El legado de Avalon Plastics. Capítulo N°1

El legado de Avalon Plastics

Capítulo N°1 – Asesinato

Narrador:

En todas las locaciones de la aldea, las personas hablaban de un horrible asesinato cometido durante la noche. El periódico local nunca había intercambiado tantas copias con los aldeanos; los habitantes de Tasman estaban horrorizados por lo ocurrido. Sin excepción, muchos se reunieron en el centro de la aldea para aclarar el asunto.

Finn:

El Fianna no era el mismo de siempre hoy. Su alegría se había convertido en una verdadera rabia y su implacable sonrisa hoy era un completo desastre. Su nariz inhalando y exhalando violentamente. En su mano estaba la copia del periódico local, apretándola con furia, su puño temblando. Habían reunido a toda la aldea y Finn se mantuvo callado durante toda la asamblea, solo moviendo aquellos ojos verdes de un lado hacia otro, escuchando todo lo que tenían que decir los aldeanos. Para este Galliard había crímenes imperdonables, castigos severos, pero incluso la muerte sería algo demasiado rápido y no duradero para alguien que osa tocar a una pequeña criatura. Él conocía a la víctima de este horrible asesinato. Recuerda en las festividades, aquella niña solía aplaudir mientras Finn cantaba o bailaba o tocaba algún instrumento musical para el deleite de todos. Era fácil asumir que Finn quería más que justicia sobre el maldito hijo de su puta madre que hizo esto, quería venganza contra él y contra todos quienes pongan una maldita bota sobre esta aldea. Por primera vez en su vida, era más lo que pensaba que lo que decía, y odiaba este sentimiento.

Geri:

Caminaba en dirección a su cabaña con algunos víveres necesarios para la semana. En el camino vio a gran parte de los aldeanos sosteniendo hojas del periódico local. Aunque él no sabía leer y no le interesaba aprender, era extraño verlos leer a casi todos. Solo un puñado de ellos usualmente se mostraban en público leyendo algo. Por mirar a las personas actuar extraño no se percató de lo que tenía delante y chocó contra un pariente joven. Este cayó de espalda contra el suelo, ya que Geri era más grande. Le ofreció la mano para levantarlo, y cuando este se incorporó con confianza, el pariente le contó lo que había sucedido. Geri no lo pudo creer, en la hoja estaba la foto de una cachorra que había visto jugar con Gwen en la aldea. Dejó el camino a su casa para otro momento y acudió al centro de la aldea. Al llegar, vio a muchas personas juntas hablando del tema.

Shira:

Estaba en su cabaña tranquilamente leyendo un libro. Era algo raro en un lobo, pero resulta que se había interesado por la lectura. Escuchó el revuelo que había fuera y al salir vio a toda la aldea en el centro de la misma. Salió de su cabaña y, tras cerrar la puerta tras de sí, vio al rubio ayudar a un pariente a levantarse. Al acercarse al centro de la aldea, donde estaba la multitud arremolinada, vio al chiste, pero su semblante había cambiado. Su rostro se deformó en la rabia pura, lo cual era extraño. No era el mismo lobo que conocía en la taberna. Ante aquel semblante, decidió preguntar qué es lo que pasaba a una mujer que estaba a su lado. La mujer tenía un semblante de miedo, y solo le extendió un periódico donde se veía a una niña destrozada con sus vísceras fuera. El artículo decía que le gustaban los juguetes de una nueva juguetería que abrió recientemente. No decía nada acerca del juguete ni si se lo habían encontrado. También era raro que los motociclistas que escaparon reclamaran con las autoridades por sus amigos. Esto no pintaba bien, y ahora una cachorra muerta. Esto le olía al Wyrm. Se acercó hacia el pelirrojo y le dijo, colocándole la mano en el hombro: —Guarda tu rabia para el culpable, ahora guarda la calma.

Erick:

Erick se encontraba en el salón de la Aldea, recostado en un sillón con los brazos cruzados. El revuelo de la gente que se estaba juntando en el centro de la aldea le hizo pensar. En ese preciso instante, entran al salón tres Garou Ahroun, quienes tenían la labor de proteger la Aldea. Explicaron lo sucedido, lo cual alertó a Erick. Se puso de pie enseguida y se puso en camino hacia el centro de la aldea, acompañado de los tres garou. Al salir del salón, notó la conmoción que provocó este hecho. En el camino hasta el centro, notó al chico Fianna acompañado de aquella loba. Vio en sus caras la ira que les provocaba el hecho. Al llegar hasta el lugar, se puso en medio de las personas y, en voz alta, dijo: —Por favor, les pido que se controlen. Encontraremos a quien haya provocado esto. Necesitaré la ayuda de tres miembros de la manada para investigar el hecho. —Dicho esto, estiró su brazo con su dedo índice apuntando y dijo: —Tú, Fianna, también tú, chica, y Geri. Los necesitaré enseguida.

Narrador:

Alrededor de la nueva tienda de juguetes se acercaron algunos garou a observar lo que contenía el lugar. La cabaña era sencilla, más pequeña que las demás. Tenía un vidrio grande desde el suelo hasta el techo y una puerta con una campana que sonaba cuando la abrían. En el interior, había juguetes voladores colgados del techo, zeppelings dando vueltas en el techo. Los monos mecánicos estaban apagados, con sus bocas abiertas pegadas al vidrio de la ventana. Había todo tipo de artesanía mecánica. Todo garou o pariente que se acercaba preguntaba lo mismo: —¿Quién era el dueño de la tienda? —A lo que Marceline, la vendedora, una pariente de cabellos negros, esbelta y joven, respondía que eran juguetes y pensaba que le tomaban el pelo. Algunos niños se llevaban juguetes, y la noticia hizo más famoso al negocio. La aldea culpaba a los motociclistas y al incidente de la taberna. Keket se acercó a Shira, tras saludarla, le susurró al oído: —Es necesario que hagas la guardia lo más pronto; así te respetarán todos. —Le dio una palmada en el hombro y continuó su camino. Estaba investigando la muerte consultando a los espíritus. Cuando el alfa salió, los aldeanos se tranquilizaron. Se acercaron formando un ruedo y guardaron silencio ante las palabras del líder. Observaron a los tres garou presentes, que fueron elegidos.

Finn:

Entre el alboroto por el centro de la Aldea, Finn sintió una mano en su hombro. Recordó su rostro, pues era la chica de la Taberna y la que llevó los palos alrededor de Liv y Geri en su castigo. Tras escuchar sus palabras, Finn cerró los ojos con fuerza y apretó los labios, asintiendo con su cabeza. El Fianna no le respondió verbalmente y volteó su mirada hasta el Alpha de la manada, que mientras hablaba, el Galliard solo apretaba el periódico más y más hasta reducirlo a una pequeña bola de papel en su mano. Tras la elección de Erick, Finn se adelantó a tomar la palabra justo después de ver cómo los aldeanos posaban sus ojos curiosos sobre ellos. Carraspeó y tomó aire antes de hablar con pequeños cortes en su voz.

―Yo… conocía a la chica… ella…era alegre, ¿saben? No tenía… las impurezas de este mundo, y hasta pensaba en enseñarle las notas para este Verano… así que… ―Finn comenzó a gruñir como nunca lo hacía, bajando su barbilla y alzando los ojos sobre un punto fijo… ―así que vamos a encontrar a este hijo de toda su reputísima madre… y les juro… OHHHH les juro… que ni yo, ni ella… ni él… se van a detener… hasta ver a… ESTE… PUTO IMBÉCIL MALPARIDO CARA DE CAGADA SE PUDRA EN EL PURO INFIERNO, MALDITA SEA, TE VAS A MORIR, HIJO DE PUTA, HIJO DE PUTA DE HIJO DE PUTA HIJO DE PUTA!!!!

Y así, el Fianna comenzó a maldecir y gritar al punto muerto que veía, apuntando y jurando a la nada, hasta quedar de rodillas con los ojos llorosos de la extrema rabia que sentía hacia este desconocido.

Geri:

Observaba a todos a su alrededor, el incidente había reunido a la mayoría de la población, hasta el Fianna estaba cerca. Al menos no bromea. También estaba Keket y la chica a la cual había visto ya varias veces desde el incidente de la taberna, parecía una homínida normal, apegada a las cosas de la tejedora. Mientras analizaba el entorno, vio algunos niños salir de una tienda con juguetes, con monos, gatos, juguetes voladores. De pronto, todos se quedaron en silencio en aquella plaza. Vio al alfa salir en público, no se lo esperaba, pero de alguna manera él lo notaba, lo señaló con la mano y conocía su nombre. ―Dijo Geri y siguió la orden, se acercó donde estaba el alfa bajo la mirada de todos los presentes que los miraban como responsables de solucionarles la vida. ―¿Erick, en qué puedo ayudar? Ofrezco mi lanza para encontrar al culpable. ―Dicho eso, hizo una reverencia, inclinándose y volviendo a su postura de pie.

Shira:

La rabia del Fianna se hizo notar en aquellas palabras. Cuando Shira sacó su mano del hombro de Finn, escuchó al Järl decir su nombre y antes de acercarse a él, vio a unos niños salir con unos juguetes de una tienda. Con una sonrisa cálida y amable, se acercó a ellos y les pidió aquellos juguetes. ¿Me los prestan, por favor? Mientras tenía los juguetes en la mano, gruñó un poco. Esto huele a Pentex por todos lados, esa tienda siempre me ha dado muy mala espina. Mientras pensaba en ello, sintió el susurro de Keket recordándole su vigilancia y es verdad, debe empezarla cuanto antes. Con los juguetes en su mano, se acercó al Järl y recordando su entrenamiento en la escuela militar, dijo: ―Estoy a sus órdenes, Järl, para lo que necesite.

Erick:

Luego de que Erick nombrara a los Garou para inspeccionar la Aldea, el Fianna comenzó a hablar de menos a más, terminando por gritar barbaridades, mientras Geri y la loba Fenris se acercaban para ponerse en disposición de él. Erick miró alrededor y notó que entre los miembros de la Aldea habitaban pocos niños y la gran mayoría de estos estaba con unos juguetes en las manos. Deberemos inspeccionar el hogar de la niña, ¿alguno de ustedes tiene sospechas de quién o qué podría estar tras esto? — Dijo el alfa a los garou elegidos, posicionados frente a él.

Narrador:

Casi toda la aldea se reunió en aquel lugar cercano a la juguetería. Muchos parientes y garou se sintieron atraídos por la nueva tienda, la cual era bastante básica y los productos parecían artesanales. Les gustaba la imagen de esos juguetes autómatas, hechos en madera y engranajes, solo un poco de plástico en los ojos. Los aldeanos intercambiaban su comida, su ropa, los bienes y servicios propios de la aldea, todo por llevarse uno de esos monos, zeppelines, incluso las muñecas de porcelana estaban a la orden. Casi un 80% de los presentes adquirieron alguno de esos juguetes. Por otro lado, Klaus había elegido a un grupo de garou para que se prepararan a investigar. Tranquilizados por las palabras elocuentes del alfa, los aldeanos se sintieron seguros y partieron del lugar para irse a sus hogares, dejando todo en manos del alfa en quien confiaban y representaban.