El legado de Avalon Plastics
Epílogo – Tacita de té
Narrador:
El amanecer en Tasman se caracterizaba por las bajas temperaturas que envolvían la región. El temeroso sol se elevaba en la distancia, apenas acariciando el paisaje que se había convertido en un frigorífico natural. Sus rayos tenues se reflejaban sobre una superficie cubierta por una fina capa de nieve. El frío tan intenso obligaba a los animales a resguardarse en sus madrigueras y evitar salir a enfrentar las gélidas condiciones. A pesar de la situación, la nieve había logrado extinguir el fuego que había consumido una parte del bosque, preparando el terreno para su regeneración en la primavera. En el palacio del Clan Luna Creciente, más precisamente en el ala este de la enfermería, se encontraban Finn, Legado de Lugh, y Jackson, Vientos de Tyr.
Alexieu Pávlov:
Alexieu se encontraba en su oficina, escribiéndole una carta a su tío, el Rey Albrecht Morningkill. Le informaba sobre los sucesos en el túmulo de Tasman, detallando los ataques de los formori que Lake Valley y el Palacio estaban sufriendo. No le extrañaba que en la isla norte también estuviera implicado Pentex. Termina de escribir la carta, la pone en un sobre con sus iniciales, A.P., lo cierra con cello de cera con la insignia del Clan Luna Creciente y llama a una sirvienta. Ella acude al príncipe con información sobre sus huéspedes y le explica que se encuentran estables en la enfermería. Alexieu le da las gracias y le pide que vaya a dejar la carta en la correspondencia para que se la lleven inmediatamente a correos. Cuando termina, va tranquilo haciendo gala de su elegante traje blanco de corte francés renacentista, botas altas con taco ancho dorado, una camisa con encaje pomposo y un cinturón azul que sujeta su pantalón blanco. Lleva una espada de esgrima por la cintura mientras ingresa en la enfermería.
Jack:
Tras el enfrentamiento contra Yuzley, el Formor que llegó hasta el Clan Luna Creciente, Jackson cayó inconsciente debido a las heridas sufridas en la batalla. Mientras dormía en la cama, comenzó a moverse como si tuviera un ataque de espasmos. Sin embargo, no era eso, estaba teniendo pesadillas que mostraban los últimos sucesos antes de desmayarse. Podía ver la imagen del Formor junto a una pila de muertos detrás, la mayoría de ellos eran conocidos, miembros de la manada. De pronto, el Formor comenzó a caminar hacia él. Despertó levantando la parte superior de su cuerpo hacia adelante, en un movimiento rápido pero doloroso para su brazo derecho. Soltó un quejido al sentir el dolor, pero luego comprendió que solo estaba soñando.
—Maldición… ¿Dónde estoy? —se preguntó mentalmente mientras se acomodaba sobre la camilla en la que se encontraba. Primero miró a su alrededor, notando el color de las paredes, el techo, el suelo y las ventanas. Ya sé… Estoy en el palacio. No podría olvidar esas ventanas aunque quisiera. En la Penumbra se ven diferentes. Finalmente, comenzó a mirar su estado. Tenía todo el brazo derecho vendado, que llegaba hasta su pecho para mantener los vendajes en su lugar. Aún así, no tenía marcas de ácido en el torso y desconocía el estado de su rostro sin un espejo. Sin embargo, al tocarlo con su mano izquierda, no notó nada fuera de lo común. Supuso entonces que las heridas menores de su cuerpo estaban ya sanadas, excepto por su brazo derecho, que recibió el mayor daño.
—Genial, Jack, me parece excelente que estés en estas condiciones. ¡Maldita sea! —apretó con fuerza su mano izquierda y respiró profundamente. Luego recordó que no fue el único herido en la batalla. Miró a su alrededor buscando a sus amigos y vio a Finn en su forma Hominida junto a él.
—Finn… ¿Estás despierto? —preguntó, buscando a Liv pero no la pudo ver en la sala. Supuso entonces que no estaba malherida. Recordar cómo los golpearon le molestaba.
—Estoy seguro de que pude hacer más… Apuesto a que Aleshka lo hubiera hecho mejor o incluso las Morrigans. De verdad que soy un inútil, un estúpido Corax intentando salvar personas —se dijo molesto mientras intentaba mover sus piernas. Sin embargo, sentía cierta dificultad al hacerlo. Después de un poco de esfuerzo, logró sentarse en la orilla de la cama. Desde allí, comenzó a pensar en cómo terminó en ese estado. Sintió un escalofrío al recordar el dolor que experimentó cuando el ácido tocó su piel.
—La he perdido… —recordó cómo había incrustado su cuchilla en el cuerpo del Formor—. Sí… La perdí, igual que a la otra… Perdí los regalos de mi mentora. ¿Qué clase de estúpido Corax soy? —apretó sus muelas mientras fruncía el ceño.
—No pude salvar a Herman y ahora no pude ayudar nuevamente a mis compañeros. Perdí mis armas, ahora no puedo volar y ni siquiera puedo mover mis malditas piernas correctamente —intentó levantarse, pero al hacerlo, sus rodillas se auto-flexionaron, haciendo que perdiera el equilibro. Sin embargo, terminó apoyándose sobre la mesilla junto a su camilla, la cual evitó que cayera al suelo.
—Maldita sea… Jack, eres un estúpido —escuchó a alguien acercarse por el sonido de sus tacos. Intentó enderezarse estando de pie, su brazo derecho colgaba de su cuello gracias a una posadera. No lo había notado antes, pero ya no llevaba la misma ropa que antes. Ahora usaba un pantalón blanco ancho, sus pies estaban descalzos y su torso descubierto, excepto por los vendajes. Aquel hombre vestía elegantemente, como si viviera en una época diferente a la suya. Cargaba una espada consigo y supuso entonces que era el Alfa del Clan.
—Yo no hice nada —le dijo mientras intentaba caminar. Podía sentir la sangre fluir hacia sus piernas poco a poco—. Pero gracias… Por atendernos —le dijo suavemente. No tenía muchos ánimos para hablar en ese momento, se sentía inútil a pesar de haber escogido ese estilo de vida.
Cristal Stuardo:
Luego de llegar al castillo, se dispuso a atender al chico de negro con la ayuda de algunas enfermeras. De repente, por las mismas puertas por las que había entrado con el chico herido, entró otro en camilla que ya estaba siendo atendido por las enfermeras. Este nuevo paciente tenía el pelo rojo, lo cual hizo que Cristal pensara si sería uno de los lobos que había observado previamente. Se acercó a su camilla para verificar en qué condiciones se encontraba y notó que su estado no se comparaba en nada al del otro paciente. Al rozar sus dedos por su mandíbula, Cristal notó que esta era linda y pronunciada. Sin embargo, su movimiento fue bruscamente detenido por una de las enfermeras que se abrió paso. Cerró los ojos y negó con la cabeza, recordando la escena. Después de un rato, ya lista con su vestimenta, Cristal se encontraba en un salón cercano a donde estaban los chicos, esperando que le permitieran verlos. En ese momento, vio a Alexieu pasar elegante, destilando confianza, elegancia y belleza pura con sus ropajes y su llamativo accesorio. Esperó a que pasara y esperó cinco minutos antes de levantarse decidida a seguir el mismo camino, tratando de pasar desapercibida pero sin lograrlo debido al ruido de sus zapatos resonando contra el suelo.
Finn:
—No, no estoy despierto —le dijo Finn al Corax sin voltearlo a ver. No había pasado ni 5 minutos despierto y el Fianna se mantenía con las manos juntas sobre su vientre, sin ningún valor de asomarse bajo las sábanas para observar las vendas que cubrían su costado. —Estoy en una pesadilla, Jack. ¿Por qué debería estar despierto y fracasar si de todos modos en mis sueños no soy mejor? Realmente… realmente pone en perspectiva —suspiró. Finn ladeó su cabeza al notar a Alexieu entrar. Parecía salido de cualquier pintura rusa en la habitación de algún conde psicópata. —¿Qué hicieron con el Formor?
Alexieu:
El príncipe escuchó las quejas de los dos Garou pero decidió no interrumpirlas. Caminó elegantemente hasta un sofá estilo Rusia Imperial que se encontraba frente a las camas de los heridos. Se sentó con elegancia, pasando sus manos por la cola de su suéter para evitar arrugarlo al entrar en contacto con el fino almohadón. Levantó su pie derecho y lo puso en su rodilla izquierda, manteniendo la espalda recta y una mirada taciturna dirigida hacia los dos. Respiró profundamente y recordó a los niños que habían fallecido, lamentando la falta de risas en los pasillos. Era un golpe duro el que el Wyrm les había infligido. Alexieu encontró un momento para hablarles.
—A Finn ya le conocí cuando abrimos un puente lunar en las cascadas para conectar este túmulo con Asia, sin duda un gran logro —dijo con una risa escandalosa y aristocrática que convertía ese recuerdo en una especie de broma, aunque en el fondo Alexieu estaba preocupado por lo que había ocurrido.— Me presento formalmente —se dirigió al hombre de cabellos negros y piel pálida—. Mi nombre es Alexieu, soy Príncipe del Clan Luna Creciente en Nueva Zelanda, es un placer.
Ladeó ligeramente su rostro mientras mantenía una sonrisa cordial. Escuchó que Finn hacía una pregunta sobre el Formor y respondió con seriedad:
—Al Formor lo llevamos a cuarentena en los calabozos. No sé cómo lo hicieron ustedes, pero el Formor ya no responde. Sin embargo, por no tener un corazón, solamente tenía manchas negras. No sabemos si pueda despertar, por eso tenemos su cuerpo en el calabozo.
Jackson:
Jackson se había sumergido en sus pensamientos y había ignorado las palabras de Finn. Miraba de reojo al sujeto, observando cómo se sentaba y arreglaba sus elegantes ropajes. Este habló y parecía conocer a Finn, algo de lo que Jackson no estaba al tanto debido a su entrenamiento en la Umbra. Guardó silencio mientras intentaba enderezarse y caminar hacia la ventana.
—Mi nombre es Jackson Delany, soy un… —Jackson se interrumpió al notar su brazo derecho totalmente inutilizado. Pensó en cómo había arriesgado su propio brazo y apretó la barandilla mientras continuaba caminando torpemente hacia la ventana. Entonces preguntó —¿Entonces sigue con vida? No sé cómo funcionan las Perdiciones o los Formor, pero espero que haya sido suficiente como para acabar con él.
Observaba la ventana y notó que estaba nevando. Abrió sus ojos como platos y exclamó:
—¡¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?! —Sentía una gran exaltación, preocupado por los puestos de vigilancia y las decisiones de James como alfa, pero sobre todo, inquieto por la seguridad de la manada. Apretó los dientes con fuerza, enfrentándose a una situación que empeoraba cada vez más. Su corazón se agitaba de preocupación y pensaba: ¿Qué clase de guerrero eres, Jack? Necesito saber cómo está la manada, ¿dónde está Liv y Geri?
Cristal:
Caminaba pausadamente cerca de las ventanas, sintiendo el clima más gélido que unos días atrás. El paso de sus suéter por el piso resonaba en la habitación mientras se acercaba a la puerta. Tiraba de las mangas, intentando cubrirse del frío. Abrió la puerta lentamente y dejó que esta la envolviera, escuchando la voz de Alexieu y de los otros dos acompañantes lesionados. Asomó lentamente su cabeza, dejando que sus cabellos la cubrieran como una capa hasta que rozaron sus muslos. El pomo de la puerta se sentía helado contra sus dedos y, aún así, deseaba que estuviera incluso más frío. Soltó el pomo y detalló el campo de visión que se abrió al abrir la puerta, observando la habitación donde había estado varias veces antes, pero esta sería diferente. No hablaría solo con las paredes sin respuesta y no sería la única consciente, pensó mientras agudizaba sus oídos para escuchar la conversación sin interrupciones. Luego, tocó levemente la puerta con sus nudillos, haciendo eco en la habitación y esperando que le permitieran dar un paso adentro.
— Buenas — logró producir entre sus labios, sintiendo como su voz se ahogaba.
Finn:
— Entonces… ¿cómo acabaste tú? No me veo peor que tú… a pura imagen. — Finn echó sus brazos a los lados de su cama y pudo sentir lo cómoda que era. Quizá debería fingir un poco más y disfrutar la atención. Después de todo, nadie le exigiría nada a alguien que esté ahí en la cama.
— Bien… Alexieu… ¿a qué hora sacan la morfina? — preguntó Finn distraídamente, desviando su mirada hacia la chica que tocaba la puerta. La había notado con la manguera el día anterior y sonrió al verla. Parecía aún más hermosa desde ojos humanos.
— Oy.
Alexieu:
Observó al hombre gótico que decía llamarse Jackson Delany, un nombre inglés sin duda. Se notaba que estaba conmocionado por lo que había ocurrido días atrás. Alexieu continuó escuchándolo, notando que él preguntaba por sus amigos.
— A Geri no lo conozco, pero recuerdo escuchar un aullido hace tres días y supongo que fue él; en cuanto a la bonita, ella sí está, pero en otra parte de este palacio. Ella está bien, si eso es lo que te preocupa — respondió Alexieu.
Luego escuchó unos golpecitos en la madera de la puerta, se giró y observó a Garra de Plata. Se incorporó y caminó hacia ella, sujetando la mano de Cristal e intentando llevarla adentro.
— Garra Blanca, bienvenida. Sin embargo, hay un motivo más grande que nos ocupa. Tenemos que defendernos, esto es una guerra — hizo una señal con sus dedos e ingresó una mujer con ropa de enfermera blanca y sombrero, similar a las enfermeras del siglo XIX, quien llevaba inyecciones de morfina en sus manos. Si necesitan morfina, ella puede ayudarles.
Jack:
Cristal sintió un fuerte bajón ante las palabras de Alexieu, pues aunque no le había contestado directamente, pudo saber cuánto tiempo llevaba inconsciente. Se alegraba de que Liv estuviera bien, pero llevar tres días sin vigilar la manada no era algo que pudiera dejar de hacer a la ligera, especialmente en tiempos de guerra.
— Hice lo necesario… Finn — le dijo con bajos ánimos. Haber hecho lo que hizo no era natural en un Corax, arriesgar sus alas de tal forma era algo que no debía permitir. Pensaba en lo que diría aquel cuervo de la Umbra, seguro le insultaría por ser tan estúpido como para tomar acciones apresuradas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonar de la puerta. No se trataba de nadie más que la chica de cabellos plateados, a quien conocían como Garra Blanca. Al menos ahora podía saber algo más sobre ella. Se veía mejor que antes, aunque en ese momento no pudo verla con claridad.
— Veo que te encuentras bien, eso me alegra mucho — le dijo mientras caminaba lentamente, apoyándose aún en la camilla.
Escuchaba las palabras de Alexieu.
— Sí, supongo que esto ya no se puede considerar una simple casualidad. Todo está cambiando, hemos perdido a muchos hasta ahora — dijo tras intentar ponerse derecho.
— Desconozco lo que haya sucedido en la manada durante este tiempo, pero no puedo regresar con las manos vacías. Alexieu… ¿gustas una taza de té? — le preguntó sonriente, pues por su forma de vestir aristocrática, parecía ser de los que bebían té, aunque ni siquiera sabía qué hora era.
Cristal:
Una vez fuera de su escondite, Alexiu tomó la mano de Cristal y la arrastró hacia el centro de la habitación. Desde allí, ella pudo observar a los valientes chicos que se encontraban dentro. Uno de ellos era pelinegro y su sarcasmo y preocupación se reflejaban en su mirada. Tras escuchar su pregunta, Cristal sonrió de manera egocéntrica y mordió su labio mientras lo miraba directamente.
—Eso debería decir yo—, respondió ella. —La última vez que supe de ti estaba inconsciente y anteriormente casi pierdo un brazo. Me alegra que no haya sido grave.
Mientras hablaba, una enfermera entró en la habitación con la morfina. Cristal miró por encima de su hombro y dejó un mechón de cabello sobre el mismo para jugar con él entre sus manos mientras recibía atención médica. Luego, volvió la mirada hacia Alexiu y le sonrió, apretando su nariz para disimular el gesto tierno que sentía dentro por él, a pesar de que el olor de la sala le resultaba desagradable. Siempre le había dado asco el olor de los enfermos, la medicina y el alcohol, entre otras cosas.
Cristal observó al pelinegro detallando su silueta y se burló internamente. Aunque no lo miró directamente, sentía la mirada del pelirrojo, y recordó las diferencias entre ambos. Mientras el pelinegro tenía facciones más suaves, el pelirrojo las tenía más marcadas y visibles.
—Y a ti, ¿el costado te ha afectado la capacidad de hablar o moverte?— preguntó Cristal sin apartar la mirada del pelinegro que la había acompañado en la “batalla”.
Finn:
Quizá la herida del costado me dificultará moverme o hablar, en todo caso… pero… —Finn sonríe con sinceridad al pasar de los ojos de la chica a la vista de la morfina.— … pero he escuchado a Paul hablar maravillas de esa cosa… a los Marines les encanta. Y creo que el cambio me va a gustar. —Finn echó su cabeza otra vez a la almohada con una sonrisa que exageraba.— Oh… bien dicho Finneas…. ¿cómo no te oyes como un maldito junkie frente a todo lo que acabas de decir? Hoy morfina, mañana te encuentras en un callejón con un cinturón en tu brazo mientras comes papas fritas con una pandilla de roehuesos… mamón. —Cerró sus ojos y continuó hablando.— ¿Cuál es tu nombre, oy?
Narrador:
Durante el transcurso de la mañana, el palacio del Clan Luna Creciente presenta algunos problemas con la fuente de energía, esto a causa de las medidas que tomaron aquellos que se enfrentaron con el Formor días anteriores.
Alexieu:
Guarda silencio mientras se piensa en lo que Jackson le dijo, sobre no poder llegar a las manos vacías a su aldea. Alexieu ya desde el rito para crear el puente lunar, quería buscar la manera de apoyar a la Manada Semillas de Yggdrasil ya que al Alfa lo creía un incompetente. Además, después de todo eso era lo que el Gran Oso quería que él hiciera. Juntó sus manos sin mirarlas mientras pensaba la manera de pelear esa guerra. Estamos en guerra y debemos permanecer juntos como un equipo. Mientras hablaba se distrajo y miró al fianna acostado, parece amable con Cristal lo que a Alexieu le agrada poco, ya que Cristal está bajo su protección y él cree conocer la cara de los hombres pillos o coquetos. Niega con su cabeza.
Jack:
Sonríe al verla intacta, escucha sus palabras atentamente, le hacían recordar aquel momento, recuerda cómo sin su ayuda no habrían podido vencer al Formor. Tú hiciste la mayor parte del trabajo, sin ti no sé qué habría pasado. Le dice luego de sujetar su mano derecha con su zurda por un momento. Hace un esfuerzo para permanecer de pie, pero luego de ver pasar a una enfermera, continúa apoyándose sobre la camilla, observa a Alexieu mientras nota que está pensativo, supone que estará pensando en algo, finalmente menciona algo que le llama mucho la atención, pues está dispuesto a ayudar.
— ¿En serio va a ayudar? — Sus palabras son cortadas por un extraño corte eléctrico, se fue la luz, le resultaba extraño que eso pasara. Se pregunta. ¿Se fue la luz? Extraño… Comienza a ver a su alrededor, notando que todo se había vuelto más oscuro, pero seguía estando iluminado por la luz de su querido Helios. Las palabras de Alex le hacen mirarlo sorprendido, pues no esperaba tal respuesta.
— Armas? Pues serían bastante útiles de hecho… Ya no me queda ninguna de mis cuchillas, además es bastante difícil luchar de esa manera. James… Ese es otro problema. — Dice y en sus últimas palabras mira a sus costados prevenido de que no fueran mal interpretadas sus palabras. — No es mi Alfa, aunque soy miembro de la manada no soy nada más que un Fera. Sin embargo, me interesa mucho tener vuestra ayuda Sr. Alexieu. — Suspira por un momento ante sus últimas palabras.
— Oh, bueno, supongo que en otro momento será. Me cuesta moverme aún… Oye linda. ¿Podrías hacerme un favor? ¿Sí? Bueno… ¿Podrías conseguirme un bastón o algo parecido? Y… Una silla de ruedas para el otro. Espero no te moleste. — Le dice a una enfermera que iba saliendo, su vestimenta era interesante, sentía que sutilmente regresaba a su hogar, solo que claro a una de las zonas más góticas de York. Esto le hace pensar en casa, evitando llenarse de tanta melancolía por su situación actual. — Por cierto… ¿Cuál es tu nombre? — Le pregunta a la chica, sabía que hablaba con Finn, pero recordó que ni siquiera sabía su nombre, pues había sido una gran ayudante en la batalla. — El mío es Jackson Delany, aquel duende pelirrojo es Finneas Mc’Kenna.
Cristal:
Aun con la mirada en el pelirrojo, rueda los ojos hacia la esquina para observar al chico de pelinegro cuando le habla. Se voltea sobre sus pies, aún sosteniendo un mechón entre sus dedos en una mano y picando uno de sus aretes con la otra, mientras muerde su labio inferior con una mueca entre pícara e inocente.
— Cristal Stuardo aquí presente, compa. Lindo tu nombre —dice en un tono amigable.
— Un placer fosforito —dice refiriéndose al pelirrojo mientras le extiende la mano que tenía en el arete al pelinegro. Se acerca unos pasos a su camilla y lo mira directamente a los ojos—. Qué bueno que me dio por traerte y no dejarte ahí envuelto en tóxicos… podría haber sido una pérdida de buen material —dice pícara, mordiendo su labio mientras lo mira directamente, sintiendo un rubor en sus mejillas bajo la mirada del pelirrojo en su espalda.
Finn:
Sin luz eléctrica ni energía en la Mansión, Finn supuso que pasarían más tiempo allí de lo esperado. A diferencia de otros Garou, a él le encantaría la atención que pudiera recibir en un lugar con tantos lujos. Le hacía recordar sus vacaciones en Francia cuando era más joven. Su prima lo había llevado y con un par de tarjetas de crédito falsas habían estado en uno de esos hoteles donde te abren las puertas. Lujos. A veces extrañaba a Rebecca, pero aún se mandaban cartas de vez en cuando.
Narrador:
En ese momento, la energía regresa al palacio, iluminando las lámparas de la enfermería y haciendo visible cada rincón del lugar. La enfermera más cercana escucha las peticiones y, siguiendo las instrucciones de Alexieu, se dirige a buscar una silla de ruedas y un bastón. Regresa con ambos objetos y los coloca frente a las camas.
Alexieu:
— Jackson, ¿dónde deben llegar las armas? Te enviaré un camión con esas cosas. — El príncipe saca de su cazadora una libreta bordada en hilo de oro, con hojas finas y un bolígrafo anticuado con un águila en la parte superior. Antes de que el gótico responda, la luz regresa y Alexieu se acerca nuevamente al sofá. Se acomoda en el respaldo, cruza las piernas y agarra el teléfono. Marca el número tres y es conectado automáticamente con el mayordomo, quien responde de inmediato. Le indica que se encuentra en el vivero y le pide que vaya a su oficina y le traiga un intercomunicador de los que están guardados en el primer cajón de la derecha. También solicita un ejemplar de los libros de armas y té para cuatro personas en la enfermería. Después de asentir, cuelga el teléfono. Nota que ambos visitantes parecen interesados en su protegida Garra Blanca, lo cual le crea cierta desconfianza aunque sabe que ella ya no es una cachorra.
Jack:
Sonrío al escuchar su nombre, ya que no lo sabía durante aquel desafortunado día. Tomo su mano con mi zurda, la levanto y me inclino hacia abajo para besar la parte superior de esta. — Un nombre hermoso para una dama hermosa —, le digo luego de dejar bajar su mano. Escucho las palabras de Finn y río por un momento, pero me mantengo callado. Quiero evitar pensar en mi estado actual y enfocarme en otras cosas. Las palabras de Alexieu me distraen, saca algunas cosas para anotar y comienza a hablar a través de un intercomunicador. Realmente no tenemos un almacén y dudo que algún negocio vaya a aceptar que se depositen un gran número de armas. Pero poseo actualmente una cabaña con bastante espacio, podrían descargarlas allí y me encargaré de vigilar el contenido. ¿Ha regresado la luz? — pregunto al final, interesado por estos misteriosos cortes eléctricos. Alexieu no se detiene y continúa con sus instrucciones. Agradezco a la enfermera que trajo un bastón y le digo: Finn, Finn. ¿No pensarás que te vas a quedar todo el santo día allí acostado mirando a esta linda joven? ¿O sí? Maldición, estaré más jodido que tú, pero al menos en mi estado hago algo por nuestra comunidad. Además… ¿Qué dirán las pobres chicas de la manada cuando no te vean? Oh, dulce, dulce Hobbit… Cuánto te extraño. Suelto una ligera carcajada, volviendo a la atmósfera divertida del principio, al menos momentáneamente puedo ignorar lo que mi mente me dice.
Finn:
Seré honesto con ustedes. Amo a esa gente, pero ese Alpha no permite progresar. La puta silla de ruedas se ha convertido en mi manta, seguramente mi ropa se la llevó el viento y estoy seguro que no ha llegado el último paquete de insumos para el McKenna. ¿Entienden? ¿Qué tan jodido tiene que estar uno para que el único legado que Legado de Lugh deja sea una bebida, que ni siquiera es tan buena? — Estirando la mano hacia la silla de ruedas que le habían acercado, el Fianna comenzó a respirar agitadamente debido al esfuerzo, abriendo bien los ojos como si estuviera a punto de perder la cordura, su lengua de fuera al intento desesperado por salir de la cama y sentarse en su silla. Definitivamente era más cómoda que la que le habían proporcionado en la Manada. Con un fuerte suspiro al haberse sentado con éxito, el Garou llevó su mano al abdomen para sentir las vendas sobre él, cambiando totalmente de ánimos miserables a uno más alegre aunque falso entre los dientes. — Claro que… je… claro que no nos molestaría una cena, si Cris insiste. Costillas de bbq, limonada, algunos vasos altos de Guiness… quizá uno de esos pastelitos que a ustedes los… rusos. Si, rusos, les encanta. Nunca los he probado pero… en las revistas se ven bien.
Narrador:
Desde la puerta de la enfermería se escucha el sonido de los pasos firmes de unos mocasines finos, era el mayordomo que llegaba con tres libros en sus brazos y sobre estos un aparato para comunicarse con el palacio en cualquier momento. Deja las cosas sobre la cama donde estaba Jackson, mira a todos y con una sonrisa, inclina su rostro así es como los saluda. Posterior a eso llega una sirvienta con un carrito de pasteles rusos e infusión de té de flores y piña.
Alexieu:
El príncipe escucha detalladamente lo que el gótico dice, le sorprende que la manada Semillas de Yggdrasil no tenga una armería, sin embargo le entrega su confianza a Jackson. — Jackson, te encuentras acá y por tus acciones confío en vos. Yo no puedo hablar con James, por eso enviaré las armas a tu hogar, pero ten cuidado de James. Sin decir más detalles de la Alexieu, se mantiene en silencio lo que permite que le escuche a Cristal que buscaba agasajar a los dos guerreros. Le entrega el teléfono para que marque a la cocina y ordene lo que desee. — Claro que sí, Garra Blanca, estás a cargo de organizar una cena para nuestros amigos. Hace un silencio para tomar un poco de aire porque ha hablado demasiado rápido atendiendo varios asuntos a la vez. Hace una corta pausa y continúa. — Pero… será después de esta noche, hoy es solsticio de invierno y habrá un rito cómo acostumbramos en Tasman. Escucha al Fianna quejarse, su memoria lo trasladó a varios años en el pasado: Inna, una prima garou que enfermó gravemente, ya no quería hacer nada más que estar encerrada en su habitación, no le alegraba ni el vodka. Fingió encontrarse bien con sus mentes. Lo miró firmemente pero no dijo nada, esperó a que este terminara de quejarse para decirle. — Finn, tengo un mal presentimiento en todo lo que dices. Harano no es fácil, pero debes buscar ayuda para salir adelante.
Jack:
Sonríe ligeramente ante las palabras de Cristal. — Pues espero no suceda. Es un bastón bastante agradable. Risas ahogadas son las que muestra por las palabras de Cris a Finn, pero estas desaparecen con sus palabras. — Pero… je… claro que no nos molestaría una cena, si Cris insiste. Costillas de bbq, limonada, algunos vasos altos de Guinness… quizá uno de esos pastelitos que a ustedes los rusos les encanta. Nunca los he probado pero… en las revistas se ven bien. Hundido en sus pensamientos, ignora las palabras de ambos aunque escucha la mayoría de Alexieu. Tiene razón, no puede confiar en James y sus aliados. Aún así, no encuentra un mejor lugar, pues James tiene a sus seguidores por todas partes. Lo último que quisiera es que con estas armas inicie una guerra contra el Clan o cualquier otro. — Con tus palabras, lo he pensado mejor. La verdad es que desconfío de James, pues sé bien que hay algo malo con él. En ese caso, pienso que mi hogar no es una buena idea. Si pudieras llevarlas a este lugar… Se acerca a él, anotando la dirección en su libreta. Se trata de nada más y nada menos que la cueva donde había viajado junto al cuervo. — De esa forma no debo preocuparme tanto por vigilar las armas. Puesto a que cuando me recupere, debo volver a mi labor. Toma una de las tazas de té con olor a piña después de apoyarse junto a la pared. Comienza a beber sorbos de esta mientras escucha la propuesta de Alex que al parecer tenía relación con la de Cristal. Sin embargo, algo lo detiene y al escuchar sus palabras, lo mira. — ¿Un ritual? Interesante… Bueno, supongo que debemos participar. Dice en voz baja al final mientras mira su brazo derecho. Ahora, debe caminar y retener sus acciones. — ¿También irás tú? Si vas, con gusto iré. Porque resulta que ahora necesitaré que alguien me eche una mano. Le dice a Cristal, al final eleva ligeramente su brazo derecho mientras le sonríe. — Ah… Si. ¿Podrías darme un arma al momento de salir? Resulta que perdí… Mi última cuchilla. Le pregunta a Alexieu, había hecho una pausa dado a que recordaba que era el obsequio de su mentora.
Cristal:
Observa cómo el mayordomo entra seguido de un ayudante con las pastas y el té, y sonríe gustosa mientras asiente a las palabras de Alexiu. Le sonríe con empatía y cariño, agradeciéndole por haberle dado luz verde para el acto. Ahora solo le falta elegir el menú, las entradas, el plato fuerte, el ligero, los postres y los aperitivos. Quizás también tenga que elegir el vino. Sin embargo, sus pensamientos se ven interrumpidos por las palabras de Jackson.
— Bueno, no creo que mi presencia sea la única ahora, ya que todos debemos estar presentes para la tradición del solsticio. Aunque por el momento no podré seguir acompañándolos cuando Alexiu nos explique de qué se trata, ya que debo entrar a mi habitación para arreglarme y necesitamos saber qué ropa usar. — Cristal, entre sorbos de su té frío con la pajita y devolviéndolo lentamente, toma unas pastas circulares con ralladura de coco alrededor y le da un mordisco. Luego, se dirige a Alexiu. — Gracias, gracias, gracias. Eres el mejor. — Se acerca y abraza sutilmente a Alexiu como una niña pequeña. Luego, se levanta y se dirige a Jackson.
— ¿Les gustaría unas cervezas o un buen vino? — Pregunta, refiriéndose tanto a Jackson como al callado chico Finn. — ¿Te comieron la lengua? — Le dice a este último en tono juguetón.
Finn:
Con dos pastelillos en la mano derecha y su zurda en el volante, Finn suspira y echa la cabeza hacia atrás. —Escuché del Harano. No es algo fácil tener que superar todo esto. Podemos empezar con esto… —Mueve los pastelillos diestramente entre sus dedos.— Pero después, ¿qué haremos? ¿Sanaremos, lucharemos y moriremos mientras James se lleva el crédito? Dudo mucho que salga a hacer el Rito… Seré un inválido, inseguro, inmaduro, un imbécil, algo tonto. —Finn no logra terminar su frase al compararse con James, sumiéndose en un profundo silencio y una triste mirada.— Solo sáquenos de aquí…