicho mientras pensaba (vaya, qué susceptibles son por aquí, podría armar un escándalo y meter algo de pimienta a este remedo de bar, pero no, no he venido a formar pleito. Además, hay mucha testosterona por aquí, incluyendo a esta dama con olor fuerte, intentaré persuadirla y seguiré mi rumbo). Derek sacó un billete de 20 dólares de uno de sus bolsillos de la chaqueta y lo deslizó por encima de la barra de madera húmeda, mostrando una sonrisa y diciendo:
—Está bien, lo lamento, suelo pensar en voz alta, pero aquí tiene, son 20 dólares americanos. Espero que esto pueda cubrir mi ofensa y darme algo de información también. Por cierto, ¿le habían dicho que tiene una muy sutil y delicada sonrisa? —comentó el muchacho de peinado extravagante con aires de rockstar.
Narrador:
La tabernera estaba sirviendo una cerveza a un joven que parecía sacado de una revista de moda rock, cuando escuchó sus palabras y vio un billete de veinte dólares estadounidenses a escasos cinco centímetros de su rostro. La Garou que llevaba en sus venas estalló; sus ojos se tornaron color tomate y sus dedos se engrosaron, cambiando sus uñas por garras. En ese momento, otros tres Garou cliath entraron a la taberna, tumbando algunas botellas y sillas, y corrieron en dirección a los chicos que estaban en la barra. Mascullaron “fabuloso”, los tomaron de las manos y piernas, y salieron corriendo con ambos chicos hacia las arenas. Allí, los lanzaron al suelo, rodeados por muchos Garou que se acercaron a formar un ruedo en el que quedaron Derek y Erikulf en el centro, a la vista de todos.
James, el Alpha de Semillas de Yggdrasil, se acercó y dijo:
—¿Tienes hambre? Dices que tendrás que ganarte el sustento.
James comenzó a caminar en dirección a las arenas del Consejo Fenris, volviendo la mirada hacia el cachorro antes de continuar.
—Y bien, ¿vendrás conmigo?
Siguió caminando hasta llegar al lugar, donde ya había varios Garou visitando la aldea aquel día.
James les indicó a los tres Garou que necesitaba unas armas colgadas en la esquina de la taberna, en el exterior. Señaló mazas, lanzas, espadas de una mano, escudos, espadas largas de dos manos, poleas y dagas, y les dijo que debían llevarlas a las arenas detrás de la taberna porque pronto comenzaría el torneo.
Pietro:
Miro hacia la pared, veo armas variadas, regreso mi mirada y le aviento una sonrisa coqueta.
—¿Es en serio? —se rasca la barbilla y voltea a ver hacia Janedra, lanzando una mirada coqueta—. Señorita, si quiere me encargo de lo que usted pudiera llevar. —La mira de los pies a la cabeza, chequeando cada centímetro de ella—. Veo que el paisaje de aquí es agradable.
Se encamina hacia la pared, toma una espada y observa el filo, pasa su pulgar para ver qué tan filosa está. De reojo, observa el canto de la espada y hace unos giros con ella.
—Esto se va a poner divertido.
Observa las demás armas para ver si se anima a participar, a lo mejor podría impresionar a la linda nena.
Janedra:
Ve cómo el joven la mira raro diciendo cosas. (Bien decía la anciana de mi pueblo, “Hija, no confíes en los hombres raros, solo piensan en cosas sucias, así que aléjate de ellos”). Al no tener otra opción más que hacerle el favor al señor, se dirige a donde se encuentran las armas y apila unas cuantas para poder llevar, las más chicas las mete a su bolsa.
—Lo siento, pero yo puedo, muchas gracias —le dice a Pietro mientras agarra cosas.
Kira:
(Ahora este señor quiere que cargue cosas, tengo hambre). Sonríe, escucha lo que dice el otro y rueda los ojos. (Genial, un “todas mías”). Camina hacia donde se encuentran las armas, toma algunas lanzas entre sus manos y se dirige hacia la dirección que mencionó el señor antes.
Vild:
Sonríe al escucharlo, cierra los ojos y suspira.
—Sé que me debo ganar mi sustento, no es necesario que me lo recuerdes —lo escucha y pone cierta seriedad en su rostro.
Se encamina a seguirlo y nota una gran cantidad de garous, lo cual le sorprende ya que anteriormente no había visto tantos juntos. Observa a su alrededor mientras da pequeños pasos.
—Y bueno… ¿cazo mi propia comida o qué debo hacer para ganarme mi propio sustento? —lo dice con un tono tranquilo y en espera de la respuesta.
Eriukf:
—¡Wow wow WOW WOW! —grita—. ¿QUÉ HACEN? ¡¡SUÉLTENME!!
Empezó a gruñir al ver que lo agarraban y lo llevaban junto a otro chico que estaba en la barra. Lo miró fulminándolo con la mirada.
—¿QUÉ MIERDA HICISTE PARA QUE REACCIONARAN ASÍ? ¡¡VOS TENÉS LA CULPA DE ESTO!! ¡¡SUÉLTENME!! —gritó y lo soltaron en el piso.
Un quejido salió de él al notar que había caído sobre una roca pequeña.
—Qué obedientes… —dijo, parándose y viendo qué estaban haciendo.
Miró alerta y se acercó al otro chico.
—¿Qué… qué están haciendo?
Derek:
De pronto, los ojos de la fémina se transformaron en un color carmesí y filosas garras brotaban de sus dedos. Sin duda tendría problemas, a lo que súbitamente solo rasqué mi cabeza, cerrando mis ojos y moviendo mi cabeza en negación. De pronto, antes de que pudiera reaccionar, cuatro grandulones llenos de testosterona me tomaron por las muñecas y los tobillos, alzándome por encima del suelo. Me impresionó mucho, sin poder zafarme. En mi forcejeo en vano, giro mi cabeza a un costado y observo a un chico que lloriqueaba gritando que lo soltaran, y tirándome sátiras hacia mí. Solo solté una gruesa carcajada mirando parte del techo y luego el cielo azul, y como pude, le mostré en dirección de él mi dedo medio que se jodiera. De pronto, el paseo acabó y me dejaron desplomar al suelo.
—Hey, tengan más cuidado. ¿Qué creen, que soy un costal de papas o qué?—
El muchacho ese aún se dirigía hacia mí, a lo que fruncí el ceño mientras me sacudía mi ropa y musité:
—Ash, qué fastidio lidiar con este tipo. ¿Y ahora estos qué se creen, acaso piensan que peleemos o qué? ¿Sabes pelear? Porque creo que será la única manera de salir de esta ronda.—
Bajé mi dorso hasta el piso para atarme las agujetas de mi bota, apoyándome en una de mis rodillas en el suelo, manteniéndome a una distancia de unos 3 metros del muchacho. El suelo bajo nuestros pies era bastante polvoriento, con tierra suelta grisácea. Me aturdían bastante los gritos de la aglomeración de aquellas personas a nuestro alrededor.
Narrador:
El círculo de garous que se había formado permaneció en silencio, hasta que Pasos Rápidos, que no era cualquier pacifista fianna, era una garou perteneciente a los Fundamentalistas de la Madre, comenzó en alta voz y dijo que esos extraños habían roto las letanías, que en su territorio tenían que respetarla y, al ser de un rango superior, más aún. Les pidió a los garous del círculo, en su mayoría Camada de Fenris y Fianna, que debían enseñarles a respetar a los de mayor rango, que con sangre aprenderían. Chasqueó los dedos y dos garous ahroun aparecieron entre el camino que abría la multitud, en sus hombros sosteniendo una jaula de madera, la pusieron sobre la arena al frente de ambos cachorros. Pasos Rápidos se mofó escandalosamente y colocó sus manos sobre su cintura, mirando desde lo alto a ambos garou, y les preguntó qué armas escogerían, indicando con su mentón unas espadas largas de dos manos, una espada corta y un escudo, una maza y un escudo, o una maza y una pluma.
James:
Ahora celebramos un consejo, existe una nueva manada al sur del túmulo y pronto tendremos noticias de ellos. Sin embargo, como manda la costumbre, ya comenzamos los festejos —se sonrió y dejó de caminar un instante—. Este pueblo —señaló con una daga que había obtenido de su cinturón— es un pueblo de guerreros, y si quieres ser tratado como uno de nosotros debes participar en nuestros juegos del consejo —siguió caminando rumbo a la arena—. El garou cliath sonrió ante la mirada y comentarios del cachorro, se notaba que era todo un personaje, mujeriego, debía tener descendencia de la tribu de la Camada de Fenris, sonrió, nadie es tan bardo, pensó. Se apegó a la pared, agarró algunas espadas y escudos y caminó junto con la chica que parecía malhumorada hasta el lugar donde estaban las arenas. Con sus manos indicó que dejaran las armas en montones junto a las diversas arenas.
Pietro:
—Volteó a ver a la chica garou centímetro a centímetro y esbozó una sonrisa—. De seguro eres toda una amazona. —Tomó unas cuantas lanzas y las colocó en su hombro y se dirigió hacia la arena, las colocó donde le habían indicado. Salió y vio a otra chica que también estaba ayudando—. Una batalla de 3 sería algo divertido. —Se acercó a esa otra chica—. Hola, ¿cómo estás? —le dio una sonrisa coqueta—. ¿Quieres que te ayude?
Janedra:
—Una vez llenó su bolsa y con más armas en brazos, se fue junto con los demás hacia donde el señor les dijo que dejaran las armas. Oyó cómo la multitud gritaba sobre las arenas del lugar—. Nunca había estado con tanta gente, menos con este número de garous. Es impresionante —dijo mientras terminaba de bajar las armas de su bolsa. Ya terminado de vaciar todo, sacudió su bolsa de arriba a abajo para que se saliera la tierra que pudiera haber dentro y la colgó en su hombro derecho.
Kira:
—Al comenzar a caminar hacia la arena, notó que las lanzas no eran tan pesadas. Regresó por otras más (espero que esto valga la pena). Caminó a paso lento, tomó unas cuantas más, las sostuvo con firmeza y caminó hacia detrás de la arena. Observó la cantidad de garous que estaban reunidos—. Esto se pondrá bueno —llegó detrás de la arena y notó a la otra chica que había visto antes y tenía la misma tarea—. Hee… hola —mientras dejaba las lanzas en el lugar, se sacudió las manos y la ropa quitando la poca tierra que soltaron.
Vild:
—Oh, entiendo, esperaré con gusto las noticias sobre ellos —siguió caminando tras de él y se detuvo al presenciar cómo él lo hacía y miró con cierta curiosidad donde él señalaba, escuchó lo que relataba y dejó salir una sonrisa—. Interesante, entonces seré partícipe de esos juegos, será muy divertido —lo dijo con entusiasmo y esperó con ansias qué tipo de juegos podían ser, nuevamente él empezó a caminar y Vild fue tras él—. Y dígame, ¿En qué consisten los juegos del consejo?
Erikulf:
—Veía a todos a su alrededor—. Ok, esperen. Mírenme… —dijo mirándolos uno por uno—. Yo no tengo nada que ver. ¡Este imbécil le dijo barbaridades a la señorita, yo no hice absolutamente nada! —miró las armas que sacaron. Suspiró y se sacó su camisa, quedando solo con su musculosa y sus pantalones negros. Ajustó bien sus botas y miró a todos—. Yo no falté el respeto a nadie. No pienso pelear. Menos contra este imbécil. Que venga cualquiera. Ese —dijo señalando al que parecía un motoquero yankee que estaba girando unas espadas—. Yo no pienso pagar una idiotez que yo no hice.
Derek:
Escuchaba desde el suelo solo el quejido y lloriqueo del muchacho, mientras sonreía y negaba con la cabeza, como si este montón de lobos entrara en razón a lo que él intentaba explicar; además, sí le molestaba un poco la actitud de todos. Sin embargo, ¿qué podía hacer? Estaba dentro de sus territorios y ya lo único que le quedaba era pasarlo bien. En lo que el bebé seguía lloriqueando y lo señaló a una distancia corta de él, tomó en su mano cerrada un poco de tierra y se la aventó a los ojos, lo que causaría una distracción. Cerró su chaqueta y, con una patada frontal, se la enterró en la boca del estómago, lo que le provocó un colapso respiratorio y una caída al suelo. Momento que aprovechó para entrar a la jaula de madera y tomar de ella la espada corta y el escudo, poniéndose en una posición de pelea defensiva a lo alto de su pecho y rostro. La espada cubría parte de su cara y el escudo cubría su estómago y otros órganos vitales, sus rodillas flexionadas dando un suave brincoteo para mantenerse atento a cualquier movimiento a ciertos tres metros de él nuevamente.
Narrador:
Uno de los garou que había puesto la jaula de madera frente a los cachorros, se comenzó a reír descontroladamente, mientras su compañero se llevó la mano a la frente, negó con su rostro y dijo:
— Esas armas no son para ustedes. Las armas de la caja son…
Un ruido agudo sonó cuando el garou que se reía reventó la otra mitad de la jaula con su mazo de hierro. Al reventarla, de ahí salió una criatura del wyrm horrenda; era tan fea que todos comenzaron a animar a los dos muchachos a que la asesinaran. Junto a la arena, en una esquina más próxima a Erikulf, había armas: espadas largas de dos manos, una espada corta y un escudo, una maza y un escudo, o una maza y una pluma.
De la caja roja comenzó a arrastrarse ayudándose de dos tentáculos naturales de un metro cincuenta centímetros cada uno, con púas óseas de cinco centímetros que completaban veinte en total en cada tentáculo. Su cuerpo era parecido al de un niño de diez años que no tenía piernas; aún llevaba la camiseta color azul con un balón de fútbol americano pintado en la parte posterior. Los brazos del que fue antes un niño ahora eran los tentáculos antes descritos. El rostro ya no era humano, en su lugar tenía seis oídos alrededor del cráneo y un hocico similar al de una lamprea, del cual emitía un ruido agudo y molesto que le permitía localizar a sus rivales por ecolocación. Se arrastra hasta localizarse en el medio de la arena mostrando sus colmillos a los jóvenes. Lanza su tentáculo derecho contra la pierna de Derek en un movimiento horizontal en dirección derecha con ánimo de enrollarla y luego jalarla. Lanza su tentáculo izquierdo contra el brazo derecho de Erikulf, a la altura del hombro, para desequilibrarlo. De la espalda del formor brotan dos tentáculos a la altura de las vértebras cervicales, cada tentáculo con púas en las puntas, púas como cuchillas de carnicero de quince centímetros de largo, que junto al tentáculo alcanzan la dimensión de un metro de longitud.
James:
Consiste en gloria, has oído el dicho que el valor de un guerrero se mide en la batalla –dijo el alpha mientras sacaba de su bolsillo una bolsa de tabaco y luego se la llevaba a la boca para masticarlo con los molares causando un ruido extraño mientras explicaba–, pues bueno, nosotros nos lo tomamos en serio. La gloria es lo que nos separa de los estúpidos fera que no saben para qué Gaia les dio sus dones. –Siguió caminando y mascando su tabaco–. Básicamente tenemos una arena en la que nuestros guerreros pelean, también hay juegos alternativos como pasar debajo del alambre de púas; en ese necesitas mucha destreza y elasticidad, muchacho. Otro juego se trata de caminar en carbón encendido. Nosotros vamos a la arena, allá es donde los cachorros entrenan y ven a garou más expertos hacerlo también.
Cuando llegaron, los tres garou habían traído las armas con ellos. El garou al que ayudaron asintió y dijo que tenían razón, una batalla entre los tres sería interesante.
—¿Por qué no se ponen en la mitad de la arena y se preparan? —Entonces llamó a James, el Alpha de la manada Semillas de Yggdrasil, para presentarle a los cachorros.
Pietro:
Me sacudo un poco las manos y escucho atento, mientras de reojo veo a las chicas garou, escucho gruñir mi estómago –(necesito algo de comer).
Janedra:
—Hola, qué tal n.n —voltea a ver a la chica que la saludó. En eso oye que el joven también las saluda y le regresa el saludo—. Hola de nuevo. ¿Vienen seguido a este lugar?, para mí es la primera vez y todo se ve genial —bajando la voz, casi balbuceando— excepto que me pusieron a mover armas (y yo con mucha hambre) —se escuchan las tripas de forma que la chica y el muchacho lo oyen—. Lo siento, tengo mucha hambre y fue un largo viaje.
Kira:
—(Sonríe asintiendo a la otra muchacha, se ve agradable) Tengo hambre y este todas mías, esto no saldrá bien —escucho lo que dicen los demás, poniendo la mayor atención en las palabras.
Vild:
Entiende, excelentes juegos, entonces por fin conocerá garou expertos en el arte de la batalla, ¡qué emoción! –lo dice con tal entusiasmo que no puede ocultar. Camina con lentitud aún observando a su alrededor y se detiene, se acerca a una de las casas de la aldea, una que solo contaba con dos pisos. Salta logrando quedar columpiado aún teniendo sus pies en el aire, se apoya en la pared logrando subir al techo en su totalidad. Esto se le facilita tanto por el entrenamiento recibido en Henan, China, por los monjes del templo. Ya en el techo, sonríe.
—Se quedará acá, meditará unos minutos antes de ir a la arena —lo dice en un tono fuerte para que él logre escuchar que ya no irá detrás suyo. Se sienta sobre el techo, cruza las piernas poniendo cada pie sobre el muslo opuesto, quedando en una posición de loto. Cierra sus ojos y entra en tal tranquilidad, centrándose en su alrededor y logrando percibir distintos olores, escuchando claramente todo a su alrededor en un radio de aproximadamente 10 metros. A su vez, a lo lejos escucha muy levemente gritos, posible apoyo entre una batalla de 1 vs 1, lo cual le llama la atención pero no detiene su meditación ante aquel suceso.
Erikulf:
Vi de reojo que el imbécil intentaba atacarle con arena. Como estaban a una distancia más o menos de 3 metros, la arenilla apenas llegó a él. Se limpió la cara y su patada… o más bien, su intento quedó en el aire. Lo miró fijo cómo le pegaba a la nada.
—Ah bien. Es un imbécil sin razonamiento. Si quiere pegarle, al menos debería acercarse. Bien, suerte. Solo quiere sobrevivir.
Vi a la bestia salirse de su caja y arrastrarse. No tenía ojos pero sí oídos, tentáculos y demás. Suspiró.
—Genial, lo que faltaba. Un formor. Genial.
Miró a su alrededor y cerca suyo no solo estaba su camisa, sino que había armas. Corrió deslizándose en la arenilla y agarró un escudo y la espada de dos manos. No tenía ojos pero lo que sí era cierto es que podía escucharle. Alto y claro.
—¡DALE BESTIA, ATACA DE UNA VEZ!
Vio su movimiento con su tentáculo hacia el imbécil y luego otro hacia él. Puso el escudo delante de su hombro cubriéndolo, girando hacia el otro lado y con la espada en la mano cortó uno de sus tentáculos haciendo caer ese pedazo cortado al piso.
Derek
Al ver a la horrenda bestia salir de la caja de madera que rompieron cerca de él, se espantó y una corriente helada atravesó los huesos de su columna, dejándolo petrificado por un momento, sin reacción alguna. No creía lo que veía; todo esto era muy nuevo para él. Apenas comenzaba a adaptarse a un mundo que no existía, y de pronto, todo empezaba a cambiar. Parecía un tipo de calamar, pero llevaba puesta una camiseta bastante novedosa. Sin embargo, lo que más le llenó de terror fue su pulso acelerado y los inmensos tentáculos, de los cuales salían púas. Uno de ellos se dirigía hacia él con gran velocidad. Aún petrificado, escuchó a la multitud gritar:
—¡Muévete, muchacho!
Enseguida reaccionó, dio tres vueltas en el suelo y se quedó agachado, protegiendo su rostro y mirando fijamente a la cosa abominable, alternando la vista entre el monstruo y la caja de armas. Pensó para sí mismo:
(“¡Mierda! ¿Cómo llegaré hasta donde están esas armas? ¡Ah, ya sé! Algo servirá el fierro que se trajo de su papá”).
Tocó bajo su chaqueta en la parte de su espalda una pistola automática de 12 tiros, la cual recargó. Apuntándola a la bestia, abrió fuego. Falló su objetivo en el primer disparo, dándole a una rama del árbol, que cayó encima de lo que sería la cabeza de esa cosa. Su segundo tiro lo conectó en uno de los tentáculos, que se retorció, y el tercero en su hocico. Cantando casi victoria, se puso erguido diciendo:
—¡Bien, le di! Eso te lo merecías, gusano.
Narrador:
El formor sintió un dolor agudo que traspasó la piel del tentáculo derecho que salió por su espalda. Sin embargo, la bala siguió su curso y afortunadamente no dañó a ningún espectador. Al mismo tiempo, un tronco no muy grande le cayó en la cabeza y una bala le traspasó el labio, terminando en la arena. Uno de los espectadores le gritó a Derek que tirara esa arma, que no estaba permitida en una arena, mientras otra garou, que estaba más cerca de Derek, le lanzó un mazo fenris de un metro veinte centímetros de largo, pesado pero capaz de romper un cráneo hasta dejarlo como una plancha. El mazo tenía figuras del Yggdrasil dibujadas en el artefacto. Paralelamente, el formor también sintió que algo le cortaba el tentáculo izquierdo a quince centímetros del extremo, lo que le provocó gritar fuertemente. Sangraba una sustancia purulenta y amarilla sobre la superficie de la arena. El tentáculo derecho, al tener el camino libre, consiguió atrapar la pierna derecha de Derek y lo arrastró hacia su hocico, que en ese momento estaba cerrado y expulsando la sustancia infecciosa que tenía como sangre. El formor abrió su hocico; dentro de este aparecieron hileras de colmillos ganchos hacia adentro y una estructura ósea de un maxilar que se dislocaba como una víbora para erguir su alimento. Ambos tentáculos de la espalda del formor se lanzaron en dirección al escudo de Erikulf, pretendiendo golpearlo, ya que no podía ver si era un artefacto o el cuerpo del cachorro. Finalmente, el tentáculo cortado buscó el cuello de Erikulf, esta vez por el lado izquierdo, queriendo clavar al menos uno de sus filosos espinos. El formor ansiaba la sangre.
James
El Alpha escuchó que uno de sus compañeros de manada le llamaba. Era Eodar, un cliath que se encargaba de custodiar los límites de la aldea los viernes, pero ese día organizaba las arenas. Pronto lo vio junto a una de las arenas acompañado por tres jóvenes; se preguntó a sí mismo si eran humanos y si estaban solos. James adoraba a los aventureros que pensaban que el mundo era un lugar seguro, esos que nadie extrañaría. Antes de acercarse, se volteó a buscar al cachorro que había conocido en los arbustos. No lo encontró a primera vista, hasta que lo vio en un techo.
—Eh. Vienes —le dijo, levantándole la mano para que le siguiera. Caminó hacia los tres nuevos, mantuvo un porte orgulloso en todo momento, y saludó con un choque de puños a su compañero de manada. Miró a los tres forasteros. El cliath no tardó en decirle que estaban con él, ayudándole, pero el Alpha le hizo callar con un “shhh” alto y molesto. Aspiró, y supo que eran garou, pero eran demasiado jóvenes para ser cliath.
—Hola, soy Sonrisa Escarlata, Alpha de la Manada Semillas de Yggdrasil. Bienvenidos a Tasman. ¿De dónde son y qué hacen aquí?
Pietro:
Pietro da un paso hacia adelante en dirección hacia Sonrisa Escarlata—. Su nombre es Pietro, señor, es un placer. Bueno, está aquí de paso, viaja mucho, le encanta conocer lugares y pasó por esta villa, le llamó la atención el aroma de la comida, las actividades que van a tener. —Voltea hacia las dos chicas garou—. Los paisajes tan coloridos e interesantes que tienen por acá. Le encantaría poder quedarse por un tiempo, claro, si no es molestia para ellos, y disfrutar el lugar. Ya el destino le dirá en qué dirección seguir, señor. Le encantaría que le dijeran dónde poder hospedarse. —Se frota la barbilla—. Aunque eso sí, le encantaría poder pasar primero a comer o beber algo en la taberna. (Debería dejar de pensar un poco en la comida, pero de verdad tiene hambre. Además, estas chicas se podrían asustar con los sonidos que hace su estómago… Nahhh, mejor aún, les invitará una birra). Y pues bien, aquí anda en su pintoresca villa de paisajes arrebolados. Ja, ja, ja, ja.
Janedra:
Al contestarle a la joven chica, oye que otra persona pregunta en general a los tres quiénes son y de dónde vienen. Lentamente gira hacia donde se encontraba la voz extraña y ve cómo el joven garou responde, aunque no le hace gracia cómo la mira diciendo cosas raras, así que decide responder por educación. Se postra firme, enderezándose y viendo fijamente pero tranquila al señor—. Me llamo Janedra, vengo del clan Danzantes de la Luna. Vine en son de paz, solo a visitar la villa que me recomendó la abuela Keket. Pido una disculpa si he venido en mal momento o si mi sola presencia le causó inconvenientes. Espero no sea el caso y pueda quedarme un poco y disfrutar de la aldea.
Kira:
Empieza a cuestionarse si fue buena idea llegar al lugar. En eso escucha a un señor hablar fuerte y claro hacia ellos tres. Observa y escucha atentamente su nombre y quién es, al igual que las otras dos personas que ya había visto antes con quienes cargó las armas. En tono serio procede a hablar. —Mi nombre es Kira, voy de paso por cada lugar buscando el lugar a donde pertenezco. En realidad, me ha llamado mucho la atención las distintas actividades que se van a realizar. Espero no tenga inconveniente en que me tomara el atrevimiento de venir y disfrutar de todo esto—. Alza las manos hacia arriba creando una pequeña onda, moviéndolas sutilmente hacia los costados de su cuerpo, y termina esbozando una pequeña sonrisa hacia Sonrisa Escarlata.
Vild:
Escuchó con total claridad cuando James lo llamó y suspiró. — En un momento voy — dijo mientras abría los ojos, interrumpiendo su meditación. Se puso de pie y, aun en el techo, se acercó a la orilla de este y saltó. Al caer, apoyó su mano diestra sobre el piso y cayó de cuclillas. Caminó con lentitud hasta donde se encontraba James con Pietro, Janedra y Kira detrás de él. Ya estando detrás de él y de los garous que lo acompañaban —. Vaya, entonces no soy el único. — Sonrió y notó otro garou el cual fue callado por James. Quedó perplejo al notar eso, aunque le dio cierta gracia que no dejó notar. Escuchó atentamente cómo el resto se presentaba ante él. Dio un paso adelante y agachó un poco la cabeza, así mismo inclinó su torso hacia delante y cerró los ojos para hacer una reverencia—. Mucho gusto, señor Sonrisa Escarlata, soy Vild Kogarashi. Provengo de Henan, China, del monasterio de Shaolin. Para serle sincero, no he convivido con muchos garous. La gran parte de mis maestros y compañeros son humanos. Al llegar a este lugar fue algo muy agradable, conocer más garous es muy emocionante para mí. Discúlpeme si de alguna manera llego a ser una molestia. — Se puso firme al terminar de presentarse.
Erikulf:
Al ver toda la situación, no podía pensar mucho en qué hacer. El pedazo que había cortado vino hacia él del lado izquierdo. Le pegó una patada, haciéndolo volar por los aires hasta el bosque. Miró nuevamente y dos tentáculos venían hacia él y otro había atrapado a Derek… Venían directamente hacia el escudo… así que lo solucionó rápido. Tiró el escudo al cielo, girando de nuevo y cortando sus tentáculos restantes—. HEY, IMBÉCIL, ¿PODÉS SOLO??!!
Derek:
Su pierna ahora era presa de uno de los tentáculos de la bestia que tiraba de él. Lo arrastró por la arena mientras intentaba atinarle con su arma. Sin embargo, los disparos fueron inútiles y salieron de control, casi hiriendo a los de la multitud, algo que no pensó al principio porque solo quería eliminar a esa peste. Pero luego se dio cuenta del peligro que causaba cuando había acabado con sus municiones, y como si al hacer eso fuera a dañar al monstruo, le lanzó el arma, dándole en el hocico, lo que lo enfureció más. Era la segunda vez que le pegaba en el mismo sitio, antes con la rama. Mientras era arrastrado, le lanzaron desde la multitud un mazo bien pesado, lo que retrasó el jalón de la bestia. Sin embargo, la tironeada del orripilo lo hizo ceder y soltó el mazo, que nunca pudo levantar. Su corazón comenzó a latir fuerte, su instinto de supervivencia pasó de un susto que lo abordaba a mucho enojo, una rabia se apoderó de él. Su cabeza y rostro comenzaron a llenarse de pelos y un par de orejas puntiagudas; sus encías sangraban al mostrar una hilera de cuchillas en sus fauces. Su boca se transformó en un hocico largo, su ropa se estiró hasta romperse y su pelaje cambió a jaspeado y multicolor. Aún con voz en sus cuerdas vocales muy grave, le contestó al muchacho contrario justo antes de llegar a las fauces de la bestia:
—¡PUEDO CONTIGO Y CON QUIEN SE ME PONGA EN FRENTE! LUEGO DE ESTE, SIGUES TÚ, CABRÓN.
Soltó una gran carcajada de ultratumba, cambiando aún más su voz hasta soltar un gran aullido, seguido por un alarido, ya que su metamorfosis aprisionaba ahora su muslo por las púas. Se ancló con sus patas al piso y tirando de un jalón a la bestia la atrajo hacia sí, mostrándole los colmillos. Sus fauces desbordaban furia y sed de sangre, a lo cual le asestó dos zarpazos. Con uno desgarró el tentáculo y con el otro solo acarició el aire, ya que la bestia retiró rápidamente el tentáculo. En su forma crinos, se abalanzó encima, mordiendo y desgarrando el hocico de la bestia, triturándolo con su mandíbula. Metió su zarpa afilada dentro de lo que sería el estómago de la bestia, si lo tuviera, para sacar todas sus vísceras.
Narrador:
Calmar el Furioso: el formor sintió cómo la rabia irradiaba en el cachorro al que sostenía la pierna con el tentáculo derecho. Sintió esa deliciosa sensación de desesperación por no ser arrastrado a su hocico lleno de colmillos, disfrutando lo que ocurría, pero no dejó de prestar atención al otro cachorro. Escuchó cómo el viento se distorsionó a su izquierda; era su objetivo que había cambiado de posición y ahora estaba por encima, levantado en el aire. Al percibir esto, cambió de dirección sus tentáculos, que salieron de la espalda. En lugar de dirigirlos directamente al escudo, los separó para llevarlos directamente al cuello de su objetivo. En ese mismo instante sintió un dolor agudo: la espada había cortado el tentáculo izquierdo, con el cual el engendro del Wyrm pretendía al inicio dañar al cachorro. El tentáculo cayó al piso, desparramando un líquido viscoso y purulento. El formor comenzó a gritar de manera horrible, no por el tentáculo, sino por algo peor. Como si se desesperara por algo, la razón no tardó en manifestarse: Derek se había transformado en Crinos. El formor fue arrastrado hacia Derek, lo que evitó que las púas de los tentáculos de la espalda se clavaran en el cuello de Erikulf. Luego de ser arrastrado, el formor sintió cómo su tentáculo derecho fue desgarrado hasta quedar una tela de piel y un charco de líquido amarillento. Tras sentirse arrastrado como un trapo, el formor murió triturado; el cráneo fue aplastado por la mordida del Crinos. Pero Derek no se contentó con eso, destripó al formor hasta dejarlo en un zócalo de columna vertebral y trozos de piel y hueso molido. Los que observaron la transformación del cachorro celebraron la masacre que vendría, considerándola un buen espectáculo: un cachorro en frenesí. Sin embargo, no se quedaron quietos. La misma garou Fianna que los había metido ahí ordenó que detuvieran al Crinos y salvaran la vida de Erikulf de una batalla sin control. Dos guardias se metieron y lo sacaron antes de que Derek terminara con el formor y siguiera con él. Luego entraron dos Crinos que, con gran dificultad, lograron sujetar a Derek. Uno de ellos obtuvo su cicatriz por hacerlo. Finalmente, lo sedaron con gran dificultad y lo llevaron a una de las habitaciones, donde volvió a su forma desmayado y lo echaron sobre una cama. Por otro lado, a Erikulf lo llevaron a regañadientes a la taberna. Allí, la Fianna le dijo que había peleado como un guerrero, y le preguntó dónde había aprendido a combatir y si estaba igual con su amigo con el que los habían metido en la arena.
James:
—¿A nuestra Keket? —dijo James con una sonrisa algo falsa, como si su relación con la adren fuera de amistad—. Entonces eres la embajadora de los Danzantes de la Luna. —Con su mano señaló el festival como antes lo hizo para el cachorro de los arbustos—. Todo esto es por ustedes, celebramos que ahora la región está casi completamente protegida. El consejo del túmulo así lo quiere.
Los otros dos cachorros que estaban ahí tenían una historia distinta, ambos estaban de paso. Sonrisa Escarlata los miró y achicó los ojos con una sonrisa aún más falsa.
—Encantado de conocerles, Janedra, Pietro y Kira. Espero estén disfrutando de este consejo. Es un consejo de la Camada de Fenris, pero se preguntarán, ¿por qué yo, un Fianna, hago este consejo? Nuestra manada Semillas de Yggdrasil es multitribal y las tribus más numerosas somos Fianna y Camada de Fenris. Es valioso honrar a nuestros aliados. ¿Verdad, Eodar?
El cliath no respondió. James escuchó un ruido y se volteó instantáneamente. El cachorro de los arbustos tenía un nombre: Vild, y era un Contemplaestrellas. Juntó las manos, asintió y lo miró con algo de desagrado.
(“Este cachorro no me serviría para la guerra, a menos que le indujera a realizar el rito como Camada de Fenris. Y si lo hago, nos enseñaría el Kailindo…”).
Muchas ideas llegaron a la mente de Sonrisa Escarlata; tenía planes para ese cachorro. James comenzó a caminar y volvió a mirar a los otros cachorros.
—Bueno, me dicen en la taberna —sonrió mostrando sus largos caninos—. Vamos a la taberna, deben tener hambre, ¿verdad, Pietro?
Les dijo a los cuatro para que lo siguieran. Cuando James entró en la taberna, el cliath había ordenado preparar una mesa con las mejores carnes de ganado para el Alpha y todos los cachorros que habían llegado. James fue el primero en tomar una posición en la mesa, se sentó en el medio y arrancó una pierna de pavo. Se la llevó a la boca y comenzó a masticarla.
Pietro:
—Muchas gracias, James, con gusto te seguiré y vamos viendo todo el lugar —dijo Pietro, mirando a Vild y saludando asintiendo con la cabeza. Luego se dirigió a las chicas—. ¿No les gustaría después de ir a comer algo, ir a divertirnos los tres? —puso una mirada de camaradería—. Claro, si quieren invitar al monje, se podrá poner más divertido aún. Si aún no se deciden, lo podrían hacer durante la comida. Allá las espero —dijo mientras caminaba en dirección a la taberna y les guiñaba el ojo a ambas.
Janedra:
Janedra vio la cara de hipócrita que Pietro mostraba y esa sonrisa falsa. (Este tipo me trae mala espina… es mejor guardar la compostura y ver qué trama. Estoy sola acá, así que tengo que cuidarme de con quién hablo en este lugar…), pensó mientras seguía con la mirada hacia donde Pietro apuntaba. —Gracias… —dijo en un tono calmado pero con desconfianza, viendo cómo el joven les decía que las vería en la taberna y sobre divertirse todos juntos. (Creo que será mejor ir a comer, ya pasé mucho tiempo con este extraño hipócrita… tranquila, Jane, tranquila… respira y sonríe), se dijo a sí misma. Luego se dirigió a la chica—. Oye, vamos a comer, yo invito —sonrió y empezó a caminar sin tener la sensación de que Pietro la seguía viendo.
Kira:
Con una amplia sonrisa, Kira le contestó a James—. Muchas gracias, voy detrás de usted. Escuchó lo que dijo Pietro y rodó los ojos. (Habiendo tanta gente, viene y toca este tipo, pero vamos a divertirnos), pensó. Antes de que Pietro se alejara, alzó un poco la voz y le dijo en tono burlón—. ¿Divertirnos? Querido, no te confundas, me divertiría primero con cualquier otro antes que contigo —sonrió. Después de esto escuchó que Janedra la había invitado a comer. —Hee, pues gracias, te sigo —pensó que deberían ir todos—. Venga, niño monje, debes tener hambre, hay que comer —dijo sonriendo.
Vild:
Tras escuchar el nombre de los otros garous, Vild los aprendió al instante y también escuchó atentamente lo que les decía Pietro mientras lo excluía de su comentario. Se apoyó en la pared más cercana con algo de fuerza, logrando hacer un ruido muy leve que James notó. Lo miró de reojo y se percató de que James ya fijaba su mirada en donde él estaba. Pensó (Vaya, notó mi presencia). A la vez, notó cómo la mirada de James cambiaba a una de desagrado, lo cual le provocó algo de molestia, y casi al instante la cambió por una un poco más agradable. (¿Quién entiende a este?), pensó. Suspiró tras presenciar ese momento, y James empezó a caminar nuevamente. Sin pensarlo, Vild se puso firme y empezó a caminar tras él, levantando su mano diestra en señal de saludo a Pietro. Escuchó a dónde se dirigían, lo cual le provocó una sonrisa en el rostro que intentó ocultar. También notó cómo Pietro mostró una sonrisa falsa y cómo fue ignorado por Janedra, así como la respuesta de Kira. Sonrió, esta vez con intención de burla—. Muchas gracias, las sigo —dijo mientras dejaba salir una sonrisa y caminaba detrás de ellas.
Erikulf:
Erikulf no entendía cómo el tiempo pasaba tan rápido y tan lento a la vez. Miró y vio al imbécil fuera de sí jurándole su muerte, y así vio cómo se transformaba para matar al bicho. Algo agitado, se alejó un poco viendo cómo poder sobrevivir evitando el líquido que tiraba la bestia. Pero al ver que todo empeoraba, dos tipos enormes de nuevo lo agarraron—. Che, ¿sabían que tengo piernas? Si me dicen que camine, puedo caminar. De onda, no me cuesta nada —dijo. Lo dejaron en la taberna y tiró las armas a un costado. Estaba bastante sucio y su camisa, que había logrado agarrar, se había roto—. Mierda, era mi favorita —levantó la mirada al notar que la tabernera estaba ahí algo emocionada preguntándole dónde había aprendido a pelear. Sonrió algo tímido—. Emm… fue uno de mis hermanos lobo de otra manada. Somos… éramos… los mejores amigos. Me enseñó a luchar con y sin armas para que no dependiera todo el tiempo de mi forma lobuna. ¿Tendrías una cerveza y 4 salchichas más? Muero de hambre —pidió mientras trataba de arreglar su camisa. Miró hacia un costado y vio al Alfa. Se notaba que era él… debía hablar con él de inmediato—. Hey, señorita… disculpe… pero ¿tiene idea de cómo puedo acercarme al Alfa y hablar con él? Quisiera unirme a su manada—.
Derek:
Cerró sus ojos, oscuridad y silencio en aquella noche aún inexplicable. Sus oídos gritaron, al vacío pérfido, hasta que su grito se hizo insoportable. Se sintió caer, en un abismo que pareció arrastrarlo a la misma muerte. Hasta que súbitamente, cual explosión, salió expulsado al firmamento silente. Y como una pluma en el aire… voló atraído por el universo gris. Supo entonces que su cuerpo, no estaba ahí… Se vio desolado, pero más tarde… ¡una gran tormenta lo atrapó! ¿Dónde estaba? Se cuestionaba… un suelo conocido pero completamente corrompido. ¿Era posible que entre el caos encontrara paz o entre tanta paz hubiera un caos iracundo que quería reducirlo a su existencia neta? Vio su cuerpo muy lejos de sí, acomodado en una pobre cama, desnudo, inconsciente. Lo que podía recordar en este desdoble que había sentido muchas veces, su viaje astral como lo podía deducir a un mundo entre dos… la Umbra
Narrador:
Uno de los Cliath que había sedado a Derek, entró en la habitación donde el cachorro dormía, tenía órdenes de llevarlo con el Alpha. Para su sorpresa, el cuerpo estaba recostado como inerte, apenas se movía por la escasa respiración. Preocupado por la dosis de sedante que le había dado a un cuerpo tan pequeño y, aunque pensó que era suficiente según las clases de enfermería que tomó con Keket, decidió que lo mejor sería despertarlo. Obtuvo un habano de su cazadora de cuero plomo, se acercó al cuerpo del cachorro, encendió el habano y sorbió una calada, el humo lo sopló en dirección a la nariz del cachorro para que reaccionara por el dióxido de carbono. Al ver que en primer momento no despertó, no se molestó por esperar que lo hiciera, rápidamente bajó hasta la taberna en busca de ayuda, quizá un desfibrilador, dejando tras de sí el ruido sobre la madera.
Pasos rápidos apoyaron sus codos sobre la mesa donde se había sentado Erikulf, colocó su cabello hacia su lado derecho para ocultar sus labios bajo la sombra rojiza que provocaba la luz en su cabellera roja de Fianna, así nadie leería sus labios. En susurro le dijo algo apenada por el cachorro que le había caído bien, que tuviera cuidado con lo que deseaba y que si estaba decidido no se preocupara por la comida porque el banquete de la mesa donde se encontraba el Alpha era para los cachorros que visitaban las tierras, la manada estaba reclutando. Una vez le había informado que la comida de la mesa del Alpha también era para él, la Fianna fue y volvió de la barra con un jarro de cerveza para el cachorro, se regresó hasta atrás de la barra para solo mirar lo que pasaba.
James:
—Hey, Vild (¿verdad, así te llamas?), siéntate acá —le separó una silla a su izquierda para que el cachorro de los contemplaestrellas se sentara junto a él—. En ese mismo momento, con un gesto de su mirada vio hacia la entrada y a uno de los parentela entendió la orden, les pidió a Janedra, Kira y Pietro que acompañaran al Alpha en el banquete. James rompió él mismo la carne que se servirían los cachorros, la puso en unos platos, como si de un padre de familia a sus propios hijos se tratara. Guardó silencio, solo los huesos al romperse de los animales cocinados en el banquete, se escucharon. —Entonces, ¿me repiten de dónde son? —les dijo dibujando una sonrisa malvada, para luego darle otra mordida a la pierna de pavo que tenía sujeta a su mano—.
Pietro:
—Tomó un asiento junto a la mesa— (todo huele y se ve tan bien… y yo pasando hambre antes de llegar aquí). —Bueno, James, agradezco su amabilidad. —Tomó el pedazo de carne que le había servido y lo empezó a comer, se levantó un poco y pidió un tarro de cerveza, haciendo la seña de que fuera grande, muy grande—. —Bueno, de hecho, viajo mucho, soy originario de América, mi padre es europeo y mi madre… —hizo una pausa, recordando que los del Sudor de Ymir no son muy bien vistos para algunos fenris—, mi madre es de allá. Planeo regresar allá para visitar a la familia en unas temporadas y a cerrar un trabajo, mientras viajo, conozco, trato de aprender algunas costumbres y creo que es todo, me gusta mucho cultivarme. —En cuanto terminó la frase volteó con Jan, levantó un poco la ceja y siguió comiendo—. —Bueno, necesito un poco de cerveza aquí. —Otra vez levantó la mano por si en dado caso no lo habían visto hacer su seña antes—. Y bien, creo que sería todo a grandes rasgos, si me encantaría James si me pudieras brindar un lugar donde quedarme esta noche, para descansar y hacer un poco de trabajo personal.
Janedra:
(Ese tipo no le cae bien, algo trama… será mejor no decir mucho, no quiere meter a Ikal, Ankor y Atuc en peligro si da más información). —Toma asiento a dos asientos de Escarlata y lo voltea a ver de reojo en escasos segundos mientras el chavo habla. Una incomodidad le llena todo el cuerpo pero debe tomar la compostura y hacer como que no tiene nada.— Con todo respeto solo diré lo siguiente: vengo de tierras muy lejanas y he viajado mucho, ahora estoy en una manada y estoy a gusto. (Será mejor mantenerse lejos) —Solo mira como le sirven su plato y ve de reojo a Escarlata.—
Kira:
—(El aroma de la comida es incomparable). —Sonríe a James—. De verdad, pues muchas gracias por tan amable gesto de la comida— dice mientras toma el asiento que está junto a Jane ya que está vacío. Antes de empezar a comer, echa un vistazo a su alrededor y escucha que han respondido a sus preguntas (bien, esto es extraño, hay mucho interés por saber quiénes somos). Termina de escuchar a Jane—. Vengo de muy lejos —dice en tono serio—. Mi madre falleció cuando era pequeña y mi padre, bueno, él me dejó a cargo de algunas personas —sonríe—. Ahora estoy intentando crecer, aprender, encontrarme— (Cree que esa no fue la mejor respuesta) vuelve a ver a su alrededor, observa cómo sirven la comida, suspira profundamente.
Vild:
—Entra a la taberna y nota como ya le han servido a James, lo cual le hace pensar que es importante por estos lares. Se da cuenta que le dice que se siente cerca de él, suspira y se dirige a donde dice. Se sienta y asiente con su rostro a lo que le preguntó, presencia cómo en un plato aparte les sirven carne a cada uno de ellos.— Muchas gracias señor Sonrisa Escarlata, es muy amable de su parte —toma un trozo de carne para empezar a comerlo, el cual tiene la textura perfecta y un sabor exquisito. Escucha a James mientras les vuelve a preguntar lo mismo y así mismo la respuesta de los otros, deja de comer.— Soy de Henan, China, pertenezco al monasterio de Shaolin, me permitieron salir de viaje a donde yo quisiera. Mi padre falleció cuando era pequeña y aún era lupus, al igual que su madre. Aunque con su madre tuvo la posibilidad de estar más tiempo —baja levemente su rostro al decirlo y deja salir una sonrisa falsa.
Erikullf:
—La escuchó con atención mientras miraba directamente hacia la mesa. Se notaba que el Alpha parecía muy popular y muy satisfecho consigo mismo. Levantó una ceja. Vio que uno de ellos, que si no se equivoca era el que había llegado con una motocicleta y estaba mirando a las chicas con deseo, pedía una y otra vez una cerveza grande. Miró su cerveza. Era bastante grande. La miró— Gracias, en serio —le sonrió y dejó pagadas las cosas con una propina importante. Se arregló la remera que llevaba, que aún tenía marcas de la pelea de la arena, acomodó su pelo, y se fue acercando. Dejó el gran tarro de cerveza delante del musculoso y miró al Alpha— Buenas. ¿Molesta si me sumo a la charla y a la mesa?
Derek:
Su conciencia fue atraída a una cortina de neblina que se formaba delante de él, la cual lo atrapó de inmediato, sintiendo como si no pudiera salir de esta. Le hacía falta el aire, como si se asfixiara y entrando en una fuerte crisis de tos terminó despertándose en la habitación de la cabaña. Llevándose la mano a la boca, se fijó que estaba de vuelta, que había retornado a su cuerpo. Tocándose por todos lados, descubrió el dolor; no había heridas, pero sí dolor y moretones, con un fuerte dolor de cabeza y visiones difusas mientras trataba de recordar cómo había llegado hasta allí y lo que había pasado en la arena. Sentado con las manos puestas en su cabeza del dolor, sobre la cama completamente desnudo, vio que ya no portaba más sus ropas. Miró a su alrededor y observó un chaleco de pieles y unos pantalones con botas bastante peculiares. Decidió ponérselos, casi cayéndose al piso cuando intentó caminar. Pudo reponerse y avanzar, enseguida al haberse cambiado. El piso de madera rechinaba mientras caminaba y se quedó fuera, en el bosque observando ya poca gente, algo desorientado.
Narrador:
A Janedra le había escoltado un cachorro de los puros, quien estaba anonadado por perder a la diplomática de su manada, así que estuvo esperando en el lugar más visible de la aldea, junto a una pileta en la que se asentaba un reloj gigante. El cachorro de los puros miraba el reloj en todo momento, ya quería irse, se sentía incómodo con tanto garou europeo. En un momento de silencio, cuando parecía que los segundos eran minutos, escuchó el crujir de una puerta a la que probablemente no le habían puesto aceite en años. Seguido de un joven con apariencia de ebriedad que salió por esa puerta en dirección al bosque. Al cachorro de los puros se le ocurrió preguntar por una mujer menuda, con melena larga y aspecto de hippie. El cachorro siguió al ebrio hasta el bosque y llegó detrás de él al lugar donde este decidió detenerse. Afinó su voz con saliva y lo saludó en idioma de humano, le preguntó qué hacía en ese lugar y si se encontraba bien. De su bolso sacó una cantimplora que tenía dibujado un águila, un chacal y un oso, hecha en cuero de toro.
En la taberna había mucho movimiento; todos entraban al lugar y buscaban un espacio para embriagarse. En la mesa donde el Alpha reclutaba, la atención era buena, los parentela buscaban y traían los caprichos y necesidades de los cachorros. James, ante la mirada de Sonrisa Escarlata, consideraba a Vild un cachorro interesante; sabía informar de todo lo que conocía, sería un perfecto espía. Por otro lado, las dos chicas eran reservadas y no le supieron dar mayor información, lo que no le importó, pues de una u otra forma la obtendría. También estaba un cachorro musculoso que hacía las veces de un galán y le recordaba a su amigo Erik Lykov, quien de joven era mujeriego, un fenris con gran renombre y ahora anciano. Luego llegó otro cachorro, de rostro con señales de una vida dura y llena de experiencias. Sonrisa Escarlata lo miró y sonrió con una sonrisa que denotaba unos planes a futuro para aquel garou.
—Bienvenido, come lo que desees —se dirigió al garou que acababa de sentarse—. Bien, creo que por ahora no tenemos otros comensales para compartir este banquete —hizo una pausa corta y les comenzó a explicar de manera enérgica y orgullosa—. Como sabrán, o si no lo saben, yo soy James Sonrisa Escarlata, Alpha de Semillas de Yggdrasil. Para mí es un honor recibir a los cachorros que viajan o llegan a la región de Abel Tasman. Nuestra manada está reclutando cachorros; me gustaría que ustedes fueran parte de nuestra manada. Tendrán un hogar y sustento. Lo único que deben hacer es reconocerme como su Alpha.
Pietro:
Pietro vio cómo se acercaba otro chico con cerveza y cómo la ponía enfrente de él. Se quedó un poco atónito, pero le agradó el gesto. Volteó a mirarlo y le sonrió.
—Oye campeón, muchas gracias. Creo que tú y yo nos vamos a llevar muuuy bien.
Le arrimó una silla y cerró su puño, dando un golpe en el hombro del chico. Tomó el tarro y le echó un trago largo a esa rica y deliciosa cerveza.
—Ahhhhh —exclamó.
Escuchaba atento lo que decía James; la oferta era tentadora, formar parte de su manada, pero ¿hasta qué punto le permitiría estar con ellos? Porque Pietro también tenía sangre wendigo, era esa mezcla extraña que a muchos no agradaba, y no sabía si a él u otros les incomodaría. Por lo general, siempre tenía problemas con esa parte. Siguió comiendo y bebiendo, esperando a que se hiciera más tarde para poder dar una vuelta y recoger unas cosas, ya que si se daba lo de estas chicas o algún chico, ya sería algo extra el día de hoy.
Janedra:
Mientras escuchaba cómo los demás se presentaban de nuevo, Janedra aprovechó para comer. Para cuando llegó su momento, ya había terminado de comer.
—Gracias por la comida, estuvo muy rica, Sr. Pero sobre su propuesta… con todo respeto, yo no aceptaré.
Volteó a ver a Escarlata. —Yo en Danzantes de la Luna ya tengo un alfa, así que lamento si no acepté su propuesta… (¡Hastaaaa creeeee que será mi alfa de ninguna manera!) —Alejó un poco el plato indicando que ya terminó de cenar.
Kira:
Kira vio al chico que se unió a la mesa, era un tanto extraño, se veía que había estado en algo antes. Llevaba pequeños pedazos de carne a la boca que masticaba lentamente, terminó de tragar una parte de lo que estaba en su plato y escuchó con atención lo que decían. Él hizo una pregunta que dejaba mucho que pensar, no sabía si realmente quería estar allí, dijo tranquilamente:
—Bien, su ofrecimiento es algo que debería pensármelo y no tomar tan a la ligera, en realidad sería bueno estar acá con usted, aprendería cosas y me ayudaría a crecer a mí misma. —dijo, no había podido estar relajada desde que llegó al lugar, el ambiente era tenso, como si en el lugar pasara algo extraño o tal vez fuera por toda la gente que estaba alrededor. No estaba tan acostumbrada a esto (es buena idea, dijo, nunca nadie antes me había ofrecido pertenecer a algún lado) —Volvió a cortar pequeños pedazos de carne y siguió comiendo—
Vild:
Vild comenzó nuevamente a comer después de haberse presentado y notó cómo otro garou se acercaba con un gran vaso de cerveza y se sentaba al lado de Pietro. Finalizó de comer lo que se encontraba en su plato.
—Muchas gracias, señor Sonrisa Escarlata, muy amable de su parte habernos invitado —dijo y sonrió al ya estar satisfecho con lo que comió.
Escuchó atentamente la oferta que se ofrecía a los garou que se encontraban en la mesa y se puso a pensar mientras esperaba la respuesta de alguno. Ser de una manada, muy interesante la oferta, tener un hogar… un sustento… no podía negar que sí le interesaba, pero tenía que pensarlo. Sonrió y se levantó de su lugar, no sin antes decir:
—Me llama la atención, señor Sonrisa Escarlata, pero si me lo permite lo pensaré. —Caminó lentamente hacia la salida, salió de la taberna y nuevamente se subió a un techo para descansar sobre éste. Suspiró al estar ya acostado sobre el techo de la taberna y empezó a presenciar las nubes, cómo se movían, el color que tenían y las formas, mientras pensaba en la oferta propuesta por James.
Erikulf:
Erikulf se sentó al lado del chico motoquero y agarró una pierna de pollo de la mesa. Mientras comía, escuchaba al que parecía el Alpha. Levantó una ceja intrigado.
—O sea que mientras hagamos lo que vos nos digas, somos tu manada.
Había algo que no le cerraba. Tal vez por desconfianza pura de nacimiento, pero en sus ideas había algo. Nadie daba todo eso sin nada a cambio. Miró a las chicas y a los chicos. Una había rechazado. Los otros no decían mucho. Lo miró. Y la curiosidad mató al lobo. —Yo acepto.
Derek:
Inhaló fuerte y retuvo aquel aire puro en sus pulmones. Desde hace mucho no había visto un lugar tan colorido, el verde reinaba en sus áreas llenas de grandes árboles. El ruido de los animales por doquier lo atraía mucho. A pesar del dolor en su cuerpo, su alma se sentía en armonía y en paz; por primera vez sentía que encajaba en algún lugar. El aire seguía resoplando una sutil brisa en su rostro; las hojas de los árboles que caían danzaban sobre sus corrientes. Cerrando los ojos, exhaló muy despacio. De pronto, esa paz fue cegada ante una aguda voz que se coló en sus sentidos auditivos. Se giró rápido sobre sus talones hacia donde provenía aquella voz.
—Saludos, bueno, desperté hace un rato. Pasan muchas cosas extrañas aquí, he visto en este campamento seres bestiales y monstruos que no me explico. Estoy asimilando todo muy rápido, además me duele un poco la cabeza al tratar de recordar qué hice en aquella arena. Recuerdo solo que estaba frente a un monstruo con un muchacho a mi lado bastante llorón; luego sentí que mi cuerpo ardía y mis pulsaciones se aceleraron al borde de tener un colapso o un ataque cardíaco, pero después de eso no recuerdo más que un desdoblamiento de mi cuerpo y luego despertar desnudo en una habitación. ¿Sabes dónde puedo encontrar respuestas? Vine a eso, pero hasta ahora no comprendo nada y me está frustrando toda esta situación. Estoy deseoso de tomar mi moto e irme ahora de aquí, ¿podrías por cierto regalarme un poco de agua? Siento mi garganta muy reseca y no me he hidratado lo suficiente —concluyó.
Narrador:
El cachorro de los puros le ofrece la cantimplora al ebrio. Lo escucha e intenta imaginarse todo lo que le dice, pero es inútil; parece que está sumido en un sueño bastante raro. Un minuto de silencio le parece oportuno para preguntarle cuál es su nombre, si pertenece a la manada Semillas de Yggdrasil y finalmente si conocía a Janedra.
James:
El Alpha vio a los cachorros bastante indecisos y era obvio; acababan de conocerse y no había gran diferencia de tiempo desde su llegada. Una de las cachorras, perteneciente a los Danzantes de la Luna, tenía clara su lealtad, lo que para un garou con la experiencia de James era muy importante. Cuando lo rechazó, sintió que perdía a un gran elemento; a él le hacían falta personas en las cuales confiar. Pero de todos los cachorros presentes, el más guerrero aceptó pertenecer a la manada Semillas de Yggdrasil. James se incorporó, apoyando sus manos en la mesa y echando atrás la pesada silla con ayuda de sus piernas. Miró seriamente a todos los que estaban en la mesa, luego a la barra. Llegaron unos cliath con hidromiel para todos los que se habían quedado.
—Tenemos que brindar —dijo mirando a Erikulf y luego a los demás—. Este brindis es por la juventud garou. —Agarró su jarro de hidromiel y se tragó su contenido completo—. Todos pueden quedarse, hasta que al cabo de cuatro días tendrán que tomar la decisión. —Dirigiéndose a Erikulf, continuó—: Tu rito de iniciación será más temprano que tarde.
Pietro:
— ¡Hidromiel! (¡Pero qué oportunidad tan gloriosa, acaso hoy será ese día? Mi día. Jajaja). — Ya anda un poco alcoholizado y escucha atento que son 4 días en los que deben elegir. (Podría aprovecharlos). Continúa bebiendo, mira detenidamente al chico que se va a quedar como parte de la manada; se ve que le ha pasado de todo, pero sí aguanta un buen round por lo que ve. Se levanta en dirección a la barra y le pide a la que atiende que le guarde un poco de hidromiel para más tarde en una botella. Se dirige hacia la mesa.
— Bueno chicos, los dejo, que sigan pasándola bien. Solo una cosa, James. ¿Dónde pudiera quedarme? — Mientras espera su respuesta, pone su mano en el hombro de Erik y aprieta suavemente.
Janedra:
(Ok, parece que es bueno… aquel chico se lo terminó…). Por unos instantes, se queda viendo a la bebida. Ver cómo la espuma se escurre por el tarro hace que la bebida se vea deliciosa. Sin más, procede a tomárselo de un solo sorbo, pero para su desgracia, era una bebida embriagante y ella jamás había tomado algo así. (Uff, ya me dio calor… mejor iré a tomar aire un rato).
— Muy rica la cena y la bebida deliciosa, muchas gracias, pero igual paso a retirarme. Iré a dar una vuelta al lugar. — Se levanta ya a duras penas, ya que empieza a marearse un poco y sale de la taberna para tomar aire fresco.
Kira:
Observa cómo con solo voltear a ver a esos tipos, James hace que le traigan las bebidas, dejando una para los otros y una bebida espumosa para ella. Ya que no tomó nada durante la cena, toma todo el hidromiel y siente cómo el líquido recorre su garganta. Tal vez podría quedarse en la barra a pedir unos cuantos más. Se levanta de la mesa; antes de retirarse de la misma, voltea hacia James.
— Es un gran ofrecimiento, me gustaría pensármelo bien. Quisiera saber si podría proporcionarme algún lugar donde dormir. La comida ha estado muy bien, muchas gracias. — Sale del lugar a paso lento, ve a la otra chica un poco mareada. Tal vez no esté acostumbrada a beber. Voltea a otro lado, observando cada detalle de aquel lugar. (Es una decisión importante, debería pensármelo bien).
Vild:
— Aún sobre el techo, escucha con algo de dificultad que les darían unos días para tomar la decisión, sin saber cuántos días eran, decide que al día siguiente en las horas de la mañana o quizá en la tarde diría su decisión, ya estaba casi seguro de su respuesta, pero debía pensar un par de cosas, (¿Dónde me quedaré hoy? Supongo que acá en el techo, estaría bien, adoro sentir la brisa del atardecer y anochecer, aunque aún no me acostumbro totalmente a la madrugada, pero nada que no pueda solucionar una larga meditación), cierra sus ojos y escucha un grito algo fuerte, podría ser de algunos de los garous que se encontraban. — Hidromiel, exquisita bebida, lástima que no puedo beber todo lo que deseo, solo en fechas especiales, aunque… estando viajando y supongo que no tendría nada de malo al fin y al cabo esta es una fecha especial, al menos para mí. — Lo dice en un tono bajo y dice entre pensamientos, pues bien, mañana beberé se acomoda de manera que pueda descansar y cierra los ojos, pero sin planear dormirse.
Erikulf:
En cuanto a las palabras de James, asiente y brinda. Veremos qué traes entre manos. Se sienta nuevamente y ve que el tipo musculoso le agarra el hombro. Se gira mirándolo de mala forma y sacude el hombro sacándose su mano.
— ¡Que te haya traído una cerveza no quiere decir que quiera casarme con vos, eh! — dice levantando una ceja y tomando de a poco el hidromiel. Los demás parecían apurados, pero él se queda sentado disfrutando el momento.
Dereck:
Escucha atento a sus preguntas, las cuales se compromete a responder, aun sabiendo que también han anulado las respuestas que tanto esperaba, mientras escucha su cuestionamiento, toma la cantimplora que le había brindado mirando los animales resaltados en ella, sin ningún problema abre esta y bebe un poco de agua, necesitaba significativamente de un trago, su garganta estaba ya muy reseca, se la devuelve y se presta a contestar tratando de abrigarse más con el chaleco de pieles, la tarde comenzaba a refrescarse mucho y el sol iluminaba poco ya por ende el frío comenzaba a colarse casi hasta sus huesos.
—Mi nombre es Derek, Derek Tanner, no pertenezco a ninguna manada, vine por respuestas y mentor pero aún no hallo ninguno, y no he escuchado hablar de aquella dama a la cual te refieres, amigo, ¿debería conocerla? ¿Ella podrá contestar mis inquietudes?
Narrador:
El cachorro de los puros observa cómo el joven sediento le da un trago profundo a la cantimplora. Cuando termina, se la devuelve y el cachorro de los puros la toma con su diestra y la guarda a su lado derecho, amarrándola con un cordón junto a su pantalón. Se queda en silencio, ignorando las preguntas del joven hasta tener respuestas. Al escuchar su nombre y algunas respuestas, el cachorro de los puros dice llamarse Wascar y ser un descendiente de uktenas de América. Wascar lleva su mano a su mentón, mira hacia las copas de los árboles donde algunas aves trinaban, pensando cómo responderle a Derek. Finalmente, le responde que las respuestas están en la umbra y que si las quería saber debía viajar a la umbra. Cuando Wascar estaba a punto de irse, observa que Janedra sale de la taberna. A Janedra le acompaña otra joven. Hace contacto visual con ambas y las llama. Comienza a caminar hacia Janedra y su compañía, pero antes de alejarse le dice a Derek que le acompañe, porque se notaba cansado y no quería dejarlo ahí.
James se retiró no sin antes decirles a los cachorros presentes que las llaves las tenía la tabernera. Lo cierto es que el Alpha ya no soportaba el hambre, lo estaba volviendo loco y solo quería un poco de carne humana. Ahí no la encontraría, eso era seguro, así que salió de la taberna rumbo a los bosques; pues no faltaban los alpinistas en las pequeñas colinas de Tasman. En la taberna, los galliard entonaban hazañas de la Camada de Fenris. La mayoría ya estaban muy ebrios para hablar coherencias. La tabernera se acercó con dificultad a cada uno de los cachorros; había muchas personas en la taberna. Les entregó su respectiva llave de dormitorio y les indicó dónde estaba su ubicación con un croquis de la parte domiciliaria de la aldea. Incluso logró acercarse al cachorro que se había trepado al techo. Con ayuda de una escalera, subió para entregarle unas llaves, el croquis y un jarro de hidromiel. Luego bajó a cumplir sus funciones de tabernera.
Pietro:
(Parecía que en este lugar les gustaban las viejas costumbres… ¿dónde estaba la bonita tradición de aparearse?). Pietro se dirigió hacia los que hacían la fiesta, entonó las canciones de los Gillard sobre las batallas épicas de su tribu, aunque no fuera bien recibido en algunas. Siguió bebiendo como loco, cantando y bailando, y no desaprovechó para flirtear con algunas personas. Llegó la tabernera, y le entregó unas llaves y el croquis; no pudo evitarlo, le miró los senos disimuladamente, le agradeció, fue a la barra a recoger su encargo de hidromiel y salió en dirección a su moto. Se montó en ella y se dirigió hacia el lugar. Llegó y abrió la puerta de donde iba a descansar. Sacó de su mochila cosas para poder montar un pequeño altar, con una vela, un pequeño cuenco en el cual depositó un poco de hidromiel que había pedido para llevar en una botella, puso su saco de runas, un cuchillo y una sonaja navajo en su altar. En el mero centro, puso una pequeña figura del lobo Fenris. Encendió la vela y tomó la sonaja para entonar un pequeño canto, que le enseñaron para los espíritus. Terminó y se dispuso a quitarse toda la ropa y tirarse en la cama a descansar un poco.
Janedra:
Ya fuera de la taberna y mareada, Janedra sintió cómo una pequeña brisa le recorría el cuerpo, sintiendo relajación, pero volteó y vio que no era la única en salir de allí. En cierta parte se sintió aliviada de no ser la única al salir. A lo lejos oyó cómo alguien llamaba su atención; al parecer era un joven a unos cuantos metros de ahí. (¿Qué raro, qué querrá?), pensó.
—Oye amiga, ¿me acompañas? —murmuró.
Se dispuso a ver qué se le ofrecía a aquel chavo mientras empezaba a caminar despacio para no caerse.
Kira:
Antes de seguir a Jane, que le había hablado para que la siguiera, la tabernera le entregó las llaves de donde se quedaría y también un croquis. Dio un pequeño vistazo y vio que no estaba lejos; rápidamente dobló el croquis y metió las llaves junto con él en el bolsillo derecho de su pantalón. Se apresuró un poco para alcanzar a Jane, que estaba unos cuantos pasos adelante. Al alcanzarla justo al lado, notó que el hidromiel le había pegado un poco. (Bueno, al menos vengo aquí con ella), pensó. Le habló un chico, y notó que Jane había dicho “aquel chavo”. Junto al que habló con Jane, había otro chico, y este se veía igual de extraño como aquel tipo que se les había integrado en la taberna. (Todo esto es tan confuso), pensó Kira.
Vild:
Aún sobre el techo y con los ojos cerrados, pero alerta a lo que pudiera pasar, Vild escuchó y sintió una vibración en el techo; esta no era de la música. Sin ignorarlo, pero aún con los ojos cerrados, escuchó una suave voz que le llamaba. Abrió los ojos y se percató de que era la camarera que le entregaba unas llaves, un croquis y un jarro. Lo recibió.
—Muchas gracias, no se hubiera tomado la molestia de subir hasta acá —dijo tras dejar una sonrisa mientras la camarera le daba la espalda para bajar.
Dio un sorbo al contenido del jarro y sonrió al notar que era hidromiel. Genial, ya me hacía falta. Igualmente mañana vendré a beber algo y estas llaves para una posada. Genial, igualmente iré más tarde. Son muy amables acá o eso aparentan, pensó. Empezó a jugar con las llaves, tirándolas hacia arriba repetidas veces y en la última no las logró atrapar.
—¡No puede ser! —exclamó.
Las llaves cayeron y Vild se levantó para mirar que no hubieran golpeado a nadie.
Erikulf:
La mesera se acercó a Erikulf y le entregó un juego de llaves, aclarando que era de su cuarto. Bien, necesitaba una ducha y descansar pronto. Tomó su camisa rota, un poco más de cerveza y se fue a su cuarto, número 07, su favorito. Sonrió. Abrió y cerró la puerta entrando a la habitación, literalmente se sacó todo y se fue a la ducha. Tenía varios moretones y cicatrices nuevos. Se iban a complementar bien con el resto de las cicatrices. Salió ya más tranquilo y cómodo, se acomodó para dormir y escuchó a su vecino de habitación cantando.
—…..hijo de….. Wyrm… —murmuró y se levantó.
Cada vez era más alto y más ruidoso. Esta no era la hora de ritos y cantos, (debe de estar ebrio). Se puso una remera limpia, unos shorts y descalzo fue y le golpeó la puerta.
Derek:
Dejó sus ojos y sus oídos clavados en Wascar para escucharlo atento a la respuesta que tendría para él. Seguramente al fin encontraría el motivo de venir hasta aquí desde tan lejos y entender muchas cosas que desconozco; sin embargo, su respuesta fue bastante desalentadora, a lo que rodé mis ojos solamente, molesto, refunfuñando. Sus pasos se alejaban y de repente me habló pidiendo que lo acompañara, a lo que pensé: —Encima de desalentador, dictador también —asentí y lo seguí a una distancia de 4 metros.