Encuentros y bebidas en la taberna
23 de julio de 2007
Shira:
Se encontraba en su cabaña, la que le habían designado en la manada, sin nada que hacer y pensativa sobre lo que había sucedido atrás cuando fue partícipe de su primer rito de castigo. Aun estaba algo afectada por las confesiones de aquellos dos garous y en aquel momento sentimientos de tristeza e impotencia la habían invadido. Se levantó de la cama y se quitó la camiseta gris de manga corta que le llegaba a las rodillas, que hacía de camisón. Sus pechos quedaron al descubierto un momento mientras se colocaba su sostén negro, que hacía juego con sus bragas. Se colocó su falda de cuero negro, botas negras de caña alta, también de cuero, un corset negro de cuero y se puso su chaqueta de cuero negro adornada con púas. Luego de colocar en su mochila negra con púas su billetera, su identificación y su reproductor de mp3, se la colocó en la espalda. Se ajustó su riñonera en su cintura con algo de efectivo dentro y su navaja. Una chica debe ser precavida. Decidió salir y al abrir la puerta, la brisa de primavera le dio en la cara, una brisa fresca y renovadora. Cerró la puerta y se dirigió al bar de la otra vez para ver si todo se había calmado y con la pretensión de beber algo. Caminó un poco en dirección del bar y al abrir las puertas estaba todo calmo y se sentó en la barra. Al cantinero le pidió una cerveza colorada y mientras se la traían, de su mochila sacó su mp3 y colocándose los auriculares en los oídos seleccionó una canción de Radiohead. Al llegar su bebida, tomó la jarra por el asa y bebió un trago. Se quedó allí sentada tranquilamente.
Geri:
Sentado sobre una alfombra vieja, de color verde intenso, frente a la chimenea de la taberna, Geri adoptaba una postura de meditación. Sus piernas estaban cruzadas entre sí, su espalda recta y la mirada firme en las figuras que dibujaba el fuego en los maderos. —Enzimas de fuego que catalizan los recuerdos—, dijo en voz baja, en un delirio de emociones filosofadas sobre las llamas. Sus ojos brillaban llenos de emociones mientras agarraba un gancho de aproximadamente 40 cm de largo, de acero negro, uno de las herramientas de la chimenea. Con él, movió los leños acercando lo que no se consumía por el fuego y alejando la ceniza carente de brillo. Detrás de él, había otros garous, muchos de los cuales hablaban de lo que sucedió días atrás. Geri se sentía avergonzado, aún triste, pero intentaba que no se notara. Cuando avivó el fuego, apoyó sus manos en el suelo y se incorporó. Limpió sus pantalones cortos con las manos y abrochó un botón de su camisa de algodón. Caminó hasta la barra, donde un jovencito se corrió un asiento para no estar cerca de él. —Grr—, gruñó. Tampoco quería un amigo en ese momento. Se sirvió una cerveza directamente del barril y comenzó a beberla. Frente a él, disfrutaba de un espectáculo: el fuego de la chimenea formaba imágenes de lobos en el muro. Era bastante divertido y lograba distraerlo de su pesar.
Finn:
—¿Sabes, Stevie? Tú eres el verdadero experto aquí, y realmente necesito tu opinión en esto—, dijo Finn a Stevie mientras le acercaba un pequeño vaso de cristal con un líquido separado entre verde arriba y rojo abajo, un interesante mix que Finn había estado pensando en los últimos días después del juicio de los garou que rompieron la Letanía. Juntó sus manos y las presionó contra su boca mientras esperaba la respuesta de Stevie con ansias. Para sorpresa suya, el tabernero sonrió y acabó de un solo trago el resto de la bebida. El Fianna sonrió de oreja a oreja y le chocó el puño, hablando antes que Stevie para tratar de convencerlo. —Mira, hombre… esa bebida es excelente… pero un trato más acorde sería… ¡incrementar las ventas de este lugar! No te pido mucho… solo te pido el 40% de cada vaso servido de ‘McKenna’s Relax Cocktail’. Y obviamente que tenga ese nombre… venga, que siempre he querido que la gente tome algo con mi nombre… y la idea de unos pantalones de mujeres BIEN apretados que digan en el trasero ‘McKenna’ está un poco complicado con la producción… Y AL PARECER ES DE MAL GUSTO, PAAAAAFF… ¿Qué dices, ah?
Gwen:
El aroma de la madera quemada despertó a Gwen de su larga siesta, que había estado tomando junto a la madera recién cortada. Se levantó, estiró la espalda y rasguñó un poco detrás de su oreja izquierda con su pata. Supuestamente se había recuperado, pero de alguna manera, las cicatrices que se escondían entre su pelaje aún le dolían. Intentó alejar su mente del dolor y observó que salía fuego de la taberna. —¡Filetes! ¡Muchos, muchos filetes!—, pensó emocionada. Sin meditarlo más, corrió hasta el recinto e ingresó por la puerta de la cocina hasta la barra de bebidas. Levantó el hocico para olfatear y reconoció a Finn en el lugar. —¡Ahí está el ‘mucho ruido’!—, exclamó para sí misma. Hacía tiempo que no veía al Fianna, así que se abalanzó en su dirección con la intención de jugar, sin notar que había empujado al tabernero. Una vez junto a él, empujó sus patas delanteras contra Finn, intentando tirarlo.
Erick:
Erick caminaba hacia la taberna con la esperanza de que unos tragos le sacaran de las preocupaciones que le aquejaban. Al entrar en el lugar, notó rápidamente a su cachorra jugueteando con el Fianna que no se callaba jamás. Al aproximarse a la barra, tomó asiento y al mirar a quien se encontraba a su lado, se dio cuenta de que este era el garou que había ocasionado los problemas días antes. A la vez que, en voz alta, le pidió al barman un trago haciendo un gesto con su dedo índice, llevó su mirada al garou a su lado. —¿Qué me cuentas de nuevo?—, le preguntó.
Shira:
Parecía que la tranquilidad se había desvanecido. Los troncos eran removidos en la chimenea mientras aquel garou rubio de barba poblada se levantaba y se dirigía hacia uno de los barriles para servirse algo de cerveza. Gruñía a un pobre humano, mostrando que no había aprendido la lección. En ese momento, la caricatura intentaba negociar con el tabernero para que le vendiera su bebida y tratara de hacer algún negocio. De repente, la puerta de la taberna se abrió y un hombre se sentó al lado del garou rubio, revelándose como el mismísimo alpha. Al levantarse de su asiento y acercarse a una de las mesas con su bebida en mano, pudo ver a una cachorra de garou muy linda que olisqueaba el lugar. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar su propia etapa en esa misma situación. Decidió dar media vuelta y caminó hacia una de las mesas junto al fuego, deseando disfrutar de su bebida en paz sin molestar a nadie.
Geri:
Mientras el lupus bebía su cerveza negra con tranquilidad, no se percató de que alguien se había sentado junto a él, no hasta que uno de los camareros llegó con la jarra dorada, la del hidromiel más costoso. Volteó a mirar quién era el afortunado y vio al Alpha, Erick. Geri no podía sentir más vergüenza. El que le había recibido en la manada con la condición de que no ocasionara problemas estaba sentado junto a él. Intentó parecer normal, como si nada hubiera ocurrido días atrás. Colocó su jarra en la barra, respiró e intentó parecer tranquilo. —Todo en orden Jarl!!—, exclamó. —La cerveza contiene el sabor de la madera, es excelente—. Agarró un jarro limpio y lo llenó de cerveza, luego se lo acercó al alfa. —Veo que Gwen cada día está más alerta—, comentó mientras disfrutaba molestando al Fianna.
Finn:
Y así, el vaso de cristal fue a parar en mil pedazos al lavadero, el cantinero en el suelo y Finn sosteniendo a Gwen de las patas para evitar caer con ella encima. Entre jugueteos y abalanzos, el Fianna no paraba de reír al aplicar fuerza contra la chica. —¡Mira nomás! ¡Señorita! ¡Que no sabes tu fuerza! ¡Déjame… y te invito a un dueto! Quiero escuchar esa voz… en… Don’t Go Breaking My Heart. ¡Sería bueno armar algo así y levantar el ánimo de esta gente! Después de lo sucedido…—, Finn dejó de luchar cariñosamente con Gwen, gradualmente calmándose. —Eso… eso era necesario… pero no le quita el hecho de que haya sido vergonzoso y feo… pero venga, que todos necesitan olvidar ese castigo…. pero recordar bien la lección—. Finn volteó hacia las mesas de la Taberna, aún sujetando las patas de Gwen. Divisó al Alpha hablando con Geri y a la chica rara de la pelea de la otra vez. —Tu padre fue sabio al haberte mostrado eso…. tú no debes cometer esos errores… ni nadie de aquí…. tenemos un compromiso mayor a nuestra existencia…. aunque a veces no lo parezca—. Finn soltó las patas de Gwen y se rascó por detrás de la cabeza. Caminó hasta el cantinero y lo levantó tomando su antebrazo antes de voltear y ver a Gwen. —Ve con tu padre…. anda, que seguro se pondrá feliz—. Se recogió bien la chaqueta de cuero teñida de rojo y cerró sus ojos, caminando hasta la mesa de aquellos dos garou, y en el camino, tomó dos cervezas que acababan de servir. Apenas escuchó las quejas de los clientes, Finn exclamó: —¡Pidan dos McKenna’s a mi cuenta!—. Llegó a la mesa de estos dos sujetos y se sentó junto a ellos, cabeza baja pero con una evidente sonrisa. —Espero no interrumpir…—
Gwen:
“Mucho ruido” había llegado un poco más lejos esta vez. El mantenerla erguida sujetando sus patas delanteras había sido, por mucho, lo más extraño que un garou hubiera hecho, pero también una de las más divertidas, ese era su toque especial, tanto que aun si perdiera el olfato ella podría reconocerle solo con un par de acciones. Fuera de eso no podía entender el significado de mucho de lo que él decía, sin embargo, logró comprender sobre qué hablaba. El simple recuerdo de aquello le revolvía el estómago y le apagaba el apetito.
Erick:
Luego de notar qué nervioso se puso Geri con su presencia y recibir el tarro de aguamiel y beber un trago de él, le pregunta en voz alta: —¿Qué te llevó a cometer esa falta? —De pronto sintió unas patitas caminar en su dirección, lo que lo hizo voltear, era su cachorra que venía a saludarle, a lo que Erick corresponde con unas caricias y le pregunta: —¿Qué tal has estado, cachorrita?
Shira:
Veía tranquila cómo la escena en aquella mesa transcurría desde su propia mesa cerca de la chimenea, mientras su bebida abandonaba su vaso y mientras otra canción de Radiohead se escuchaba en el mp3. Lo colocó en uno de los bolsillos de su chaqueta de cuero, acomodó su mochila tras la espalda y se acercó a la barra. Sacando dinero de su riñonera, pagó su cuenta, y mientras el cantinero le traía el vuelto, volvió a mirar aquella mesa. Pensó que era mejor solo la caricatura se percatara de ella, de momento solo deseaba quedarse con sus espíritus.
Geri:
Recordó que siguió a Liv al verla cambiar de forma, pensó que era una situación de vida o muerte y reconocía el error. Ya nunca más volvería a seguir a otros, todo sería su instinto y superaría el mal pensar. No podía darle esa respuesta al alfa, pero algo debía decir: —Cuando llegué ya había una pelea, estaba aquella chica —señaló—, nunca pensé encontrarme con esos humanos. La cachorra había llegado y regó la cerveza negra, Geri con su diestra le acarició debajo del oído izquierdo de Gwen. Finn también se acercó a la barra a compartir el momento. Geri escuchó de aquella bebida la McKenna’s, pensó que sería un trago bastante suave al ser una bebida Fianna. —Ya que mi cerveza se estropeó, quiero una McKenna’s —ordenó al bartender que limpiaba el desastre.
Finn:
“Ohhhhh Geri, Geri, Geri. Te va a encantar. Pero no te puedo decir qué incluye hasta que la pruebes. El primer trago es parte de la diversión en esta bebida. La diseñé no para emborracharte en un primer trago, cosa que OBVIAMENTE podría hacer… piénsalo más como un pre-copeo. Algo que te tomas para empezar a tomar… aclara tu garganta y tu lengua, combina diferentes sabores una vez llega al estómago… fresca en días calurosos o caliente y segura en días de invierno” —Finn juntó sus manos y le sonrió gallardamente a Geri antes de voltear a ver al Alfa. —¿Qué dice usted? ¿Se anima a probarla? Después de todo… unos buenos Fenris conocen sus bebidas, ¿no? —El Fianna levantó su ceja derecha, sabiendo que el orgullo Fenris les inclinaría a decir que sí, y que, a pesar de su fama, difícilmente aguantarían sentados en una mesa con un Fianna respetable… quizá algún día con arduo entrenamiento Finn llegara a ser campeón en eso.
Gwen:
Dejó en paz las bebidas y volteó a ver a su padre, moviendo las orejas indicando que se encontraba bien y alerta. Había dejado una locura sobre la mesa, así que se bajó mientras era limpiada y volvió a subir las patas para quedar a la altura de los presentes mientras escuchaba a Finn hablar emocionado sobre su bebida. Un peculiar aroma proveniente de la cocina le hizo recordar la razón por la que había entrado a la taberna. Corrió persiguiendo el aroma para encontrarse con un par de chuletones que se freían sobre una sartén, y algunas piezas de carne cruda que reposaban en una tabla de madera lejos del fuego. Esperó hasta que nadie la observara y tomó la carne cuidadosamente con el hocico para luego volver a salir corriendo fuera de la taberna.
Erick:
Después de escuchar la respuesta de Geri, Erick asintió mirando hacia la puerta donde estaba aquella chica. “No es mal tipo”, comentó. Al ver que Gwen derramaba la cerveza, Erick tomó un trapo de encima de la barra y comenzó a secar el lugar mientras un nuevo individuo se incorporaba a la conversación. Este era el Fianna que no se callaba y quien estaba sacándolo del tema de conversación con Geri. Después de prestarle atención y para no ser menos, Erick respondió: “Claro, sírvanme uno de esos de los que hablas. No creo que sea nada de otro mundo”.
Narrador:
Y así, un camarero llegó con dos vasos altos que colocó frente al Alfa de la manada y frente a Geri. Los colores rojo y verde eran intensos y brillantes. Aquella bebida no era algo que emborracharía a los clientes de la taberna con un solo trago, sino más bien servía para empezar a tomar y consumir más y más. Sus notas eran ácidas al primer trago, pero se suavizaban tras unos segundos al pasar por la garganta. La combinación de licores fuertes en pequeñas cantidades dejaba al consumidor anhelando más y más de la otra variedad de bebidas (más caras). Finn McKenna había obtenido la idea de esta y había producido el barril esa misma noche de las botellas que guardaba en su cabaña. Ahora solo quedaba ver la reacción de los Fenris ante su creación. El que pidan una bebida más sería victoria suficiente para saber que había funcionado. Los Fenris tomaron el trago sin mezclar los dos colores y así como había dicho Finn, comenzaron a sentir los efectos al primer cosquilleo en sus lenguas. Ambos negaron su efectividad hasta que empezaron a golpear sus labios para captar más de su sabor, las ligeras notas de los fuertes licores dejándolos con ansias de más. Los Fenris levantaron sus manos para pedir más botellas y quizá saciar su sed de esa manera: vino, cerveza, ron, vodka, whiskey, hasta Tonayan, lo que sea para quitarles esa necesidad en las lenguas.