El legado de Avalon Plastics. Capítulo N° 6

El legado de Avalon Plastics

Capítulo N° 6 – Monstruo de Basura

Narrador:

Han pasado varios días desde la última noticia de los niños perro en la aldea de Lake Valley. Muchos niños que adquirieron los juguetes autómatas de AVALON empezaron a presentar síntomas de posesión. Gracias a exorcismos adecuados, se evitó que se convirtieran en ejércitos formori.

Sonrisa Escarlata decidió deshacerse de los juguetes autómatas para evitar que se propagaran más engendros. Los quemó y se deshizo de los restos en la frontera de la aldea. Luego, regresó a la aldea como si hubiera solucionado el problema.

Aunque Lake Valley estaba siendo acechado por perdiciones, todos en la aldea se esforzaron por enfrentar la amenaza. Sin embargo, descuidaron otra parte importante del túmulo: el Palacio del Clan Luna Creciente.

Una, Alexieu descendía por las elegantes gradas alfombradas al estilo Rusia Imperial cuando presenció una escena espeluznante. Varios cuerpos de aprendices colgaban en el gran salón del palacio. Sobre el piso color marfil, un charco de sangre señalaba la presencia de tres aprendices, de tan solo 8 y 9 años, atados al techo desde sus piernas.

Alexieu dejó escapar un bramido mientras se transformaba en Glabro. Muchos despertaron y se dieron cuenta de la terrible situación. Sin embargo, no había rastro del asesino, solo un olor a basura quemada que confundió con la falta de diligencia de los empleados de limpieza, a los que Alexieu consideraba castigar.

Decidido a encontrar al asesino, Alexieu salió del palacio y se dirigió al centro del túmulo en busca de respuestas junto a Garras Blancas. Antes de partir, envió una carta a sus aliados de Semillas de Yggdrasil para informarles de lo ocurrido en el Clan Luna Creciente. El mensaje llegó a manos de James, quien se encontraba cansado y hambriento en su oficina.

Con desgana y mal humor, James dio órdenes al mensajero para que entregara una misiva a Martir de Gaia, Legado de Lugh y Lobo de Odín. Les pidió que acudieran al Clan Luna Creciente, pues algo inquietante sucedía y era necesario honrar los viejos pactos del túmulo.

Liv:

Durante su jornada laboral, Liv se encontraba preparando algo especial en su lugar de trabajo. Estaba desarrollando una nueva receta para sorprender al dueño de la taberna y a los habitantes del túmulo. Con habilidad, tendió la masa sobre el mesón de madera y la amasó para luego extenderla con un rodillo, procurando que tuviera el grosor perfecto.

Una vez lista la masa, la cortó en tiras de unos 7-8 cm de largo y luego en triángulos de la misma medida en la base. Preparó un huevo batido y lo agregó a la masa con entusiasmo, utilizando una brocha para esparcirlo de manera uniforme. Luego, colocó el relleno en la parte ancha de cada triángulo, utilizando queso mozzarella y jamón. Extendió un poco hacia el vértice y continuó con su preparación.

Mientras trabajaba en la cocina, Liv no podía evitar pensar en los sucesos que habían ocurrido con los niños y las terribles situaciones que rodeaban al túmulo. No quería quedarse al margen, pero necesitaba mantener la claridad mental para brindar su ayuda de la mejor manera posible a sus compañeros.

Vestida de negro, con una combinación de licra y jeans que realzaba su figura, el cabello recogido en una coleta que caía hasta su espalda y botas negras, Liv estaba lista para enfrentar cualquier eventualidad. Completaba su atuendo con sus accesorios habituales, como correa, pulseras y una cadena que solía llevar como adorno en la cabeza. En el perchero del local, se encontraban su cinturón de cuchillos, su funda de flechas y arco, listos para ser utilizados en caso necesario.

Una vez que terminó de preparar la masa, Liv la cubrió y salió de la taberna decidida a buscar información sobre los eventos que estaban sucediendo y estar disponible para prestar ayuda en caso necesario.

Geri:

El lupus se estiró somnoliento aquella mañana, comenzando por sus patas delanteras, luego su cuello, siguiendo con un arco en la espalda y finalmente estirando sus patas traseras y hocico. Habían pasado algunas horas desde el amanecer y Geri se sentía agotado. Sus noches se habían vuelto agitadas desde que asumió la responsabilidad de cuidar los huevos de kiwi.

Con su pelaje y una mezcla de hojarasca y heno que hacían las veces de nido, Geri se encargaba de proteger a aquellos pequeños y frágiles seres del frío. Los huevos necesitaban de mucho cuidado y apoyo para eclosionar. Al terminar de estirarse, Geri se incorporó y lamió a sus protegidos. Sin embargo, un doloroso rugido proveniente de su estómago le recordó que tenía hambre.

Antes de salir en busca de alimento, Geri se aseguró de comer una carne fresca que había enterrado previamente. Una vez saciada su necesidad de alimento, se dispuso a buscar pistas sobre el origen de los sucesos malignos que estaban ocurriendo en Tasman.

Mientras caminaba por las calles del pueblo, vio acercarse al mensajero del alfa. Geri se transformó en homínido y el mensajero le informó acerca de la necesidad de dirigirse hacia el Palacio de los Luna Creciente para ayudar a los aliados que estaban atravesando un grave problema.

Geri no conocía ese lugar, pero pensó que Liv probablemente estaría más familiarizada con él, dado su carácter más sociable. Rápidamente, corrió hasta la taberna, esperando encontrarse con su hermana de manada. Allí esperó a que Liv saliera y, al verla, se acercó con un semblante serio, reflejando su forma lupina en su rostro: patas separadas, orejas erguidas hacia adelante, hocico cerrado y cola recta. Apegó su nariz fría a la pierna de Liv y gruñó, saludando y esperando que ella se detuviera.

Jackson Delany:

había completado su entrenamiento y estaba listo para continuar vigilando a la manada como Cazador del Oviculum. A pesar de algunos contratiempos durante sus clases, se mantuvo firme y sonriente, tal como era la naturaleza del Corax.

Se había levantado temprano, antes de que el sol iluminara los cielos, emocionado por la posibilidad de volar libremente sin tener que preocuparse por llegar a algún lugar a tiempo. Después de asearse y hacer sus necesidades, se dispuso a cocinar huevos revueltos con tomate y cebolla picados, tocino y pan tostado con mantequilla. Aunque no era un cocinero experto, recordaba cómo su madre solía cocinar, y su buen humor le acompañaba en esa corta mañana. Durante ese tiempo, dejó atrás las imágenes perturbadoras que había presenciado como Corax, alejando los malos recuerdos mientras se vestía y disfrutaba de su desayuno.

Con las botas de cuero negras, pantalón negro de algodón, una larga chaqueta de cuero, lentes de sol, vendas negras, un anillo de plata y su cuchilla, Jackson se sentía equipado y listo para comenzar el día. Además, llevaba consigo una pluma de Corax como un recordatorio de su linaje y un cinturón de cuero para mayor comodidad.

Después de un desayuno satisfactorio pero no abrumador, salió de su cabaña para repetir su rutina habitual, pero esta vez decidió saludar a algunos vecinos que se encontraban cerca. Al ver a un joven cachorro, su mente volvió a aquel muchacho que había fallecido hace tiempo. “El golpe de la realidad, tan fuerte como siempre”, pensó mientras recordaba cómo yacía tirado en el río y cómo le había robado sus visiones. El problema con los Formor aún no había terminado y Jackson debía moverse por todo el parque para buscarlos antes de que ocurriera otra masacre.

Comenzó a caminar, intercalando un pie delante del otro, aumentando gradualmente el ritmo hasta empezar a correr. Cambió en el acto a su forma Corvida, permitiendo que su cuerpo absorbiera sus posesiones habituales. Aleteó hasta alcanzar la altura suficiente para tener una visión panorámica de la villa desde su posición. Esta vez decidió tomar rutas más largas hacia los puestos de vigilancia, deseando explorar lugares como los ríos, cuevas y lagos en el camino. En cada puesto, todo parecía estar en orden, excepto en el que se encontraba entre Semillas de Yggdrasil y Clan Luna Creciente. El vigilante nocturno, Samwell, no estaba en ninguna parte.

Jackson decidió moverse alrededor del puesto de vigilancia, pero no encontró rastro de Samwell. Sin embargo, encontró huellas en el suelo que apuntaban en una dirección específica. Siguiendo el rastro sin siquiera aterrizar, avistó el cuerpo de Sam en un árbol. Aunque solo brotaba una pequeña cantidad de sangre de sus heridas, era evidente que había pasado varios minutos desde su muerte. Se posó en silencio sobre su cuerpo, pidiéndole permiso para tomar sus ojos.

Utilizando el mérito de Doble visión de los muertos, Jackson tomó uno de los ojos de Sam, y luego el otro. Desde la perspectiva de Sam, analizó la horrenda escena y pudo deducir ciertas cosas. Sam se encontraba vigilando cuando observó algo fuera de lo común y fue emboscado por una gran criatura, probablemente un Formor.

Tomando vuelo en dirección al Clan Luna Creciente, hacia donde había ido la criatura, Jackson llegó aparentemente demasiado tarde. Aunque desconocía los detalles exactos de lo que había ocurrido, no se detuvo y continuó buscando. Allí lo vio, manchado de un rojo carmesí que reflejaba la luz del sol junto al palacio. Desplegó sus alas para planear en el aire y soltó un aullido que imitaba a Geri, el lobo de Odín. Si había escuchado correctamente ese aullido días antes, esperaba que se le respondiera.

Cristal:

Cristal despertó con energía luego de una siesta corta. Tenía algunos inconvenientes al dormir y se desplazó hasta quedar cerca de la orilla de la cama, sintiendo su pelo cubrirle como una manta desde la espalda hasta las caderas. Contando que tenía unos cuantos mechones agarrados en clinejas, acomodó su vestido blanco mientras soltaba un bostezo. Sentía una gran tristeza, como si pasara una injusticia, mientras observaba a su alrededor detallando la habitación que se le otorgó en el palacio. Detalló cada aspecto del lugar, todo seguía igual como el mismo día, aunque constaba que unas pequeñas pertenencias estaban regadas alrededor. Se levantó y se acercó al ventanal, observando en pleno vuelo un cuervo negro en el horizonte, soltando un triste sonido. Mordió sus labios, se volteó para buscar algo de comer.

Ya satisfecha, caminó por el palacio agarrando el pasamanos de oro, descendiendo los largos y muchos escalones de mármol con sus diseños delicados. Un mechón se paseaba por su frente, suponiendo que se salía del cintillo de clinejas que adornaba su cabeza. Bajó suavemente hasta sentir un olor a metal, un olor típico de lo que sus ojos remen al encontrar un líquido, púrpura o rojo, oscuro y espeso. Su olor inundaba la estancia. Luego de detallarlo fijamente, viendo el responsable de que esto aparezca: unos cuerpos maní y pies atados en el techo, donde gotas de su sangre se escurrían hasta tocar el suelo y esparcirse por la sala, dejando su putrido olor a metal y sangre fresca.

Respiró fuerte, agarrándose de las agarraderas, sintiendo su temperatura corporal bajar hasta sentirse débil. Se tranquilizó de un momento a otro, aguantó la respiración y apretó sus manos, sintiendo sus nudillos tornarse blancos. Observó que Alexiu también estaba en la instancia, y bajó sus labios bajo su mirada, bajando la suya hasta repasar el borde del charco que manchaba la baldosa con la sangre de unos inocentes cachorros. Sintió sus ojos aguarse, sintiendo el dolor de esas inocentes al… esos inocentes cachorros tan inofensivos. Sintió su sangre hervir, queriendo encontrar justicia ante esta atrocidad.

Finn:

El Garou Hominido, un Galliard del Clan Fianna, se encontraba doblando un fino papel en sus rodillas mientras hablaba. Bajó la mirada a veces solo para asegurarse de que la figura iba tomando forma.

—Ustedes conocían a los chicos que fueron transformados en esas cosas… comían con ellos, jugaban con ellos. Pero el Wyrm no conoce la edad. El Wyrm no conoció edad entonces y no lo hará después. Ustedes deben entrenar, relajarse, disfrutar, confiar cuando se debe confiar. Ustedes son el futuro de este mismo Túmulo. Apreciense mientras estén aquí y haganle caso a aquellos cuya experiencia sea mayor; sus padres, maestros, Keket…

El Fianna dejó de hablar, evitando mencionar al Alpha. Tras esa pequeña pausa, la figura de Origami que formaba en sus manos estaba lista y se las acercó a los niños que se sentaban frente a él, la hermosa figura de un Ciervo marcada en los dobleces.

—Mírenme… tengo 19 y les estoy hablando como si ya estuviera a punto de morir y dejar solo mis túnicas, anda, larguense y jueguen, ustedes los suertudos—, exclamó Finn entre risas a la vez que dio media vuelta en la silla para regresar a su cabaña, que solo estaba a unos pocos metros. Estos últimos días habían sido difíciles para él, pero a diferencia de la primera semana, había encontrado una manera de distraerse de sus propios demonios. Todos se habían saltado a la principal víctima en estos últimos eventos: los niños. Finn había empezado a darles pequeñas lecciones a los más pequeños acerca de una variedad de cosas, como el Origami, los instrumentos de viento y las historias más ligeras con enseñanzas. Se distraía, y eso le era bueno para mantener su mente despejada.

A pesar de sus esfuerzos, Finn seguía usando la silla de ruedas. Ya se sentía mejor, pero subconscientemente se sentía seguro. No había llegado a la rampa de su cabaña cuando llegó el tipo del correo. Le agradeció y leyó de inmediato, cambiando de dirección al momento de ir pasando de letra a letra.

Liv:

Se fijó bien que estuviera bien abrochando el cinturón de cuero que llevaba alrededor de su cadera, en el arco y la funda que llevaba en la espalda. Cruza la puerta de la salida sin mirar al frente, siguiendo su camino. De repente, salta de un brinco cuando siente un leve golpe a nivel de una de sus piernas. Para en seco y levanta la mirada de inmediato para darse cuenta de que era Geri. Lo mira incrédula, casi como si mirase un fantasma. Hacía días que no sabía nada de él, desde la aparición de los seres de fea apariencia y los niños desaparecidos. Siempre que se encontraba allí buscando la era por algo, lo saluda con un leve movimiento de mano y una sonrisa amable. Luego le pregunta:

—¿Qué es lo que sucede? ¿Hay noticias sobre qué está ocurriendo con los niños perros o los niños desaparecidos?—

Espera una respuesta de su compañero mientras que, le contesta, agudiza sus sentidos lo más que podía para guiarse o sentir algo. A lo lejos, escucha un leve eco de un aullido, aunque no estaba segura. Toma aire instalándolo profundamente. Se pone algo nerviosa cuando ocurren cosas malas, aunque ya está acostumbrada a dar lo mejor de sí sin importar nada más. Ella había nacido para ser una guerrera y también tenía muchos principios como Hija de Gaia, el cual era proteger a todos los seres de las fuerzas corruptas del Wyrm, pero también proteger a los suyos. Antes de dirigirse al centro del túmulo, se agacha para quedar al nivel de Geri y le dice:

—No olvides nunca que cubriré tu espalda… No me importaría dar mi vida por la tuya, dado el caso… Siempre serás mi compañero, no importa donde me encuentre… Vamos por Finn, ya que hay mucho que recorrer.—

Se pone de pie rápidamente y se dirige hacia donde suele estar el pelirrojo.

Geri:

Cuando el Lupus llegó a las afueras de la taberna, no se había percatado de lo rápido que era su paso. Sus patas lupinas eran veloces y fuertes, lo suficiente para avanzar grandes distancias sin agotarlo. Dejó atrás al chico de los mensajes y se acercó a Liv. Sintió en la voz de Liv que le saludó amablemente. Eso él admiraba en ella, su manera de ser siempre agradable y amable. Le lamí la mano, con gruñidos que quizá ella comprendiera por el tiempo que llevábamos de conocerlos. Intenté avisarle a Liv que debíamos ir al palacio del Clan Luna Creciente y le pregunté si ella conocía el lugar. En ese instante, escuché claramente un aullido similar a los que yo emitía. No tenía idea de qué podía ser, pero sospechaba que tenía relación con lo que el mensajero le había dicho. Segundos después, voltee y miré al mensajero acercarse con la noticia para Liv. Entre gruñidos, le dije a Liv que era momento de buscar a Finn y corrí en dirección al hogar del Fianna. Observé a la distancia a Finn en la máquina de la tejedora que le daba movimiento, me acerqué y lo saludé con un gruñido, sentándome sobre mis patas traseras.

Narrador:

Ambos Colmillos Plateados se mantuvieron alerta mientras atravesaban los caminos boscosos que llevaban a la cascada, el corazón del Túmulo. La vegetación era saludable, pero los animales estaban en sus escondites. A lo largo del Túmulo eran conocidas las historias sobre los bosques y cómo los espíritus de los árboles, plantas, hongos y líquenes solían susurrarles secretos a las demás criaturas del bosque, alertándolas de que algo grave estaba pasando. Ya había pasado un mes con esa condición y pocos animales salían de sus guaridas, y si lo hacían, era para conseguir el sustento.

De pronto, un aullido de un hombre lobo desconocido alcanzó a ambos Garou, haciendo que los dos Colmillos Plateados frenaran y se miraran mutuamente. Garras Blancas, busca al que emitió ese aullido. En vista de la masacre de esta mañana, todo puede ser. Yo seguiré el sendero hasta la cascada. Ve con cuidado y regresa si no es importante — dijo Alexiu.

Garras Blancas comenzó a correr en dirección al lugar donde escuchó el aullido, el cual pareció venir desde el cielo y era difícil de rastrear. Finalmente, estuvo cerca del palacio del Clan Luna Creciente. Pensó en su misión con Alexieu y tenía dos opciones: ir al palacio y preguntar qué ocurría para asegurarse de que todos estaban bien, o ignorar el aullido ya que era de un desconocido y no podría ser del palacio. Además, no fue escuchado una segunda vez. Sin embargo, Garras Blancas optó por una tercera opción: escoger esperar ahí de pie para escuchar si volvían a aullar.

Jackson:

Continuaba sobrevolando los cielos, manteniendo la vista sobre el objetivo cuya apariencia era extraña sin embargo no había duda alguna, era un Formor. Aleteó un par de veces para mirarlo mejor y luego se alejó rápidamente, notó que ningún Garou acudió a su llamado, por lo cual emitió otro aullido de Geri Lobo de Odín, esta vez más de presentación, intentando hacerlo lo más fuerte posible para que se escuchara a lo lejos. Al terminar decidió bajar al suelo, dado que no solo llamó la atención de los Garou, sino también de la criatura. Sabía lo que tenía que hacer, después de todo, era Vientos de Tyr. Bajó llamando la atención de la criatura con sus graznidos, voló en dirección recta hacia el Formor y luego aterrizó lejos de este.

En el momento que aterrizó, se dispuso a regresar de su forma Corvida a la de Homínida, junto a sus pertenencias. Sabía que su lucha sería intensa, pues carecía de un arma lo suficientemente hábil para este combate, sin embargo no retrocedió y decidió tomar la empuñadura de su cuchilla. Tenía esperanza de que los demás acudieran a su llamado, si no debía hacer lo posible por detener a la bestia o verse obligado a retirarse.

Cristal:

Estaba anonadada viendo la escena, el olor rodeaba sus fosas nasales y simplemente cerró sus ojos con melancolía y rabia por dentro. Soltó sus puños y tragó hondo, volvió a escuchar ese aullido y es ahí donde retrocedió. Subió a su habitación corriendo y agarró unas dos pistolas con recargas, un arco y un paquete de flechas. Bajó corriendo buscando una salida, al encontrarla corrió hacia donde presintió que provenía el aullido y se encontró con un hombre, por lo que se veía, preparado para luchar, sin ninguna arma. Reconoció por su postura que era él quien había ocasionado el aullido, buscando quién lo ayude. Delante de él, observó a una criatura extraña preparada para atacar, y no cabía duda de que era quien había hecho tal desgracia en el palacio.

—Toma un arma y un repuesto — le dijo señalándole con su cabeza los cintos en sus piernas donde estaba sujetada con los repuestos, mientras mantenía la mirada en la criatura que los observaba detalladamente, a punto de atacar. Mantenía en su dirección el arco y la flecha en mano, apuntándola con un bolso con unas 20 flechas más, rogando porque sean suficientes para mantenerla distraída antes de que se acaben y acudan otros a atacarla.

Finn:

Levantó su mano derecha de la rueda al ver a Liv y a Geri, deteniéndose frente a ellos y abriendo la boca para mostrar los dientes. —Anda… vamos… no hay razón para estar aquí si no es para lamentar o dar lástima — les dijo. Elevó sus ojos al cielo al notar el aullido que se daba a la distancia, incluso reconocía que era el de Geri, pero Geri estaba ahí con ellos. —¿Una ilusión? ¿Jackson? — Giró hacia sus amigos y ladeó la cabeza al comenzar a hablar sobre la mente de ellos. —Bueno… tú estás aquí… no allá…

Liv:

Sonrió al sentir los gestos de amabilidad de Geri. Al encontrar a Finn, todavía estaba en la silla de ruedas. Pensó por qué aún no caminaba si ya podía hacerlo si él quisiera. Era mucho mejor usar dos piernas para realizar muchas actividades, pero a la vez trataba de entenderle. Un nuevo aullido se introdujo por los alrededores del túmulo. Conocía bien los aullidos de su compañero, lo miró para asegurarse de que no fuera él. También observó el cielo, porque según su percepción y sus sentidos, vendría de arriba. Lo que era aún más ilógico, el firmamento no era el azul habitual, era más bien blanco y gris. Frunció el ceño, pero seguía de buen ánimo para afrontar cualquier posibilidad.

Supuso que había que ir al clan de Luna Creciente, el cual quedaba a unos minutos saliendo del túmulo. Y diría que el aullido estaba en esa dirección también. Comenzó a caminar rápidamente, minimizando el paso sabiendo que Finn estaba en esa máquina esa. Debía ser conforme al suyo, dedujo que alguien sí podría adelantarse para ser más útil. Observó a Geri.

—Adelántate y busca el aullido, nos vemos —le dijo, esperando una respuesta de sus compañeros mientras seguía el paso del Fianna.

Geri:

El lupus indignado observa a Legado de Lugh, se acerca y muerde la rueda de la máquina de la tejedora, gruñe fuertemente y hace presión con su mandíbula queriendo romperla. Luego ve a los ojos de Liv, que reflejan empatía con Finn. Le molestaba ver a su compañero de manada en esa condición, pero era algo de los homínidos. No podía intervenir, aunque le hubiera gustado destrozar ese aparato al que inculpaba en el fondo por la condición de Finn.

En el firmamento escucha nuevamente y con más claridad un aullido, se da cuenta de que suena igual que él. “¿Qué podrá ser?”, se preguntó a sí mismo. Lo que se le vino a la mente era que podría ser un Formor. “Los formori tienen poderes y no sería extraño que uno de ellos le estuviera imitando”. Dejó tranquila a la máquina de la tejedora y comenzó a correr en dirección al palacio. Cuando finalmente llega, observa a Jackson y a una mujer joven frente a una criatura extraña. Se acerca a los dos, mira a Jackson y luego a la mujer, saluda moviendo su cabeza de arriba hacia abajo.

Narrador:

Garras Blancas movió su cabeza a un lado levantando la oreja al cielo cuando un aullido aún más extraño resonó desde el cielo. “Soy Lobo de Odín, Garou Lupus, Galliard, de la tribu Camada de Fenris”, pensó que se estaba volviendo loco, pero luego imaginó que alguien sobrevolaba esas máquinas de la tejedora y tenía diversión allá arriba. Como era de la Camada de Fenris, pertenecía a la Nación Garou y no estaba en la superficie. Pensó innecesario intervenir, además, se había presentado. Sin darle importancia, respondió al aullido con otro aullido de presentación.

—Soy Garras Blancas, de la Tribu Colmillos Plateados, Ahroun. —Luego se mofó y volvió rápidamente con Alexieu. Su tribu le necesitaba, debía buscar respuestas.

Yuzley:

Yuzley había perdido la memoria de su origen, quién era y cuál era su propósito. Solo recordaba lo que había sucedido después: encontrarse caminando entre los árboles de un bosque, atormentado por voces en su cabeza y con dificultad para pensar. Estas voces solo hablaban de un deseo insaciable por comer algo jugoso y caliente. Después de mucho caminar, alguien gritó —mátalo— una y otra vez, convirtiéndose en alguien sin vida.

Su camino lo llevó hasta un palacio al cual no sería fácil entrar, pero Yuzley encontró una forma. Se deslizó por unos desagües viscosos y entró. Ahí dentro encontró numerosos cachorros y, uno por uno, los destripó. Comió hasta hartarse y luego escapó. Mientras caminaba por el césped cerca del castillo, escuchó un ruido en el cielo. A pesar de las voces en su cabeza, las ignoró. Sin embargo, el ruido volvió a sonar más adelante y vio un ave negra aterrizar en la distancia. De repente, el ave se transformó en una chica de cabello blanco, quien sostenía un arma en sus manos. Yuzley se movió rápidamente hacia adelante, pero se detuvo, quedando un poco más cerca.

Abriendo su boca deforme y mostrando los pedazos de metal que formaban sus dientes, Yuzley lanzó su lengua en dirección a la chica. Ella fue lo suficientemente rápida como para alcanzarla incluso a esa distancia. Lo que sea que atrapara, él lo jalaría hacia él y luego levantaría su brazo derecho, mostrando unos trozos de metal más grandes y largos. Esperaba poder descuartizarlo cuando llegara.

Jack:

Jack se encontraba ahora frente a la criatura, anhelando la asistencia de alguien más. Y así fue, una hermosa dama que parecía ser una Garou del Clan Luna Creciente acudió a su llamado. Observó sus palabras y también sus caderas mientras se acercaba. Ella le entregó un arma, específicamente una Glock 17, junto con un cartucho. Por el tamaño y peso, Jack dedujo que había 12 balas en total: 6 en el cargador de la Glock y otras 6 en el cartucho adicional. Tomó el arma con su mano derecha y guardó el cartucho en su bolsillo izquierdo. -Gracias, linda- pensó en darle un beso en la mejilla, pero en cambio la apartó con fuerza empujándola hacia su izquierda. En ese momento, una viscosa lengua lo agarró por la cintura y sintió un fuerte tirón. Jack desactivó el seguro del arma con su pulgar derecho y, con su mano izquierda, jaló el cargador hacia atrás. Apuntó hacia la boca del Formor y jaloneó el gatillo varias veces mientras intentaba zafarse del agarre. En ese momento, vio a Geri acercándose.

Cristal:

El viento cambió repentinamente de suave y pacífico a brusco y helado. Cristal sintió gotitas deslizándose por su columna vertebral hasta llegar a la zona lumbar y los cabellos de su nuca se erizaron. Observó al chico armarse y respiró profundamente mientras apretaba el arco. Disparó hacia el centro de la cabeza del Formor y preguntó: —¿Tiene alguna debilidad este ser?— Imaginó a un garou en su forma lupina a su lado, pensando en cómo sus compañeros lo estarían ayudando. Guardó el arco y flechas, sacó la pistola y disparó varias veces alrededor del cuerpo del Formor hasta contar 5 balas de las 12 que había en el cargador.

Finn:

Aún con sus ojos marcados en el brillante verde, el Fianna se comunicaba por Liv mediante su Don. Sabes perfectamente que harías más si me dejaras aquí. Anda, Liv. Vete… no haces nada por mí si te hago lenta. Los alcanzaré después. Confía en este inválido. —Finn le sonrió falsamente y detuvo la mallugada silla como Geri la había dejado antes de irse. No avanzó hasta que Liv se fuera. Vete. Que me voy a desnudar y a menos que quieras ver mi cuerpo Post-Adonis….— Ladeó su cabeza mientras llevó sus dedos a remover los botones del Cardigan RF, insistiendo que Liv se largara.

Liv:

Acepta la propuesta de Finn de que adelantará sin él. Comienza a dar pasos más ágiles, adentrándose en el bosque. Observa y escucha algunos animales escondidos en sus madrigueras. Un par de conejos luchan por entrar, hasta que finalmente lo logran. Al estar lo suficientemente cerca, decide trepar para obtener una mejor visibilidad del panorama y el entorno. Agudiza sus sentidos y puede observar el lugar donde se reúne el Clan de Luna Creciente. Baja y encuentra algunas ramas que le servirán para hacer una nueva flauta. Sabe que debe apresurarse, ya que necesitan a Liv rápidamente. Comienza a trabajar en ella.

Geri:

El lupus, al ver esa criatura extraña, intenta encasillarla en algo conocido, pero es imposible debido a su rareza y desagradable apariencia. Emana olores nauseabundos que hacen que Geri lamente su sensible nariz. Decide utilizar uno de sus fetiches, la Piel de Camaleón, que le permite camuflarse en cualquier entorno. Geri aparentemente desaparece, adoptando el color de la piedra del palacio y las patas adquieren el tono del césped. Se acerca sigilosamente al formor, a unos seis metros de distancia, junto a una piedra blanca en el césped. Prepara sus garras para la batalla, afilándolas hasta que están tan filosas como cuchillas. Avanza con la cabeza baja y las orejas hacia adelante, las patas estiradas al máximo rodeando al formor por detrás, siempre manteniendo su camuflaje.

Yuzley:

Siente numerosos disparos hacia su rostro. Uno de ellos golpea su lengua, haciéndolo retroceder y soltar al chico. Cubre su rostro y cuerpo con sus brazos. Una flecha de la chica impacta en la parte metálica de su mano. Extiende los brazos y emite un rugido metálico, liberando líquidos tóxicos desde su cuerpo. El líquido cae a una distancia de 3,5 metros, mientras el resto se desliza por su cuerpo en forma de fluidos tóxicos. Yuzley tiene el poder de las Secreciones Tóxicas.

Jack:

Tras liberarse de la lengua del Formor, queda hincado en el suelo. Examina a su alrededor para asegurarse de que la chica esté bien, pero no ve a Geri. El chirrido en forma de rugido del Formor lo distrae por un momento. Apunta al cuerpo del monstruo con su mano derecha, mientras desenvaina su cuchilla con la izquierda. Suspira, recordando las situaciones difícil en las que se ha encontrado por falta de armas potentes. Toma aliento y jalonea el gatillo varias veces, disparando al cuerpo del Formor. Cuando deja de disparar por falta de balas, se dispone a recargar mientras coloca la cuchilla en el suelo y busca las balas de repuesto en su bolsillo izquierdo. Carga las balas de inmediato, jalonea el peine hacia atrás y toma la cuchilla, preparándose para el siguiente ataque. Advierte a la chica, sin voltear, que tenga cuidado y se mantenga alejada de la criatura.

Cristal:

Observa sin hacer ningún movimiento más allá de sus ritmos cardiacos acelerados y su respiración. Mantiene las balas en la pistola y dirige sus ojos hacia el chico al escuchar sus palabras. Cuenta hacia dónde disparará y quita el seguro. Dispara las balas restantes a las extremidades del Formor para distraerlo, recargando con un nuevo cartucho de 12 balas y continuando a disparar. Tiene su arco y flechas en la espalda. El aire huele a basura quemada, haciendo que arrugue la nariz. Desearía estar en la cálida y cómoda habitación del palacio en lugar de enfrentarse al hedor ácido de esa repugnante criatura.

Finn:

Tras quitarse el Cardigan y la playera, los deja a un lado de la silla, descansando su ropa al lado de una piedra y colocando otra encima para que no salga volando. Tras esto, el Fianna entrelaza sus dedos y echa su cabeza hacia atrás, viendo el cielo mientras habla consigo mismo. Desde pequeño sabía que la comunicación verbal consigo mismo era importante. ¿De verdad, Finn? Estás dejando a tus amigos marcharse sin ti… ¿todo porque no quieres levantarte? Tan solo mírate… no eres ni la sombra de lo que alguna vez fuiste. El Fianna voltea a su lado, como si se respondiese a sí mismo.

— Hey… ni siquiera digas esto. Tú eres quien se sintió más cómodo estando en la silla. Si tuvieras una letrina bajo el asiento te juro que ni te levantarías a cagar, ¿eh? Finn baja la cabeza, negando. Dividir sus sentimientos en personas diferentes siempre le había dado cierta ventaja sobre sus emociones, siendo capaz de diferenciar entre su mente.

— Tú no sabes nada… quiero decir, tú eres yo, pero yo no soy tú, ni yo soy Finn. Finn es un conglomerado… y a Finn no le gusta esto. ¿Crees que quiero estar aquí? Sentado en una puta silla mientras Liv va corriendo como Godiva y Geri por ahí encontrándose a su clon. ¡Cállate el hocico, que tú no sabes nada! Finn aprieta sus dientes y golpea el descanso de los brazos.

— ¿Para qué carajos te quitaste la playera? ¿Ahora andas creyéndote Jacob? “¿Era así el de Crepúsculo?” ¡Quizá quería algo de libertad! ¡En este puto frío! ¡Ahhhhh!

Con desesperación, Finn se echa de la silla, cayendo al suelo al hacerlo demasiado rápido. Entre la tierra, Finn lleva sus manos a bajarse los pants, desnudándose y dejando que el cambio se apodere de él. El enfurecido chico se transforma, estirando su mandíbula hacia adelante, esparciendo pelo rojizo en todo su cuerpo, la aparición de una cola para mantener su equilibrio, la destrucción y reformación de sus huesos, todo para terminar en su forma Lupus.

No tarda ni 5 segundos en haber completado su cambio y se levanta, echando sus piernas traseras a toda velocidad hacia donde Liv ha partido, oliendo el perfume que la Francesa usa.

Liv:

Termina de construir la flauta y toma una de las flechas para dar los acabados finales, haciendo algunos agujeros en el madero que había esculpido. Contempla su instrumento, satisfecha de lo logrado en tan poco tiempo. Se pone de pie rápidamente, consciente de que la necesitan. Continúa su trayectoria sin hacer mucho ruido, de manera sigilosa. Escucha algunos disparos que le ayudan a ubicarse con facilidad. Observa a través de los arbustos una pila de antorchas encendidas y, en determinados lugares, suficiente fuego de por sí. Cerca de donde se encuentra, camino y contempló con detenimiento la criatura a quien están atacando sin querer al cruzar pisa algunos cristales que se encuentran en el suelo. Guarda la flauta en el cinturón que lleva, se acerca al montón de antorchas y espera el momento de atacar.

Geri:

El lupus recoge sus patas hacia atrás, preparándose para saltar al cuello del formor. En ese momento, observa que de los pliegues plásticos y metálicos brota un líquido nauseabundo y una pústula explota en chorros. Un chorro va directo a su pata delantera derecha, rápidamente hace un movimiento de la pata hacia atrás, levantándola. Pero una gota roza una de las almohadillas de su pata, provocándole que la piel superior se caiga como una gota, dejando el tejido de su almohadilla visible. Una lágrima de dolor sale, se pierde por su mejilla lupina y chirría. Su chirrido suena cerca, aproximadamente a 12 metros del formor. Comienza a correr hacia atrás, agarrando distancia hasta que tiene suficiente para no volver a ser salpicado. Aproximadamente, unos 20 metros. Geri tiene dos ideas claras: la primera es que al formor no se le puede morder, porque tiene esa sustancia corrosiva que le ha lastimado la pata y no puede sanarla. La segunda es que él es el más veloz de los tres presentes. Piensa en su seguridad y la de los demás, y decide que lo mejor es distraer al formor para evitar que alcance a sus compañeros en el campo de batalla, quienes son más lentos en forma homínido. Emite ruidos disuasivos en lenguaje lupino a través de bramidos, chirridos y aullidos con los que reta al formor a seguirle. Se prepara, flexionando sus patas, de tal manera que busca seguir los movimientos del formor. Si se acerca, Geri está listo para tomar distancia, y si se aleja, está preparado para acercarse.

Yuzley:

Con el cuerpo cubierto de secreciones tóxicas, Yuzley se vuelve más letal que nunca. Sin embargo, escucha un extraño quejido a sus espaldas mientras las balas continúan cayendo sobre él. A pesar de la molestia, Yuzley se cubre y se protege de los disparos, pero algunas balas logran alcanzar zonas más vulnerables. Frente a él se encuentra el misterioso sujeto de negro, preparado para embestirlo. Levanta su mano izquierda sobre su cabeza y clava la derecha en el suelo, saltando hacia Yuzley.

Jack:

Jack logra escuchar un extraño quejido proveniente de detrás de la criatura, pero es interrumpido por el violento ataque del Formor, quien intenta embestirlo. Jack rápidamente se lanza hacia un lado, cerca de la chica, evitando así sufrir una lesión grave. Sin embargo, el Formor realiza otro ataque mientras Jack se levanta del suelo. En ese momento, observa cómo la criatura atrapa a la chica con su lengua. Con decisión, Jack alza su cuchilla con la mano izquierda y la baja de forma contundente, cortando la lengua de la criatura. Posteriormente, se posiciona frente a la chica y, apuntándole con su arma en la mano derecha, le advierte: —No te distraigas—, mientras mantiene la mirada fija en la criatura. (¿Geri, dónde estás?)

Cristal:

Mientras observa cómo el Formor lanza un golpe hacia el chico de negro, Cristal nota que la criatura se dirige directamente hacia ella. La lengua del Formor, blanda y acuosa pero resistente, rodea su cintura, causándole posibles moretones. Con determinación, clava sus pies en el suelo y lucha por liberarse. Al mismo tiempo, prepara su arco y carga una flecha, apuntando hacia un posible punto débil, como el origen de la lengua del monstruo. A medida que la lengua sigue apretándola y arrastrándola, Cristal se siente cada vez más temerosa de perder la vida. Sin embargo, en el último momento, decide detener el disparo al notar que la lengua ha perdido fuerza y cae sin vida al suelo. Observa al chico de negro apuntando al Formor con el arma que ella le había dado, su mirada sin emociones la inquieta y él le dice: —No te distraigas—. Cristal contiene un suspiro y piensa que necesitan armas y una solución urgente. Decidida, coloca su arco y sus flechas en su espalda y se prepara para correr hacia el palacio. Se mantiene cerca del chico y le silba para captar su atención. Sin detenerse, le pregunta: —¿Debo ir al palacio? ¿Hay algo en particular que desees que traiga? Voy por más municiones y posibles armas.

Finn:

Sin mucho terreno que recorrer, yendo a la velocidad aumentada en su forma Lupus, el Fianna llegó a las orillas de donde se encontraba el resto. Veía a Liv, a Jackson, a una chica que corría de la zona. Pero se detuvo, flexionando sus piernas en defensa al ver a esa criatura que estaba causando estragos en la zona. Su mera presencia era asquerosa y difícil a la vista. El Formor no era como cualquier otro, y este presentaba ideales más allá de lo bestial, como si fuera una metáfora a la vista.

Liv:

Estaba cerca de las antorchas encendidas y decidió tocar la flauta que había fabricado previamente. Los chicos necesitaban un respiro, alguien que pudiera distraer a aquella criatura. Comenzó a tocar la flauta con notas tranquilas y hipnotizantes, esperando una respuesta del Formor. Decidió llamar a la criatura: —¡Hey! ¡Feo Formor, aún no te has dado cuenta de mi presencia! ¡Ven aquí!— intentó llamar su atención. Tocó una nueva melodía con la esperanza de atraerlo hacia ella. Tomó una flecha sin que el Formor se diera cuenta y encendió la punta de esta.

Geri:

El lupus al alejarse no consiguió su objetivo, la criatura al parecer no tenía un oído lo suficientemente agudo para escucharle aullar, chirriar, peor aún gruñir. Vio como con la lengua le atrapaba a la joven de cabellos blancos, lo que le provocó una gran frustración e impotencia. Gracias a Gaia Jackson, un excelente combatiente homínido, pudo librar a la chica de la lengua del formor. Geri tenía que hacer algo para evitar que el formor, claramente superior a Jackson en tamaño y poderes, se concentrara en su compañero de manada. Es así que vio una salida en transformarse en su forma Hispo; sus huesos incrementaron de tamaño al igual que sus músculos y colmillos, convirtiéndose en un lobo prehistórico de grandes dimensiones, como un toro. Cuando había cambiado por completo en segundos, la chica de blanco se preparaba para trotar rumbo al palacio de los Luna Creciente, levantó su hocico y expandió su pecho para emitir un aullido poderoso: Aviso de la Presencia del Wyrm: Un aullido agudo, seguido de una serie de ladridos explosivos, anuncia la presencia de los sirvientes del Wyrm. Si un explorador puede oler la auténtica forma de estas criaturas, puede ser capaz de describirlas. Todos los que oyen este aullido pueden ver y sentir la corrupción que los rodea. Con el potente aullido, también tenía la esperanza de lograr llamar la atención del formor. Sin esperar que reaccionara, se dirigió discretamente al lugar donde observó llegar a Legado de Lugh. Se sintió por un momento reconfortado de verlo sin la silla de ruedas, no esperaba menos de un garou de casta histórica. Una vez ahí, volvió a aullar por si el primer aullido no funcionaba: Aviso de la Presencia del Wyrm.

Yuzley:

En el momento en que creyó haber tomado a la chica, el otro individuo vestido de negro le cortó la lengua, causándole un inmenso dolor. Comenzó a quejarse entre chirridos extraños, como el de una bestia metálica herida, pero alzó sus manos hacia arriba, extendiendo sus garras metálicas para embestir al sujeto de negro. Sin embargo, empezó a escuchar un agudo aullido muy cerca que lo paralizó por un momento. Miró a su alrededor, pero no pudo visualizar nada. Luego vio a dos criaturas, una chica haciendo gestos extraños y un lobo rojizo. Lanzó un enorme rugido, rechinando los metales de su cuerpo entre sí, respondiendo a los que se encontraban lejos. Nuevamente escuchó el aullido, lo cual le molestó, pero aún más le enfurecía sentir dolor en varias partes de su cuerpo. Dejó de sentir dolor y, furioso, comenzó a caminar hacia donde se encontraban los dos. Detestaba el aullido que emitían y, sobre todo, que se quedaran allí.

Jack:

Respiró profundamente, atento a las acciones de la criatura. De pronto, ésta volvió a atacar y sus instintos le indicaron moverse rápidamente del lugar, pero algo lo paralizó por un momento, asustándolo. Era un aullido, más fuerte que antes y mucho más cercano. Esto hizo que el Formor se diera vuelta, cancelando el ataque, pero volvió a rugir con fuerza. Arrugó la cara aguantando el grito mientras analizaba el cuerpo del monstruo. Era evidente por el olor que su cuerpo estaba compuesto por basura, pero no cualquier basura, sino los monos mecánicos que había visto antes en la tienda incendiada. Según su antigua investigación, estos estaban vinculados a los Formor y los chips eran su perdición, transformándolos en estas criaturas. Necesitaba pensar en cómo matar a esa cosa, era ahora o nunca. Las balas no le hacían nada, no sabía qué hacía esa cosa viscosa, pero no parecía ser nada bueno. Su cuerpo era basura, lleno de chips eléctricos. El metal era un buen conductor de la electricidad, pero para destruirlo necesitaba un cortocircuito. Agua… Comenzó a caminar hacia atrás mientras el Formor se alejaba. Volteó y miró a la chica mientras guardaba la pistola en el borde de su pantalón.

Cristal:

Trotaba hacia el castillo cuando el chico de negro se le acercó y le pidió que trajera mucha agua. El olor del Formor ya comenzaba a disgustarla. Vio cómo el chico de negro se alejaba y al llegar al castillo consiguió una manguera de plástico de unos 30 metros. Tomó la manguera y se acercó al lugar donde solían estar las armas, encontrando 10 cartuchos de 20 disparos amarrados en una cinta. Se los colocó alrededor de las piernas y vio también una bolsa con los principales medicamentos y suministros médicos necesarios para tratar heridas. Se aseguró de llevar la bolsa. Con la bolsa sobre su hombro, los cartuchos en sus piernas y la manguera con la boquilla cerrada, comenzó a trotar más rápido de regreso y se encontró cerca del chico de negro. Le gritó: —¡Traje toda el agua que pude! Hazme una señal. Tengo más repuestos y traje algunos remedios. Los cartuchos están en mis piernas. —Preparó sus armas y abrió la boquilla de la manguera, esperando la señal del chico de negro.

Finn:

Geri estaba a su lado, su olor era distintivo al de los demás. Aseguró que era su Fetiche quien le otorgaba ese camuflaje. El Fianna no lo pensó dos veces en que este le recordaba al Depredador. Quizá hubiera dado ventaja a Finn también transformarse a Hispo, pero se mantuvo en Lupus, sonriéndole a su compañero apenas se le unió. El Fianna hizo brillar sus ojos en ese jade distintivo de los de su Tribu, conectando su mente con la de Geri para mantener abierto un canal entre ellos: Geri. Viene hacia nosotros. Vete a la derecha, yo me iré a la izquierda, separa y vencerás. Finn se preparó para los largos pasos del Formor, corriendo hacia la izquierda como había planeado con Geri, desviándose con velocidad. Escuchando a Liv gritarle al Formor, Finn tuvo la idea de confundir no solo así a la criatura. Volviendo a utilizar su don, el Galliard intentó comunicarse directamente con el Formor, gritando repetidamente la misma frase en diferentes y molestos tonos: —¡Vamos, mata a un pelirrojo!— La sonrisa Lupina de Finn se mantenía a la espera de que el Formor realmente pudiese escucharlo, echando sus ojos a un lado para volver a moverse, ahora corriendo en circulación del Formor a una amplia distancia.

Narrador:

El aullido de Geri se escuchó a kilómetros del lugar donde lo había emitido, siendo escuchado incluso por los dos Colmillos Plateados que estaban cientos de metros de distancia en la cascada, a punto de cruzar la celosía. Ambos, Garras Blancas y Alexieu, se vieron mutuamente. El aullido anunciaba la presencia de un Formor Mayor en dirección al palacio del Clan Luna Creciente. La criatura estaba compuesta por basura. Al verse mutuamente, los rostros de ambos Colmillos Plateados dijeron todo lo que tenían que decirse. Alexieu asumió su forma Lupus y ambos comenzaron a correr lo más rápido que podían en dirección al palacio, preocupados por la cliath Cristal.

Liv:

Respiró profundamente al observar al Formor que se acercaba. Finn estaba cerca de donde se encontraba, y escuchar el aullido de Geri la ponía de mal humor. Puso más atención en su adversario y decidió actuar. Corrió en dirección al Formor, sacando uno de los cuchillos que llevaba en su riñonera. Con precisión, lo incrustó en el cuerpo de la criatura para rasgar su piel. Su objetivo era provocar al Formor y alejarlo del lugar. Luego, tomó otro cuchillo y usó ambos para trepar sin tocar el suelo, rasgando la piel y la materia que parecía de metal. Saltó para tomar distancia y se plantó frente al Formor, mirándolo fijamente a los ojos.

Geri:

El lupus escuchó al Fianna meterse en su cabeza con el poder de la voz mental. En la charla, le respondió: —Me alegra que dejaras la máquina de la Tejedora y es bueno tenerte en el campo de batalla de nuevo, pero ten cuidado con el formor. Tiene ácido en la piel y logró alcanzarme en una pata, pero es solo un rasguño. Cuidado.— En ese momento, recordó que Jackson, Mártir de Gaia y la chica del Clan Luna Creciente aún no sabían del ácido. Para poder advertirles, se transformó parcialmente, moldeando los huesos de su hocico hasta obtener una boca humana que le permitiera hablar. Gritó a Mártir de Gaia y a Vientos de Tyr: —¡CUIDADO! El formor tiene ácido en la piel. No se acerquen.— Geri corrió a la derecha de Finn, buscando rodear a la criatura del Wyrm como su compañero de manada le había especificado. Esperaba que el movimiento hiciera que el formor pudiera escuchar el crujir de la hojarasca bajo sus patas. De repente, se encontró con una pila de madera caída. La agarró con su hocico y lanzó dos grandes ramas hacia la criatura, una tras otra, con un intervalo de tres segundos entre cada lanzamiento.

Yuzley:

Mientras caminaba, se detuvo en seco al observar cómo una chica corría directamente hacia él. Estiró su brazo izquierdo con la zurda abierta, lanzándolo en dirección a su cuerpo y golpeándola con fuerza, enviando su cuerpo lejos en dirección al bosque. Sintió una satisfacción al golpear finalmente a alguien y ver cómo parte de su sangre quedaba sobre el metal de su mano izquierda. Los ladridos y los gritos llamaron su atención, y aunque el pelirrojo ladraba, el grito provenía de otra fuente. Sintió cómo algo lo golpeaba, y al mirar vio otro pedazo de madera venir hacia él. Sin embargo, no se movió para esquivarlo. Tomó uno de los pedazos de madera con su diestra y lo lanzó con fuerza contra la pila de madera que estaba frente a él. Varios tablones salieron volando por los aires, haciendo que estallaran y lanzaran escombros a su alrededor. Luego, se volteó hacia el pelirrojo y comenzó a correr tras él, extendiendo ambos brazos hacia adelante.

Jack:

Miraba atentamente las acciones de la criatura llamada Yuzley. En su mano derecha, seguía sosteniendo su daga unida al cable que se conectaba con la batería del palacio, y en la otra portaba la pistola que le había entregado la chica de cabellos plateados. Esta apareció en poco tiempo, trayendo consigo varias cosas, incluyendo una manguera. Se sintió aliviado al ver que había conseguido agua para finalmente acabar con la criatura. —Bien hecho, ahora escúchame…— sus palabras fueron interrumpidas por el grito de un hombre que asoció con Geri. Este mencionaba algo sobre el Formor que le hizo sentir un escalofrío recorrer su cuerpo. —¿Ha dicho ácido? ¿Está cubierto de ácido?— su cuerpo se paralizó por un momento, pero luego vio cómo Liv era golpeada ferozmente por la criatura, lo que lo indignó. —¡Mierda! Escúchame atentamente, cuando le clave esta cuchilla y me aparte, debes mojarlo inmediatamente. Esto acabará con él de una vez por todas. Cuento contigo, ¿ok?— Le hablaba a la chica y al final le sonrió, mostrando una expresión de preocupación. Luego, volvió a mirar al Formor. —Bien Herman, necesito tu ayuda esta vez.— Respiró profundo y activó su Fetiche Favor del Córvido y luego utilizó su Don Voz del Imitador para imitar el reciente aullido que había escuchado dos veces. Esto llamó mucho la atención del Formor. Apuntó hacia arriba con su zurda y jaló el gatillo de su arma, disparando. Después, se puso en posición de espera, preparado para cualquier movimiento del enemigo. Atento, le gritó: —¡Ven por mí, maldita escoria!—

Cistal:

Estaba a la espera y expectante del chico de negro, apuntando la manguera hacia el formor con el paso cerrado. Se mantenía alerta en caso de tener que moverse y escuchaba el mismo aullido que había captado la atención del formor anteriormente. Retrocedió unos pasos cuando el chico de negro lo incitó, evitando que el ácido le rozara. Volvió la cabeza hacia el formor, esperando la señal del chico.

Finn:

El mayordomo del palacio del Clan Luna Creciente echó un vistazo a los que combatían contra el formor. Parecían buscar distraerlo con gritos, aullidos e incluso corriendo contra él para apuñalarlo. Sin embargo, el mayordomo no lograba encontrar un sentido común en todas estas acciones. El grupo parecía desorganizado y no trabajaban en equipo como una manada. Lo más alarmante fue la decisión de la mujer hermosa, pues no alcanzaba a comprender por qué se enfrentó directamente al formor. Mientras tanto, el monstruo la golpeó violentamente y la arrojó lejos. Desalentado, el mayordomo decidió tomar acción. No podía quedarse ahí mirando cómo el formor asesinaba a la mujer hermosa. Se dirigió rápidamente a su habitación en busca de un arma de fuego a distancia. Por suerte, encontró varias en su armario y seleccionó la más adecuada dadas la distancia y el tamaño de la munición. Regresó al balcón, apuntando hacia la cabeza del formor, aunque no pudo disparar debido a la presencia de un lobo pelirrojo justo detrás del monstruo. El mayordomo le gritó al lobo, tratando de alejarlo para poder disparar sin preocupaciones. Pero justo cuando pensaba que nada podría empeorar, se dio cuenta de que el bosque comenzaba a incendiarse debido a un objeto olvidado, posiblemente una flecha encendida.

Liv:

Mientras corría hacia el formor con un cuchillo en mano, Liv vio cómo el monstruo se preparaba para golpearla. Como acto reflejo, levantó ambos brazos para protegerse. Sintió el impacto del brazo izquierdo del formor con fuerza y rapidez, lo que la hizo volar por los aires y rodar por el suelo. Quedó a unos 7 metros en dirección al bosque. Al estar en el suelo, sintió un agudo ardor en los brazos, suponiendo que era debido al ácido del formor que había causado graves heridas. Lágrimas brotaron de sus ojos mientras soltaba un grito de dolor involuntario. En ese momento, Liv no podía pensar en ser fuerte, ya que el dolor era abrumador. Después de un breve momento de shock, se puso de pie y observó la situación con el formor. Notó que su flecha había provocado un nuevo problema y decidió pisarla para evitar más daños. Aunque sus brazos no se movían con facilidad y su piel estaba llena de raspaduras y quemaduras, Liv se enfocó en hacer vendajes improvisados para continuar. Sus piernas también tenían algunas raspaduras leves, pero pudo ver la dermis rojiza. Al darse la vuelta, Liv se dio cuenta de que el bosque se estaba incendiando debido al objeto olvidado anteriormente, pero no podía hacer mucho al respecto.

Geri:

Sintiendo un ligero golpe en la parte más carnosa de sus nalgas, Geri gruñó y siguió obedientemente la indicación de Finn para correr hacia la derecha. Mientras avanzaba, notó a un hombre en un balcón que parecía no hacer nada. Pensó que debía ser un mero espectador fisgón e ignoró su presencia. Sin embargo, su atención fue rápidamente capturada por el vuelo de Martir de Gaia, quien había sido atacada por el formor. La preocupación se reflejó en los ojos de Geri mientras continuaba corriendo hacia Liv. Al llegar, se dio cuenta de que el bosque se había incendiado, lo que le preocupó por la vida de las criaturas que habitaban allí. Como un acto instintivo, Geri mordió una raíz de un árbol que se consumía en llamas y la lanzó a un área donde solo había pasto verde, evitando así que el fuego se propagara. Su mirada se dirigió hacia la chica de cabello blanco, quien sostenía un artefacto que reconocía como el utilizado para regar las plantas en el pueblo. Geri necesitaba más de esos para combatir el fuego. Debido a su forma de hablar alterada, apuntó al hombre del balcón y exclamó:

—¡Eh! ¡Agua! ¡El bosque se incendia!

Después de transmitir su mensaje de manera efusiva, Geri miró a Liv y le habló con la claridad que pudo alcanzar:

—¡Liv! Rápido, busca agua. Yo distraeré al formor.

Y así, escapando de la visión de Liv, Geri corrió en dirección a la derecha del formor, aullando para distraerlo.

Yuzley:

Mientras corría hacia el lobo pelirrojo, Yuzley notó que este cambió de dirección justo antes de que pudiera actuar. Detuvo su carrera y siguió observando al lobo mientras movía su cabeza y cuerpo para mantenerlo a la vista. A medida que el lobo se detenía, Yuzley movió rápidamente su brazo derecho hacia atrás y golpeó su costado con la mano abierta, lanzándolo hacia un lado, fuera de su camino. Yuzley soltó una extraña risa metálica, experimentando una satisfacción momentánea por atacar con éxito al lobo. Sin embargo, algo le ladraba cerca, pero no lograba identificar qué era ni de dónde provenía. De repente, escuchó un conocido aullido que le resultaba sumamente molesto. Además, se percató de los gritos y disparos provenientes del joven vestido de negro. Entonces, Yuzley corrió hacia él con la boca abierta, ansioso por finalmente acabar con su vida. Al estar frente a él, alzó ambos brazos hacia arriba y los bajó rápidamente, esperando poner fin a todo. Su grito de ―¡Muere!‖ resonó en el aire, sin comprender que sus ataques no tenían el efecto deseado.

Jack:

El Formor golpeó a Finn de la misma manera que antes había golpeado a Liv, lo cual molestó mucho a Jack. Ahora, el Formor se acercaba a él. Su corazón latía rápidamente, pero a pesar del dolor que le causaría el ácido, Jack se inclinó hacia adelante y corrió hacia el Formor levantando sus brazos. Con su mano derecha, clavó la cuchilla en el cuerpo del Formor. Intentaba introducir la cuchilla en su extraño cuerpo, pero el ácido rápidamente tocó su piel. Antes de gritar de dolor, se apartó rápidamente del Formor y la chica albina, soltando la cuchilla y la pistola. Ya no podía soportarlo más, no se había molestado en levantarse del suelo verde. El ácido estaba consumiendo su piel, especialmente su brazo derecho, desde la mano hasta el hombro. Sus ojos se cerraron mientras se retorcía en el suelo de dolor. Su chaqueta de cuero, su rostro, torso y brazo derecho estaban gravemente dañados. Sentía que no podía soportarlo más.

Cristal:

Observa la situación en la que se encuentra el chico de negro y aprieta sus manos sobre la manguera. Cuando él le da la señal, abre la boquilla y rocía al Formor con el chorro a presión, viendo cómo las gotas caen sobre él. Luego, suelta la manguera y se desliza sobre el césped para acercarse al chico de negro. ―En qué puedo ayudarte‖, le pregunta. Agarra su bolso y lo vuelca, dejando que su contenido se derrame en el césped. A continuación, toma unas tijeras, corta parte de su blusa y aplica desinfectante en una de sus heridas sin esperar a que él diga algo.

Finn:

Solo bastó un solo segundo de distracción para que el Fianna saliera volando por los aires hasta el pasto. La fuerza del Formor sobre su cuerpo fue inicialmente más intensa, contrarrestando el dolor que llegaría a sentir una vez cayese al suelo. Como un intenso ardor, como un fuego que no se consume, el costado de Finn era rápidamente carcomido. Podía asumir que la mano abierta del Formor se marcaba sobre su piel. Los gritos del Fianna alimentaron la noche, sus retorcidos movimientos de desesperación guiaron sus verdes ojos hasta notar como también el bosque se incendiaba. Sin tener que pensarlo mucho, comenzó a rodar sobre el suelo una y otra vez, dejando que su costado se llenara de tierra y pasto. No sabía si esto era algo bueno para su situación, pero nada era mejor. Podía sentir como el ácido consumía su pelaje, a pasar hasta su piel, hasta su carne.

Narrador:

El mayordomo escuchó un sonido similar a golpear en seco un bate de béisbol en cuero-curtido, el espécimen de lupus Fianna había sido golpeado fuertemente por el Formor, enviándolo a unos siete metros lastimándolo como a la mujer hermosa. El hombre desde el balcón aprovecha ese momento y sin más dudas, dispara contra la cabeza del Formor, la cual absorbe la bala que no vuelve a salir quedando atrapada en el metal. La criatura Yuzley, al sentir la fuerza de la bala que lo desequilibra, desvía su atención por un instante, lo que posibilita que recibiera una daga en su pecho, incrustándose hasta el fondo. Aunque no sintió nada, afectó a un joven gótico quien fue el que le había atacado con la daga, ahora grita de dolor. Antes de que el Formor diera otro golpe al gótico, una chica de cabellos blancos rocía al Formor con agua provocando una electrocución inmediata de los microchips donde estaban ancladas las perdiciones, provocando que el monstruo cayera hacia atrás deshaciéndose en una masa robusta de basura y dejando visible un cuerpo humano apenas reconocible de quien fuera la víctima de la posesión sin vida entre la chatarra. El mayordomo recordó que el bosque se incendiaba, era un caos, había escuchado aullidos que provenían del bosque que pedían agua. De inmediato bajó y buscó el tanque de bomberos que tenía en el palacio para una emergencia, conectó una gran manguera. En ese momento llegó Alexieu y Garras Blancas, quienes en su forma homínidos saludaron a todos los presentes, pero explicaron que no sería el momento para agradecerles y que si deseaban podían quedarse en el palacio. Por otro lado, ellos debían apaciguar las llamas. Buscaron cilindros extintores y fueron al bosque a apagar el incendio.

Liv:

Mientras observaba las llamas, presenció cómo alguien intentaba apagar el fuego. Sin embargo, no sabía quién era hasta que escuchó las palabras de Geri, quien la instó a buscar una manguera. Corrió rápidamente y encontró una manguera en la guía que había tomado la chica del clan de la Luna Creciente. Puso la llave a alto flujo y regresó para mojarlo todo, apagando las llamas lo más rápido que podía. Aunque la manguera tenía buen alcance, en ciertos lugares no era suficiente. Podía sentir a algunos animales encerrados y asustados, temiendo lastimarse. Dejó la manguera a Geri y se adentró en el bosque para ayudar a los animalitos. Alzó algunas ramas, sacó conejos de las madrigueras y trepó con facilidad para rescatar algunos polluelos, aunque le ponía nerviosa romper algunas ramas debido a la presión. Ya tenía heridas que dolían, pero sabía que la necesitaban y daría lo mejor de sí misma hasta el último suspiro.

Geri:

El lobo observó a Legado de Lugh siendo golpeado por el formor. Ahora eran dos enemigos y luego vio a Jackson caer bajo la misma sustancia ácida que le había lastimado las almohadillas de su pata. Corrió en dirección a Finn, quien parecía incapaz de levantarse, mientras observaba cómo el formor era abatido por la chica de los cabellos blancos. Mordió del pellejo del cuello de Finn, quien rodó e intentó levantarlo, pero lo dejó después de unos segundos. Acarició con su nariz fría la espalda de su compañero, hablándole en lenguaje de lobos a través de gruñidos y chirridos, asegurándole que estaría bien. Observó a Martir de Gaia llegar con una manguera y, sosteniéndola con su hocico, la llevó hasta el bosque para mojar la tierra.

Jack:

Mientras yacía tendido boca arriba sobre el césped del Clan, retorciéndose de dolor por las heridas causadas por el ácido, Jack escuchó pasos acercándose. Era la chica de cabellos plateados. Sin previo aviso, ella comenzó a desinfectar sus heridas con alcohol, haciendo que soltara un agudo quejido de dolor antes de perder la consciencia. Su cuerpo quedó indefenso, pero sabía que su sacrificio había sido necesario para detener a la criatura.

Cristal:

Después de desinfectar y vendar las heridas del chico de negro, Cristal lo observó mientras caía en la inconsciencia. Desesperadamente trató de reanimarlo, llamándole y chasqueándole los dedos en el rostro. Vertiéndole alcohol cerca de la nariz, lo sostenía en el suelo, apoyándolo en su brazo. —¡Eh, despierta! Tus amigos están aquí, no puedo llevarte así al palacio para que terminen de curarte—, le suplicó. Tomó un calmante y se lo puso en los labios, inclinando su cabeza hacia atrás para que lo tomara. Con cuidado, lo arrastró al palacio, pidiendo ayuda mientras observaba un incendio y a los demás intentando apagarlo. Luego, notó la presencia de dos figuras desconocidas y decidió dejarlos a su tarea. Enfocada en el chico herido, continuó llevándolo con precaución hasta llegar a la puerta del palacio, donde clamó por ayuda.

Finn:

Agradeció el apoyo de Geri, pero en ese momento su mente no estaba centrada en eso. El intenso ardor en su costado no cesaba y, apenas Geri lo soltó, se acercó tambaleante a la silueta borrosa de Jackson y la chica de cabellos plateados. Periféricamente, notó que el bosque ardía y distinguió algunas sombras moviéndose entre las llamas. Aunque su propia decepción tendría que esperar, vio a Legado de Lugh caer desmayado a pocos metros de ellos.

Narrador:

Después de la ardua batalla, Finn, Liv y Jackson buscaron refugio en el majestuoso palacio del Clan Luna Creciente para sanar sus heridas. Los amables anfitriones, encabezados por Alexieu, Nolyako y Cristal, se aseguraron de brindarles todas las comodidades, incluso pusieron a su disposición varios sirvientes que atendieron diligentemente a los valientes guerreros. Estos últimos protegieron incansablemente los dominios del clan, a pesar de sufrir heridas graves en el proceso.

Sin embargo, mientras los demás descansaban en el palacio, Geri optó por volver a su madriguera esa noche. Su prioridad era proteger y cuidar los preciados huevos de Kiwi, a los cuales había jurado resguardar.