Un encuentro en la penumbra del lago
3 de abril de 2007
Geri:
Caminaba junto a su amiga Liv, en su forma lupus por la playa del lago, con su nariz cerca de la tierra húmeda y las plantas de agua, inhalaba y exhalaba los aromas de la tierra. De vez en cuando, miraba a la hija de Gaia, disfrutando del silencio entre los dos en aquel lugar. Los peces se acercaban lo suficiente a las orillas, lo que permitía ver los cardúmenes. El lugar mostraba mucha belleza. -Esos peces son una verdadera bendición de Gaia, están aquí a pesar de toda la pesca- dijo Geri mientras miraba a Liv y le regalaba una sonrisa lupina. Con su cabeza, acarició la pierna izquierda de su compañera y se sentó, esperando que ella hiciera lo mismo.
Liv:
En aquel hermoso día a la orilla del lago, Liv, en su forma hominida, disfrutaba de un paseo con su viejo amigo Geri. Llevaba puesta una camisa negra con encaje y un estampado silvestre, unos jeans azules con cinturón marrón, y su cabello negro suelto que en las puntas se enrulaba. Además, llevaba botas negras deportivas y su arco y flechas, siempre útiles. Observaba a su alrededor, incluyendo los peces que Geri le señalaba. Liv amaba estar en la naturaleza y contemplar todo lo que Gaia les brindaba. Además de los peces, había azulejos y mariposas. -No solo hay peces-, señaló mientras le sonreía a Geri. En un momento de descanso, Liv se quitó los zapatos y corrió por el agua, salpicando y tomando desprevenido a su compañero.
Geri:
Siguió la mano de Liv que le mostraba un nido pequeño, hecho con pequeñas ramas de color amarillo y café. Los ojos del lupus se iluminaron con inocencia, tenían un buen día. Su compañera de manada se puso de pie y comenzó a correr. Al pisar el agua, esta salpicó el hocico de Geri, quien comenzó a correr tras ella. Sus patas se mojaron y salpicaron por todas partes. Geri alcanzó a Liv con un salto, poniendo sus patas delanteras en su espalda, haciéndola caer al agua.
Liv:
Observó el gesto y sintió ternura al ver a Geri en modo de juego. Sonrió tímidamente mientras continuaba corriendo. Observó unos conejos a lo lejos, distraída por un momento, lo que aprovechó Geri para poner sus patas en su espalda y hacerle perder el equilibrio, sumergiéndose en el agua. Liv lo miró con una expresión seria, pero no pudo aguantar y terminó sonriendo con fuerza. Tomó agua en sus manos y salpicó a Geri, mojándolo.
Geri:
Con sus patas delanteras, golpeó fuertemente el agua, generando ondas y salpicando en dirección a Liv. Luego, volvió a correr hacia la orilla con gran rapidez. Al llegar, miró su reflejo en el agua y comenzó a concentrarse. -No me alcanza hasta acá-, pensó Geri. En cuestión de segundos, traspasó la incipiente celosía de Tasman y desapareció en la penumbra.
Liv:
Observó cómo Geri cruzaba hacia el otro lado del lago y se dirigió hacia algo en la orilla. Respiró profundamente para recuperar fuerzas y se amarró los zapatos al cinturón. Luego, siguió rápidamente a Geri, cruzando el lago. Al llegar a la orilla, se puso de pie y escurrió su cabello. Antes de hacer lo mismo que su compañero, observó uno de los árboles cercanos y se dirigió hacia él. Allí, hizo una especie de lazo invisible, utilizando su Don Theurge, un cordón umbral Nl1. -No pienso perderme otra vez en Umbra-, pronunció en voz baja. Observó algo indecisa su reflejo, pero sabía que tendría que hacerlo. Cerró los ojos, tranquilizó su mente y, de manera determinada, ubicó su cuerpo de medio lado y caminó en esa misma dirección, atravesando la celosía y entrando en la penumbra.
Narrador:
En la penumbra, la laguna estaba completamente cubierta por una espesa niebla blanca. El pelaje de Geri apenas era visible debido a su color. Liv había ingresado tras el lupus, pero al llegar, cruzaron a lugares distintos, separados solo por unos metros. Solo podían escucharse mutuamente, ya que la niebla dificultaba la interacción de los Garou.
Geri:
Al atravesar la celosía, lo primero que Geri sintió fueron sus patas húmedas por el agua del lago. Comenzó a caminar hacia adelante, ignorando su ubicación exacta en la niebla. Pronto se dio cuenta de su error, se había alejado varios metros de su compañera. Sin embargo, en lugar de preocuparse, encontró diversión en la situación y comenzó a saltar sobre el agua, sintiéndose libre. -Quizás Munin se anime a materializarse y jugar a morderse la cola y perseguirse. Liv conoce a Munin, nos caería bien un reencuentro-, pensaba el lupus mientras continuaba explorando el lugar.
Liv:
Al cruzar la celosía, Liv se dio cuenta de que se había separado de Geri. Miró a su alrededor, intentando ubicarlo, pero la espesa niebla dificultaba la visibilidad. Decidió agudizar todos sus sentidos, algo en lo que era bastante buena. Inhaló profundamente y aclaró su oído y aumentó su visión sin llegar a transformarse. Sintió que alguien seguía salpicando agua y sonrió, sabiendo que era Geri. Siguiendo el sonido, llegó hasta donde se encontraba su buen amigo.
Narrador:
Liv esperaba encontrarse con Geri, pero en cambio, se encontró con una figura alargada, blanca y luminosa. Esta figura dejaba un rastro de luz a su paso y tenía la forma de un bastón o una cinta azul que flotaba sobre el agua. Además, se comunicaba en el idioma de los espíritus con quejidos celestiales.
Nivama:
Paseaba mansamente por encima del agua, flotando con su luz que provocaba que el agua salpicara como si fuera un espíritu animal jugando. La presencia de Liv la puso nerviosa al principio, pero pronto pudo percibir que no era una criatura malintencionada, sino una garou. Mostró algo de interés en Liv, ya que ella no parecía representar una amenaza. Nivama continuó su recorrido, avizorando el anochecer en aquel lugar desconocido.
Geri:
Ni Munin ni Liv estaban cerca, la niebla era muy espesa para intentar algo. El lupus siguió caminando sin una dirección específica a la cual acudir, solo caminaba para encontrarse con Liv. Quizá lograría verla si seguía el borde del lago, el cual era diferente en penumbra, pero fue el último lugar en el que la vio en el Reino de Gaia. Mientras caminaba, meditaba en las cosas que le habían sucedido desde que llegó a la manada. Todo estuvo bien, el alfa lo había acogido y la gente de la aldea era amable con él.
Liv:
En el camino trató de soplar un poco para despejar la neblina del paso y no dañar algo. Cuando creyó haber llegado, se dio cuenta de que el reflejo blanco no era Geri, sino algo que no conocía o no se había percatado de contemplar antes. Se colocó en una posición para verlo más de cerca pero sin invadir su espacio. El espíritu era maravilloso, se veía libre y feliz. Pensó por un instante en lo poco que muchas personas disfrutaban. El espíritu se percató de su presencia, le sonrió amablemente y le extendió su mano como gesto de confianza. Fue la sensación más increíble que pudo sentir. Acarició a un ser invisible o así pudo contemplar. ―¿Cómo te llamas?― fue lo que logró pronunciar.
Nivama:
La Lúnula comenzó a ondular al principio lentamente, acercando su cuerpo sinuoso a la mano de la theurge, comunicándole que se sentía cómoda con ella. La percibía en esencia como era la garou: bondadosa, amable, hermosa por dentro y por fuera. La Lúnula abrió una boca y expulsó un polvo dorado sobre la garou, ondulaba alrededor de ella pegando su cuerpo traslúcido de destellos azules y dorados contra ella.
Geri:
Agotado por caminar en busca de Liv, el lupus se sentó para invocar a su amigo espiritual. Se concentró en el nombre espiritual y gruñó varias veces para llamarlo. En cuestión de minutos, el viejo Munin apareció frente a él. Se saludaron con una postura de juego; ambos lobos con las patas delanteras abajo sobre la tierra, apegadas hasta los codos, espaldas inclinadas, con las orejas hacia atrás, sonriendo mostrando sus colmillos, con la cola en movimiento y dando ágiles saltos de izquierda a derecha. Comenzaron a perseguirse y morderse la cola por algunos instantes. Luego, Geri le explicó a Munin que se había separado de Liv en umbra y necesitaba encontrarla.
Liv:
Mientras estaba con Lumula que se mezclaba con sus sentidos y su percepción se unía a ella, pasado el tiempo comenzó a ver a su alrededor para percatarse de que no veía al lupino cerca. La Lúnula vio que Liv estaba preocupada por algo. Liv respondió a su gesto contando que se había separado de su amigo y le comentó que lo necesitaba encontrar. Pero la Lunula no lo entendió, así que la chica de cabellera negra se sentó en el suelo para narrarle quién era su amigo. ―Bueno, resulta que Geri era la persona más amable y divertida. Le gustaba estar al aire libre y era un guerrero cuando había problemas y se le necesitaba. En ocasiones se ponía gruñón pero después se le pasaba. Era un lupus muy inteligente― y así continuó narrando a la Lumula. Liv había pasado muchas cosas buenas y malas, como todo garou, y la mayoría del proceso lo había afrontado con él a su lado. Pero, a pesar de todo, se negaba a cambiar su manera de ver la hermosura de lo que la rodeaba. Tomó un trozo de bambú y sacó una de sus flechas. Hizo unos agujeros en uno de los laterales y empezó a hacer una especie de flauta. Se quedó ahí, sabiendo que él la encontraría.
Nivama:
La lúnula empáticamente comenzó a moverse más rápido, onduló alrededor de la Garou y extendió su cuerpo por el brazo de la theurge para mirar lo que hacía con la punta de la flecha. Finalmente, comprendió lo que ella estaba pasando. Tenía una preocupación por no estar junto a su compañero. La lúnula le ofreció ayudarle, pero a cambio de su ayuda, Liv tendría que cuidar una senda lunar hasta que la luna se pusiera en lo alto del cielo de la noche.
Geri:
Una vez que terminaron de jugar, Geri pidió a su contacto en umbra que hiciera algo por él. Munin comenzó a rastrear las trochas que Liv había dejado (Encantamiento de Munin: Rastrear Trochas). No estaba lejos, pero el espíritu de lobo se tomó su tiempo para guiar a Geri por el camino más complejo. El motivo no se conocía, quizá ponerlo a prueba de alguna forma. Comenzaron por cruzar el lago nadando y después escalaron un pequeño acantilado.
Liv:
Observó a la Lumula que continuaba subiendo por el brazo derecho y sintió que ella se veía muy a gusto con su presencia. Trató de entender qué le quería transmitir con su petición, pero no estaba segura de cómo responderle porque no entendía bien su solicitud. Necesitaba ayuda. ―Está bien, aceptaré ser tu vigilante en la senda lunar―. Podría ser arriesgado, tampoco sabía por cuánto tiempo tardaría en encontrar a su compañero. Tocó el instrumento que había creado, sopló por encima sutilmente y formó una melodía colocando los dedos en los agujeros que había hecho con la flecha. Para la melodía y observó a la Lunula para rectificar su petición.
Nivama:
La lúnula creó lo que parecía ser un agujero de gusano (Encantamiento Crear Puente Lunar), pero en color blanco cada vez más puro, por el cual Liv fue absorbida y apareció junto a la Lumula en lo que parecía ser un camino de esquirlas color plateadas que se prolongó en otras dimensiones. La lúnula miró a Liv y, con empatía, vibrando suavemente, le explicó que ella traería a sus amigos, pero que Liv debía cuidar de ese lugar hasta que viera a Selene ponerse sobre el cielo. Estaba cansada de hacer ese trabajo y necesitaba un momento en el lago.
Geri:
Aunque no lo quisiera admitir, el lupus se sentía agotado por haber perseguido al viejo Munin por la penumbra de Tasman. No recordaba que su amigo espiritual fuera veloz en vida, lo recordaba viejo y sabio. Pero, al contrario, ahora en umbra era como si Munin hubiera recuperado la fortaleza de la juventud, estaba lleno de esencia y comprometido a Gaia. Caminó junto a Munin siguiendo una especie de cristales que estaban por la superficie en forma de camino. Finalmente, vio a Liv cerca de él. Geri y Munin se abalanzaron contra Liv y lamieron sus mejillas, contentos de haberla encontrado.
Liv:
Mientras continuaba tocando la flauta, lo siguiente que ocurrió con la conexión entre Lumula y ella fue placentero. La niebla comenzó a disiparse y se convirtió en un sendero lleno de luz, algo indescriptible para la Garou. Sus ojos brillaron al ver lo que sucedía. Sabía que debía cumplir con su palabra y cuidar de la senda lunar. Podía descansar, había sido un verdadero placer poder haber pasado este tiempo con la Lumula. Solo esperaba que no fuera la última vez. La Lumula esperó unos minutos hasta que Munin y Geri aparecieron. Los chicos aparecieron saltando con gran emoción, haciendo que Liv cayera al suelo. Ella estaba igual de contenta al volver a verlos, en especial a Geri. Eran seres a los que les tenía un gran afecto y cariño. Los abrazó fuerte y se separó un momento para explicar su misión. Tendría que hacer vigilancia por el favor que le había pedido a la Lumula. Se ubicó en el centro de la senda lunar y empezó a tocar con su flauta una melodía suave, con amor y tranquilidad. Así transcurrió la noche hasta que el brillo de Selene se puso en el hermoso cielo estrellado.
Nivama:
El yaglino de la luna volvió a la senda lunar que había dejado a cargo de Liv. Se encontró con otro garou y la presencia de un espíritu animal, lo cual sorprendió pero al mismo tiempo se conformó con el trabajo de la Hija de Gaia. Vibró fuertemente, ondulando su sinuoso cuerpo alrededor. Dejó sobre ella un manto de escarcha celeste en la piel. Cuando terminó de celebrar, abrió otro puente lunar y los mandó a Liv y Geri a casa. Las trochas a Tasman estaban bien cuidadas nuevamente. Ambos garou aparecieron junto al lago a medianoche. La fase de la luna era la misma, igual de radiante y espectacular la creación.