El legado de Avalon Plastics
Capítulo N° 3: ¿Dónde se encuentran los niños?
Narrador:
Helios se posicionó en el Cielo, llenando de claridad la aldea. Los rayos solares caían perpendicularmente, iluminando las coloridas aceras. Aunque la aldea parecía pacífica y llena de vida, con calles abarrotadas de comerciantes y animales, algo era notablemente inusual: los niños brillaban por su ausencia. En la entrada de la Casa del Alfa, Geri y Finn esperaban, listos para informar sobre la guardia nocturna y los eventos relacionados con los autómatas que demostraban tener malas intenciones, tal como lo había predicho Shira.
Finn:
Con entusiasmo y diversión, Finn sostenía un avioncito de papel que había hecho con una hoja de su cuaderno. Se acercó a Geri, mostrándoselo con orgullo. —¿Ves? Mira que no es un zeppelin como los que vimos… ¡ni mucho menos como esos autómatas! Pero es divertido, ¿no crees? —dijo mientras daba vueltas al avioncito para que Geri pudiera apreciarlo. Luego, lanzó el avioncito al aire, aprovechando la suave brisa de la mañana, y este aterrizó suavemente en el pasto bajo la colina. —Te enseñaré. Ahora, soy un firme defensor de que el sueño no se debe interrumpir, sobre todo después de una resaca, pero esto es ridículo —agregó Finn, golpeando la puerta del Alfa con sus dos nudillos al compás de la canción “Sympathy for the Devil” de los Rolling Stones.
Geri:
Geri, luciendo sucio y desaliñado debido a la falta de sueño y con el hollín de la hoguera impregnado en su pelo, cara y ropa, había caminado varias calles hasta llegar a la opulenta casa de Erick. Aunque su apariencia dejaba claro que no había dormido, su mirada reflejaba cierto aprecio hacia Finn, considerándolo como un amigo. Al observar el avión de papel, intentó hacer uno similar, pero terminó rompiendo el papel con sus garras. Sonrió con aprecio y comentó: —Creo que el alfa se sentirá aliviado al saber que descubrimos a los autómatas. —Luego, tocó la puerta al unísono con Finn.
Erick:
Aquella mañana, Erick apenas había cerrado los ojos. Durante toda la noche, no había podido conciliar el sueño y no sabía si se trataba de insomnio o algo más que aún no comprendía. De repente, escuchó el resonar en la puerta y se sobresaltó. Se puso de pie rápidamente, vistiéndose mientras miraba hacia afuera por la ventana. Una vez vestido por completo, salió a abrir la puerta con el ceño fruncido al observar la apariencia descuidada y el peculiar aroma que rodeaba a Geri. —Pasen adelante, no se queden allí —dijo mientras los miraba, percatándose del juguete de Shira y sospechando que su insomnio podía estar relacionado con ese objeto.
Narrador:
Aquella mañana, el niño encargado de entregar el periódico local no había acudido a la casa del alfa, algo inusual ya que nunca olvidaba hacerlo. Tampoco se veían en las calles a los hijos de los lobos o a los niños humanos, que solían jugar a la rayuela a dos casas de la del Alfa, donde la calle era más amplia y no había comerciantes.
Finn:
El Fianna entró a la casa del Alfa, sorprendido por la decoración de estilo Fenrir, la variedad de botellas y la colección de armas, ya fueran artesanales o no. —¡Mi cabaña es una pocilga en comparación, ni siquiera tengo una vela o una manzana! —exclamó Finn mientras paseaba su mano por los muebles y luego dirigía su mirada hacia el Alfa. —Todo esto es gracias a la Guardia de anoche. ¿Has visto el Muñeco Diabólico? Era algo similar, pero en lugar de autómatas eran seres vivientes con cuchillas afiladas… muchas cuchillas afiladas… —recordó, frunciendo el ceño al recordar la herida entre sus omóplatos.
Geri:
Al ingresar a la casa de Erick, Geri no pudo evitar notar su amplio tamaño en comparación con su propia cabaña, que solía albergar objetos vivos y descuidados. El aroma limpio del lugar resultaba molesto para él, acostumbrado a los olores de las presas que cazaba o pescaba. Sin embargo, al encontrarse con la mirada del Alfa, pudo percibir algo extraño en ella, como si lo estuviera observando de una manera distinta. Sin comprender del todo, saludó amablemente, mostrando sus colmillos en una sonrisa. —Es verdad lo que dice Legado de Lugh, los juguetes pertenecen al wyrm. Caminan como seres vivos, pero no lo son —explicó, explorando con la mirada los objetos que el Alfa tenía en su hogar. Se horrorizó al encontrar uno de esos autómatas, el mismo que Shira le había quitado a uno de los niños.
Erick:
Repentinamente, mientras conversaban, el juguete cobró vida, dejando a Erick anonadado. El Fianna, que hablaba sin cesar, se adentró en su mente gracias al don habla mental. Erick respondió de la misma forma: —Debemos seguirlo y actuar cuanto antes —dijo con un gesto de mano, indicándoles que lo siguieran sigilosamente hasta la puerta de la habitación donde se escondía el autómata.
Narrador:
En el momento en que Erick entró a la habitación donde se escondía el autómata, la puerta sonó. Alguien se había infiltrado en la casa, aprovechando que la puerta había quedado abierta. El mono mecánico, activado por sospecha o peligro, encendió sus ojos de plástico rojo. Al ver al Alfa, rió y sonó los platos, corriendo hacia la habitación y escondiéndose bajo la cama. Varios aldeanos llamaron al Alfa desde el salón de estar.
Finn:
—¡Maldición, mi vida! —exclamó el Fianna con su acento irlandés al percatarse de la presencia del mono. Sin ver hacia dónde había corrido, Finn dejó al Alfa y a Geri atrás. Sin preocuparse por los posibles riesgos, abrió la puerta de un manotazo y examinó rápidamente la cama y los muebles en busca del autómata. Luego, se volvió hacia sus compañeros con una sonrisa, levantando los brazos y sacudiendo la cabeza. —¿Ven ahora? Cero problemas —afirmó, sin darse cuenta de la presencia del autómata bajo la cama.
Geri:
Geri sintió que algo extraño sucedería, algo maligno. Demasiado ruido no era bueno. Ahora su olfato y oído eran poderosos, pero demasiados distractores no causaron lo contrario, sino que lo aturdieron. Miró a Finn y luego al gran salón, continuando la comunicación mental con él. —Tenemos que movernos. Alguien debe ver lo que está afuera y otro encargarse del autómata. Nos dividiremos. ¿Crees que puedes solo con el mono? — Antes de que el fianna contestara, Geri caminó en dirección al ruido de la puerta y se encontró con algunos aldeanos en el salón.
Erick:
Al entrar en la Habitación y sin encontrar nada extraño, Erick sentía que en el ambiente algo estaba mal. Mientras en la puerta del salón se sentían golpes, los Garou se ponían de acuerdo. Erick asiente con la cabeza y dice: —Finn, tendrás que hacerte cargo de la situación aquí mientras nosotros vemos qué ocurre afuera—, voltea para mirar a Geri, quien va camino a la puerta para ver quién golpeaba, y Erick le sigue no sin antes coger su martillo.
Narrador:
Erick y Geri llegaron al gran salón de la casa donde estaban los parentela y los garou. Todos comenzaron a quejarse por sus hijos, que habían cambiado. Ahora se encerraban en sus habitaciones a hablar solos y no querían ir a clases. Los pocos a los que lograron llevar a la escuela recibieron esquela porque estuvieron ausentes y no prestaban atención. Habían brotes de violencia contra los maestros y familiares, entre otras quejas sobre los pequeños de la aldea. Finn se quedó solo con el autómata. Este se arrastró, giró y vio directamente a los ojos de Finn, cuyos ojos plásticos brillaron en rojo incandescente. Luego, el autómata disparó el arma en dirección al pecho de Finn.
Finn:
—¡Bue-bue-bue-bue-buenos días, buena gente! Háganse ese desayuno y vayan a trabajar, perezosos. Pero no los dejaremos así. Aquí está… Billy Joel, con Uptown Girl… solo aquí, en Buenos Días, Nueva Zelanda! Uptown Girl! She’s been living in an uptown world, I bet she never had a backstreet guy, I bet her momma never told her why, I’m— La radio en la habitación fue la banda sonora del desastre que ocurriría entre el joven Fianna y el mono mecánico. La sonrisa del muchacho fue bajando lentamente al voltearse y al ver al producto de sus pesadillas apuntándole con la vieja pistola, los ojos rojos como el fuego. El disparo de esta máquina le penetró a Legado de Lugh justo debajo de los pectorales, mandándolo a chocar de espalda contra la pared. Su enorme dolor solo fue calmado por la ira del Fianna, que ni un segundo duró recargado antes de ir a la carga del mono mientras Billy Joel ya iba en el coro. De un patadón, pudo deshacerse de la pistola que el mono trataba de cargar. Pero al darle la espalda, el mono trepó sobre la espalda de este, con intención de golpearlo con sus mismas manos, imitando los movimientos de verdaderos monos al golpearlo sin cansancio. Las vueltas del muchacho en sus intentos de quitarse al mono de la espalda hicieron que cayera sobre la cama, tomando al juguete de la camisa y aventándolo al espejo, rompiéndolo en varios trozos sobre el suelo. Apenas este tomó postura, sin miedo a cortarse, tomó un trozo del espejo lo suficientemente largo como para parecer una cuchilla. Solo le quedaba un ojo de plástico. —You know I’ve seen her in her uptown, she’s getting tired of her high class toys! —Finn tomó una almohada y la azotó contra el maldito mono, levantándose rápido de la cama para tomar un trofeo de imitación de oro que Erick tenía en su mueble. El autómata rasgó el tobillo del Fianna apenas tomó el trofeo, a lo que este flexionó la pierna en el dolor del momento pero sujetó con ambas manos la figura de imitación de oro. Miró hacia abajo al mono, y sin pensarlo mucho, aplastó la cabeza del mono con el trofeo boca abajo, incluso llegándose a lastimar el pie en su acción. Reventó la cabeza del juguete hasta dejarla echa trizas, así como el abollado y destruido trofeo de Erick, que de ser la figura de un hombre en pose heroica, pasó a la de una monstruosidad amorfa. Aún emocionado por la canción de Billy Joel y la acción, no le bastó con terminar con el robot de esa manera, por lo que lo tomó, y echando su hombro y mano por detrás de su espalda, lo lanzó por la ventana de la habitación, rompiendo los cristales de esta apenas el juguete pasó por ella.— ¡Y ahí te quedas!
Geri:
Todo lo que decían los homínidos de sus hijos era extraño. Decían que tenían que ir a la escuela, entre otras cosas absurdas e innecesarias. A diferencia de cómo criaron a Geri, a él le pareció sumamente aburrido ser homínido y seguir las reglas. Geri movía sus orejas enfocando las quejas, uniendo cabos sueltos y sospechando que tenía algo que ver con el asesinato y los autómatas. Un disparo sonó cerca, venía de la habitación del alfa, donde el Fianna estaba. El aroma de la pólvora en sus fosas nasales incrementaba cada vez más. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio a Finn despedazar al autómata con música de fondo. Geri agachó las orejas y reclinó los párpados en un gesto de ironía lupina.
Narrador:
Tras reunirse la parentela de la aldea y los garou que la habitaban, el Alfa de la manada Semillas de Yggdrasil, se tomó todo el día para pensar. Estuvo en su casa junto con lo que quedaba del mono mecánico y debía tomar una decisión difícil. Dejar a la manada o permanecer sin respuestas a sus profundas dudas e interrogantes sobre el Wyrm. Las horas transcurrieron hasta que finalmente, a horas de la madrugada, pensó que lo mejor sería emprender un viaje en busca de respuestas. La mañana siguiente, visitó a James, el otro Alfa aunque para las pocas atribuciones que tenía era más un omega. De esa forma, James quedó a cargo hasta que Erick completara su búsqueda. James Sonrisa Escarlata, con poder sobre los demás, decretó: Primero, que no se obligaría a los niños por la fuerza a asistir a la escuela. Por lo tanto, se llevaría la escuela a los niños. Es así que los más grandes enseñarían a los pequeños en los hogares, al igual que los padres a través de medios telemáticos llevarían las ciencias a sus hijos. Segundo, en cuanto a los juguetes autómatas, James pensó que fue una exageración de Finn y Geri. No serían removidos de los hogares de la aldea y la tienda seguiría operando. Finn, Liv y Geri, que conocían el peligro de esos monos, no tenían el poder para cambiar las cosas sin pruebas.