El legado de Avalon Plastics
Capítulo N° 5 – Niños Perro
Narrador:
Aprovechando la mañana, Sonrisa Escarlata paseaba por las calles de la Aldea, sin conocimiento de que varios parientes a cargo de niños habían salido de sus hogares entre gritos de horror y llanto. Al menos cinco habían muerto durante la madrugada, mientras que aquellos que estaban con vida tenían heridas de objetos cortopunzantes y corrían a buscar refugio en el centro de la aldea. En ese momento, el Alfa los vio y cambió inmediatamente a su forma Crinos, triplicando su tamaño y convirtiéndose en un lobo de tres metros de altura. Se erigió sobre sus patas traseras y aulló, aunque era malo haciéndolo, llamando a la batalla.
Finn:
Se lo había dicho, pero le dijeron que estaba loco. Ahora, por no escuchar ni a Geri, ni a Liv, ni a él, sus dedos bailaban mientras señalaba a los Garous reunidos, incluyéndose a él, para terminar señalando con toda su mano al suelo. Ahora por esto había víctimas. Eran niños, por una mierda. Parecía que esta situación se llevaba con las jodidas patas. El Fianna, con el ceño fruncido, no estaba escaso de palabras. La decisión de Erick de haberse ido a buscar respuestas le parecía absurda, tonta, sin sentido y una verdadera estupidez dejar a la Manada así. Le hacía cierta ilusión tener como Alfa a un Fianna como él, pero el cambio de mando tan brusco no le hacía muy feliz. Ahora tenían parientes muertos, heridos, y todo por no tomar las medidas necesarias. Déjenos luchar.
Liv:
Estaba en el mercado en el centro del túmulo, tenía a su cuidado algunos cachorros a los cuales les contaba historias y jugaba con ellos. Era hora de la tarde y el lugar estaba tranquilo. Liv ya había terminado su turno de enseñarles y los entregó a sus padres. Escuchó a lo lejos gritos y personas que corrían por todas partes. Se acercó a una señora que lloraba y se veía nerviosa, le tomó del brazo para detener su camino y preguntar qué ocurría. Escuchó atentamente lo que le explicó la señora y, aunque se sintió terrible, no podía perder la calma. Alejándose de la señora, caminó buscando a los Garous y a sus compañeros, dándose prisa para descubrir qué estaba ocurriendo. Se le erizaba la piel al recordar lo que la señora le había comentado sobre los niños asesinados. Buscó a Geri de camino.
Geri:
El lupus estaba en su guarida pensando en cómo empollan los huevos los kiwis. No tenía idea, había buscado en el agua, había mirado arriba de los árboles donde pensaba que era más probable encontrar algún ejemplar. Decepcionado, se preparó para un nuevo día. Quizás ahora sí se respondería. Su idea era buscar en los humanos, así que mordió su tarjeta de la librería de la aldea, listo para intentar descifrar los libros gráficos de fauna. De pronto, alcanzó a escuchar el aullido del Alfa, casi un mujido. La política nunca le había interesado, ya que era una cosa de homínidos. Sin embargo, en esta ocasión era distinto, ya que Sonrisa Escarlata era peor que cualquier alfa que hubiera conocido. Al menos Erick le había perdonado y le había dado la oportunidad de quedarse en la manada. Se estiró, apoyando sus patas delanteras fuera de la cama, y estiró las patas traseras levantando una a una. Cuando se sintió completamente flexible, salió y se encontró con Liv Martir de Gaia, quien le había pasado a ver. Le miró a los ojos y fue con ella sintiéndose preocupado. Caminó hasta llegar a un lugar donde se habían reunido todos al escuchar las palabras de Finn. Aunque no estaba perfectamente enterado, tenía una idea de que lo que sucedía era por los juguetes autómatas.
Narrador:
Sonrisa Escarlata se encontraba acompañado por dos de sus mejores soldados, Susurra Llantos y Gloria de Gaia, ambos Fianna y Ahroun de rango Cliath. Además de estos fieles soldados, estaban Finn Legado de Lugh, Liv Martir de Gaia y Geri Lobo de Odin, quienes se habían unido a los demás en el lugar. De pronto, se escucharon ululatos a lo lejos. A través de las casas que dejaron vacías los parientes, aparecieron ocho niños completamente desnutridos. Su cabeza ya no era más la de un humano, tenía forma de la cabeza de un perro, como si se hubieran deformado en algo extraño. Era imposible que esas criaturas fueran Garou, ya que el mayor tendría 8 años y aún eran muy pequeños para poder transformarse. En cuanto esas criaturas vieron al Crinos del Alfa, utilizaron sus poderes malignos para aumentar hasta tres veces su tamaño. Ahora medían, como mínimo, dos metros cincuenta centímetros. Se acercaron hasta formar un grupo unido y cargaron contra los Garou. Dos corrieron contra el Alfa, otros dos contra los dos Ahrun de confianza del Alfa, y los cuatro restantes fueron contra Liv, Finn y Geri.
Finn:
De pie con el pie izquierdo hacia atrás y el derecho hacia adelante, Finn llevó su mano derecha a sujetar la espada corta que colgaba de su cinturón. Esa mañana, el Fianna iba buscando pelea después de lo que había pasado con los niños. Llevaba su espada de aproximadamente 85 cm y una pequeña navaja en su espalda baja, abrochada al cinturón de cuero. Apretando sus dientes y sujetando el cuero del mango, Finn lanzó tierra a los Formor que le gruñían y mostraban sus dientes, lo que antes fueron, ya no lo eran. Ahora eran estas abominaciones que tenía que acabar y cumplir con su obligación. —¿Ahora vienen por mí? ¿Eh? Por alguna razón, siempre me escogen a mí. Fookin’ gangbang —soltó la espada de la funda y la blandió en el aire por unos segundos, probando su peso mientras cortaba el aire—. Vamos, malditos perros. ¿Quién va primero? ¿Tú? ¿Tú? —Finn levantó su labio inferior al sonreírles a los Formor—. ¡Todos a un lugar seguro!
Liv:
Ya todos reunidos, se podía sentir que algo no estaba bien. Se encontraban mujeres llorando y otras buscando al culpable de lo ocurrido. El día se veía gris, el cielo totalmente nublado. El Alfa estaba en su forma Crinos, lo que a Liv parecía evidente de que los días tranquilos se habían terminado y el de hoy era totalmente diferente. Su vestimenta consistía en unos jeans que se ajustaban a su cuerpo, una camiseta beige, botas deportivas, su cabello negro suelto y tenía su cinturón de cuchillos en el cual traía 4 cuchillos de 30 cm de largo y una katana de 120 cm de largo, además de su arco y su aljaba de flechas. Estando al lado de Geri, lo observó por un instante con algo de preocupación. De repente, un niño salió desde una de las cabañas con un aspecto tenebroso, con cara de perro y algunas heridas. No entendía bien qué ocurría. Las criaturas comenzaron a transformarse de nuevo, consiguiendo una altura más grande y dividiéndose alrededor de donde se encontraban. Tomó su arco y una de las flechas, confiando en sí misma y en lo que era capaz de hacer. Ubicó el arco y la flecha, y lanzó con fuerza en dirección al hombro de la mujer que la estaba observando. Luego, colocó el arco nuevamente en su espalda para sacar la katana.
Geri:
Todo parecía una historia mal narrada del bien y el mal. ¿O acaso el mal siempre triunfaba, pero el lupus no lo sabía? ¿Acaso era un necio que no aceptaba lo evidente? El mundo se estaba acabando y ver todas esas muertes no era una coincidencia para Geri. Sin embargo, el lupus quería seguir creyendo, aferrándose a la pequeña posibilidad de paz. El llanto de los aldeanos y el sombrío escenario lo llevaron a decaer su ánimo un poco.
Cuando estuvo a punto de ayudar a los aldeanos, de repente salieron unas criaturas abominables de las casas. No eran cualquier metis, pues estas pequeñas abominaciones tenían cuerpos con caras de perro. A medida que se acercaban, Geri notó que iban aumentando su tamaño, transformándose en algo similar a un crinos. Una de esas abominaciones, un formor, se acercó estúpidamente al lupus. Sin embargo, él lo previno, saltando ágilmente hacia la izquierda para evitar el toque. Aprovechando la distancia, se transformó en hispo en cuestión de segundos. Sus colmillos se alargaron al punto de parecer dagas filosas y blancas, sus zarpas aumentaron de tamaño junto con sus garras. Sin perder tiempo, levantó su zarpa izquierda a la altura de la espalda del formor y la rasgó hacia abajo, intentando desparramarle los intestinos desde atrás en un corte transversal que iba desde el hombro izquierdo hasta la cadera. Finalmente, se dejó llevar por el impulso y saltó hacia atrás del formor, tomando una distancia de al menos dos metros.
Narrador:
La tierra fue directamente a los dos rostros de perro, ingresando a las fosas nasales de los formori. Esto hizo que estornudaran los dientes humanos cubiertos de sangre de los niños que en el pasado habían sido. Estos eventos provocaron que los formori atacaran inmediatamente. Timy, mientras se limpiaba la tierra de sus ojos, emanaba alaridos horribles de dolor durante 5 segundos. Luego corrió en dirección al fianna para morderle el brazo derecho con sus colmillos sucios de perro. Toby, con sus vértebras cervicales extendidas en una longitud de 1.60 cm, corrió primero y automáticamente contra Finn. Cuando estuvo a solo un metro de distancia del fianna, movió bruscamente su cadera hacia la izquierda, impulsando el peso de su cuerpo a su cola con una aceleración de 1 metro por 3 segundos. Con una fuerza proporcional a su peso corporal de 450 kg, se lanzó hacia el abdomen de Finn.
Romi odiaba verla, se sentía incómoda frente a su atractivo rostro y figura esbelta, lo que provocaba que la rabia colmara su cuerpo. Todo empeoró cuando Liv intentó golpear el hombro derecho de Romi con una flecha. Sin embargo, Romi previó el ataque y agarró con su hocico la flecha, rompiéndola por la mitad. A continuación, se acercó a Liv imitando sus movimientos de forma burlona, con una sonrisa horrenda en su deformado rostro. Se notaba que sus palabras estaban deformadas por el hocico mientras decía: —No eres tan bonita, no te queda bien el arco y peor la Katana. Morirás—. La baba descendía por la ausencia de labios de la criatura, mojando de viscosidad su cuello y cuerpo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de Liv, utilizó su pata derecha para patear su cabeza, alzándola en diagonal desde la parte inferior izquierda hasta la superior derecha a una velocidad de 1 metro por segundo. Al mismo tiempo, sacó sus 10 garras de 40 cm de longitud, cinco en cada mano, filosas como navajas de barbero, mientras decía: —Mis hermosas uñas—.
Molly aplastó sus propios dientes en una mordida fuerte de frustración cuando el lupus esquivó su golpe inicial. Sin embargo, no dejaría las cosas así. Estaba atenta a los movimientos del lupus y cuando sintió que su pata peluda se apegaba a su espalda, surgió un brazo de su espalda con una bola de hueso en el extremo. Las garras de Geri impactaron y cortaron parte del hueso sin causar mucho daño ni dolor. Instantáneamente, Molly volteó su mirada hacia el lupus, frunciendo el ceño y burlándose de él mientras lo señalaba. Corrió contra el lupus, se agachó para que el miembro que le había salido de la espalda actuara como un resorte, lanzándose hacia Geri a una velocidad de un metro por dos segundos, con una fuerza de 200 kg. Luego, volvió a su postura abriendo sus brazos y piernas, preparándose para agarrar al lupus en caso de que se acercara.
Finn:
Los dientes de niños que caían de sus bocas distraen por unos segundos al Galliard. En ese tiempo, las dos criaturas logran desequilibrarlo, haciéndolo tambalear hacia atrás. Siente el golpe en el abdomen y una herida que comienza a arder en el Fianna, resultante del mordisco del perro. Luchando contra el agudo dolor, Finn jala rápidamente la espada de cuero de su funda en el cinturón, empuñándola hacia abajo para protegerse en caso de un ataque por abajo. Manteniendo distancia de sus atacantes, mueve ágilmente sus piernas para recuperar el equilibrio, cruzándolas y acercándolas y alejándolas, preparado para moverse en cualquier dirección. — ¿Mi turno? — Escupe el Fianna hacia el suelo que los separa, sin notar que entre la saliva va mezclada un poco de sangre, resultado del golpe abdominal.
Liv:
Observa a la mujer que, según su parecer, se siente intimidada por su aspecto. Liv logra evadir la flecha, levantando una ceja con incredulidad. Pero a la vez, sonríe ante el acto de morder la flecha, completando su transformación de forma asquerosa al ver que se acerca. Corre rápidamente, derrapando a nivel del suelo para evadir la patada que viene en dirección al lado derecho de la mujer. Frena clavando la katana en el suelo, incorporándose con agilidad. Sujeta la katana y le propina un corte certero con profundidad en el gemelo derecho de la gran mujer, lastimándola de manera precisa con un movimiento sutil. Retrocede un poco para tomar impulso, flexionando las piernas. Salta y le da un golpe a nivel de la espalda, haciendo que pierda el equilibrio. Trepa un poco sobre la mujer para luego, con la katana, fijarla con la punta, incrustándola en la parte superior de su clavícula y cortando su espalda con sutileza en un corte fino. Salta al suelo para retroceder lo suficiente, respirando profundamente. Observa a la mujer que está con las manos apoyadas en el suelo y espera un instante para tomar uno de los cuchillos que lleva en su cinturón con gran velocidad. Lo clava, traspasando la mano de la mujer y fijándolo al suelo. Mira a su alrededor y ve que todos están ocupados. Hay algunas personas afuera y se acerca corriendo rápidamente hacia ellas. — Pónganse en un lugar seguro — advierte. Guarda la katana y se dirige nuevamente a la mujer, mirando cada una de sus facciones. No entiende la razón por la cual siente tanto odio en su mirada. — Tranquilízate, no te quiero hacer daño ¿Puedes entenderme? — se ubica a unos 20 metros aproximadamente de ella, esperando su reacción. “Cortarlo”, grita y corre rápidamente, derrapando a nivel del suelo, evadiendo la patada en dirección al lado derecho de la mujer. Frena clavando la katana en el suelo e incorporándose con agilidad. Sujeta la katana y propicia un corte con profundidad en el gemelo derecho de la gran mujer, lastimándola de manera precisa con un movimiento sutil. Retrocede un poco para tomar impulso, flexiona las piernas y salta, dando un golpe a nivel de la espalda.
Geri:
Ve que sus zarpas solo dejan tras el rasguño polvo del hueso del formor sobre la calle. Siente el viento rozar sus largos pelos lupinos, moviéndolos en dirección al formor. En cuanto ve al formor señalarlo con el dedo, comienza a gruñir fuertemente. Sus patas se tensan contra la superficie a los lados, emitiendo un bramido mientras espirales de humo color azul marino salen de sus garras y colmillos. El peligro es inminente. El formor se acerca rápidamente y se agacha. Prevee por la sombra de su enemigo que la protuberancia caerá sobre él. Rueda a la izquierda y el brazo del formor cae junto a él, literalmente rompiendo la calle y enviando trozos de piedra y polvo a su alrededor. Estornuda a causa del impacto. En cuanto el formor comienza a incorporarse con sus brazos abiertos en su dirección, se acerca saltando de lado a lado. Al final, finge saltar a una altura de los brazos de su adversario, pero no lo hace. Se barre entre las piernas del formor y una vez debajo del engendro del wyrm, incrusta sus zarpas en sus muslos aferrándose.
Narrador:
Timy saborea la sangre del fianna, es como consumir una especie de droga por la rabia que corre en ella. En sí, todo garou tiene esa cualidad, pero en la sangre de Finn, que es la primera vez que Timy saborea, le hace desear más. Comienza a caminar alrededor del garou, intentando encontrar un ángulo débil por el cual atacar. Al no poder encontrarlo, mira a los ojos de Toby y sonríe, mostrando sus colmillos sucios y cubiertos de sangre. Rápidamente intenta morder la cabeza del fianna. Toby, con su vista siguiendo la trayectoria del gapo del fianna, puede oler la sabrosa sangre que se llena de rabia. Al ver que el garou asume una postura extraña, comienza a caminar alrededor de él. Mira a su compañero pero su mirada no le dice nada. Intenta con su cola desequilibrar la espada, intentando enredarla. Romi prueba que la garou es demasiado rápida y no puede alcanzarla con la patada. Esto desequilibra al formor, que sosteniéndose únicamente con sus manos delanteras y pie derecho parece caer. De pronto, siente un corte agudo en su pie derecho, lo cual provoca que caiga boca abajo contra el suelo. Mira su pie sangrando y con su mano izquierda se agarra la herida, cubriéndola. Grita enrabietado: —¡Te mataré! No eres mejor que yo, ¡no lo eres! —Siente como Liv golpea su espalda y levanta su zarpa derecha intentando agarrar con sus horribles garras de 40 cm a la theurge. Al no poder agarrarla, tira todo su peso sobre ella, rodando a la derecha para aplastarla. Gasta su rabia para entrar en frenesí, ya no siente nada. Molly vuelve a mirar al lupus ir contra él en dirección a su centro y pecho. Cierra los brazos instintivamente con fuerza de 200 kg durante dos segundos, pero atrapa el aire. Siente como si quemaran sus piernas, abre los ojos para ver cómo se le cae la piel muerta de la parte superior de sus piernas, como líquido sanguinolento negro. Emite un alarido horrible y se agacha para agarrar las patas traseras del lupus, intentando sacarlo de sus piernas tirando con fuerza. Siente que esa parte de su cuerpo queda en hueso y golpea fuertemente al lupus, lanzándolo contra la superficie sin soltarlo. Con su tercer brazo, lanza un golpe en dirección a Geri con una velocidad y fuerza impresionantes.
Finn:
¡Malditos! — Finn suelta su espada apenas estas Formor comienzan a moverse, echándose al lado del dúo, raspa su propio lateral y se sienta en el suelo después de su salto. Apoya sus manos sobre el suelo y comienza a tirar patadas hacia las criaturas, tratando de alejarlas. Flexiona y golpea hacia las cabezas y cinturas de estos, escupiendo toda clase de obscenidades.
Liv:
Estando en la espalda de la mujer gigante, siente cómo su cuerpo se cae en dirección hacia atrás. Salta antes de que caiga por completo y respira profundamente antes de su siguiente movimiento. Hace un corte rápido con la katana en su brazo derecho, propinándole un corte más profundo. Corre a una distancia considerable en el trayecto y observa a su alrededor. Guarda la katana y toma una flecha y el arco antes de usarlos. Observa a la chica que está tan molesta con ella y no entiende por qué. Respira y focaliza sus emociones para sanar los rasguños que tiene. No quiere hacerle más daño, ya que esa no es su misión. Le dice: —No quiero hacerte daño, podemos llegar a un acuerdo o encontrar una solución. No sé cuál es tu problema, pero toda chica tiene un gran valor, no importa su aspecto físico. Lo que realmente importa es quién es en su interior. —Deja la flecha en el suelo y coloca nuevamente el arco a su espalda, esperando una respuesta.
Geri:
Con un soplo de agonía, siente el aire escapar de su pecho seguido por un dolor agudo en su abdomen. Han sido segundos en los que ha recibido el golpe del peso del formor contra la carretera. Mira sobre la superficie una sombra acercarse y, instintivamente, flexiona su adolorido abdomen para impulsar su cuerpo y abrir su mandíbula en dirección al cuello del formor. Abre sus zarpas y de ellas caen trozos de carne muerta. Clava sus zarpas en los hombros del fera y comienza a morder rápidamente todo lo que puede en su pecho y rostro, mientras patea sus patas traseras para soltarse del agarre de su rival.
Narrador:
Timy intentó morder la cabeza de Finn, pero el fianna se echó hacia atrás, levantando sus piernas. El formor aprovechó y mordió la pierna de Finn a la altura del muslo izquierdo, clavando sus colmillos a una profundidad de 6 cm. Una vez que lo tuvo entre sus colmillos, movió su cabeza de un lado a otro, buscando desmembrarlo. Toby, con su cola, sujetó la espada del fianna y la lanzó con su cola lejos de todo, a una distancia de 3 m. Finalmente, intentó morder la pierna derecha de Finn, abriendo su hocico al máximo para atraparla. Romi, enrabietada y en frenesí, ya no sentía nada. La sangre que brotaba de su brazo y demás heridas dispersas por todas partes no le importaba ni le dolía más. Lo único que buscaba era acabar con su rival. Comenzó a arrastrarse poco a poco, gruñendo hasta alcanzar una distancia apropiada para saltar en dirección a Liv. No hacía caso a nada de lo que ella le decía. Finalmente, juntó toda la fuerza bruta que tenía en sus colmillos para triturar lo que encontrara a su paso. Molly golpeó torpemente con su tercer brazo el suelo, sintiendo cómo los colmillos del lupus se incrustaban en su cuello. Intentó jalar para desprenderse del lupus, pero las patas de este lograron soltarse del agarre. Sintió las garras del lupus incrustándose en su pecho y varias mordidas en el rostro y cuello. Cuando terminaron las mordidas, el Formor estaba completamente muerto. Las garras y los colmillos de Geri habían hecho que la piel se desprendiera de los huesos en pedazos de piel negra despojada de vida.
Finn:
¡Malditos! —Finn tiró de su pierna cuando los colmillos de la criatura se hundieron en su pierna, apretando sus dientes entre sí al sentir el agudo dolor de la sangre bañando su pierna de rojo. El Fianna intentó tomar al Formor que sostenía del cuello, con intenciones de arrojarlo lejos de él y enfocarse en el otro. Con su pierna derecha, el Fianna apuntó a patear el costado del Formor para quitarlo de él, pateando y pateando para darle en la cabeza.
Liv:
Respiró profundamente, ahora no tan amable con la mujer que al parecer no daría su brazo a torcer. Evadió corriendo en diagonal, tomó la flecha que estaba en el suelo y la ubicó en el arco. Disparó en dirección a la parte trasera de su hombro derecho. Rápidamente tomó una nueva flecha de la funda que se encontraba en su espalda para disparar en la cabeza, logrando atravesarla. Dejó el arco en la espalda, conteniendo su mal humor y comenzó a sacar las garras de sus manos sin llegar a transformarse por completo.
Geri:
Del labio de Geri continuaba saliendo sangre con saliva. Se había lastimado por dentro, aunque era incierta la gravedad de sus heridas. Exhaló un suspiro de aire frío desde su hocico entreabierto, entrecerrando los ojos agotado. Cuando los abrió, se sobresaltó al ver al cliath Fianna en problemas. Rápidamente corrió en dirección de los formori que lo atacaban. Estaba lo suficientemente cerca del formor que tenía una cola especialmente larga, saltó abriendo su hocico en dirección al hocico de este para morderle en la mandíbula y evitar que acabara con Finn. Con sus patas, empujó con la fuerza de su peso de 720 kg contra el formor para intentar derribarlo. Si conseguía derribarlo, intentaría clavar sus zarpas en el pecho y lastimarlo en el corazón.
Narrador:
Timy desgarró la pierna del Fianna, hundiéndole los colmillos hasta 6 cm de profundidad, arrancando trozos de piel y topando contra los huesos del talón, causando una hemorragia y un desgarro muscular interno. El Fianna cerró lentamente sus ojos por falta de sangre y cayó de espaldas sin poder hacer algo al respecto, soltando a Timy debido a una última patada al costado. De pronto, apareció Gloria de Gaia en su aspecto Crinos, con sangre de un formor sobre ella, victoriosa. Arremetió contra Timy y comenzó una pelea.
Mientras tanto, Romy cayó torpemente al suelo, rompiéndose algunos colmillos. El suelo también se resquebrajó y el formor rugió agónicamente, sin poder moverse. Dos flechas de Liv lo atravesaron, una clavándose en su hombro y la otra en su cabeza, terminando con su vida. La sangre de la criatura muerta se esparció por el lugar.
Toby no sabía quién lo golpeó, sus ojos se llenaron de oscuridad y sintió un dolor agudo en su cráneo, como si le estuvieran drenando la vida. Con sus garras, clavó alrededor del tronco de lo que le hubiera mordido. Sintió pelaje y sabía que era uno de los garou, pero no reconoció a quién podía ser. Toby cayó junto al garou y sintió que algo doloroso se incrustó en su pecho, a la altura de su corazón. Intentó abrir su hocico, pero pronto perdió la razón cuando un colmillo alcanzó su cerebro. Soltó a su enemigo y agonizó lentamente.
Liv:
Inhaló profundamente para regresar a su forma Hominida en su totalidad. Observó a su alrededor para ver el panorama y cómo se encontraban sus compañeros, que a simple vista estaban en mal estado. Se dirigió rápidamente hasta donde se encontraba Finn y luego se acercó a él, quien estaba mucho más delicado. Puso ambas manos en su pierna y respiró para aliviar un poco el dolor. Usó su don (roce materno) y lo tomó de los antebrazos para ir arrastrándolo y alejarlo de la batalla. Sola no podría llevarlo así que gritó en busca de ayuda:— ¡Ayuda! ¡Garou herido!
Geri:
Soltó al formor inerte, sus garras y colmillos volvieron a ser los de antes, ya que cambió de forma a lupus, decreciendo en tamaño y volviendo a parecer un lobo común con un pelaje claro y abundante. Sintió un dolor agudo en el costado interno de su cuerpo, como si lo hubieran apuñalado, pero el dolor era soportable. Soltó un grito con sangre y utilizó su fetiche para sanarse a sí mismo. Después de usarlo, las heridas superficiales parecieron desaparecer, aunque el dolor interno mejoró un poco. Reconoció a Liv, que estaba cuidando de un cuerpo cercano. Al acercarse, notó que era Finn, y se preocupó, parecía estar muerto. Movió su hocico contra el brazo derecho del Fianna para olerlo e inspeccionar su cuerpo que aún parecía estar caliente. No estaba muerto. Mientras Liv seguía gritando, comenzó a aullar.
Narrador:
Los gritos de Liv y los aullidos de Geri alertaron a los más valientes garou, la parentela y algunos ebrios que salieron con antorchas para quemar los cuerpos inertes de los formori. La herida de Finn mejoró con el roce materno de Liv. Finn estaba lesionado y había perdido el conocimiento, pero gracias a Liv, su nivel de salud mejoró. Geri consiguió sanarse a sí mismo, al menos en parte, aliviando algunas magulladuras y parte del daño interno. Sin embargo, no sufrió impedimentos en el movimiento gracias a su fetiche activo.
Sonrisa Escarlata llegó con las cabezas de ambos formori colgadas por la vértebra lumbar en sus hombros, con las cabezas terminando de sangrar en su espalda baja. Aún en forma de Crinos, con sus garras temblorosas y sedientas de sangre, se acercó a los reunidos y les dijo a todos, entre gruñidos y olores, que debían dejar que el Fianna muriera, que un garou herido así era un garou muerto. Prohibió que lo sanaran. Afortunadamente, los amigos de copas de la taberna, aquellos que no eran garou, lo recogieron y lo llevaron a la casa del veterinario de la Aldea. Keket también acudió al lugar cuando todo se disipó, pues las órdenes del alfa estaban sobre su autoridad y aunque quisiera quedarse, no podía. Hizo lo que estaba a su alcance y con un palo de escoba enseñó a vendar heridas humanas. Con las indicaciones de ella, los amigos de Finn terminaron de vendarlo. Geri también se encontraba en la casa del veterinario para tratar sus heridas que no pudo sanar. Liv no pudo acompañarlos, pero afortunadamente ningún garou había fallecido. Al atardecer, muchos aldeanos acudieron a la plaza con velas para mostrarles la luz a aquellos que en el pasado fueron sus hijos y cachorros.