El legado de Avalon Plastics
Epílogo – Indigno de Lugh
Narrador:
Era una mañana calida en la Aldea de Tásman, la luz de Helios atravesaba en trasversal por la ventana de vidrio de la veterinaria, acariciaba los pies y patas de los que resultaron heridos del ataque del wyrm en la tarde del día anterior. La casa del veterinario era una casa de una planta, con seis habitaciones, una de ellas grande como un salón, con camas para sus pacientes, había un comedor y una sala de estar. La casa estaba fabricada con piedra, tenía la mitad del techo vivo y la otra mitad con paneles solares, habían arbustos en el jardín. En la habitación más grande estaban internados Finn Legado de Lugh y Geri Lobo de Odin, frente a las camas, habían varios obsequios anónimos, flores, champagne y otros objetos extraños. Los amigos de Finn habían dejado al fianna a cargo del veterinario, quien ya no les soportaba más y los largó de su casa a que fueran a la taverna con su bullicio.
Jack:
El dulce abrazo de Helios en la mañana era algo hermoso para cualquier Corax y más para él, dado que había estado entrenando durante varios días dentro de la Umbra. Aún tenía que volver a la Penumbra para completar su aprendizaje, pero algo había sucedido mientras no estaba. El 10 de Junio, algo se presentó en la manada Semillas de Yggdrasil. Jack se enteró apenas regresó, pero tras enterarse del suceso y de cómo fue sucediendo todo, se iba llenando de rencor, sobre todo en las acciones de James, el nuevo Alfa. No podía comprender del todo las acciones de los Garou, pues aunque era parte de ellos, no los conocía del todo bien. Tras completar su rutina de vuelo alrededor de la manada y los puntos de vigilancia, Jack tenía otros planes. En su forma Córvida sobrevoló los cielos del Parque Nelson, venía de regreso de su rutina mañanera, la cual ese día no fue una de las más enfocadas dado a que tenía otras cosas que hacer junto con ir a la Penumbra más tarde. Llegó a la Aldea en pocos minutos y tras ubicarse en el centro de esta, descendió hasta aterrizar esta vez, no tan torpemente como antes solía hacerlo. Ya una vez sobre la aún húmeda tierra, extendió sus alas de par en par y movió su cabeza de lado a lado, acto seguido pasó a su forma Homínida.
—Bien… Ya es hora —dijo mientras observaba en su diestra el reloj antiguo de su abuelo, marcando la hora. Comenzó a andar en dirección a la casa del veterinario, guardó su reloj en el bolsillo derecho del pantalón. Las suelas de sus botas se hundían en la tierra húmeda y a través de sus lentes de sol, notó la presencia de varios Garou mirándole, algunos de mala forma, otros tristemente, pero ignoró su presencia. Llegó hasta la puerta del veterinario, se paró sobre el tapete que decía “Bienvenido”. Alzó su zurda y tocó tres veces la puerta, esperando una respuesta.
Geri:
El lupus comenzó a estirar sus patas lentamente, ya no le dolían sus costillas al hacerlo, al menos había dormido toda la tarde y noche desde que sobrevivió de aquella batalla. Sintiéndose dueño de la cama, primero estiró las patas traseras, una a una, hasta los extremos de sus garras, luego prosiguió con las delanteras hasta que estuvo completamente relajado como si hubiera descansado durante meses. Regresó sus patas a la posición inicial y emitió un bramido somnoliento que terminó cuando se relamió sus colmillos. Geri estaba feliz de estar íntegro, además hacía tiempo que no luchaba, había olvidado lo hermoso de sentirse un guerrero, de romper contra los enemigos de la madre Gaia y honrar a su Tribu. Observó la casa del veterinario, sin los amigos de Finn parecía más grande de lo que recordaba. Miró al frente había carne entre otras cosas, flores, odiaba las flores cortadas, no entendía por qué los humanos lo hacían. Se relamió los colmillos ya que con su olfato hasta sentía saborear la carne, en ese momento su estómago crujió. Con sus patas alejó el manto que lo cubría hasta hacerlo caer de la cama, se incorporó y brincó en dirección a la carne, que tomó con su hocico y regresó a la cama, mientras se alimentaba escuchó algo, un golpeteo en la puerta.
Finn:
La mañana solamente era indicada por el fuerte sonido del reloj, cuyo tictac golpeaba contra las paredes una y otra vez, resonando en la cabeza del despierto Finn por horas y horas. No recordaba nada antes de desmayarse. Su mente era un espacio en blanco, completamente enfocada en un punto específico de la pared: un pequeño agujero que evidenciaba que antes habían colgado un cuadro ahí. Por primera vez en mucho tiempo, el Fianna se había mantenido callado y sin ánimos de romper ese silencio. Sus piernas le eran inútiles, la mayor parte de su piel estaba cubierta por vendajes. No volteó a su lado cuando Geri comenzó a moverse sobre su cama, ni tampoco hizo caso cuando tocaron la puerta.
Jack:
No habían pasado muchos minutos hasta que alguien abrió la puerta. Era el mismo dueño de la casa, es decir, el veterinario que cuidaba de Finn y Geri. Jack lo saludó amablemente mientras entraba. —Buenos días —dijo el veterinario. Jack caminó hacia la gran habitación después de recibir la respuesta a su pregunta. El olor a flores cortadas impregnaba el ambiente. Primero notó a Geri y luego a Finn. —Buenos días, muchachos —saludó Jack. —¿Cómo se encuentran hoy? —Los perros le respondieron con entusiasmo, mostrando que estaban en buen estado.—
Geri:
Mordió de lado la carne, desgarrándola en pedazos cada vez más finos para tragarlos. Se ayudaba con su lengua para pasarlos. De pronto, miró al Corax en la puerta y dejó de masticar. Escuchó cómo lo saludaba en idioma de hombres y se dio cuenta de que no podría comunicarse en idioma de lupus ni en idioma elevado. Miró a los ojos al Corax y luego miró a Finn, se volteó para ya no verlos, se hizo bolita y continuó comiendo la carne, pero atento con el oído y el olfato a lo que fueran a hablar esos dos.
Finn:
Machacando sus dientes contra ellos, Finn levantó el pulgar de su puño. Vio a los ojos al Corax y ladeó su mirada hacia la pared una vez más. Tomó aire a los pulmones con gran dificultad, incluso dar un gran respiro le provocaba un gran dolor en el pecho. — ¿Ya te contaron? — le dijo a Jack, torciendo su cara en un gesto de autodisgusto.
Jack:
Notó cómo Geri se distraía comiendo carne en su forma de Lupus, no lograba entenderlo en esa forma. Caminó hasta llegar a una silla cercana a la cama de Finn, los tacos de sus botas resonaban sobre el suelo de madera. Tras sentarse en la silla, mirando hacia Finn, notó su poco ánimo. —Sí, pero solo a voz de los demás. Debí estar con ustedes —dijo esto último mirando hacia un lado, algo apenado por no haber protegido a la manada. —Más niños han muerto ahora… Y James —guardó silencio tras eso, apretó los dientes y su mano derecha en forma de puño.
Geri:
Continuaba comiendo la carne hasta terminarla con un último mordisco. Rascó su panza llena con las patas delanteras y se volteó con una sonrisa lupina en su rostro. En ese momento, escucha lo que le pareció un momento de sinceridad del Corax. Intenta decirle que tiene razón, pero solo se escucha un bramido. Geri tampoco quiere a Sonrisa Escarlata, tiene algo que en forma de lupus cree percibir, algo oscuro o maligno.
Finn:
Alzando sus cejas y cruzando los brazos, Finn tragó saliva antes de mirar al decaído techo. La idea de que un Fianna tomara el liderazgo de la manada le emocionó al principio, pero James no era lo que creyó de él, y sabía perfectamente que no era el único que sentía disgusto hacia él. A pesar de esto, la decisión del Alpha de querer dejar morir a Finn era entendible, era lo que dictaba la Letanía, y no podía ir en contra. Con bastante esfuerzo, el Garou comenzó a hablar despacio: —Es el Alpha… y se tiene que respetar… a pesar de… todo.
Jack:
Notó el bramido de Geri, y por su expresión dedujo que le daba la razón. Con la respuesta de Finn aún se indignó un poco. Pues aún desconocía las conductas Garou y como Corax, no tenía ningún vínculo de manada con los Garou. —Sé poco de vuestras leyes, pero hay algo que jamás se puede ignorar y es la masacre de tantos niños —miró hacia la ventana, observando las nubes y el cielo azul.—Días oscuros se aproximan —dijo suavemente.
Geri:
No quería cambiar de forma, no si no era necesario. Bastantes transformaciones había tenido el día anterior y peor para una actividad mundana como hablar mal del Alfa. Le hubiera gustado hacer algo por el Fianna que aún parecía lastimado, aunque estaba prohibido ayudarlo. Se incorporó en sus cuatro patas y, mientras escuchaba la conversación, buscó entre los obsequios algo que le gustara. Entre las flores y las demás cosas, vio una botella de McKenna’s, ese cóctel que le gustaba a Finn. Intentó abrirlo con el hocico pero era imposible. Respiró hondamente, sabía lo que tenía que hacer. En ese instante, se transformó en homínido, su ropa únicamente era la capa de Lobo que le cubría la espalda y un taparrabo. Abrió la botella, se volteó y dijo: —Hey Fianna, mira lo que dejaron tus amigos —volvió a mirar al Corax y luego al Fianna, invitándolos con su sonrisa brillante a compartir la botella.
Finn:
Sin ningún interés en el obsequio físico de sus amigos, el Fianna solamente les mostró la mano a Geri y a Jackson para indicarles que tomaran ellos sin él. Apreciaba el gesto de sus compañeros, pero en momentos como estos surgía desde raíz una de las creencias principales de McKenna, que el alcohol solo debería ser utilizado para el disfrute, por más difícil que fuera. —Adelante —se pasó la lengua por las muelas de su lado derecho, manteniéndose con los ojos cerrados. —Estaré en la silla. Al menos una semana. Eso dijo el veterinario.
Jack:
Respiró profundo ante las energías del Fianna, lo miró algo preocupado. Aunque las acciones de Geri lo distrajeron, miró los obsequios nuevamente. —Olvidé traeros algo, pero basta con mi presencia… ¿No? Bah, para el mal tiempo, buenas caras —dijo mientras se levantaba de la silla. —Y otros tiempos que estos… —se paró junto a Geri y miró la botella en sus manos. Aunque su corazón estuviera bastante dolido por lo sucedido, no podía evitar intentar animar el ambiente. —¡A beber! —exclamó alegremente.
Geri:
Dejó la botella junto a la pierna lastimada de Finn, rozando con ella sin intención, y comenzó a hacer confeti con las flores, armando un desorden en la habitación. Encontró unos jarros con flores pintadas, regalos de las novias de Finn, y los puso sobre la cama. “¿Servirás tú o yo hago los honores?”, miraba al cuervo. Geri solo entendía las acciones; las emociones eran un mundo completamente nuevo y oscuro que, en forma de lupus, no necesitaba controlar.
Finn:
Apretó los labios y se encogió de hombros. No entendía qué había pasado con él, su mente seguía tratando de recordar exactamente cómo había dejado que esas malditas criaturas lo mangonearan como un cubo de Rubik. ―¿Por qué? ¿Por qué un líder abandona a su Manada… en tiempos de necesidad? ―, dijo el Fianna mientras movía las sábanas de sus piernas para mirarse las vendas que recorrían secciones de su cuerpo.
Jack:
Tomó la botella con su mano izquierda y la destapó con la derecha. Comenzó a servir los tragos, tres en total, y luego volvió a cerrarla. Escuchó las palabras de Finn y, aunque no conociera al otro Alfa, se indignó un poco. ―Sé poco de vuestras leyes, pero hay algo que jamás se puede ignorar, y es la masacre de tantos niños ―, miró hacia la ventana, observando las nubes y el cielo azul. ―Días oscuros se aproximan ―, dijo suavemente.
Geri:
Agarró uno de los jarros con la zurda, se paró frente al Fianna a escucharlo quejarse. Se notaba que algo le pasaba, pues siempre le recordaba feliz. Levantó el jarro y lo llevó hasta sus labios, sorbió el cóctel que tenía un buen sabor. Mientras bebía, negaba con la cabeza ante la actitud de Finn. Y aunque quisiera, no podía ayudarle, las emociones de los homínidos siempre le parecieron complejas.
Finn:
Volvió a levantar la mano para negarse a tomar, tratando de mantenerse educado, y esperó a que dejaran de beber para sonreír irónicamente, solo para sí mismo al darse cuenta de toda esa tontería. ―¿Saben? Yo hice esa receta. Es el único legado que tendré, si somos honestos. Brutalmente honestos.
Jack:
Retiró la jarra de Finn algo preocupado. Comenzó a beber de la suya de un golpe para ahogar sus preocupaciones, luego bebío pocos sorbos de la de Finn. No podía llegar a su entrenamiento ebrio como enano de taberna. ―Eres más que una bebida, Finn. Tu legado no se limitará a esto. ¡Eres Finn Legado de Lugh! ― Alzó la jarra tras decir la última frase, aunque realmente no tenía idea de quién era Lugh.
Geri:
Terminó de beber de la jarra. ―Finn, lo que enfrentamos solamente fueron unos Formori, cosas malas pasan todo el tiempo. El apocalipsis se acerca y no podemos esperar que el mundo cambie, tenemos que buscar el origen de ese mal. ― Dejó el jarro vacío sobre la cama del Fianna y se cruzó de brazos.
Finn:
Con una mirada como si lo hubieran retado, el Fianna volteó hacia arriba, tomando fuerzas para tratar de explicar su estado a Jackson. ―Lugh venció a Balor él solo… le arrancó el ojo al Rey de los Formor y el nombre de Balor no volvió a ser utilizado como maldición… y mírame a mí, Corax… ― Sonrió exageradamente, dientes unidos y hablando entre ellos. ―Sin poder vencer a dos putos Formor cualquiera y mira… sin piernas útiles para patear sus cuerpos sin cabeza… pero qué va… ¿hice una buena receta, no? ¡Una puta buena receta que ni a mi desquiciado abuelo le gusta! ― Finn arrancó las sábanas de su cama y las lanzó, aunque no muy lejos de la puerta.
Jack:
Dio un paso hacia atrás, observando las acciones de Finn. Al menos ahora conocía la leyenda de Lugh, pero algo le desconcertaba. El apocalipsis, mencionado por Geri; sabía poco del tema, pero se le erizaba la piel. ―Debí estar allí… ― Susurró mirando las sábanas, sintiéndose apenado por no defender la manada que lo había alojado.
Geri:
Observó las expresiones de ambos, negó con la cabeza, llevó su mano derecha a su cabello, se peinó un rulo y bajó la mano. ―Por lo que vi, detrás de esos Formori solo podrían estar espíritus del Wyrm. Llamados Perdiciones, se alimentan de lo malvado y lo negativo. Eso deben ser.‖
Finn:
Exhausto por pasar toda la noche con los ojos abiertos, suspiró con dolor y volvió a echarse en su almohada, viendo el techo y escuchando las palabras de Geri. ―Hubiera muerto de no ser por Liv. ¿Ahora ella será castigada por culpa de esta porquería?‖ Dijo señalándose a sí mismo.
Jack:
Se acercó a la ventana, bebiendo la jarra lentamente. ―Perdiciones, sí. Recuerdo que después de acabar con el Formor, investigué a fondo para saber lo que estaba sucediendo. No sé si Keket pudo decirles, pero seguramente aquellos monos mecánicos han hecho esto.‖ Observó a Geri tras decir esto. ―Este mundo ya no es para jóvenes.‖
Geri:
Escuchó las palabras de Jackson para efecto moviendo sus orejas ligeramente en dirección a él, no recordaba que Keket hubiera dicho algo, después de todo, aunque la theurge era amable con él, ella no solía narrar los problemas. Era hermética. Se preguntaba qué clase de perdiciones eran las que mencionaba Jackson.
Finn:
―Me quiero ir de aquí, solo quiero ir a mi cabaña y ya. Se tocó ambas sienes de la cabeza al sentir un agudo dolor en ambos extremos.
Jack:
A pesar de la pregunta, no conocía mucho del tema de las perdiciones. No sabría decir, solo sabía que estas estaban transformando a los niños, tenían forma de Chips y estaban dentro de los monos mecánicos. Escuchó las palabras de Finn. —Calma, pronto saldrás de aquí. Quizás deba llamar al veterinario—, dijo angustiado.
Geri:
Al escuchar microchip, se imaginó cualquier cosa a la que le pudieran poner un nombre. Al final de eso se trataba la tejedora, ponerles nombres a las cosas, definir objetos. Geri se frunce, involuntariamente gruñe. No sé qué es un michochi pero debe ser algo de la tejedora, Jackson, ¿quién más sabe de esto? Da un paso al frente acercándose al corax.
Finn:
―Solo… solo… alcánzame la silla y ya. ―Finn se apoyó en sus heridos brazos para ponerse derecho en la cama, acción que le dolía hasta lograrlo. No había ninguna parte del cuerpo que no le doliera tras los ataques del día anterior. ―Venga… no quiero ser carga de nadie, ni del vet.‖
Jack:
Jack notó cómo Geri se acercaba de manera extraña, aunque se echó un poco hacia atrás, estaba atento a cualquier acto extraño. —A Keket, y varios Corax, mayormente de la Penumbra—, le respondió seriamente y luego se aproximó a donde estaba Finn. —Deja de hacer eso. No seas terco… Debes permanecer aquí y luego te darán de alta.
Geri:
―Por qué parece que nadie hace nada en este túmulo, los niños están muriendo, debemos detener esto. ¿Por qué no les has dicho a todos sobre los michochip? —le señala con la garra del índice a Jackson, como si el haber guardado un secreto de esa magnitud lo hacía igual o peor que James. Miró a Finn incorporarse en la cama ―Legado de Lugh, sirves más a Gaia sano, no hagas algo que después te pueda perjudicar.‖
Finn:
—Nada de eso, no estoy cómodo aquí, no quiero estar aquí, quiero estar allá, punto. —Usando sus manos para mover sus inútiles piernas de la cama hasta el suelo, el Fianna apretó sus dientes al darse cuenta de que no había recibido tanto analgésico. ―Necesito la silla para irme, tráemela, Cuervo, la necesito‖, dijo al ver a Jackson a los ojos, confiándole esta simple tarea para su bienestar.
Jack:
Jack miró a Geri a los ojos a través de los lentes. ―Creía entonces que Keket lo haría, además ha estado ocupado. Ni siquiera debería estar aquí en este momento, pero vino a verlos, ―dijo con un tono serio. Escuchó a Finn quejarse y luego intentar moverse. ―Lo lamento Finn, aunque no soy un Garou, soy alguien que conoce el peligro que puede causar tus acciones. Es suficiente, debes permanecer quieto o terminarás sin piernas por tu falta de conciencia‖, le dijo con un tono algo agresivo al final, pero utilizaba la lógica inquebrantable que poseía. ―Además, Geri, ustedes llevan más tiempo en esto que yo. Ya conocían la amenaza de los monos mecánicos. Según lo hablaron con todos y James negó lo sucedido. ¿Qué lógica tendría contarles? Soy un Fera, a algunos no les agrado y la mayoría no escucharán las palabras de un Corax‖, dijo mirando a Geri nuevamente, la forma en cómo le había hablado no le gustó y mucho menos que le señalara.
Geri:
Al escuchar al corax hablar hizo que Geri lo sintiera como una dura verdad, ellos no pudieron convencer a la manada del peligro en los monos mecánicos, aunque tampoco sabían de los microchip. —Tienes razón, Jackson, pero te diré una verdad: las perdiciones que han medrado en Tasman deben tener un jefe, alguien que los comanda desde la umbra—. Buscaba con la vista uno de esos artefactos de la tejedora, aquellos aparatos que servían para investigar cosas hasta que vio lo que parecía ser uno de esos que llamaban computador. —Debemos investigar más, alguien está detrás de todo esto—.
Finn:
―Es nuestra culpa. Sabíamos del peligro de esas cosas pero… y nuestros Alpha tampoco hicieron caso. ¡Ahora uno seguramente está masturbándose en las Bahamas y el otro es un puto sádico! ―A pesar de no tener garras en su forma homínido, el Galliard apretó la orilla de la cama lo suficiente como para romper la sábana que cubría el colchón. Sus piernas aún colgando, y si las pudiera mover, estarían temblando.― ¿Van a decirme que no opinan lo mismo? No puedo seguir con esta imagen de… Es el Alpha, hay que respetarlo, hay que lavarle los calcetines. ―Frunció el ceño y soltó aire tras hablar tan corrido, su pecho golpeando con cada palabra que pronunció.
Jack:
Las palabras de Geri hicieron que sus ojos se abrieran como platos, pues desconocía ese dato interesante. —¿Un jefe entonces? Imagina que debe ser aún más monstruoso que aquella vendedora—. Guardó silencio por un momento mientras pensaba. —Si es tan fuerte, necesitaremos armas… Perdió una de sus cuchillas en el combate y la verdad es que no son muy útiles contra esos tipos de Formor—. Tras decir esto, miró a Finn. Percibió sus sentimientos, y aunque no fuera un Garou y estuviera atado a sus reglas, sentía lástima de cierta forma por todo lo sucedido. —James no era lo que creí cuando llegué—, dijo mirando al suelo. —Pero algo les diré, chicos, esto no se va a quedar así—, afirmó con seriedad mirando a Geri y Finn, pues no solo se refería al tema de James sino también al de los Formor.
Geri:
Geri escuchó a ambos y tenían tanta razón que consiguieron que el lupus sonriera de tristeza. También pensaba que el Alfa no era eficiente para dirigir la manada.
Finn:
—Solamente… quiero irme a casa. Tragando y bajando su cabeza para ver sus pies que no tocan el suelo. Tengo una cama cómoda, un ambiente tranquilo y la paz necesaria. ¿Quieren hacer algo al respecto? Veamonos esta noche en mi cabaña. No es problema si traen a alguien de confianza. Pero déjenme ir y descansar unas horas. —Dijo el Fianna clavando su mirada con ojeras sobre sus compañeros.— No pido más.
Jack:
Tomó la Laptop que le entregó Geri, sorprendido por este acto. —Gracias, esto ayudará mucho —dijo con gratitud. Prometió llegar al fondo del asunto, pero se percató de que había otro problema. Geri… ¿Cuántos niños había en la manada? Debían asegurar la seguridad de la manada antes de buscar a Boss y, además, conseguir armamento suficiente. Jack respiró profundamente al ver la actitud decidida de Finn. —Entiendo cómo te sientes, pero debes descansar. Yo mismo te sacaré de aquí cuando sea el momento adecuado —le dijo, esbozando una sutil sonrisa.
Geri:
—Yo también quiero mi madriguera, debo regresar, tengo cinco cargas familiares. —Recordaba los huevos de kiwi, con su mirada gacha observaba cómo el fianna agarraba el colchón patéticamente sin poderse mover, sin embargo esa imagen no logró distraerlo e imaginar que lo peor que podía pasar con los huevos era que hubieran reventado mientras no estaba, además la piedra en la madriguera debía entregarla a keket. Levantó la vista y se concentró en la amenaza de la Aldea, Jackson parecía el más apto en ese momento para saber el paradero del boss, le responde casi gruñendo por no poder responder adecuadamente lo que le pregunta.— No lo sé, supongo que murieron todos los niños Jackson.
Finn:
—¿Creen que puedo hacer algo así? —Apunta a sus propias piernas.— ¿Creen que puedo ayudar? Solo puedo ofrecer mi lugar… y llevar a cabo una junta ahí. —Miró al Corax, afirmando con un movimiento de cabeza.— Gente quienes confíen. Quienes… sean útiles.
Jack:
Notó las últimas palabras de Geri algo ansioso, pero no respondió a sus preguntas. Se inclinó hacia Finn mirando otra vez su estado.— Todo sucede por alguna razón. ¿Quién sabe y Gaia quería ponerte una prueba? Esto te hará más fuerte te lo aseguró. —Finalmente se enderezó y sujetó mejor la laptop.— Tengo cosas que hacer, cuídense chicos. —Asintió con la cabeza para luego dirigirse a la puerta, el veterinario le abrió y finalmente se retiró. Fue directo a casa, para dejar la Laptop de Geri allí, luego debía ir a Penumbra a continuar con sus lecciones.
Geri:
—Debo irme, pero esto no termina así, hay que solucionar el problema. —Agarró los regalos que le gustaron, comestibles de carne, miró a Finn, le dejó una costilla de vaca sobre la cama y se llevó el resto. Salió detrás de Jackson y fue hasta su casa, al llegar notó que los huevos estaban a salvo, suspiró aliviado.
Finn:
—Se olvidaron de mi silla. Hijos de puta. —El Fianna golpeó la ventana a su lado para llamar la atención a uno de sus amigos que iba pasando con una canasta de manzanas. Con su dedo índice le avisó a Billy que pasara a la veterinaria. Cuando Billy llegó a la habitación, Finn solamente le pidió que le alcanzara la silla, y a pesar de sus esfuerzos por moverse solo, fue Billy quien lo ayudó a sentarse bien. Sin muchas palabras, le agradeció su ayuda y tocó su frente. Billy era un buen chico, y apreciaba demasiado sus buenas acciones, a pesar de no expresarlo al momento. Con la ayuda del Pariente detrás de él, empujando la silla, el Fianna logró escapar de la veterinaria, dejando una manzana sobre el escritorio del doctor.