3 de enero de 2007: Renacer del bosque sagrado

Renacer del bosque sagrado

3 de enero de 2007

Narrador:

Después del atronador bramido del cielo, las aves fueron las primeras en alertar sobre el incendio. Con fuertes sonidos de trinares desesperados, hasta el más perezoso de la aldea consiguió ignorar el sueño. El azul espectral del cielo ahora estaba teñido de rojo y amarillo, como si Gaia se desangrara para el cielo, inundando de trágica belleza. La lluvia llegó con premura para extinguir el incendio que un relámpago había iniciado. Cuando el reloj de la plaza principal marcó las 5:00 am, el fuego ya se había disipado. Muchos garou y parientes salieron de sus hogares para medir los daños. Mucho se había perdido, del bosque solo quedaban unas espigas y algunas semillas. Lo demás había sido consumido por el fuego.

Erick:

En medio de la noche, Erick despertó producto de un gran estruendo que producía una tormenta. Al ponerse de pie y mirar afuera, se dio cuenta de que el cielo estaba cambiando de color y en la lejanía del bosque se producía un incendio. Esto alertó a Erick, quien se vistió rápidamente y al salir de su hogar, se dio cuenta de que la lluvia se encargaría de apagar el incendio, ya que llovía con gran premura. Al ver lo sucedido, tomó su martillo y caminó hacia el puente que estaba frente al salón. Caminando bajo la lluvia hasta un gran árbol en medio de la aldea, se quedó esperando a que el fuego comenzara a disiparse. No pasó mucho tiempo y el fuego fue sofocado por la lluvia. Preocupado por el estado en el que habría quedado el bosque, prosiguió a caminar hasta el monte. Mientras notaba los daños del incendio, apareció ante él una Garou Theurge llamada Keket, quien aterrada por lo sucedido fue a ver el terreno. Esta le dijo que juntara a algunos Garou para poder hacer un rito de despertar a los espíritus, ya que era urgente reparar el daño. Acto seguido, Erick regresó a la aldea encontrándose con Finn y Geri, dos Garou recién llegados al lugar. “Estos chicos me ayudarán, es la hora de que hagan algo por el bien del Túmulo”, pensó Erick mientras se dirigía hacia ellos. Al estar a pocos pasos de ellos, dijo en voz alta y clara: ―Ustedes dos, síganme. Necesitamos reparar el daño que provocó el incendio.‖ Dicho esto, Erick se dirige nuevamente al monte donde estaba la Theurge esperándolos.

Geri:

El lupus dormía bastante cómodo en el nido que había hecho con las cobijas y cortinas junto a la cocina de su cabaña designada por el alfa. La cabaña tenía un techo vivo, es decir, cubierto por tierra, pasto y más plantas. Esa noche, Geri olvidó cerrar las ventanas y, aproximadamente cuando era madrugada, un bullicio de las aves lo despertó. El lupus agarró su capa de lobo alfa (Fetiche), se lo puso en la espalda y un taparrabo cubría sus partes nobles. Alcanzó a vestir los zapatos y se reunió con otros garou y parientes alarmados en la plaza. Vio con horror que una de las montañas se consumía en fuego. Cuando el fuego cesó, esperó a que regresara el alfa con dos guerreros del lugar y que reuniera más garou. Entre ellos estaba Finn, el insoportable Fianna. Cuando llegaron al lugar, vio a una mujer extraña explicando algo.

Finn:

―Hijo de perra‖, dijo Finn, boquiabierto, cuando volteó hacia su ventana y vio el cielo rojo y naranja como si hubiera llegado el día del Apocalipsis. Esa noche, el Fianna no pudo conciliar el sueño y decidió hacer algo productivo con su tiempo, continuando su escritura en su primer libro de tragedia al más estilo de los dramaturgos ingleses, titulado “Todos Son Idiotas Menos Yo”. Sin pensarlo mucho, Finn se subió los pantalones que tenía a sus tobillos y salió disparado de la pequeña cabaña. ―¡Oy oy oy!‖, exclamó el Galliard mientras corría hasta la plaza, donde la multitud se congregaba, preocupada y alterada por lo que sucedía en el bosque. Ahí estaba Geri, tratando de ayudar a esa gente, y también se veía cómo el alfa llegaba. ―Maldita sea… creo que manché de tinta la página, el bosque se está incendiando y ahora me doy cuenta de que Geri solo usará un taparrabos…‖, pensó Finn, algo frustrado.

Keket:

―¡Qué desesperanzador es mirar toda esta destrucción! Hoy Gaia llora‖, me lamentaba mientras agarraba la tierra suavizada por la lluvia. Llevé mis manos manchadas de barro blanco a mis mejillas morenas de zamohana. El alfa había regresado con un grupo de gente, suficiente para toda la montaña, pensé. Me acerqué y dije: ―Haremos un rito para salvar el bosque. Hoy todos aprenderemos algo que honrará a Oso. Sanaremos esta tierra‖. Dicho esto, varios de mis ayudantes Cliath se acercaron con tambores. ―El rito consiste en marcar el ritmo con los tambores, llamaremos a estos espíritus con música y baile‖, expliqué mientras me inclinaba y levantaba una semilla ennegrecida por el fuego. ―Esta es nuestra esperanza, hacer el rito a las semillas‖. Varios agarraron los tambores y comencé a bailar.

Erick:

Al regresar donde Keket junto a los nuevos visitantes del Túmulo, Finn y Geri, y recibir órdenes de Keket, Theurge de la manada, Erick procede tomando consigo uno de los tambores que Keket puso a disposición y colgándoselo en el cuello. A la vez, agarra una baqueta y se pone en disposición frente a Keket, esperando sus indicaciones sin decir palabra alguna.

Geri:

El lupus curioso se acerca y escoge una roca que le parece agradable, ya que a pesar del incendio conserva el musgo en buen estado. La theurge ha comenzado el rito y los movimientos y sonidos le recuerdan a Geri que ya ha aprendido ese rito. Sonríe y se acerca a unos cachorros, diciéndoles: ―Vengan conmigo‖. Los toma de las manos y les explica. Además, organiza en lo que puede, reparte tres tambores y busca un lugar donde están desparramadas semillas. ―Será aquí, deben marcar el ritmo para despertar a estos espíritus‖. Agarra un tambor y comienza a tocarlo con experticia.

Finn:

―¡Oy! Jamás llevé la clase de escolta en la escuela, a pesar de que daban puntos extra… se me hacía una huevada, pero trem…‖ – Le fuerzan al Fianna el tambor y suspira, acomodándoselo en el cuello y tomando ambas baquetas. ―Vale, vale, hagamos esto… pero luego tocaremos algo de Guns N’ Roses aprovechando la situación… ¡tutururuututuuu…!‖ – A pesar de sus ridiculeces, Finn se mueve junto a Geri y comienza a imitar al resto, quienes parecen estar inclinados a saber del rito.

Narrador:

Keket se dirige a Erick y le entrega uno de los mejores tambores que pudo encontrar, presionándolo contra el pecho del alfa para que lo sujete. También le entrega un par de baquetas de madera de árbol de goma. ―Golpea marcando el ritmo como lo hace aquel pelirrojo‖, indica, señalando a Finn, quien parece ser diestro con los instrumentos musicales de percusión. Luego, Keket camina hacia un lado de Erick, donde hay una semilla pequeña. La levanta con un poco de tierra entre sus manos y la acerca al lugar donde emana el sonido del tambor. La semilla pronto germina y un retoño aparece. Por todos lados del bosque, aparecen nuevos retoños y una suave brisa se lleva el humo. Finn y Geri logran hacer germinar unos cuantos retoños más y todos los de la manada están contentos con el resultado del rito de despertar espíritus.

Cuando la mayoría de los garou regresó a la aldea, los pocos que se quedaron, entre ellos Erick, Keket, Finn y Geri, vieron una gran masa de pelo que se acercaba lentamente entre el humo que se dispersaba hacia el norte. Era un oso grande, de color negro, con zarpas descomunales y un hocico que fácilmente podría tragarse a los presentes. Erick y Keket, ambos alfa y jefes de ritos, han demostrado su compromiso por cuidar de este lugar sagrado. Han sanado el bosque y como agradecimiento, el espíritu del Oso les entrega su favor. Promete cuidarlos y otorgar su bendición para todos los miembros de la manada. Incrementará la fuerza en cada garou y les otorgará dones de sanación. Además, cada uno podrá invernar hasta tres meses sin comida ni agua. Para la manada, entregará una bendición de salud, otorgándoles conocimiento en medicina y usando sus encantamientos a favor de ellos siempre que la necesidad sea justa. El oso se sienta sobre sus patas traseras, alcanzando una altura de tres metros y le pide al alfa que dé un paso hacia adelante.

Erick:

Comienza a seguir el ritmo de Finn y los demás cachorros, mientras con cada golpe al tambor ve a su alrededor cómo brotan los retoños. Se siente agradecido y lleno de nostalgia por lo que está sucediendo. Con su mano diestra, seca las lágrimas que brotan de sus ojos. Sin que nadie se dé cuenta, hace como si se quitara el sudor de la frente. Terminado el rito, se da cuenta de que una masa inmensa de pelo comienza a tener forma. Este es el espíritu del Túmulo, el gran Oso. Al verlo, Erick deja el tambor junto a las baquetas en el suelo y se arrodilla ante el Espíritu, mientras este se acerca y se dirige a Erick. Levanta la mirada y mira a su alrededor, notando que están a su lado Keket, Geri y Finn. De pronto, el Espíritu dirige sus palabras a Erick y Keket, a las cuales Erick accede sin mesura. ―Agradecemos, Gran Oso, tu presencia en nuestras vidas y la ayuda que nos has brindado‖, dice mientras da un paso hacia adelante.

Geri:

Cuando hubo calma en el bosque, los espíritus despertaron alrededor de Geri. De las cenizas del viejo bosque parecía aparecer nueva vida: retoños verdes, otros rojos, multicolores. Cuando la calma colmaba el lugar, algo interrumpió el silencio y la gonósis incrementó. Se podía sentir la esencia de un fuerte espíritu acercarse. Geri miró a los ojos de Keket, quien los cerraba para sentir. Pasaron 10 segundos y frente a él se acercaba un poderoso oso. Nunca había visto algo igual, se inclinó y arrodilló su rodilla derecha. No supo decir nada, solo se mantuvo expectante de lo que estaba sucediendo.

Finn:

El joven Fianna solamente sigue tamborileando como los demás, llevando sus ojos a todas direcciones para entender en su totalidad cómo se lleva a cabo el rito para futuras ocasiones. Sus dedos son hábiles con las baquetas, incluso logra llevar un poco de mix al ritmo de todos esos tambores tocando juntos. Se mantiene en silencio hasta que nota cómo crecen esos retoños de la tierra, como si fuera algo perfectamente natural a esa velocidad. Su boca cae en asombro y no puede contener una risa por lo que está viendo, una verdadera felicidad. Ese sentimiento le hace darse cuenta de cómo se acerca esa figura enorme hacia ellos, pero al no ver a nadie alerta, Finn solo acepta el rito y se arrodilla como los demás al ver a ese imponente espíritu del Oso frente a ellos. ―Su puta madre, es enorme e imponente, pero pacífico dentro de él y agradecido como todos debieron estarlo‖. A las palabras del Oso, el Fianna asiente y cierra los ojos.

Narrador:

El cielo sobre el bosque tiene pocas nubes y la claridad es apacible en todo sentido. En los arroyos se han formado arcoíris multicolores y por la pradera abajo de las montañas, los animales ya realizan sus actividades de medio día. La aldea se ve pequeña pero llena de vida y en las montañas el bosque renace. Oso termina de sanar el bosque con su encantamiento de curación. Guía a la manada con la sabiduría de Gaia y dice a Erick: ―Has demostrado tu compromiso por cuidar de este lugar sagrado. Has sanado el bosque y como agradecimiento, te entrego mi favor. Prometo cuidarte y otorgarte mi bendición. Para todos los miembros de la manada, incrementaré su fuerza y les otorgaré dones de sanación. Además, podrán invernar hasta tres meses sin comida ni agua. Para la manada, entregaré una bendición de salud, otorgándoles conocimiento en medicina y usaré mis encantamientos a favor de ustedes siempre que la necesidad sea justa‖. El oso se sienta sobre sus patas traseras, alcanzando una altura de tres metros y le pide al alfa que dé un paso hacia adelante.

Erick:

Siguiendo las palabras de Oso, Erick da un paso hacia adelante, sintiendo la fuerza y la energía del espíritu animal. Su corazón se llena de gratitud y promete llevar adelante el legado de proteger y sanar el bosque. Los demás miembros de la manada también prueban un profundo respeto y compromiso hacia su tarea de salvaguardar ese sagrado lugar. El rito de despertar a los espíritus y la bendición del Oso han dejado huellas imborrables en los corazones de todos los presentes. Ahora es su deber proteger y custodiar ese valioso regalo de la Madre Naturaleza.