El legado de Avalon Plastics. Capítulo N° 4

El legado de Avalon Plastics

Capítulo N° 4 – En busca de la verdad.

Jackson:

Era un hermoso día, con el cálido sol de Helios brillando sobre la tierra. Jackson lo ovacionaba como de costumbre, siempre agradecido de que saliera una vez más. Tenía los ánimos en alto y muchos de los Garou de la manada lo conocían. Algunos confiaban en él, mientras que otros simplemente lo ignoraban debido a su raza. Estaba listo, con su típica ropa compuesta por una chaqueta larga de cuero, pantalones negros, cinturón de cuero negro y grueso, botas altas algo sucias, vendas, anillo de plata, cuchillas, lentes de sol y sus cuchillas.

Sonrió ampliamente mientras extendía sus manos hacia el cielo, disfrutando del cálido abrazo de Helios en aquella fría mañana. Se sentía bien, había terminado otro capítulo de su libro, conversado con amigos y tomado algunas copas con McKenna. Todo era normal hasta ese momento.

Antes de transformarse en Corvus, miró a su alrededor. Algunos cachorros traviesos lo observaban a lo lejos. Les sonrió desde su posición y les hizo un gesto con la mano derecha, mostrando el pulgar hacia arriba para indicar que todo estaba bien. Luego se preparó para la carrera y comenzó a moverse rápidamente por la tierra, dejando marcadas las suelas de sus botas. Después de unos siete pasos, se dispuso a transformarse, extendiendo sus brazos mientras su piel cambiaba, manteniendo consigo todas las cosas que llevaba encima.

Una vez en su forma de Corvus, aleteó rápidamente para mantener el equilibrio y evitar caer al suelo, ya que le había sucedido en sus primeros intentos de volar. Con cada aleteo, ascendió más y pudo apreciar la belleza del Túmulo donde se encontraba. Aunque sabía que tenía una razón en particular para estar allí, aún no sabía cuál era.

Su primer vuelo consistió en pasar por los diferentes puestos de vigilancia, lo cual le tomó unos veinte minutos, menos si no se detenía a saludar o si no lo llamaban para algo. Quería explorar más aquel lugar, pero sabía que primero debía ganarse un espacio en la manada. Era gracioso de cierta manera, un cuervo entre lobos. Se rio internamente pensando en lo que Yorax o Aleshka podrían decir al respecto. “Oh Jack, siempre metiendo tu enorme pico donde no te llaman. ¿Acaso te crees una bola de pelos ahora? Muévete y haz tu trabajo”, se dijo a sí mismo en graznidos bajos.

Terminó de chequear los puntos de vigilancia. Cada vigilante estaba en su posición y aparentemente no habían encontrado nada inusual. Si hubiera sido lo contrario, habrían sido convocados de inmediato. Voló hacia la aldea para recorrer los lugares cercanos a esta. Al pasar cerca del río, notó algo extraño que lo llevó a dar vueltas para observarlo detalladamente. Había algo tirado en el agua, algo que no estaba allí en los días anteriores. Tenía un color azul claro bastante peculiar. A medida que se acercaba, se dio cuenta de que aquello no era un objeto, sino un cadáver.

Jackson aterrizó en una rama del árbol más cercano al cuerpo y se percató de que se trataba de un niño de la aldea. Su corazón se detuvo y sus ojos de cuervo se abrieron aún más. Paralizado, no supo exactamente cómo reaccionar. Desde su posición, no vio sangre ni indicios de violencia. El cuerpo del niño estaba pálido, con los labios morados y marcas en el cuello. Tragó saliva y descendió lentamente hasta posarse sobre el pecho del muchacho. Lo observó detenidamente, confirmó que formaba parte de la manada y que sus ojos estaban azules por la falta de oxígeno. Sabía lo que tenía que hacer en ese momento, pero no estaba preparado del todo. Creía que ningún Corax estaba realmente preparado para ver a través de los ojos de un muerto.

Decir algo sería inútil en su forma de cuervo, ya que no podrían entenderlo. Simplemente inclinó la cabeza hacia abajo por unos cortos segundos y luego se dispuso a posarse más arriba del pecho del niño. Comenzó con el ojo izquierdo, el cual le mostraría la versión más siniestra de su muerte. Después, comería el ojo derecho siguiendo las enseñanzas de su maestro. Las visiones, aunque eran poco detalladas debido a la falta de práctica, eran lo suficientemente amargas como para hacerle sentir náuseas. Aún así, le dieron cierta información: un par de ojos rojos brillantes, una criatura deforme, el río, piedras y algo que le impedía respirar y salir del agua. El ojo derecho mostraba un mono mecánico que jugaba con él y lo guiaba por el bosque hasta llegar al río.

Las visiones, aunque poco reveladoras debido a su falta de práctica, le dieron cierta información. Después de revertir a su forma Homínido y regresar a su aspecto original, observó detenidamente el cuerpo del joven. Notó que algunos arbustos y maleza habían sido aplastados o rotos, posiblemente por la criatura deformada mencionada en la visión. El mono mecánico no estaba en ninguna parte, pero Jackson sabía que muchos de los cachorros tenían ese tipo de juguetes gracias a una tienda en la aldea.

Aunque no podía dejar al joven allí, su corazón se encogió al tener que arrodillarse y tomarlo entre sus brazos. Con suma pena, lo llevó de regreso a la aldea. Sus pasos eran lentos, ya que el niño era pesado, pero no quería llegar con una noticia tan trágica en brazos. A su llegada, muchos se acercaron y lágrimas caían por los ojos de Jackson mientras intentaba sonreír.

—¿No es un buen día? balbuceó, intentando controlar su tristeza mientras entregaba al niño a su madre.

James:

Llamado Sonrisa Escarlata, un Garou Hominido Fianna, finalizaba su filete fresco y crudo. Agregó salsa de sauce a la carne roja y sangrante, desgarrando el tejido con los cubiertos de plata, lo que causaba un chirrido horrible en su vajilla. Sin embargo, un bullicio distante llamó su atención, y al asomarse por la ventana, escuchó los gritos de una madre implorando a la Madre Gaia y a Fenris una explicación por la muerte de su hijo. ¡MI HIJO! Se podía escuchar el eco molesto en toda la aldea.

Molesto por el hambre y en busca de algo verdaderamente delicioso, carne humana, James salió de su casa después de tirar la puerta con una patada. Avanzó hacia el lugar donde se encontraba Jackson, a quien solía llamar Ojos de Yggdrasil. A pesar de no tener un nombre tribal, James lo apodó así debido a las habilidades de Jackson.

—¿Qué ocurrió? escupió sus palabras varias veces en su aspecto glabro, abriéndose paso con sus zarpas y empujando a todos los presentes. ¡Abran paso, déjenme ver! Grr el sonido nasal y gutural de sus palabras se mostraba salvaje. Observó al niño muerto en brazos del Corax y sintió un vacío en el estómago. Incluso babeaba un poco, pero logró controlarse con dificultad. —Cuéntamelo todo, Ojos de Yggdrasil cruzó sus brazos y miró por encima de sus hombros con su imponente aspecto glabro anaranjado. —¿Qué hacen aquí? ¡Muévanse! se volteó repentinamente, mostrando sus colmillos a todos los curiosos. La desaprobación se reflejaba en los rostros de la gente, quienes no estaban contentos con el malhumorado Alfa sin mucho carisma. Sonrisa Escarlata miró a Jackson, donde la madre del niño se lo llevó. El hambre lo puso aún más de mal humor.

Jackson:

Su cuerpo temblaba cuando llegó a la aldea. De inmediato, escuchó un grito proveniente de la madre del muchacho. Cuando llegó hasta él, se colocó de rodillas, meciéndose de adelante hacia atrás mientras sollozaba. Todavía había lágrimas recorriendo sus mejillas. No tardaron en acercarse los demás habitantes de la aldea, y poco a poco se sintió agobiado por la multitud. Muchos expresaban opiniones negativas. Incluso aquellos que desconfiaban de él pensaron que fue él quien asesinó al joven, y otros criticaban que le había robado los ojos. Su respiración se volvía agitada y su corazón latía con fuerza. Cerró los ojos con fuerza y apretó sus dientes. Fue en ese momento que escuchó una voz conocida y abrió los ojos para dejar de apretar sus muelas. Miró hacia donde estaba la multitud y notó que alguien se abría paso entre la gente. Era el Alfa. Se sintió avergonzado por traerle malas noticias y miró hacia abajo, clavando la mirada en el suelo. Después de eso, el Alfa corrió hacia todas las personas, molesto por verlas sin saber qué estaba sucediendo y divulgando opiniones. Cuando quedaron solos él, la madre y Jackson, él entregó al muchacho a la señora y ella se fue llorando con su hijo en los brazos.

—Lo siento, Alfa —dijo mirando al suelo, con lágrimas aún cayendo desde su mentón hasta la tierra. Respiró profundamente y llevó sus manos a su cara, secando sus ojos con su venda negra. Después, finalmente lo observó—. Le explicaré… Esta mañana, estaba cumpliendo su rutina diaria, recorriendo los puntos de vigilancia en busca de cualquier novedad. Juró, Alfa, que no había nada nuevo, pero cuando empezó su recorrido por el parque, notó algo extraño tirado en el río, era el muchacho. Se dedicó a analizar lo que le sucedió y, tras pedir permiso, tomó sus ojos, viendo así algunos fragmentos de sus últimos momentos. Vio un mono de juguete con ojos rojos que guió al muchacho hasta el río, luego algo lo atacó. Tenía una forma extraña, deforme, y era muy fuerte. Al igual que Narciso, el muchacho murió ahogado, pero esta vez fue a causa de ese monstruo. No tenía más heridas que los moretones en el cuello y, claramente, los signos de su muerte por asfixia. Pero hay algo que no le cuadra, Alfa… Los vigilantes no notificaron nada sobre una bestia deforme, lo que significa que ya estaba dentro… —Terminó su explicación y suspiró profundamente—. Al menos él puede descansar en paz junto a sus ancestros —añadió, aunque le provocaba un gran dolor en el pecho.

James:

Escuchó atentamente el relato de Jackson, observando cada gesto, microexpresión y rasgo que pudiera ayudarle a descubrir si estaba mintiendo. Hubiera deseado encontrar evidencia de que estaba involucrado en el crimen, pues su hambre lo enrabietaba. Pero al momento en que miró las lágrimas, notó que en los ojos del corax, a los que no separaba ni un momento su vista, se reflejaba lo mismo que realmente sentía aquel fera respecto al crimen que se había cometido. El Alfa se quedó pensando en las casi nulas y poco probables razones para que Jackson cometiera ese delito, pero sabía que no podía haber sido un simple juguete. Recordó haber escuchado hablar cosas extrañas a Finn Legado de Lugh, Liv Martir de Gaia y a Geri lobo de Odon. Ellos esparcían historias de acontecimientos extraños, de esos animales mecánicos. Aunque solo eran rumores, la tienda estaba por allá, indicó con su garra en dirección al centro de la aldea. Pero no creía que eso pudiera estar relacionado. Decidió que iría a las barracas a interrogar a los guardias para averiguar si sabían algo.

Jack:

Tras charlar con el Alfa, se puso derecho y fijó su mirada hacia la dirección que indicaba. No tenía idea de qué habría pasado tiempo atrás, pero confiaba en sus compañeros. Además, los últimos recuerdos de los muertos nunca mienten. Quizás uno pueda verlos de diferente forma e interpretarlos con diferentes puntos de vista. Algo estaba ocurriendo en aquella tienda y él no se iba a quedar de brazos cruzados ante esta atrocidad. De pronto, vio que el Alfa tenía ganas de irse, pero antes de que se fuera, le dijo: —Los niños, Alfa, debes buscarlos. Intentaré buscar respuestas también.

Luego, se dispuso a caminar hacia el centro de la aldea. Sentía cierta molestia y podía sentir las miradas sobre él, junto con los murmullos entre los vecinos y la familia, ya que los gritos de la mujer habían alertado a los lupus más cercanos. Cuando pasó por la casa de la madre, aún se podían escuchar los llantos desde el interior. Le causaba un dolor en el pecho, pero tenía mucho que hacer ahora que había encontrado una pista. Sus manos se cerraron en puños mientras pisaba firmemente la tierra bajo sus botas. Una vez en el centro de la aldea, encontró la tienda de juguetes. Respiró profundamente y se relajó antes de entrar.

Ya dentro, escuchó el saludo de la cajera, pero no le prestó atención. Estaba buscando los dichosos monos mecánicos que tenían los niños. Cuando los encontró, los observó detenidamente mientras volvía a apretar sus muelas con fuerza. Tomó uno de los juguetes y lo llevó al mostrador. —Disculpa, ¿cuánto cuesta esto? —preguntó lo más sereno posible. Tras su respuesta, volvió a preguntar: —Y, ¿cómo funcionan? He escuchado que son muy populares entre los niños. Memorizó cada palabra que decía, así como su nombre etiquetado en su camisa y el nombre de la tienda para investigar más tarde en la red.

Victoria:

La mujer que estaba en la caja de la tienda de juguetes tenía sospechas sobre el hombre que acababa de ingresar. No había entrado nadie en su tienda desde hace más de una semana, ya que la mayoría de los niños ya tenían sus juguetes. Con los ojos cubiertos por el fleco negro, ocultaba de la vista del hombre adulto su presencia. El hombre no parecía ser de la localidad, era demasiado refinado para ser un simple aldeano, parecía un joven de ciudad. Las manos de Victoria temblaban y no podía controlar la ansiedad, la represión y la ira, varios aspectos internos de ella que la hacían sentir vulnerable. Lo quedó viendo e intentó hablarle para que se fuera, pero en un primer momento no le dijo nada. Esperó a que él ingresara, quizás en el fondo quería observar lo que hacía con los juguetes. Cuando el hombre buscó los monos mecánicos, ella simplemente lo siguió con el oído y viendo las sombras que él ocasionaba al caminar. De pronto, el hombre regresó con un mono mecánico en sus brazos y eso fue demasiado para Victoria. Ya no pudo controlarse más y se sintió incómoda con ese hombre allí. Levantó la mirada, su rostro mostraba ira. Lo miró firmemente a los ojos y, con su diestra, agarró la mano que él puso sobre la mesa, presionando sus dedos contra la piel de su brazo izquierdo. Su rostro y gestos se volvieron fríos, sombríos y lúgubres. Ya no parecía humana, al menos no con esa mirada. Habló entre dientes, como si abrir más los labios o enseñar sus dientes sucios fuera imposible: —Los juguetes son para los niños.

Jack:

Desde el momento en que miró su rostro, Jack notó que algo andaba mal. Fue entonces cuando ella tomó su brazo derecho y lo colocó sobre la mesa. Sin perder tiempo, Jack desenfundó una de sus cuchillas y se preparó para la acción. No hubo sonido al desenvainarla.

Jack:

—Esto está mal. —La miró directo a los ojos con una expresión seria, apretando con fuerza el mango de su cuchilla con la mano izquierda.– Dime algo… –Retiró su mano derecha bruscamente hacia atrás, inclinando su cuerpo hacia el lado derecho mientras retrocedía. Al mismo tiempo, su mano izquierda se elevó y extendió su brazo lateralmente hacia la derecha, con la hoja de la cuchilla en posición elevada cerca de su cabeza para protegerse en caso necesario. Su postura era de defensa, con las piernas ligeramente separadas y flexionadas. Su mano derecha estaba en forma de puño a la altura de su mentón.– ¿Disfrutaste hacer eso? –Le dijo sin parpadear, observando atentamente sus acciones y manteniéndose cauteloso ante cualquier movimiento.

Victoria:

La hoja de la cuchilla cortó el cerquillo de la formor, haciendo que el cabello cayera sobre la mesa del mostrador en finas hebras negras y lisas. La ira dominaba cada nervio, cabello y célula de su cuerpo, provocando un estallido de instintos bestiales. Utilizando su poder de Mutación Bestial, su rostro se alargó hasta ser solo una boca llena de dientes afilados, como la de una lamprea, con una mandíbula de 70 cm de radio y colmillos de 6 cm de largo en hileras de 100 a 200. No tenía lengua, solo un espacio vacío para devorar carne. Sus brazos se transformaron en dos tentáculos dentados de 2 metros de longitud, con 11 garras curvas de 6 cm de largo. Sus piernas se convirtieron en dos tentáculos de 6 metros de longitud, rematados con púas de 20 cm. Su pecho se asemejaba a un caparazón cónico que protegía su corazón. Con sus tentáculos de piernas, se impulsó hacia atrás y hacia el techo, acorralándose frente al visitante. Con la boca abierta, se dejó caer sobre él a una velocidad de 1 metro por segundo, intentando engullirlo por completo. Mientras tanto, se aferró al techo con sus brazos dentados.

Jack:

Quedó anonadado ante la transformación de Victoria. Sus ojos se abrieron con gran impresión al presenciar cómo su cuerpo cambiaba radicalmente. —¡Pero qué… diablos es eso, Victoria!— Antes de quedar paralizado por su apariencia, Jack reaccionó rápidamente. Apretó los dientes y esbozó una amplia sonrisa mientras desenvainaba su otra cuchilla con la mano derecha. Sabiendo las intenciones de Victoria, alzó rápidamente su brazo derecho y lanzó su daga hacia su boca en un segundo. Se movió hacia la izquierda en un salto rápido, escapando del alcance de su ataque. Después de esquivar, buscó una de las alacenas y la empujó con todas sus fuerzas, haciendo que cayera sobre la criatura.

Escuchaba el enorme rugido de la criatura, mientras parte de su saliva y algunas gotas de sangre caían sobre él. De inmediato supo que su otra cuchilla había cumplido su cometido, pero su alegría era escasa, ya que aún debía liberarse del agarre del monstruo. Con su entrenamiento atlético, realizó el movimiento necesario para impulsarse hacia adelante desde atrás, logrando agarrar con su mano derecha el asqueroso tentáculo de la criatura, mientras con la izquierda lo cortaba por completo.

Cayó al suelo de espaldas y notó cómo dos tentáculos caían hacia él. Rápidamente, rodó por el suelo para apartarse de su trayectoria, quedando a un lado de ellos. Se levantó rápidamente, procurando recuperar su postura. Aunque su oponente aún demostraba habilidad, ahora tenía menos problemas. Se colocó en posición de defensa nuevamente, atento a los próximos movimientos.

Victoria:

Completamente desvalida de las que fueron sus piernas, pues al ser cortada del tentáculo inferior izquierdo a una altura de 40 cm desde la púa perdió la movilidad inferior. Con ambos tentáculos superiores aferrados al suelo a través de sus garras, realiza un esfuerzo final, que solo podría ocurrir al activar uno de sus poderes entregados por el wyrm, para no sentir ya dolor, solo luchar por inercia.

Los ojos convalecientes de la criatura se encendieron en rojo oscuro mientras los párpados se abrieron como si de un calambre facial se tratara. Su hocico tenía cada colmillo sangrante apuntando en dirección al hombre que tanto daño le hizo. Se impulsó con fuerza a medida que la sangre caía como un río bajo de ella, se impulsó a 2 metros por segundo en dirección a su objetivo. Inmediatamente después soltó sus tentáculos delanteros del suelo y horizontalmente los lanzó contra el humano con la intención de enrollarlo y causar daño. El derecho fue contra las piernas. El tentáculo izquierdo lo impulsó contra el abdomen.

Jack:

Jack notó cómo se enfurecía aún más y sus ojos se tornaban carmesí. Oh, esto era malo. Corrió hacia un lado y se impulsó, saltando por encima del escritorio de la recepción. Cayó al otro lado justo a tiempo, notando cómo los tentáculos de la criatura pasaban por encima. —Eso estuvo cerca!— gritó desde atrás. A lo lejos, divisó una silla de metal larga, la misma que solía subir y bajar cuando se usaba la palanca. Se puso de pie y tomó la silla con su mano derecha, sujetándola por el espaldar. La levantó y se la lanzó a la criatura. Luego volvió a ponerse en posición de combate, esperando el próximo movimiento de la criatura, a menos que su daga hubiera completado el trabajo.

Victoria:

Todo el cuerpo de la formor golpea torpemente la pared donde el ágil hombre estuvo, sus tentáculos chocan contra el escritorio. La sangre de quien en vida fue Victoria inunda como un lago que lentamente se esparce hasta la silla donde cerca está el hombre, moja un cable que conecta la silla a la pared causando un cortocircuito que inicia fuego. Donde inicia fuego hay un cuaderno de contabilidad con el sello de Pentex junto a Avalon Plastics, el cuaderno porta información valiosa y un secreto astutamente guardado del wyrm en Tasman.

Jack:

Observó cómo la criatura dejaba de moverse una vez que chocó contra la pared. Estaban vivos. Sonrió ampliamente, pero escuchó un cortocircuito y, en cuestión de segundos, comenzó un incendio. ¡Maldición! Intentó pensar en qué hacer, pero se dio cuenta de que no había conseguido nada: ni pruebas ni evidencias. El fuego amenazaba con consumirlo todo. Necesitaba encontrar algo que guardara los datos de la tienda. ¡El libro de contabilidad! Maldita sea, ya se estaba pareciendo a aquel cuervo. Se dirigió hacia el fuego, sintiendo cómo el calor quemaba su piel, como si pasara la mano sobre un vapor muy caliente. Algunas llamas alcanzaron sus brazos cuando finalmente sacó el libro, en el que se leía: “Contaduría”. Pero el fuego no se detenía. La venda de su mano izquierda comenzó a arder y tuvo que sacudirla contra su chaqueta de cuero. Ahora tenía quemaduras que seguramente se convertirían en ampollas más tarde. Frente a un fuego que no dejaba de crecer, su única salida era una ventana a su derecha. Por suerte, estaba dentro y pudo abrirla quitándole el seguro. Al salir de la tienda, escuchó cómo todo comenzaba a crujir desde adentro. El fuego estaba consumiéndolo todo. En parte, se alegraba. Ningún niño volvería a tener esos maquiavélicos muñecos. Ahora llevaba algunos golpes en su cuerpo que se convertirían en moretones en pocas horas, así como quemaduras en los brazos. A excepción de su otra daga, que yacía dentro de aquel lugar infernal, todavía tenía su equipaje y el libro de contabilidad. Bueno, bueno, bueno… Aleshka lo mataría cuando se enterara de lo que le había sucedido a una de sus dagas. Pero, de todas formas, había sido emocionante. Maldita sea, ardía mucho. Trató de no tocar las quemaduras en sus brazos. Ahora llevaba algo interesante en ellos, pero seguramente los aldeanos pronto verían el humo y las llamas de la tienda. Una vez más, se encontraba involucrado en todo esto.

Keket:

El horizonte se sentía apacible aquel día. Keket había trepado las cascadas para sentir la fría briza y saludar a los imperceptibles espíritus de la montaña. Le encantaba sentir la briza fría en su piel desnuda, sentir el agua helada correr por su envejecido cuerpo. Con sus ojos cerrados, simplemente sentía el Yggdrasil dentro y fuera de ella. Con ese nivel de concentración, hasta podría cruzar la membrana de ser el caso. Sin embargo, algo en el viento cambió y ella lo notó. De repente, las aves cantaban distinto, por lo cual la theurge rompió su concentración suavemente, abrió sus ojos al horizonte, vio una línea de humo que salía de la aldea. Rápidamente salió de la cascada, vistió su ropa y fue hasta el centro de la aldea. La línea de humo se había convertido en un incendio de la propiedad de la juguetera. Mientras los aldeanos intentaban combatir el fuego con el agua del lago, ella llegó y vio al joven corax con un libro. Llevó su mano derecha a su frente como si midiera su temperatura y miró el libro.

Jack:

Poco tiempo tras salir de la tienda, Jack notó cómo muchos de la aldea comenzaban a buscar cubetas y llenarlas de agua para apaciguar el fuego. Sin embargo, él se quedó en el mismo lugar, se colocó sus lentes de sol nuevamente y en ellos se reflejaban las llamas. No sonrió, pero tampoco estaba serio. Se sentía bien de haber derrotado a aquella asquerosa criatura. Sea lo que sea, algo tenía que ver con lo sucedido con el niño. Escuchó una voz familiar que lo hizo voltear. Al fijarse bien, era Keket quien venía hacia él. Se sonrojó debido a su aspecto y que claramente estaba involucrado en el incendio. En sus manos tenía el dichoso libro que le podría guiar a más información al respecto de la empresa causante de todos estos estragos.

—Buen día, Flor de Viento… Lamento que nos encontremos de esta manera, pero necesito un favor. Te juro que te explicaré todos los sucesos de hoy si me ayudas a entrar en la red, es necesario para indagar en lo que encontré —le dijo suavemente con una sonrisa en su rostro.

De cierta manera, la estaba manipulando para obtener acceso a la red, aunque sus palabras no fueran mentira, pues sabía que Keket era quien más podía ayudarlo con sus conocimientos espirituales y sus contactos lo ayudarían con todo lo demás.

Keket:

Miró al chico, quien le dio la impresión de estar preocupado. Con una sonrisa amable en sus labios, le devolvió la amabilidad a las palabras del joven.

—Debes estar conmocionado, pobre de vos —con su diestra le dio golpes suaves en la espalda, quería consolarlo—. Te invitaré un té en mi casa. Allá hay red y una computadora que puedes usar —dijo eso y comenzó a caminar en dirección al norte—. Sígueme, te llevaré.

Caminó sin cuidado a través de las calles vacías de la aldea hasta llegar a una pequeña casa de la cual la mayor parte era un jardín que tenía todo tipo de plantas, incluso algunas extranjeras. Era todo un jardín botánico lleno de variedades extrañas, incluyendo su colección de gnomos de cerámica. La puerta estaba abierta y daba a un salón que tenía varios tapetes tejidos a mano cubriendo todos los muebles con bordados. También había diferentes objetos antiguos, como pinturas de los ancestros de Keket, e incluso armas de los primitivos neozelandeses. Todo estaba impecable con un aroma a señora adulta. Keket entró y dejó la puerta abierta.

—Ahí está el computador. La clave está anotada: mandragora85 —fue a la cocina y encendió para preparar té. Buscó en la alacena si tenía galletas y estuvo de pie viendo el agua calentarse un momento mientras pensaba en qué cosas le diría aquel misterioso fera.

Jack:

En el momento en que Keket aceptó, Jack sintió un gran alivio. Suspiró de alegría, aunque sus palmadas en su espalda fueran suaves, podía sentir un gran dolor debido a sus caídas. Cerró su ojo derecho mientras le sonreía, pero poco se notó debido a sus lentes de sol. Tras escuchar las palabras de Flor de Viento, se encaminó junto a ella hacia su hogar.

—De verdad, han pasado muchas cosas extrañas hoy… Lamento haber ocasionado tantos estragos —dijo mientras llegaban a su hogar.

Notó su gran jardín y su colección tanto de gnomos como de plantas exóticas. Le parecía un lugar agradable, aunque claro, no era muy fanático de la herbolaria. Al entrar en su hogar, notó el aroma de una casa antigua, típica de un anciano, como cuando iba a visitar a su abuelo. El hogar de Keket era sumamente interesante. Le llamaba la atención la historia de su familia y el linaje que compartían. Podía ver los cuadros, las armas y muchas otras cosas que lo maravillaban. Ella le indicó dónde estaba el ordenador y, sin vacilar, fue hacia donde le dijo. Era una laptop no muy antigua, pero era capaz de controlar un aparato como ese. Tras escuchar las palabras de Keket, vio que tenía anotada la contraseña en un papel.

—Mandragora85 —introdujo la contraseña en el ordenador y colocó el libro sobre la mesa. Se dispuso a abrir diferentes páginas web, una para comunicarse con Yorax y otra para investigar sobre la empresa. Estaba esperando que Keket viniera y así contarle todo mientras investigaba.

Keket:

Daba pequeños golpes suaves con la punta de su pie izquierdo mientras aguardaba a que el agua hiciera ebullición. El agua hirvió después de un instante. Delicadamente, con sus manos, abrió la alacena sobre ella y sacó una tetera. Colocó el líquido caliente en una tetera de porcelana con imágenes de unos lobos con cuernos. Agarró un tarro de miel casera del mismo lugar. La miel la obtenía de su jardín. También agarró una caja metálica con galletas. Con esas cosas se acercó a la sala y las colocó en la mesa del centro. Volvió a la cocina por dos tazas de porcelana y una caja de madera con bolsas de té. Las dejó en la mesa también. Volvió su mirada al joven que utilizaba su computador.

—Tengo té de frutas tropicales, canela, manzanilla, cedrón y té negro. ¿Cuál te gusta? También tengo galletas de chispas de chocolate, crema de fresa, de salami y sabor a pizza —sonreía. En realidad tenía todo tipo de bocadillos disponibles.

Jack:

Mientras Keket hacía lo suyo, Jack ya estaba dentro de internet. Dejó un mensaje a Yorax para que se conectara, mientras investigaba por su cuenta sobre la empresa Avalon Plastics.

—Aquí Jack, necesito tu ayuda, hermano. Avalon Plastics. Jugueterías.

Leía lo que aparecía en la página mientras observaba lo escrito en el libro. La búsqueda en internet sobre la empresa resultó inútil, todo estaba protegido y bien cuidado. Fue una pérdida de tiempo, aunque haya sido corto. Sin embargo, Jack indagó mucho más, buscando información sobre protestas o casos de asesinato en todo el mundo relacionados con esta empresa; sin embargo, no encontró nada. Si Avalon Plastics era una compañía poderosa, debían estar protegiendo la información que se filtrara en la red de internet. Jack solo podía contar con Yorax, el libro de contaduría y los conocimientos de Keket.

Keket:

Vertió el agua en ambas tazas hasta un poco más arriba de la mitad. Con cuidado puso el equivalente de dos cucharas de azúcar en chorro de miel. Escogió algunas galletas con crema de fresa, y una funda de té de manzanilla. Se acercó al joven, dejó la taza y las galletas sobre la mesa junto al ordenador. Aprovechó para reclinar su cabeza y mirar lo que él hacía en Internet, solo alcanzó a mirar un chat ilegible. Se regresó a la mesa del centro de la sala, se sirvió galletas de chocolate y un té negro, y se sentó en una silla cercana a disfrutarlo.

Jack:

Jack se encontraba sumergido en la intriga que rodeaba a la misteriosa empresa. A pesar de las explicaciones que tanto Aleshka como Yorax y Herman le habían brindado sobre la triada y Pentex, no podía dejar de preguntarse qué tan peligrosa podría llegar a ser. Yorax le había revelado que meses atrás se había enterado de que un Corax había estado investigando una compañía de juguetes. La investigación había comenzado después de que varios niños desaparecieran sin dejar rastro y otros aparecieran como cadáveres mutilados. Este Corax se había sumergido a fondo en su tarea, incluso llegando a infiltrarse en la empresa para obtener información que luego compartía con sus contactos. Al principio, todo eran meros rumores, pero la muerte del Corax, su cuerpo destrozado hasta el extremo, había aterrorizado a la comunidad lo suficiente como para suspender cualquier intento de investigar a la empresa.

La información proporcionada por Yorax le había dado a Jack una idea de cómo operaba la compañía, pero necesitaba saber más. Sin embargo, no se atrevía a plantear sus sospechas sobre mutantes o criaturas deformes, e incluso monos mecánicos asesinos, pues sabía que podría ser tildado de lunático. No obstante, algo llamativo había captado su atención mientras revisaba el libro de contaduría: un extraño listado de juguetes que incluía a los monos mecánicos. El libro mostraba: Juguete: Mono Mecánico. Cantidad: 75. Perdición: Mono Mecánico. Cantidad: 50. Más adelante, en las páginas, una entrada le hizo sospechar aún más: Chip de Perdición. Cantidad: 75. Intrigado, Jack susurró para sí mismo:— Chip de Perdición… ¿Qué diablos podría ser eso?

Keket:

Disfrutaba masticando lentamente las galletas de chocolate cuando escuchó lo impensable salir de la voz del joven. —Chip de Perdición. ¿Sabes lo qué es una Perdición? Ella recordaba lo que podían hacer esos sirvientes del Wyrm a los humanos y animales, transformarlos en horribles criaturas (formori) que en el pasado enfrentó. Todas las batallas y vidas perdidas que en el pasado acaecieron, recordó a Erick, a él le conocía de viejas guerras contra el Wyrm. Por un momento, su mente divagó en el recuerdo del alfa, hasta que aterrizó en la conversación. —Por qué lo mencionas, una Perdición es un espíritu maligno que sirve a su amo Wyrm, las Perdiciones realizan actividades específicas para cumplir los objetivos del Wyrm. Eres tan joven, pero entiendo no debería sorprenderme, vivimos la época del Apocalipsis y todos los cachorros despiertan antes. Dejó la taza de té sobre sus piernas que las tenía juntas y ahogó un suspiro.

Jack:

Los ojos se agrandan ante las explicaciones de Keket, pues entonces se había encontrado el origen de todo lo sucedido. Si aquellos Chips eran lo que Flor de Viento había dicho, entonces aquellos monos mecánicos eran criaturas del Wyrm al igual que los mutantes. —Señora Keket… Debo hablarle sobre lo que sucedió —dice el narrador mientras se dispone a contar lo sucedido por la mañana, tal y como le dijo al Alfa y ahora le repetía a la anciana. Claro está que no tiene la voz agitada y temblorosa por el llanto, como en aquel momento.

—Entonces, cuando entro a la tienda, busco los monos mecánicos. Estos son exactamente iguales a los de la visión del muchacho. Cuando estoy en la recepción, la chica que trabaja allí cambia de forma a una criatura deforme. Tiene una gran boca y muchos dientes. Sus brazos y piernas fueron reemplazados por tentáculos. También tiene una coraza en el pecho. Nunca había visto algo así. Logro acabar con ella, pero el incendio comienza a extenderse por toda la tienda. Tomo lo que me parece ser lo más importante… Ahora que lo pienso… —Los ojos quedan abiertos al igual que la boca al recordar algo. —Aquella criatura de la tienda… No era la misma que vi en las visiones del muchacho antes de morir. Eso significa que hay más… —La mano derecha se cierra en un puño. Estaba tan concentrado en la investigación que había ignorado por completo la taza de té y las galletas de crema.

Keket:

Abrió sus ojos como platos al escuchar la historia aterradora que el visitante relataba. Cada fragmento era más espeluznante que el anterior; niños muertos, la cajera muerta, ¡Pentex!, ¡Pentex!… No era sorprendente que las cosas se volvieran turbias después de que Sonrisa Escarlata permitiera que los niños se refugiaran en sus hogares con los juguetes. Incómoda y con el rostro tenso, Keket se levantó dejando su té sobre la mesa. Caminó hacia la puerta sin dejar de mirar fijamente a los ojos del joven. —Si lo que dices es verdad, no tengo palabras para agradecerte. Lo que me preocupa es que los niños se conviertan en formori. Te explicaré después qué es un formori. Tengo que irme. —Parada en el umbral de su casa, se transformó en un hermoso lupus de color castaño claro y partió rápidamente del lugar.

Jack:

Observó atentamente los cambios en Keket y supo, al escuchar sus extrañas palabras, que algo iba mal. Ya había advertido al Alfa sobre los niños, pero tenía dudas de si lo habían escuchado en ese momento. Esperaba que Keket pudiera hacer algo, ya que ella tenía habilidades superiores a las suyas. Había terminado su investigación, excepto por lo que había sucedido dentro del túmulo y lo que ocurría en el resto del mundo. Detener a Avalon Plastic resultaría extremadamente difícil. Empezó a escribirle a Yorax, contándole todo lo que había descubierto, con la esperanza de evitar más muertes en Inglaterra. No ayudaría en nada guardar la información solo para el túmulo. Sus brazos empezaron a doler nuevamente y se levantó de la silla, cerró todo y apagó la laptop de Keket. Antes de irse, tomó tres galletas con crema de fresa y las fue comiendo una a una mientras caminaba hacia la puerta.

Pluma Negra:

Se materializó como un cuervo de Nueva Zelanda, ligeramente más grande que los cuervos europeos y australianos. Estaba posado en una rama de higo en el jardín de Keket, comiendo una fruta madura. Cuando Jackson salió de la casa, el cuervo empezó a graznar fuertemente en su propio lenguaje, dándole aviso de que pronto moriría. Pluma Negra odiaba a los humanos y a las formas homínidas de los corax. Era consciente de que Jackson lo había escuchado graznar, pero no estaba seguro de si lo había visto. Descendió volando en círculos alrededor del joven de cabellos negros, posicionándose frente a él y mirándolo a los ojos. Movió la cabeza de adelante a atrás y luego voló en lo alto, graznando, esperando que Jackson comprendiera que lo quería seguir.

Jack:

Inhaló profundamente mientras su mente se sumergía en sus pensamientos. Sacudió su chaqueta de cuero y de repente escuchó un graznido que le erizó los pelos. Dio un pequeño salto al momento, no logró ver al cuervo de inmediato, pero este no tardó en aparecer. Además, era el mismo al que había ayudado hace unos días robando un objeto en la Penumbra. En su forma homínida no podía entenderlo, pero no era tan tonto como para no suponer que quería que lo siguiera. Emitió un quejido debido al agotamiento del día. Pero finalmente cambió de forma, llevándose consigo todas sus pertenencias, especialmente la ropa que había usado al principio del día, excepto su otra daga, que creía perdida. Con el Rito de Talismán Dedicado, en su forma Córvida, el dolor en su cuerpo se desvaneció. Miró hacia arriba, donde el cuervo estaba, y sin demora, extendió sus alas y movió sus patas para iniciar el vuelo. Aleteó, aleteó y finalmente logró alcanzar al cuervo.

—Hola… ¿Qué tal todo? Espero que no me hayas buscado para que te robe algo de nuevo. Ha sido un día muy largo, de verdad, no creerías todo lo que me ha sucedido. Primero… —Comenzó a contarle al Cuervo todo lo que había pasado.

Pluma Negra:

Sabía que el polluelo lo seguía de cerca mientras lo escuchaba narrar una historia fascinante que, obviamente, Pluma Negra ya conocía, ya que siempre observaba discretamente las acciones de Jackson. Continuó volando cada vez más alto, superando las nubes hasta que el mar se hizo visible. Sin embargo, lo más llamativo eran las montañas de Tasman. Mientras Jackson le relataba su historia, el cuervo continuó volando, respondiendo con graznidos que equivalían a un “vale”. De repente, vio un túnel en la montaña con una fuente de agua en su interior. Aterrizó junto a la fuente y le indicó a Jackson que lo siguiera a la umbra, mostrándose a través de su reflejo. Esperaría allí. Una vez en la penumbra, el paisaje era similar al Reino de Gaia. Había un túnel en la montaña, una fuente de agua y un majestuoso cielo azul celeste. Pluma Negra esperó a Jackson en ese lugar.

Jack:

Siguió al cuervo hasta lo más alto. Comenzaba a cansarse, ya que ascender era muy diferente a descender. Además, aún se sentía agotado por el combate contra aquella criatura. Aun así, la vista desde lo más alto era hermosa: las nubes, el mar, las montañas. Jack había terminado el relato mientras se dirigían hacia las montañas. Se quedó atrás para observar detenidamente el movimiento del cuervo y averiguar a dónde los llevaría. Finalmente, el ave se adentró en una cueva en la cual había una cascada. El cuervo se detuvo cerca del agua y Jack hizo lo mismo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por las palabras del cuervo. Este le pedía que lo siguiera a la Umbra. Jack soltó un chirrido leve a modo de suspiro, bajó la cabeza y aceptó. El cuervo fue el primero en atravesar lo que llamaban la Celosía y en pocos minutos, Jack se concentró en seguirlo. Cerró los ojos como la primera vez y dejó su mente en blanco. Dió un pequeño salto hacia adelante y, al abrir los ojos, ya se encontraba en la Penumbra junto al cuervo. Impaciente, Jack movió sus alas esperando que el cuervo lo guiara.

Pluma Negra:

Tan pronto vio al corax en la penumbra, supo que era el momento de llevarlo hasta el parlamento que se había prometido reunirse en Tasman, pues la incarna Cuervo nunca dejaría a ninguno de sus polluelos en la orfandad espiritual. Pluma Negra dio un par de brincos por la cueva hasta llegar al tope del hueco donde salía el agua. Miró en los ojos de Jackson, sus ojos negros brillaban, graznó un equivalente a apresúrate capullo y comenzó a volar siguiendo la caverna acuática del manantial, volando y mojando sus patas hasta salir en la cúspide de la montaña, abriendo sus alas a la par y sobrevolando sobre las nubes hasta vislumbrar frente a él una masa de tierra que parecía flotar junto a los celestes por lo alto que estaba. Era la cúspide de la montaña más alta de Tasman, donde había un árbol grande con ramas secas, donde casi treinta corax en forma corvida estaban reunidos. Pluma Negra aterrizó y caminó lentamente hasta que todos los corax lo miraron a los ojos y graznaron una bienvenida preguntando a quién había traído. Él espíritu hizo una extraña reverencia con su ala derecha para indicar la presencia de Jackson, quien suponía estaba detrás de él todo el tiempo.

Jack:

Se sentía un poco mareado, aún no estaba acostumbrado a pasar al otro lado. Notó cómo el cuervo daba unos graciosos brincos hasta llegar al tope del hueco del cual salía agua. El cuervo le graznó, entendiendo que debía seguirlo, así que Jack extendió sus alas una vez más. El cuervo ya había comenzado a volar dentro del túnel, y Jack lo siguió segundos después. A medida que pasaban cerca del agua, algunas gotas alcanzaron a Jack, mojando un poco su plumaje. Cuando salieron de la cueva, Jack pudo sentir la misma paz que había experimentado la primera vez. No tuvo necesidad de aletear, se dejó llevar por el viento y solo aleteaba cuando descendía demasiado. Ambos se dirigieron a un árbol ubicado en la montaña más alta. Había muchos corax reunidos, y Jack podía escuchar sus cantos en la distancia. El cuervo aterrizó en el árbol y muchos guardaron silencio, expectantes ante la llegada de Jack. Él aterrizó sobre una rama del árbol, consciente de que era mejor hacerlo allí que en el suelo. Observó a los corax que lo miraban y, aunque ya lo habían presentado en un parlamento anteriormente, desconocía a todos los que se encontraban allí.

Narrador:

Jackson Delany, un homínido de Inglaterra, se encontraba rodeado de los corax en el parlamento. Los demás cuervos miraban con curiosidad a Jackson mientras sobrevolaba el árbol con una silueta negra en el firmamento soleado. Finalmente, se estacionó en la rama del árbol con actitud silenciosa y familiarizada con el entorno político.

El ruidoso graznido conjunto que emitía el Parlamento se silenció cuando Jackson llegó. Algunos de los miembros parlamentarios dieron saltos o se acercaron estirando las patas a través de las ramas para estar cerca del nuevo corax. Con sus ojos bien abiertos y ávidos de chisme, observaban a Jackson de patas a pico. Uno de los corax más grandes hizo el equivalente a preguntar si el nuevo corax podía graznar.

En ese momento, Pluma Negra intervino en el silencio y explicó a través de ruidosos sonidos y movimientos que Jackson era un corax especial, enviado por el incarna Cuervo para representarlo. Después de presentarlo a todos los miembros del parlamento, Pluma Negra le pidió a Jackson que explicara su presencia.

Jackson:

Tomó la palabra y respondió: “Mi nombre es Jackson Delany, Homínido de Inglaterra. He viajado a Nueva Zelanda en búsqueda de más conocimientos fuera del lugar donde crecí. Hoy en día formo parte de una manada Garou llamada Semillas de Yggdrasil. Soy sus ojos en el cielo y hoy me he encontrado con varios sucesos extraños.”

El corax, un macho con un plumaje brillante negro, de aspecto imponente como un capo italiano narizón, se acercó a Jackson saltando desde la rama más alta y se posicionó frente a él. Sacó pecho como un palomo y con un tono de superioridad, graznó una orden: que Jackson revelara por qué deberían reconocerle un rango y qué es lo que sabía.

Jackson se mantuvo firme y, sin dejarse intimidar por la apariencia del corax de mayor rango, comenzó a contar su historia. La narración fluía en graznidos, chirridos y otros sonidos que transmitían diferentes emociones. Desde la tristeza hasta la confusión, e incluso el dolor de los golpes que había recibido.

Al finalizar su narración, Jackson mencionó al cuervo que le había guiado, refiriéndose a él como su guía. A pesar de no conocer su nombre, Jackson expresó su gratitud por haberlo acompañado. El parlamento de corax escuchó atentamente y se sumergió en una animada conversación llena de chismes, opiniones y chistes.

Narrador:

Una de las corax se acercó a Jackson y le preguntó si conocía a Aleshka. Lentamente se acercó a través de la rama, mirándolo desde diferentes ángulos, las patas, las plumas, el pico. Asintió al reconocer que era él y le recordó que se habían visto en Londres. La corax felicitó a Jackson por haber sobrevivido a la dura prueba y por la historia que compartiría con el mundo.

El corax de mayor rango, quien anteriormente le había impuesto el deber de contar algo valioso, abrió las alas y graznó fuerte para concederle a Jackson el rango de Oviculum. El parlamento entero festejó alegremente con graznidos de celebración.

Durante todo el día, compartieron historias y celebraron en forma corvida. Al amanecer, comenzaría el verdadero entrenamiento. Jackson aprendería tres dones: el primero, de una corvida que imitaba la voz de los espíritus ancestros; el segundo, de un corax de aspecto italiano; y el tercero, de una corax perteneciente a las Hijas del Asesinato.

Después de repasar su mapa umbral varias veces, Jackson regresó a la Aldea sintiéndose transformado. Ahora era conocido como Vientos de Tyr, un Corax Homínido de Inglaterra con el rango de Oviculum.